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23/04/2018

COMPENSA

 
Me doy cuenta de que voy a hablar de la radio. Con la dificultad que se añade en nuestro mundo visual la capacidad de llamar la atención sin una imagen, solo con la voz. Y es que hay anuncios que parecen ideados por el enemigo. Por la competencia, en este caso.
 
Canalcar. ¿Quién ha inventado ese martillo? Eso sí, en Canalcar te compran el coche. Me queda claro. O los de Línea directa. Por Dios Matías, basta. Y ya el colmo es "contrata la luz con Factor Energía, y no haremos más anuncios". Pues claro que no vais a hacer más anuncios porque vais a desaparecer. Os van a desparecer por pesados. Que si Fulanita puede hacer no sé qué (tortillas de patata, montar en globo, leerse el Ulises) pero no tantas veces como Menganita porque no tiene la luz contrata con F. E. no sé quién porque no tiene la luz contratada con F. E. Son tan pesados que lo saben y nos recomiendan al final que contratemos con ellos bajo la promesa de no hacer más anuncios. ¿Lo ves?
 
 
Sin embargo hay otros súper. Por ejemplo: Los Fernández, que son muy amables. Es que yo quiero tener alfombras solo para llevarlas a los Fernández en general Martínez Campos 29. A mi, anuncio que hace el de Los Fernández, anuncio que me convence. Esa voz. Ese mensaje: anodino, plano, de vecino del ascensor. De confianza. Una hipoteca, una lavadora, lo que me diga. O los del día del padre y de la madre de este año. Tele o radio. Buenísimos. Compensa. ¿Te has preguntado si ser padre o madre compensa? Compensa. Se me ocurren un millón de situaciones más que las que ellos plantean. Voy a comprar un cupón. ¡Ay! No, que no es de la ONCE. ¿Lo ves? Muy buen anuncio pero no sé si es lotería nacional o Euromillón.

 

22/04/2018

MODO AVIÓN


Estado en el que entra una persona cuando decide cortar, temporalmente, sus comunicaciones. Se llama así porque algunos dispositivo telefónicos tienen una opción que se llama ‘modo avión’ que asegura que el terminal no emita ni reciba ninguna señal telefónica o inalámbrica que pueda interferir ...

 
 
Ya parece normal la expresión. Pero tiene bemoles. ¿Que no?, son dos palabras y resumen: configura el teléfono o tu ipad o tu tableta, etc., de manera que no puedas recibir llamadas, conectarte a internet, en fin lo que supone relacionarte electrónica o telefónicamente con el mundo exterior y que tu apéndice se quede exclusivamente con funciones de juego, escritura, lectura, equipo de reproducción musical, visual o ambas... Modo avión. Apaga las conexiones.
 
Estoy en modo avión. Ya no es el móvil o dispositivo electrónico. Hay gente que se ha quedado en modo avión. Algunos aquejan el mal de manera temporal, para otros se trata de una afección  permanente. Depende mucho del individuo. Y en función de su carácter y caracteres es o no una bendición ser compañero de viaje o de fatigas de un personaje que va en modo avión. A veces la vida te pide un receso. A veces hace falta desconectar: Del dolor, la rutina. Para eso nacieron alcohol y las drogas cuyo uso es mejor siendo feliz. Nunca bebas si estás triste. Sabio consejo Charito.

En modo avión se han quedado algunos después de épocas convulsas. Drogas baratas. Experimentos con gaseosa. Y una mañana ya todo es blanco, plano. Todo horizonte. No hay subidones ni carcajadas. Tampoco las penas se detectan. El rostro impenetrable. Imposible saber  qué ocurre centro de esa cabecita.

Otras veces el modo avión es una condición del individuo, de silencio e incomunicación voluntaria consecuencia de un enfado, malentendido, o sucedáneo de cualquiera de ellos. Y en ocasiones es fruto del asombro, el mazazo, la incomprensión; que dejan al afectado en un estado de perplejidad que le imposibilita, cual impermeable de Pescanova, cualquier filtración del mundo exterior.


