Seguidores

23/02/2019

GRACIAS A LA VIDA

Que me ha dado tanto.
Gracias a la vida.
De las cosas más bonitas que hay en el mundo, una es el agradecimiento. Dar las gracias. Sentirse agradecido. Por todo. Siempre hay alguien a nuestro alrededor que es, en cierto modo, responsable de nuestro bienestar, de nuestra alegría, de que seamos un poco mejores. Y hay que dar las gracias. Porque hay personas que te quieren. Hay que estar agradecido. Está claro que a tus padres es a los primeros a los que te sientes agradecido. Te han dado la vida. Te han encaminado a las oportunidades, Te han querido sin condiciones. Te han escuchado cuando solo decías tonterías. Te han recogido cuando estabas abajo. Se han quedado a tu lado sin preguntar. Y no solo cuando eras un bebé y no te valías, sino siempre, después.  Cuando te sentías tan fuerte y eras un torpe.  Cuando te era retirada la confianza por los avatares; por la vida misma.  Siempre.


A los amigos y a los hermanos.  Los amigos son los hermanos que se eligen y también los hermanos son amigos que se eligen.  A la gente que te quiere y a la que no te quiere tanto. Porque de todos y cada uno aprendemos, y todo lo que nos ocurre nos hace mejores personas.  A no ser que no sobrevivamos. Pero casi siempre se sobrevive. Y el aprendizaje es tan importante como saber querer. Cuando los golpes son rotundos, cuando se juntan y te dejan paralizado, mudo, esquelético. Cuando todos los trocitos de tu corazón son tan pequeños que el viento se los puede llevar. Cuando crees que no hay nada mas que romper. No te confíes, siempre hay un poco más. Otra vuelta de tuerca. De esas de Murphy. O de quien fuera el canalla tan listo que dijo que cualquier situación es susceptible de empeorar.  Olé. A eso le llamo yo ser positivo. Jo. Y las cosas claras. Entonces las cenizas esparcidas de tu alma irán uniéndose como si fueran iones y cationes. Con mucho trabajo. Se recompondrán. Ya no serás el mismo. Nunca volverás a serlo. Pero serás mejor y más sabio, debes elegir serlo. Entonces también tienes que dar gracias. Porque el dolor te ha hecho crecer.
Ante los viles recuerdos que de determinadas épocas de tu vida tengas, encontrarás siempre habrá algo que agradecer. A veces te conviertes en una persona mejor . Escuchas más, reflexionas. Y encuentras cosas en ti que de no haber pasado por ese bache, habrías olvidado. Porque todo está aquí dentro, en nuestra patata que late.  Es cuestión de encontrarlo. Nada más. Y nada menos.

ARQUITECTO O INGENIERO, ARTESANO O CARPINTERO,. ALBAÑIL O ARMADOR



Dentro del ciclo “Diálogos compartidos entre la Arquitectura y la Ingeniería”, ayer fui a una conferencia. Hubo un momento de pánico en el que no entendía. Los protagonistas eran el arquitecto Juan Navarro Baldeweg y el ingeniero Julio Martínez Calzón; moderaba discreto e interesado, Miguel Aguiló. Julio fue mi profesor, a Juan no le conocía. Había asistido a la primera jornada con Rafael de La-Hoz (Arquitecto) y Jesús Jiménez Cañas (Ingeniero de Caminos, C. y P.). En este caso conozco al arquitecto por referencias. Siendo mujer de un cordobés cuando sale su nombre en casa la pregunta siempre era “¿padre o hijo?”. Tanto a Julio como a Rafael los admiro. A Julio como experto en estructuras mixtas. El tiempo me hace relativizar la dificultad de su asignatura. A Rafael me lo han enseñado en casa. Su padre, además de todo lo público que ha hecho, diseñó rincones familiares de mi familia política. No conocía tampoco a Jesús. Ahora admiro a los cuatro.



