31/12/2024

GUANTE BLANCO


Eso de que en Cartier te atiendan con guante no me gusta.  Me parece una ordinariez. Una solemne paletada. Lo he dicho. No es que te abra la puerta un señor con librea y guante blanco. Reverencia ligera e invitación al paso. No. Esa dependienta a la que no le caben más mechas, y cuyo uniforme no oculta su mal gusto y falta de estilo, sin una pizca de la elegancia que a una tienda de tal categoría se le presume. Digo Cartier como podía decir Suárez o una ristra de tiendas que pueblan las aceras Este y Oeste de la calle Serrano y los estands del corte ingles, de lo que se supone que es una zona vip, de lujo a su alcance, o fuera de él.

Se ha convertido el lujo en una suerte de majadería. Veo un cola larguísima para entrar en una de esas tiendas, en la que luego descubro que se venden sudaderas a un precio obsceno. Como obsceno son los precios de las viviendas de la zona. Hay cola también para tomar un café en una acera llena de ruido y palomas. El precio del café y no digamos, el combinado supera todas las expectativas. El Mallorca de Serrano se ha convertido en un sucedáneo del Burger. Con vasos de usar y tirar, tapa de plástico a precio de riñón y bandeja de cartón que imagino que usted debe encargarse de su correcto reciclaje. Así un tortel no se come. Ni un inglés. No es eso. No es eso. 

Guantes de guantes blanco como el ladrón o guantes te fregar, o de quirófano: Chindasvinto, bisturí.  Hay.guantes para según qué ocasiones o necesidades. En cualquier caso, una joya no me parece que merezca ese trato. Con motivo de intervención médica a por el fregao está claro que la higiene lo que prima. Se justifica cualquier atuendo. O si es por no contaminar. Por no contaminarse. Pero poniéndote un reloj en la muñeca. ¿De qué? Una joya con un estupendo rubí aguas arriba. ¡Hola! ¿Te doy asquito? ¿Estás sucio? ¿Contagias? Pues agua y jabón 

A mi unas manos limpias, de uñas cuidadas me dan mucha más paz y confianza que una manos con guantes de plástico que a saber cuántas puestas tienen. A no ser que esté en un quirófano o en la cocina de un alquimista ¡alejate de mi guante de plástico!  Si mayordomo, aún. ¡Ah no que el mayordomo no lleva guantes, es el lacayo...si te digo yo que no hay nada como.una mano al aire, sin padrastros, claro. Ni esa uña del meñique del pa luego o la limpieza ocasional de alerones. 

 

30/12/2024

NECESITO TIEMPO PARA MI

Una mujer que reivindica ir al cine sola. A una peli rara. Tú lo que quieres es que se te siente al lado un pibe con una coleta en lo alto, hecha con la goma de los espárragos (el daño que se va a hacer cuando se la quite).  Quieres que se te siente al lado y que una cosa lleve a la otra, "sí, me encanta venir sola al cine": Una charla con apariencia de casual que llevas meses preparando; y no volver a ir nunca más al cine sola. Desde ese día, irás con Romualdo. Resulta que Romualdo, que ve películas rarísimas puede ser un asesino en serie. O lo que no sé si es peor, al menos para tí, que eres de ver la película de los sábados de después del telediario, los deportes y el tiempo-ayudas a recoger- en antena 3. Familia americana que pasa por un bache y luego encuentra el camino para ser súper feliz. Pues te vas a tener que tragar todas las tardes de sábado películas japonesas sin traducir, o iraníes llenas de drama y ausentes de color, rusas, tipo Dersú Uzala o Koyaanisqatsi, (estadounidense, a la sazón. Pero bilingüe inglés - hopi) que no digo yo que sean malas. Pero tus ronquidos se van a oir en el bar. Que ir al cine solo está muy bien. Sin más. No hay que presumir ni echarlo de menos.  Si hay que ir, se va. No está prohibido. Pero es mucho más divertido ir con tu amigo irlandés que te explica el porqué de "A través de los olivos" Y no tolera tu tedio, sacude tu ignorancia y te hace recapacitar. Derzu es una maravillosa y aburrida película de un viaje, una película blanca, en la que de las pocas palabras que se pronuncian, o que yo recuerdo, es el nombre del protagonista. ¡Derzu!. A esa peli se va por amor. Por amores caducos, pero amores. Y así todo. Que a mí ya me parece complicado Visconti, y no digamos los suecos que tanto nos fascinaron.  Para gustos los colores, pero si lo que quieres es compañía, no reivindiques autonomía o independencia, que una cosa no quita la otra.