En cualquier caso el modo avión deja en una isla a Robinson esperando a Viernes. Para que le conecte.
 

12/04/2018

CAFÉ E IRLANDES. SOPORTAR LA LEVEDAD DEL SER


Si no tienes algo profundo de lo que hablar ni entres en el café Gijón. Si no te estalla la cabeza con contradicciones, a no ser que dudes de todo, que no le encuentres sentido a la vida; ni te acerques al Café Gijón. Que ni te vea el digno público del Gijón, donde es condición necesaria pero no suficiente para trabajar, ser un erudito. No basta la habilidad con la bandeja. Ni mucho menos hace corazones o flores con la espuma de la leche del café. Allí la espuma es “La espuma de los días”

 

En tal caso, si no cumples los requisitos, vete a un bar irlandés. Existen todavía, aunque la moda murió como vino, sin darnos cuenta. Fue en un verano, mientras Madrid se vació porque el asfalto se derretía. Camareros de noche, profesores de día. En los años siguientes muchos Erasmus se anularon gracias a los Finnegans, Moly Mallone...etc. No se hablaba español dentro. No como pose, la dificultad de pedir una cerveza para un no angloparlante era la misma que si se hubiera cogido un Aer Lingus y plantado en Dublín, Cork, Galway. Hubo a finales del siglo XX una inmigración encubierta de dublineses en España. Vinieron en busca de sol y nuevos amigos. Los irlandeses, tan parecidos a nosotros en muchos aspectos. Con alegría. Con ganas de estar por ahí, de divertirse. Y es que en su tierra no para de llover. Pero no para. Por eso los tréboles de cuatro hojas son populares en sus praderas. Se oían risas en los irlandeses. Ambientazo. Pubs de verdad, no imitaciones burdas.

En el Gijón no se oyen carcajadas. No hay música. Por eso si estás atento y disimulas detrás de una novela, puedes enterarte de las conversaciones vecinas. En realidad los dos hombres con sombrero y loden de la mesa de la esquina están el partido de la Champions de ayer. El grupo de mujeres elegantísimas que han juntado dos mesas celebran el nacimiento de la primera nieta en el equipo. Son secretarias de dirección en la SG. El hombre serio del bigote Nietzsche y Barbour, corbata de lana, camisa de cuadros, pantalón de pana. 70 años más que cumplidos a sus espaldas; lleva esperando una hora detrás del País. Ha llegado con tiempo de sobra. Se levanta cuando una chavala de pelo Pantene arrasa la entrada con energía y una sonrisa llena de dientes. No sabe aún que su padre tiene una muy mala noticia para ella. Algo que la entristecerá, que hará que su espalda se combe. No va a derrumbarse. Está llena de vida, pero le costará digerir esa pena. Llegó la edad adulta. Abraza a su padre. Le moja el hombro con sus lágrimas. Es lo que más quiere.

Ni en el Gijón la solemnidad es tal, ni en el Finnegans todos son borrachos pelirrojos. Algunos son fervientes creyentes en las propiedades de la cerveza. En concreto una pinta de Guinness, todo anglosajón que se precie, sabe que equivale nutricionalmente a un filete. Tal es la fe que recuerdo un encargado que cada día llevaba una cerveza recién tirada, negra con su centímetro de espuma clara y lisa, a un enfermo terminal. Por su salud. No sé cuáles serían los efectos curativos, pero el detalle, la visita, la charla, seguro que alegró los últimos días de aquél irlandés errante.