Ayer empezó el arquitecto. Al revés que en el Círculo de Bellas artes, donde se celebró el primer diálogo, allí empezó el ingeniero. Por tanto, esa primera vez, estaba preparada cuando le tocó turno al arquitecto, Rafael, fluido, bromista y ligero su discurso, como sus estructuras. ¡Qué disfrute! Sin embargo, ayer mi perplejidad duró un rato. Al tratarse de un foro y fuero (Auditorio Agustín de Betancourt del colegio de Caminos de Madrid) tan erudito, pensé que me faltaba formación. No era eso, que también; siempre falta o hace falta aprender. Pero creo que la mitad del auditorio (ingenieros) no entendía del todo. Miraban perplejos las imágenes atendiendo a lo que contaba el ponente intentando no perder el hilo ni el sentido.

Un arquitecto hablando de estructuras es difícil de seguir por un ingeniero de estructuras. Nos falta alma a los camineros. Al mezclar la tracción con el arte, el arquitecto siempre lleva ventaja. Porque la conocida sensibilidad en la que el arquitecto, primer obrero, supera y ciega y epata y congela siempre al ingeniero, que viene de ingenio; es una superioridad imbuida que genera un complejo que el ingeniero intenta combatir con el estudio. Pero no hay codos bastantes. Hace falta ser humilde y reconocer que somos complementarios, pero no iguales.

En cuanto a la estética personal, en su aspecto el arquitecto es libre. En el hombre es inmediata la distinción del vestir entre ambos oficios. El ingeniero no sale del traje convencional. Salvo el valiente Julio que lleva vaqueros y zapatillas; llama de usted al estimado, como hacía en la escuela con sus alumnos. Sin embargo, el arquitecto es osado y original en el atuendo. Bufandas largas, chalecos de lana y ropa holgada contrastan con el uniforme de ingeniero. Las barbas de dimensiones imposibles amplían las diferencias.

El ingeniero es práctico y apoya en el suelo la maravillosa cúpula para ahorrar material y estructuras auxiliares. El arquitecto habla de la luz, dice que la cúpula de tan ligera, había que sostenerla para que no siguiera subiendo. Como en 100 años. La imagino sábana surcando el cielo.

El arquitecto habla del conflicto de los materiales. Del hiato como fenómeno. El ingeniero oyente se raya. Porque otra vez mezcla conceptos de campos tan lejanos. Las grietas y la luz. Todo batido. En una misma frase. Continuidad por cortes. Continuidad por discontinuidad. El hiato como figura lingüística sí. Pero en arquitectura qué será será. El tiempo. Y sólo el tiempo, te lo dirá.

Dice Julio que el arquitecto trabaja en otra escala. La condición de ingeniero sufre el reto de poner al servicio del otro su conocimiento para que el arquitecto no se tome algunas cosas a la ligera. Que no olvide que existen fenómenos como la gravedad, el sismo y el viento, las nieves del invierno, que hay que tener en cuenta. En el hermanamiento entre el hecho artístico de la forma y conseguir vencer los obstáculos que se le presentan, se halla la respuesta. También los procesos constructivos.

Arquitecto frente a ingeniero es la contribución. La renuncia de ambos. Renuncia al capricho y a la soberbia vencidos por la belleza y la razón, por la disposición perenne al aprendizaje.

Habla el ingeniero de la fisiología que es la estructura, el esqueleto de la obra de arte

El arquitecto provoca en el ingeniero y si éste resiste, saca lo mejor de él. A veces las soluciones no son las mejores, pero son las óptimas para resolver los problemas complejos que la arquitectura necesita. Cual alma atormentada. Es un reto que saca lo mejor del estructuralista.

El ingeniero da seguridad al arquitecto. Como un coeficiente. Hay mucha lucha para conseguir con las estructuras los deseos e ilusiones. La luz y el espacio y construir es de lo más gratificante que hay. Crear.

Estructura que forma parte formal o visual del edificio. Que las estructuras sean sensibles al hecho estructural. O cuando la estructura es la piel o el propio edificio. Como las de Torroja. Aunque la estructura no se vea está ahí. Detrás de la luz, haciendo el haz. También hay estructuras mucho más bellas en construcción que en servicio. Hay estructuras ocultas especialmente en la edificación. En la obra civil, puentes, presas; la estructura es, desnuda quien se enfrenta al trabajo y al ojo crítico.

Hay que leerse razón y ser de los tipos estructurales, volver a los clásicos. Renunciar a tanto ego.

