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27/12/2017

NO MÁS BRIDGET JONES


Bridget Jones era cojonuda. ¡Pero, basta de imitaciones! Vamos a ver, una cosa es sentirse identificada con ella; por el agobio con el peso, el abandono, los amores imposibles; los posibles que fastidia en sesión continua porque tiene una empanada de campeonato; la madre que le trae por el camino de la amargura; la proximidad al final de la edad fértil que desboca su comportamiento; el exceso de alcohol o de helados. La soledad. Los amigos incondicionales. Esos que le dan la razón aun viendo como se estrella. Porque saben que no escucha. Que solo quiere que estén ahí. En resumen, se trata de una parodia de la mujer profesional de los 90 en adelante, en la Europa occidental.
No suma todo en una misma persona, ni en un día en la vida de nadie. Es mentira. Es una peli. Una serie de pelis. Nadie tiene tantos vestidos ni tantos zapatos ni es tan infeliz y tan feliz, ni bebe tanto y está tan guapa y lozana día siguiente. Nadie vive en el centro de Londres en una casa de lujo ganando cuatro perras. Nadie se equivoca sistemáticamente en el trabajo sin consecuencias. Nadie se enamora y desenamora de tipos tan listos y tan guapos tan seguido. Ni hay tantos y si los hay no le hacen caso todos uno detrás de otro. Nadie tiene un grupo de amigos en el que todos son perfectos, guapos, ricos, con tanto tiempo, con esa disponibilidad... Es de mentira.
B. J. tuvo la habilidad de juntar situaciones tristes y horribles y hacernos reír con ellas. Dejar que en la mujer de la que habla se sienta identificada la lectora. Que el lector reconozca a una amiga en B. J., o pero ya está. No vale hacer imitaciones ni copias baratas de la idea. No todas las mujeres son ella. Y además, no hay un Darcy para cada una.

 

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