De la misma manera, no es necesario tomarse un vino solo, ya sea en casa o en una barra e un establecimiento. No ha de tildarse de alcohólico a quien lo hace, ni de patán que no sabe estar solo al que no lo hace. Es mucho más divertido, nutritivo, bonito, entrañable, tomarse la caña con un amigo, novio, marido, hijo, padre, hermano. Alimenta más la compañía y la conversación que el mejor tinto. Tu bajas al bar de abajo porque te gusta el camarero. ¡A todas nos gusta el camarero! Le ves leyendo a Dostoievski una tarde sin clientela y te haces experta en literatura rusa. Y resulta que él estaba ojeando un libro de un cliente, un objeto perdido, podría haber sido una revista de motos o porno. Le importa un rábano Raskolnikov y si mata o no mata a la vecina. No sabe quiénes son Los hermanos Karamazov. Y mucho menos si te pones a hablar de Chejov u otros. Está buscando una pista que le diga de quién puede ser el tocho que se ha encontrado olvidado en una silla.

Redescubrirse tomándose sola un café es una solemne tontería  quédate en casa no gastas dinero y descúbrete así y luego sal con tus amigos. ¡Ah! que no tienes, pues vamos a empezar a definir el problema.

Te vas a Estocolmo porque has cortado con tu novio de Puerta de Hierro de toda la vida.  Allí en tu Erasmus te ligas a un nórdico de 3 metros 10 y presumes de que has vuelto renovada. Llegas al Penta y te vuelves a liar con Manu. Que es tu novio de siempre, ahora vive en una buhardilla de Malasaña y va disfrazado de alternativo. Encontrándose también. 

Con el "tiempo para mi" la humanidad no hubiera sobrevivido. No habríamos pasado de primates y jamás hubiéramos levantado las patas delanteras del suelo. Ya está bien de tanta tontería. Qué hubiera sido de nuestro pasado si nuestras madres o abuelas hubieran reivindicado tiempo para ellas en este sentido, tan egoísta como loco. Tarde de chicas ¡bien! Que no tienes quince años. Queda con tus amigas, con amigos, pero no seas pánfila. Vales mucho. No te hace falta L'Oréal  para que te lo recuerde. Así que, no te dejes comer el coco con tontería, no hay tiempo para eso. Esto de la civilización nos está volviendo cada día más lelos.


28/12/2024

LAS BOLSAS DE BASURA

Me gustaría que, de una vez por todas, hubiera un acuerdo entre los diseñadores de cubos de basura y los de sus correspondientes bolsas.

 

Es muy bonito hablar de medioambiente y de cambio climático y de separación de residuos. Muy bonito y a la par muy necesario. También. Propio de gente de bien, limpia y ordenada. De buena familia. Con estudios. Pero, señores, así no se puede. Esto ya lo hemos hablado. Es como lo del tapón de la botellas de plástico. Basta ya. Necesitamos un respiro. Que entre Hacienda y el agujero de ozono, yo no doy abasto.

 

Un día cualquiera, no sabes qué hora es, se persona uno en Ikea, un suponer; compra, entre otros muchos cacharros innecesarios y que no le van a caber en ningún sitio, pero que en el momento parecen imprescindibles, compra, digo, el manido cubo dividido en tres. Uno de tanto por tanto y otros dos que son la mitad. Vale. Una ayudita sería que cada cubo fuera de un color, por ejemplo. Los mismos que los de las bolsas de basura que luego te encuentras en Eroski, por no ensalzar más al valenciano. Tanto da. Como si te vas al Corte Inglés, tipo Madame Herrero. Se enfrenta uno a la sección de bolsas de basura con un desasosiego que quita las ganas. Ya empezamos. Amarillas, azules, moradas, verdes, negras. ¡Blancas! Y tamaño 5 l, 10 l, 30 l, 50 l y tamaño jardín 100 l. Signifique eso lo que signifique. Uno ha ido al cole. Ha estudiado.  Ha aprobado el examen de conversión de unidades, de cm3 a litros. Pero los cubos de casa, ¿de cuantos litros son? Mi padre siempre decía: "imagínate cien tetrabriks de leche, eso son 100 litros". Igual que para que nos hiciéramos idea de lo que es una hectárea nos recomendaba acordarnos de la plaza mayor. Él tenía sus cositas.

 

¡Ay madre! Falta mencionar el detalle insignificante de que hay más colores de bolsas que cubos has comprado. ¡Es que el cartón va aparte! Y el cristal. Y las cápsulas de café. Y el aceite no se puede tirar por el fregadero, wáter, debes envasarlo y llevarlo a un punto determinado, en las gasolineras de REPSOL lo recogen. Solo con envases de plástico. Ojo. Pero vamos a ver. ¿Qué tamaño de cocina hay que tener para que te quepan todas esas cosas? ¿Dónde guardo yo el arroz?