20/02/2019

LOS LIBROS DE AUTOAYUDA o LA AUTOESTIMA ESTA SOBREVALORADA


La autoestima está sobrevalorada. No resuelve todos los problemas. Y si no, cojamos el ejemplo del presidente. Del nuestro. Mi primera petición es que nadie compre su libro. Porque se va a forrar el tío. Y es que no hay derecho a tener un presidente del gobierno de un país como España, no de una república bananera, de un país europeo; que presume de haber tomado como primera decisión en su mandato el haber cambiado el colchón de su cama marital para no contagiarse nunca de las ideas de su predecesor. ¿Pero en qué mundo vivimos? ¿Y a mí qué me importa? No, parece que su primera decisión fue la del Aquarius. ¿Cuál? Cuando dijo que atracaran en España o cuando dijo que no. Es que me lío. Era un barco con 629 inmigrantes a la deriva que Italia y Malta se negaban a acoger.

La autoestima está sobrevalorada. Este tío se ha pasado la vida en la sección de autoayuda del Vips, cuando había libros; y de Crisol, cuando existía. Irá a la casa del Libro ahora. Claro; Pero, ¿qué se habrá creido? ¡Que está cerca de la reina porque fueron al mismo cole! Tócate las narices, ¿por eso elegiste a Pepu? ¿Te trató bien cuando era profe? ¿O no te cogió nunca entre los buenos? Tan alto, sí, pero no debías de ser muy bueno. Nadie recuerda tu cara bonita luchando por un rebote en el patio del Ramiro.

La autoestima está sobrevalorada. Nos espera un futuro de inútiles con una consideración excelente de sí mismos. Con un YO, un SUPER YO que ya los hubiera querido Sigmund para estudiarlos. Lo mismo hasta cambiaba algo en su concepción del hombre. Nos espera un futuro incierto rodeados de imbéciles que se sienten muy seguros.

La autoestima está sobrevalorada. Aunque a éste le salga bien la jugada. Porque se va a forrar con el libro el tío. Es lo que tiene. Se han pasado de llamarle guapo, del tú sí que vales. Que puedes con todo. Y es así. No tiene filtros. Habla de sí mismo en tercera persona del singular. No sé si se cree varios a la vez. El misterio de la Trinidad lo puede haber resuelto. Dice cosas distintas en función de su disfraz. El presidente va desnudo, igual que el Emperador.

19/02/2019

ERES DE RODILLA O DE VIENA



Porque no tiene nada que ver. No se puede ser de las dos. No me vengas con contemporizaciones. Al menos es imprescindible que tengas tu favorito en cada una de ellas.

No es compatible. Hay que elegir, o te gustan los sándwiches de Rodilla o los de Viena Capellanes. Y no empieces con eso de “bueno, los dos”. Es un “¿A quién quieres más a papá o a mamá?” que le preguntaban a Mafalda.

El sándwich de Rodilla es de conservación dudosa. El micropan se pone duro como una soletilla en cuanto entra en contacto con el ambiente exterior. Suelen estar rellenos de pastas muy imaginativas y variadas, a cada cual más rica. En ocasiones de dificultosa identificación, los ingredientes. Gorditos por el centro, donde abunda el contenido. El de Viena Capellanes luce un envoltorio personalizado que hace posible deleitar su sabor al cabo de los días. El papel ha ido cambiando con los años, antes era más parecido a un papel de seda, ahora es un film que no se pega al pan, para que no se reblandezca. El sándwich de Rodilla es más bien pijo, hasta el de fuagrás, que parece menos con ese nombre, tiene su público. La nomenclatura no le hace justicia, recuerda a esos pates gordos envasados en latas de tapa negra. De eso nada. Los de Viena son rectangulares, media rebanada de pan de molde, los de Rodilla, triángulos rectángulos de catetos iguales.

Su diferencia fundamental está en el contenido de humedad del pan, los de Rodilla son secos y los de Viena mojados. Ya sea de sobrasada o de cangrejo. Recientes son perfectos, pero al rato se ponen como una zapatilla los triangulares. Las esquinas se vuelven hacia arriba duritas. Y ya nada vuelve a ser lo mismo. En favor de unos tengo que decir que han tenido el coraje d meter en la carta el de chorizo de Pamplona, tan denostado alimento, relegado a bocatas infantiles, tiene mucha guerra que dar aún. No le hace de menos uno al otro. La carta y la valentía de ambos es amplia. ¿De donde dirías que es un sándwich de pan blanco con mortadela ibérica, queso parmesano, mayonesa y pesto? ¿Y ese con pan con centeno especial y una cremosa mezcla elaborada con dados de pollo asado, tomate seco, crujiente cebolla frita y una delicada salsa de mostaza? Tanto monta monta tanto.