11/04/2018

CON B DE BÁRBARO


Con B de Travel Brand. No vale confundir al personal. ¿Qué es eso de con B de Travel Brand? ¡Ah, no! Es B the Travel Brand. Pero entonces no es B de Brand, verdad? Porque cuando uno dice con B de bueno se pretende en general ayudar a recordar la correcta ortografía de una palabra con la que nos asaltan las dudas, a través de una pista: otra que desde niños somos capaces de escribir correctamente sin titubeos. También se usa la expresión "b de” para, en el cole, a edades tempranas, calificar la clase en la que por azar fuiste asignado. Yo estoy en 3º A, A de ángel, a lo que el de la B te replica que él está en 3º B, con B de bueno. Y que la A es de asco. Para el de la A, B es de burro. Y así podemos acabar con el alfabeto. Ocurrentes juegos de iniciales. Incluso en esos colegios paralelos a la realidad en los que no hay 3º sino la 16 o “setien” (se escriba como se escriba) Hasta ellos, sin libros unos, puntuando sobre 20 otros, tienen sus Aes y sus Bes.

 


B the, B de. Es una agencia de viajes cuyas oficinas han brotado como champiñones en las mejores esquinas de Madrid. En la época de contratar todo por internet, vuelos, excursiones y hoteles aparecen unos tíos que plantan unas oficinas de lujo con tazas toallas y todo tipo de artículos customizados. Con B de TraBel. Incomprensible. Hasta los bancos reducen su presencia en las calles por el éxito de las operaciones on line. Las tiendas físicas a modo tradicionales se ven obligadas a competir con los vendedores en la red. A pesar de no poderse probar los zapatos y devolverlos 40 veces hasta que te gusta el color y la talla es la correcta, el éxito de las compras desde el sofá es incuestionable. Llámale soledad o compras compulsivas copa de vino en mano. El nombre es indiferente. Sin embargo las setas B de TraBel se expanden incansables. Como el falangista: Impasible el ademán ( ¿o al alemán?). Parece que son los antiguos viajes Barceló. ¡hay que ver cómo han crecido! Haberlo dicho. B de Barceló

09/04/2018

SIEMPRE EN AUTOBUS. GOING BACK TO MY BLUES




 

Ahora todo el mundo habla inglés. Pero no debemos perder el Norte. Han pasado años desde que Unamuno, según dice la leyenda, pasó a dar una conferencia sobre Shakespeare en inglés tras las risas que produjo su pronunciación a la española del nombre del padre de Romeo. Según cuentan, la erudita audiencia de la universidad salmantina enmudeció. Y no se enteró de nada. En primera persona debo contar que en nuestro COU, en Miguel Ángel, el señor Sos fue quien nos refirió la anécdota al pronunciar Nefton cuando habló del físico de la manzana y la gravedad. A pesar de las carcajadas fue benevolente y no terminó su clase de geología en inglés. Gracias a Dios. Mi abuela llamaba Unpri a Bogart. Es que la tontería de pronunciar a medias bien los nombres guiris en realidad resulta de lo más pretenciosa y ridícula. Intenta pronunciar Hitchcock o Edimburgo como lo hace un inglés, tío listo. Y que te entiendan en la Pérfida.

 

 

 

 

 

En los 80 todos aprendíamos inglés oyendo música. El disco azul de Dire Straits , Comuniqué, ¿quién no intentó entender cada canción?. Confieso que yo me enganché con Les Boys, del disco rojo. Making Movies. No sé si el significado de la canción estuvo a la altura de mi imaginación. Cantábamos lo que nos daba la gana. Medio inventando lo que suponíamos que decían nuestros Ídolos. Salvo los afortunados que controlaban. Porque habían aprovechado los veranos en el sur de Inglaterra para aprender inglés en vez de ligar.

 

Y luego estaban las canciones que te inventabas del todo, o las que parecía que decían algo en español. Las de Grease, por ejemplo: ai got yu, dermortiplaier... ¿qué porras era eso?

 

Y Hotel California. ¿Has releído y comprobado lo que dicen los Eagles? Nada que ver con lo que interpretaste esa vez bailando lento. No bailando salsa en el Stela. Si no en uno de esos guateques en los que los que tenían discos los llevaban. Singles y LPs. Con miedo a perderlos.   Un espabilado pinchaba y si había suerte con el equipo (dos pletinas, por ejemplo), el cambio de canción no implicaba un incómodo silencio.