 

Es que no me da la vida con esto. Quien tiene tiempo de reciclar y soldar un fémur, calcularse un tirante de un puente, luchar contra las plagas de un bosque o inventar. O diseñar un motor, un microchip, componer una canción o un poema. No le quedan a uno horas en el día.

 

Pero lo peor no es todo este lío, lo malo, es que el tamaño de los cubos no coincide con el de las bolsas. Las de 30 l sobran en el cubo pequeño y no se pueden poner en el grande. ¿Qué bolsas son para el cubo grande? Porque las enormes, imagino que son para esas papeleras que se pusieron de moda, metálicas, del tipo de las antiguas, con tapa metálica también. Las de cinco y diez litros imagino que son para papeleras o cubos de cuarto de baño. No entiendo.


19/12/2024

LAS LAVADORAS DE MI CASA

Se lo oí decir el otro día a alguien: "Debe vivir otra familia escondida en mi casa, porque no es ni medio normal que haya tanta ropa para lavar, todos los días". Para lavar, para secar y para planchar. Hay quien obvia el paso de la plancha gracias a una estrategia de selección escrupulosa del tejido ("la arruga es bella", ya lo dijo Adolfo) y a base de tender muy bien, estirado; la marca de una pinza traiciona en las axilas, pero eso es entrar en detalles innecesarios.  Yo tengo una tara, más que porque no parezca que me acabo de levantar, es un chip que tengo de la higiene. Que seguro que es una bobada, como lo de tomarse el zumo rápido, para que no se le vayan las vitaminas.  Pues  yo tengo la falsa percepción incrustada en mi entendimiento de que las bacterias y bichitos, si no han muerto en la lavadora, lo harán bajo el rigor de la plancha.  Ni que viviera en plena selva, o en zona de riesgo pandémico. Ojo con mentarlo.

En mi casa no hay día que no ponga dos lavadoras, y muchos: tres. Literal. Se incluyen sábados y domingos y fiestas de guardar. Si me descuido, algún espontáneo a media tarde o media mañana, pone otra. Con una sola prenda o trapo a veces, que rota en soledad dándose golpes en el tambor. A la par, a mi se me da la vuelta la cabeza. ¿Qué más había sucio? Que he lavado las sábanas, zapatillas de deporte, las toallas, la ropa de ayer-que la de antes de ayer está ya en su sitio colocada y oliendo a Ariel; cortinas, los trapos de cocina, mandiles. A las seis de la mañana empieza el baile, que la comunidad me va a poner una queja. Y es que lo quiero tener apañado todo antes de las 8 que empieza la jornada laboral y de estudio.  Y no quiero excusas. Una cosa es el teletrabajo y otra que tenga que silenciar mi ordenador por el folclore de mi hogar. Que yo trabajo desde la cocina, sí, en la encimera es donde hay mejor conexión ¿pasa algo?. Pues siempre falta un detalle. Y si no, ya se encargará el horno de traicionarme pitando a media reunión, delatando que estoy haciendo el cochinillo.  Que para algo soy de Segovia.

Yo me empeño en unir la ropa por colores, blanca, oscura y de según. Uso detergentes especiales, el suavizante justo- lo he visto en una recomendación de Miele y en tropecientos reels de Instagram, que no es bueno pasarse; un poquito de magia para manchas resistentes. Mistol aplicado in situ, un KH7 aquí te pillo aquí te mato que se  cayó el vino en el mantel. Alguien probó la teoría de que con vino blanco se quita la mancha de tinto (yo me la sabía con las moras, y tampoco funcionaba) y me organizó un estropicio. Las toallas con las toallas. Intento aprovechar lavadoras. Discrimino la lana y el tergal. Nada, no funciona. Cuando uno piensa que ya está todo relimpio. Pues no. Hay un hijo que dice "Está sucia mi camisa azul" Y tú te preguntas de cuál de las diecisiete camisas azules está hablando el chaval. De cuál de las tres que se probó ayer indistinguibles al ojo humano, para el del niño totalmente diferentes, y que estuvieron en contacto con su inmaculada piel un escaso nanosegundo. No le iba bien con el pantalón. Por lo que sea. Después de los tanteos, unas camisas acabaron en el suelo y otras en la percha. Según.  Quizá ayer le dio por colocarlas en su sitio.  Quizá volvió a colgar la que se había quitado porque desayunando había manchado la pechera de cola cao. Pero en momentos de crisis prefieres aplazar la réplica y no poner puntos e ies que solo encolerizan más y no llevan a ninguna parte. Por no hablar de una hija. Que se ha puesto cuatro conjuntos, sin pereza, incluyendo cambio de medias a juego. El "luego lo ordeno" lo tiene escrito en la frente cuando entras en su cuarto y no preguntas. El luego no se sabe exactamente cuándo va a llegar, pero siempre es después de que tu pierdas la paciencia y no regañes a nadie, simplemente haces de aspiradora eficaz, recoges esa ropa limpia que huele a plancha, del suelo y la echas a lavar porque ya no distingues lo sucio de lo menos sucio. Y así se llenan las lavadoras. Todos los días.