18/02/2019

GORDOS POR NO DISCUTIR


Esa gente que nunca dice lo que piensa. Esos que llegan a límites insospechados de cesión, espaldas dobladas, sumisión, absurdo. No son pelotas, no conocen el no. Hasta límites exasperantes. Porque siempre esperan a saber qué es lo que, el otro, al que quieren satisfacer, quiere; y ansían que se pronuncie. Dan vueltas sin decir nada. Para ser iguales, para que así les quieran más. Creen que de esa manera funciona la cosa. Siendo iguales. Hasta que se difuminan por completo en el paisaje de la vida, porque han perdido su esencia. No saben lo que opinan. Carecen de punto de vista. O lo han olvidado. Son pasteles en el óleo que es la vida. De un soplo desaparecen. Y nadie les echará de menos. Ni siquiera ellos mismos. Han olvidado quiénes son. El hoyo del desasosiego es inconsolable. Entendían que lo hacían por amor, por devoción, por dar gusto al otro. Pero se vuelven gusanos, babosas. Y nadie les quiere. Ni siquiera ellos, se aprecian. No pueden. No existen. Consiguen navegar durante años. Hasta que la piedra del zapato es tan grande que no pueden caminar. Ni un solo paso.

En las reuniones sacan temas de conversación en apariencia inocuos. Cambian de asunto cuando la cosa se pone fea. Evitan enfrentamientos. Y van saltando de un corrillo a otro. Pero siempre hay un discutidor que libra la espada en cuanto escucha la tesis más inofensiva. Han cambiado el nombre de la calle ya no es comandante sino aviador. El objeto del comentario no es hablar de política sino chatear, entretener, decir alguna bobada. Así apunta la charla al principio. Huy los taxistas están como locos. Las cartas no llegan. Y aparece la (porque suele ser una “ella”), aparece La Conflictos. “Ya no llegan cartas no digas bobadas. Ya no hay cartas”, mata argumento conciliador número uno “A mí me parece fenomenal”. Pero al gordo conciliador no le puede parecer fenomenal lo contrario. No. Pues bueno. Se calla, y se echa un kilillo a la lorza que queda justo encima del cinturón.

Lo que no sabía el gordo es que Demetrio Zorita, que fue comandante y aviador, sí. Perteneció además a la División Azul, sí. Y como aviador y comandante que era fue el 5 de marzo de 1954 el primer español en atravesar la barrera del sonido. Modestamente y dispuesta a engordar, yo no entiendo el sentido de invertir un euro siquiera el cambiar el rango de Don Demetrio, que no quería ser militar, por cierto, le pilló la guerra preparando el ingreso a Caminos. No volvió a las andadas, parece. El nieto de Don Demetrio, del mismo nombre, subraya que su abuelo fue soldado raso primero (al estallar la guerra civil, con 18 años), luego piloto de caza y no participó en bombardeos. Cuando acabó el conflicto se dedicó a su profesión y no formó parte de los aparatos del régimen franquista, por lo que no cumple ninguna de las correcciones que plantea la ley - la exaltación de la sublevación militar, de la Guerra Civil o de la represión posbélica". No niega su participación en la guerra mundial, 2ª, pero matiza: “lo hizo por "el convencimiento de la amenaza comunista sobre Europa y guiado por su sentido del deber, nunca para apoyar al régimen nazi al que acabó detestando". "Esto pasó con otros países. Finlandia, un país de impecable tradición democrática no dudó en aliarse con los alemanes por las mismas razones. En las guerras también se hacen extraños compañeros de cama, incluso deleznables" Yo lo que no entiendo es que le degraden, de verdad. Le quitas la calle o no se la quitas, pero si era comandante, pues déjale comandante. ¡Qué ganas de ganitas!