 

 

 

Pero hace falta algo más que hablar bien inglés. Es más importante tener algo que decir. Odio las reuniones llenas de anglicismos absurdos. Si tenemos la palabra en español, para qué sustituirla por una en inglés. No lo entiendo. Estoy con Unamuno y con el Sos, aunque hablo peor ingles que ellos. Yo diría hasta los nombres propios a la española.

08/04/2018

VAYA NOMBRE

 


La Susi es nombre desafortunado para un restaurante japonés chic en Madrid. Lo haya inventado un genio del marketing o un niño de teta. Será una cadena americana, en concreto California L. A. Los Ángeles, California. California, California, estados unidos...bla bla bla. Pero en la calle Príncipe de Vergara, antes prolongación de General Mola un restaurante que se llama L. A. Sushi será por siempre La Susi. Y es lo menos glamuroso que uno pueda imaginar. Nadie que quiera conquistar a su chica puede decir: ¿Nos vemos en la Susi esta noche? No funciona así.

 
Como en la Prospe, un restaurante chino que se llama Miao. Es evidente que no es el nombre más apropiado. No solo por los temores del españolito de a pie por salirse del cocido y la tortilla de patatas. El miedo a lo desconocido y el dicho tan nuestro de dar gato por liebre. No. Miao no es buen nombre para un restaurante chino en España.
 
Por último me gustaría citar Minabo. Japonés en pleno barrio de Almagro. Originalmente vecino a Tsunami, ese sí que era top. Pero Minabo estaba elegido a posta. De dueños famosos se llenó inmediatamente de caras conocidas. Farándula. Personajes de vida vendida en teles privadas y revistas. Prensa amarilla. Pero Minabo aparte de sonar fatal por razones evidentes tiene una tonalidad de nombre femenino japonés. Ha sido queriendo.

 

07/04/2018

LO BIEN QUE LO PASAMOS, FERNANDO MUÑOZ



Cuando yo muera me encantaría que alguien se acordara así de mi funeral. No me gustaría que todo fuera pena. Sería genial que mis amigos y mis parientes se juntaran y bebieran (no a mi salud, claro. Ya no haría falta) . Que lo hicieran por ellos. Que hablaran los ingenieros con los cerrudos. Mis primos con los de la oficina, jefes o no, hermanos y amigos. Que se abrazaran y se rieran. Y pasaran un buen día. Un día de campo. Por pedir, que no quede.

 

En el entierro de uno de los Muñoz lo pasaron bien. Es que él era fenómeno. Me lo dijo J. ¡Qué bien lo pasamos Fernando Muñoz!

 

Recuerdo un día en que fuimos al pantano de noche en el Meari de Nano, por ejemplo. No sé nada de coches. Podía ser otro. Íbamos más de los que cabíamos. No de los que legalmente podían entrar, si no más de los que cabíamos de verdad. Cuerpos medio fuera. Risas a borbotones. La primera idea fue ir a la playa. Situación : Dos de la mañana en el pueblo más bonito de la sierra de Madrid. A la playa de Valencia. Menos mal que no teníamos gasolina y sólo llegamos al embalse. Allí fletamos un barco. Con inauguración y todo. A falta de champán, litrona. Hubo discurso y declaración de buenas intenciones. A la vuelta quien no estaba empapado, lleno de barro. En el coche cantábamos "Atrás", de Nacha. Es que su amigo se ha echado ATRAX. Y : tú eres mi enfermera de noche y siempre estarás a mi lado. Nuestras voces alegres y despreocupadas debían rebotar en la Maliciosa y hacer ondas en el pantano. Llegamos a casa de Fernando, un salón enorme de madera y nos enseñó unas figuras de plata que explicó había cuidadosamente esculpido tras fundir la cubertería de Ag de su familia. Yo solo intentaba hacerme una idea de la bronca al ser descubierto. No me imagino.

