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24/03/2016

YO DE MAYOR QUIERO SER MADRE

Ni bombero, ni médico, ni arquitecto o ingeniero. Madre. Hace falta valor. Con cinco años y ante la insistentes preguntas por lo que quería hacer en el futuro, eso es lo que contestó. Porque ella es así. Quiere ser madre. Le parece lo mejor. Como a Susanita, la amiga de Mafalda, aunque quizá ella quería más ser 'mujer de'.
 
Si esa misma pregunta se la formulan a quienes por azar o derecho han llegado a la condición de madre, probablemente la respuesta sería otra. Aunque habría que redactar la cuestión de otra manera, por ejemplo 'que prefieres: ser madre o jefa de servicio de compras y logística de IBM?' o ' ¿Qué es más fácil : ser madre o Presidenta ejecutiva del Grupo Santander?'. Que me desmaye ahora mismo y no me despierte en 100 años mi príncipe azul con su beso, con huso o sin él si la mayoría de las mujeres madre (las sensatas seguro) elegirían b. Más fácil extirpar órganos enfermos, más fácil ser mecánico, astronauta, camarero... Todo es mucho más sencillo que mirar en los ojos de tu hijo e intentar adivinar lo que le ocurre. En las edades tempranas quieres saber si tiene hambre, frío o sueño y ser capaz de descifrarlo por su llanto. A medida que vas aprendiendo y tu te acostumbras a él y él a ti, van apareciendo novedades. No llegas al punto de 'ahora me lo sé'. Lo nuevo tiene siempre que ver con su nivel de independencia, que afecta directamente a su falta de dependencia de ti, a su desvinculación. Primero deja de tomar teta, luego anda y se separa de tus brazos; pero lo más duro llega cuando empieza a relacionarse con otros niños y éstos le hacen daño. Es sólo un anticipo de lo que vendrá. Los otros le provocan sufrimiento, de maneras variopintas. Quieres acogotarlos, no sabes que te faltó dar a tu bebé para que ahora sea capaz de defenderse. Darías tu vida por evitarle una humillación, la sufrirías encantada en tu piel con tal de que la suya saliera ilesa de la agresión. Sin embargo sabes que forma parte de su aprendizaje, que lo necesita para crecer. Y te parte el corazón, pero no intervienes. Aunque te mire implorando ayuda, diciéndote detrás de sus lágrimas, que no entiende.

La edad no cura nada, hace cada paso más complejo, cada dolor más intenso, cada sufrimiento más difícil de llevar. Es difícil ser hijo, pero a ser padre se aprende a la vez. Alguien me dijo una vez una frase que a su vez su padre, fallecido, le había dicho a él. "Tú me enseñas a ser padre".
 
Una niña que quiere ser madre de mayor es una niña valiente. A pesar de la insistencia de parientes con lo buen médico que sería, a pesar de tener padres músicos o ingenieros, jefes o burgueses, ella se calló y no dijo nada convencional, no quiso satisfacer a los inquisidores dando la contestación que esperaban de ella. Esperó. Hasta que encontró su respuesta; después de reflexionar.

Yo te deseo suerte, princesa. Serás una madre estupenda, porque para serlo necesitas todas esas virtudes que tú atesoras: eres observadora, paciente, escuchas y das soluciones cuando te piden ayuda. Tienes sentido del humor, eres fiel, consecuente y estás llena de capacidad de dar amor. Eres segura, sabes lo que quieres. Serás esa madre que todos quisieran tener. Cuidado con la envidia.
 

LA SOLEDAD DE FACEBOOK

Es impresionante lo profundos que somos todos en FACEBOOK. Grandes frases muy atrevidos pensamientos se comparten con un 'me gusta' o 'me encanta', sin pudor alguno. Corazones y sonrisas.

Refugiados al amparo de la pantalla y la distancia, nos identificamos con pensadores de todas las épocas, desde Aristóteles a Savater. Compartimos canciones y sentimientos profundos. Damos 'me gusta' a una frase de Cortázar o de Einstein escrita en cursiva sobre un fondo azul que a su vez ha compartido un amigo tuyo al que llevas sin ver ni hablar con él más de 25 años. Te sorprendes de lo cerca que te sientes de él. Piensas e lo poco que habéis cambiado los dos. Deduces por los argumentos y canciones que comparte, que habéis evolucionado igual. Mantienes relaciones a distancia con personas a las que no ves a cambio de descuidar a quien comparte mesa contigo a diario. Mesa o cama. Lo idílico es siempre perfecto y tú lo alimentas y te sientes feliz con tu vida social. Olvidas que a esa gente la dejaste de ver, en general por decisión tuya o/y suya. Si hubiera habido interés, habríais tenido contacto.
 
La gran mentira de las redes sociales es que no se hace vida social con ellas, no se socializa. No te enfrentas a tus miedos. No ves la cara del otro, no hay contacto. La distancia impone un escudo de seguridad en el se amparan todos los temores. Se refugia uno detrás de chistes más o menos conocidos, frases célebres, grandes comentarios, vídeos de risa o de angustia, denuncias, canciones.
 
La señal de alarma que a todos nos debería haber asustado es como surgió FACEBOOK (1): unos frikies que no salían de su cuarto porque eran más raros que un perro verde y no se comían una rosca decidieron pasar a la acción a través de las ondas. Y resulta que salen victoriosos del pulso. Con perdón, pero tiene cojones. Los simpáticos, los tímidos, los que se lo curran, los que salen al ruedo, esos se quedan atrás y el éxito se lo quedan cuatro extraterrestres incapaces de hablar con otros, que han hecho virtud de sus carencias. Escondidos tras una pantalla presumen de lo que no tienen. Nos han enganchado a todos en una infinita soledad que solo se aplaca con más, como el borracho pide más vino para superar su resaca, 'feisbuquear' pide más y más. Quieres más amigos, más contactos, quieres contar más y  compartir más. Quieres más 'me gusta'. Es triste donde vamos, donde estamos.


(1) Mark Zuckerberg, que ideó la red Facebook para ser un chico popular. “Claramente ha encontrado una mina de oro, pero el oro que él buscaba era otro: quería tener amigos"