Pero, en fin, volviendo al tema del engordar por no discutir. Es buen régimen el de decir lo que piensas. Basta ya de conciliar, no desaparezcas del mapa. No vas a salir en la foto. No seas pusilánime, y de paso te quitas unas mollas. Defínete, que se vea tu contorno, deja ya de tener miedo. Es imposible conciliar siempre, estar de acuerdo en todo. Sé tú. Nadie se acordará nunca de todo lo que cediste. Porque eras invisible. Y lo serás.



17/02/2019

LA MALA MILK QUE TENEMOS EL GÉNERO FEMENINO



Llega tu amiga estupenda. Ha adelgazado 10kg. Está que parece otra. Los brazos, los antebrazos, no le cuelgan. Desaparecieron las "bingo wings". Se le ve la barbilla. La piel no brilla


Luce. Como si estuviera prendida. ¿Que no tendrá que haber hecho para lograr semejante resultado? A partir de los 50 o eres monitora de Pilates o las bingo wings no se enseñan. Ese colgajo al que la gravedad atrae con toda su fuerza, no perdona. Ataca a las guapas y a las feas. A las listas y a las tontas. No hay genética capaz de luchar contra eso. Y va tu amiga y se presenta con una camiseta Blanca de tirantes. Pantalón vaquero. Cinturón de cuero, grande. Es de su chico, sonríe (él la adora, se siente querida). Tiene chico. Faltaría más.  Como para dejarla escapar piensa el susodicho. Los zapatos de discreto tacón. El Omega de él en su minúscula muñeca no parece cadete. La melena al viento. Inmaculada. Pendientes pequeños a juego con sus dientes y su collar de perlas. Está perfecta.
Con una muestra de madurez.  Con una generosidad que has logrado a través de los años de análisis, de reflexión, de autocrítica, de confesión; sin envidia.  Con verdadera admiración. Y eso sí, sintiéndote pequeña, fea. Más fea. Llevándote la mano al pelo que has intentado domar con secador y plancha, pero se ha enroscado al notar la lluvia en el ambiente. Palpándote las lorzas que afloran bajo tu blusa. Juntando todos esos ingredientes en tu coctelera de inseguridad, sonríes y le dices: “Estás estupenda. Has adelgazado un montón”. Y la bandida suelta. (Zas, melenazo, golpe de pelo que le queda así cuando sale de la ducha, no se pone ni cremas, ni suavizantes. Usa el champú de Mercadona, que es fenomenal.) "¿Siiiii? Hija ,pues no he hecho nada, como de todo". Mentira.  Mentira. Del cocido te comes tres garbanzos y te quejas de estar llena. Cuando llegas a casa dices que has picado en la oficina y no tienes hambre. A mediodía algo te ha sentado mal. Has cerrado el pico y te has puesto ciega a abdominales. Y me parece fenómeno. Ole tú. Pero confiesa, puñetas.
Por eso las chicas no dicen cosas buenas a las chicas. Una mezcla de envidia y de rabia. Y porque no sabemos aceptar los piropos. Es mucho mejor hurgar en la herida, la miseria. Pues anda que lo que le ha pasado a Fulana, no me digas. Sí hija. Y zurra y dale. Me planto: yo quiero cosas buenas. Y decirlas. Estoy harta de los que alimentan al monstruo del “Pues anda que yo”.


DE COMO ABRIR UN TERRABRICK

Sin ánimo de tratado. Ya hubiera querido Quevedo lidiar con Góngora más que por narices y elocuencia, por el modo ideal de abrir el ínclito y maldito recipiente. ¡Qué pena de literatura que hemos perdido!

Empezando por el elemento, de características oscurantistas. En sí mismo se trata de un objeto que no mira de frente. Imposible saber el volumen que aún contiene una vez abierto. Por necesidades sanitarias, supongo, es opaco. Esto conlleva a dos problemas. Por un lado, sí, se puede pesar, restar un peso estimado del continente para averiguar el neto y consiguiente volumen que aún aloja. ¿Dónde ese cristal que deja ver el nivel? Asumiendo densidad próxima a la unidad. Que levante la mano quien no se ha encontrado un Tetra Brik de leche en la nevera, el último, con el que no ha tenido ni para cortar el café. Quizá lo abandonó la hija mayor, tan británica ella, pensaba en una nube para su te. Por otro lado, la opacidad afecta a la enjundia misma del contenido. No es solo la cantidad sino la esencia. ¿Dónde están esos recipientes en los que se ve el color del contenido? Sin sitio para la imaginación. ¡Qué melancolía!

