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26/12/2017

¡Qué palabra! Pedazo de mi monosílabo. Rotundo, pequeño y sólido. Tan fácil de entender. Tal difícil de usar. Sin emoticono que la sustituya. Se basta por sí misma
 No dejes que te manipulen. No te pongas a merced del otro para que te quiera. No renuncies a ti para gustarle. Cuando te modele, ya no te querrá. Porque no serás real. Habrá un momento en que no podrás fingir. Entonces estarás roto. Sin fuerzas.
Di que no. Aunque te duela. A pesar de tus dudas. A pesar de tus deseos de ser para el otro. Nunca podrás adivinar todo, no podrás predecir cada deseo. Eso sólo vale si te sale de dentro. Si es verdad. Si está lleno de amor y generosidad. Si tu renuncia es sincera. Si no hay miedo en tu decisión. Miedo a que no te quiera. Miedo a ser tú.
 
Protégete. Los animales heridos se arrastran como serpientes. A todo dicen que sí. A nada dicen que no. Se humillan. Se avergüenzan y se entregan sin amor. Con miedo a perder. Sé valiente, di que no. Malo es quien permite a un ser querido llegar a ese punto donde se anula. Malo también quien lo protagoniza y se entrega al juego macabro del desamor. Los amores cobardes no llegan ni amores ni a historias, se quedan ahí. Ni el recuerdo los puede salvar... Ni el mejor orador conjugar.
No te subyugues. No pierdas de vista tu criterio, escucha, convéncete, pero nunca renuncies a tu esencia para que te quieran, porque serás el primero en despreciarte, en dejar de quererte. Decir que no es ponerte por delante. El “no” es un “no” siempre, para niños y mayores. Es poner un límite al otro, no hacer un caldo de cultivo para un abusón o un cretino; es darle la posibilidad de sentir que hay líneas que no se deben cruzar en las relaciones de cualquier tipo. Y dar pautas para saber las consecuencias de incumplir las normas.  El “no” sirve para mucho. Es la primera regla. Un mandamiento. El origen de las leyes. El principio del orden y la convivencia. Está lleno de amor.


 

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