 

Pero Fernando Muñoz era así. Despreocupado. Simpático. Vividor. Sólo lo que me dijo J me hizo recordar su risa. Su alegría. ¡Qué pena!. Los Muñoz eran toda una saga. Fernando tenía hermanos pequeños y mayores, puedo ver las sonrisas de algunos, las carcajadas. Unos más populares que otros Un ejército de risas y cada uno con su historia. Formaron parte de ese pedacito de pasado que muchos recordamos en el pueblo más bonito de la sierra de Madrid. A todos ellos, me gustaría decirles que siento la pérdida.
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EL EMBRUJO JAPONÉS


¿A ti quién te engañó con la comida japonesa?. No vale mentir, no vale “crucis”. Enseña las manos. No disimules, seguro que te acuerdas de ese primer día. Tu amigo experto, viajero, independiente, guapo,…feo, rubio, delgado, gordito, simpático. Te lo comentó una noche y te viniste arriba. Acabas de llegar al restaurante. Un camarero solícito te guía con las palmas de las manos pegadas, los dedos mirando al techo. El ambiente es minimalista, escueto. Negros y rojos. Olores desconocidos, hilo ambiental que es mezcla de sala de espera del dentista y de una casa de "masajes". (Sea cual sea esa música, debe sonar así). Menos mal que te has puesto calcetines sin tomates. Porque te obliga a quitarte los zapatos. Vais a comer en el suelo. ¡Qué cómodo!


Aún estás sin respiración, no sabes si contento o sorprendido. La sonrisa rígida. Pilla la carta tu amigo y casi sin que te dé tiempo reaccionar, porque no entiendes nada, miras la tuya con los ojos de no ver; él te salva. Aun puedes recordar el olor de tu propio miedo. En plan: ¡Mierda!, ¿Y ahora qué hago?. Ante la pregunta de ¿te gusta la comida japonesa?, tú, por hacerte el guay, dijiste que por supuesto. En realidad no tienes ni idea. Te sientes un panoli. Fuera de lugar es poco. Has salido de tu órbita. Si fueras electrón organizarías un verdadero follón en la tabla periódica. Si fueras planeta serias Júpiter corriendo por el camino de Marte para no chocarte. ¿Quieres que pida yo? Respiras. Vuelve el color a tu cara. Sí, a mí me gusta todo. Rezas por no tener que comer hormigas gigantes, caracoles con ortigas, serpientes o cocodrilos. Te encomiendas.

El artista levanta la mano y recita “naguiri moriauasé, aguedasi tofu, sashimi de toro, tempura de langostinos y nebeyaqui udon". Si es poco tomamos luego una anguila. Todo esto sin haber visto Máster Chef. Vamos, 20 años antes de que P. tuviera restaurante en la estepa castellana, cuando S. era aun hija de, y J. empezaba a hacer gachas para su madre lesionada. David, el del nombre repleto de faltas de ortografía y estrellas, aun no había empezado a hacer novillos ni croquetas. Tela.
 

A base de cervezas y un vinito la cena discurre divertida. Es más, con la insististencia y después de varias visitas a los restaurantes japoneses de Madrid, has tomado el relevo a tu amigo. Eres capaz de pedir sin mirar la carta. siempre pides lo mismo, pero eso no lo sabe el que tienes enfrente. Según quién sea tu invitado confiesas o no.
 