Bueno. No se estropea la leche, ni el caldo, ni el zumo, ni la nata. Pero yo cada vez que abro un tetra brik tengo un nudo en la boca del estómago que sube lento a la garganta, una señal de alerta. Me consume la inquietud acerca del color del líquido que saldrá. Ese caldo de jamón que emana con un amarillo sospechoso, lento, algo más denso y opaco, de viscosidad insospechada. ¿Está bueno o no? Da lo mismo la fecha de caducidad. Esa leche semidesnatada transparente. ¿Tiene que ser así? O el zumo, de tonos anaranjados imposibles. No sabemos el estado de conservación. Ese tetra brik de nata que tu creías que podías usar para una cremita. Hay que ser prudente, nunca jamás de los jamases eches el líquido elemento directamente sobe tu comida. Porque igual te sale una mancha verde. Pequeño tapón. ¡Puaj!

Tiene guasa que el primer tetra brik tuviera forma, como era de esperar, de tetraedro. Como era de esperar también, fue una parida, (en el mejor sentido de la palabra) de los suecos, para que no se estropeara la leche. Era de esperar que por algún lado saliera que es un invento del enemigo. Muy fácil de apilar ahora. En su día, cuando eran tetraedros, dudoso su almacenamiento una vez abierto. ¿qué balda de qué nevera aguanta tal geometría? Ahora sí, cómodo de guardar en la nevera, y en los ortodoxos armarios diseñados por nórdicos. Esos vikingos invasores con cuernos en los cascos, descendientes del inventor primero.

Pero hablemos de cómo abrir el tetra brik. Abre fácil. Pone. Y punteada línea marca el camino de apertura. De abre fácil nada. Hacen falta tijeras siempre. Porque si lo haces con los dedos, queda una rebaba en el corte donde el líquido se acumula y adquiere color dudoso. El tajo debe ser limpio en aras de la higiene. Mi padre tenía la teoría de que había que abrir un agujerito en la esquina contraria también, para que el aire no empujara al contenido de modo abrupto. Manchándolo todo. Últimamente la imaginación y la necesidad han llevado a nuevas sugerencias de apertura. Con tapones, por ejemplo. Tapones imposibles de girar porque los dedos no tienen brazo para hacer la fuerza bastante. Algunos envases, especialmente los de zumos y batidos tamaño individual, disponen de una lámina de color plateado, adherida a la zona de apertura. Se retira la lámina y se bebe, a morro. Porque para eso está pensado. En fin, la higiene del envoltorio, por mucho que lo limpie uno, es algo más que dudosa. Otra modalidad es la de la pajita, envuelta en un plástico y pegada a un lateral. El plástico en cuestión hace falta ser MacGyver para retirarlo; pero es que la pajita, que suele ser telescópica, cuando se usa para pinchar el envase, muchas veces se repliega, volviendo a un tamaño ridículo, con lo que se hace necesario el uso de pinzas para su recuperación. Tuvo poco recorrido aquella pestaña rectangular que se ubicaba en una de las esquinas de la tapa. Era menester meter el dedito entre pestaña y tapadera y “clac”, tirar, de modo que se rompía una zona preparada para eso. Era la versión abre latas en tetra bric. ¡Cuántos envases se han abierto al modo tradicional, por la esquina con cuchillo, tijeras o dedos hábiles, obviando la sugerencia del envasador! La distancia de la apertura al borde siempre resultaba molesta y era imposible no derramar el contenido al verterlo. Es posible que tengas en mente un envase de leche. ¿Y esos que continuaban con un tejadillo? Ahí ya sí que la rendición era fácil. No había manera de abrirlo sin poner la cocina perdida. Nunca sabías si había que plegar un poco el borde o no antes de proceder. Importante en cualquier caso cerrar el lado del envase, ejerciendo la presión justa, para no provocar el desastre. Total, hacen falta una concentración exquisita y manos hábiles, tijeras afiladas. No cuchillo. Error.

Tanto es así que el último grito es el “abre más fácil”. Que tampoco. Prefiero la verdad. Un “búscate la vida” es más honesto. Por no hablar de la presbicia, que impide leer las instrucciones o la línea de puntos, por mal que esté señalada. Ahí estamos perdidos.

LAS ESTUPENDAS


Las estupendas son unas necias que no quieren que sus hijas las superen y añoran el Edipo de sus hijos varones. Les castran mentalmente para que no haya mujer que les merezca. Les encumbran y les adulan de manera que nunca una pareja verá en ellos tanta excelencia porque no existe. Porque es mentira. Generan hijos hiperfelices en un ambiente insano del que no podrán ni quererse salir jamás. Porque fuera hace mucho frio. Eso no es fomentar la autoestima. Es mentir. Porque alimentan a una bestia que siempre tiene hambre. Las hijas siempre son menos guapas y menos estupendas que ellas.

Ellas, las estupendas, no quieren hacerse mayores, y lo consiguen. Peterpanas de la vida. Se visten como sus hijas, se alegran cuando las confunden con hermanas. Son eternas adolescentes. Que se hacen preguntas a las que debieron responder hace años. Son colegas. Amigas. No son madres nunca. No contienen. Cestos. Rezuma el agua entre los huecos de su amor. Hijos huérfanos en vida de madres súper guays. Visten vaqueros estrechos y tacones imposibles. Buscan realizarse. Cuidarse a sí mismas. Abusan de la autoayuda. Están vacías las estupendas. Pero molan. Y de eso se trata. En realidad, siempre se trata de eso. De que mole. Llenan los gimnasios y alimentan su ego.
Las estupendas publican sus encantos en las redes sociales, actualizan su estado a diario. Y sus hijas las comentan lo guapas y geniales que son. Las estupendas son estupendas. Es así. No te quejes y sé tu una estupenda también. Al lío.

NAVACERRADA Y LOS APOSTROFES


Tú no eres de Nava si no sabes dónde estaba (el) Richar'd o (el) J'avis. El artículo es arbitrario en este caso. Sí. Nava era así. Poníamos los apóstrofes donde nos daba la gana. ¿Qué pasa? Y en lo baños de los bares había espejos adimensionales con propiedades mágicas. Que te aconsejaban sobre el curso de los acontecimientos a lo largo de la noche. Me río yo de Harry Potter. No tiene ni idea de lo que es un espejo mágico. ¿Qué sabrán ellos, los británicos, de espejos y de apóstrofes?

No soy Blancanieves. Nunca tuve madrastra. Yo salía con mis amigas por las noches heladas de la sierra. Buscando respuestas. Buscando soluciones. Enamoradas hasta las trancas. Llenas de vida e ilusiones. Sí. Y deambulábamos entre bares con estrofas mal colgadas. Versos libres. Espíritus independientes de la nieve y el alcohol. Se juntaban los astros y las novedades. Leyendo poemas y oyendo mentiras. Esperando siempre a que viniera. Desesperando. Muertas de miedo o de risa según la hora. Devanábamos nuestra propia historia. Hilanderas y brujas del sueño. ¿Quién sabía imaginar a una anciana que hila con un huso? ¿Qué es un huso? ¿horario? Los peligros de la noche acechando. Intentando el futuro. Inventando un futuro. Hurgábamos en los bolsillos buscando la verdad. No. La verdad no estaba al otro lado del espejo. Tampoco.

¡Cuántas tardes, cuántas voces nadando entre apóstrofes dislocados! Yo, que solo quería pasear. Disfrutar de la Maliciosa, dar la vuelta al pantano. Beber en la fuente de Las Campanillas. Esperaba al final, recorriendo el pueblo. Porque Nava tiene dimensiones a escala del adolescente. Control de lo que ocurre y dónde. Entre Agapita y el TBO. Hasta el Pajar, pasando por La Iglesia, el cementerio. Calles vacías, adoquines fríos. Buscando lo que a todo le diera sentido. De casa de Tal a casa de Cual. Música y baile. Risas y llantos. Nada.


Se puso todo en su sitio una tarde de principio de verano, en una silla naranja. Al aire. Una silla plegable. Entonces lo entendí. Entonces sentí de verdad el sentido de la vida. Las piezas de mi vida fueron nieve, cayeron todas lentas y encontraron acomodo. Eso sí que fue magia. Hizo clic en mí. La importancia de los apóstrofes. ¡Qué pena no saber explicarse!