Fueraparte, como diría CH (que el lector no confunda con la smart diseñadora que llena con sus letras todo lo que hace. Me sorprende por cierto la habilidad. Ha conseguido que se le haga propaganda cobrando una pasta. Para que digan de Ronaldo. Bueno que no es esa, que es el médico locutor al que le encanta decir pienso de que, leuros y alguna otra incorrección gramatical que a base de repetición tiene su gracia. Incluso popularidad y difusión. No sé si fue desde que un forofo (fiel seguidor) se le declaró fósforo.) Sigo. Hay que reconocer que no toda la comida japonesa esta rica. Esas albóndigas, que se llaman.¿nikuman?. Mucho más glamour.  Pero son albóndigas envueltas en una pasta y muy bonitas colocadas en un cesto de mimbre. No te las comerías fuera de casa a no ser que supieras quién las ha hecho. Necesariamente parentesco de 1º o 2º grado. Es el efecto Tsunami que han causado estos restaurantes en la comida española. No todo es bueno. Confiésalo. No distingues la salsa de soja de la del atún teriyaki ni del liquidillo donde quitas la sequedad a la tempura. No te tortures, ¡porque es lo mismo! Distinto número de molalidad, nada más. ¿Y qué me dices del pez mantequilla? Es el color blanco de las cajas de colores. ¿A quién le gusta el pez mantequilla? No vale mentir. No vale crucis. Por no hablar de los makis de pepino. O de zanahoria. Una parida que ni está rica ni vale un pimiento. Ni siquiera para los veganos ni crudívoros. ¿Y el helado de judías? Las judías son para fabada, eso lo sabe todo el mundo. ¡de postre! “disgastin” O esos rollos invertidos enormes que no hay quien se coma porque tienen huevas por fuera. En cuanto consigues mojarlos en la soja se desmoronan y hace falta la boca de un negro del Camerún para metérselos en la boca. ¿Y la sopa? Ni es consomé ni tiene fideos. Soja más diluida. Verduras radiactivas, por los colores se evidencia su origen. ¡Y comer espaguetis con palillos! ¡Hombre!, eso es demasiado. No para ellos que sorben, pegan la cara al plato. Pero el españolito de a pie que fue enseñado a llevar el tenedor a la boca, la espalda recta, cabeza erguida, codos fuera de la mesa, brazos pegados al tronco. Es una tortura. O la conquista de Occidente por el Oriente.
 

En fin, toda una farsa. Por no hablar de las Gueisas que sirven delicadamente los alimentos. O del cortador de pescado, ni que fuera notario,
 

La comida japonesa en España esta tuneada. No te engañes. Asúmelo. Al menos cuando vayas a Londres y no hablemos ya de Japón bala Shinkansen, no quedarás como un cateto con cara de sorpresa cuando pasen a tu lado carros de comida humeante que se mueve, no sabrás si son alimentos vivos o ilusiones. Aquí han traído la versión exportable, eso sí, imponiendo palillos a cambio de porcelana. ¡Ay de ti si pides tenedor!, la versión duralex de Cuéntame te parecerá bonita y moderna al lado de la birria de plato que te ofrecerán.

 
Creo además que si eres restaurante y no te defines como fusión mediterránea oriental, no tienes ni estrellas ni clientes. Vamos, que no te comes un colín. en tu carta: dim sum, no empanadillas, baozi, no bocatas.  Cuidadito que por el estómago te conquista antes que por muchos otros sitios.



 

05/04/2018

TODOS LOS DIAS HAY QUE QUERERSE


Lo más triste de la pérdida, como su propio nombre indica, es perdérselo. Es lo que no hiciste, lo que no diste, lo que no quisiste. Porque eso es lo único que no tiene remedio. Quien quiso mucho puede llorar, quien tocó, disfrutó cada momento, cada café, cada charla, puede llorar y puede querer volver y remover la tierra, pero no tiene esa sensación de desazón que supone querer cambiar el pasado, querer hacer lo que no se hizo. Por eso el luto es mejor cuando uno lo ha dado todo. Porque no queda amargor sino recuerdos.

La religión es una buena guía en estas situaciones. Si no existiera la religión, habría que inventarla, con perdón si resulta irreverente. No lo pretendo. Si un Dios no existe…no puede no existir porque es perfecto y una de las cualidades de la perfección es la existencia. O ¿Cómo ser perfecto sin existir?, en fin. Esa reflexión, mucho más sesuda y coherente, ya la hizo un sabio hace siglos. Literalmente.

La introspección que exige el rezo, el silencio. Juntarse con uno mismo. Analizar cada día lo que está bien y lo que no está tan bien. Alrededor de la mesa, a la hora de comer. Fuera aparatos electrónicos. Solo palabras o silencio. Es un esfuerzo diario, horario, que hace más fácil vivir. Y morir. Por eso todos los días hay que quererse mucho. por si mañana ya no te quiero. Por si no estás. Nunca sobra ser querer. Persevera. afortunado creyente.