Todo el día la lavadora puesta. Hasta la coronilla. De tanto ruido. Que se van los plomos y me pierdo media reunión. Que estoy en zoom, teams... A más a más, con estas mini casas en las que no hay donde tender, la secadora marca su propio ritmo y completa la casa sonora. Cuando desde mi terraza se veía el mar de Madrid, al menos tenía la suerte de orear las sábanas al sol, dejarlas que se blanquearan con el sol del invierno, del verano. Me encuentro todo tipo de prendas colgadas de radiadores, el tendedero en medio del salón o un dormitorio. Así no hay quien reciba en casa.

Me pregunto qué hacían todos estos Erasmus en Bruselas, París, Roma, Praga, Budapest, Bolonia y otras destinos que se han puesto de moda entre los mozalbetes. Trato de hacerme idea de cada cuánto lavaban las toallas, la pasta  que se dejaban en las lavanderías. Porque si echaban a lavar con la mitad de la frecuencia que aquí, no hay que preocuparse por dónde andarían, o sí. porque se han ido de Erasmus para quedarse encerrados.  Una pasta en lavadoras industriales, se han tenido que dejar. Ni botellones ni discotecas, ni dinero para asíntotas. Para lavar la ropa.

Yo no sé si me viene de la pandemia. Que trajo mucho malo. Mis amigas dicen que hay miércoles,  que a las dos de la tarde se dan cuenta de que están en pijama. Un pijama monísimo, eso sí. A mí me ha quedado la rémora de que todo lo lavo. Puede ser. Cada vez me parece necesario lavar las cosas con más frecuencia. De la ropa, toda. Pijamas, camisones. Con toallas y sábanas, tengo mi cadencia, pero cada vez la acorto más. Dentro de poco me quitan mis cinco estrellas en casa y paso a ser competencia de Four Seasons,  Rosewood o Mandarin. De lo relimpio que huele y lo tengo todo.

Leo que todos los expertos recomiendan que lavemos cada dos días las toallas. El uso de un programa con agua caliente y el producto más desinfectante que encontremos para eliminar las bacterias definitivamente. Madre mía del amor hermoso. Ya estás tardando en poner otra lavadora. Esto es un sinvivir. ¿Y las sábanas?

No solo me pregunto cómo hacen en las familias no monoparentales y numerosas por cuantía de hijos. Que no me quiero imaginar. Esa gente que tanto sale en Instagram que tiene seis, siete hijos. No me hago idea. Creo que tienen cuartos especiales (hangares) donde unos seres fantásticos clasifican ropa interior y camisetas, camisas por colores, los calcetines entiendo que son de usar y tirar. Por no hablar de las prendas delicadas y del día de cambio de sábanas o toallas, que viene el ejército a socorrerles. Pero ¿Cómo se hacía antes?. Sin lavadoras ni secadoras. Lavanderas en el Manzanares, frota que te frota. ¿Lavaban nuestras abuelas esta ingente cantidad de ropa, ellas o quien les ayudara, si es que las ayudaban? Recuerdo que la mía tendía, extendía, la ropa de cama en el tejado, sobre las tejas. No había que hacer cursos de riesgos laborales para trabajos del hogar entonces. Yo creo que eran más de "no es limpio el que mucho se lava si no el que poco se ensucia."

 

 

 

17/12/2024

CON ELLOS PASABAMOS LAS HORAS

Los amigos, como la familia, ayudan a preservar los recuerdos. Son el almíbar de la memoria. El escabeche de tus palabras, de tus ideas, de tus creencias. Con ellos construyes tu historia. Con ellos todo tiene sentido. Con ellos resuelves y vuelve la paz. No te recriminan por tus errores o tu ausencia. Te acompañan y encienden la luz a tu paso. Cual 
No es cosa banal recordar quien soy, enmarcar mis circunstancias, ayudarme a entender. Alivia mi desasosiego si lo hubiere. Me gusta tener el pasado presente. Despejo incógnitas y simplifico mi ecuación. Sé dónde estoy. Y por qué. Me centra. Me equilibra. Me cura. Los amigos son la mercromina del alma. Los amigos son el Betadine del corazón. Y mucho más. Son los amigos. Son la mermelada y el jamón ibérico que transforma el aislamiento en el que inevitablemente uno cae a veces, lo transforma como quien sale del ayuno. Encienden la luz y aportan color a las sombras del tormento ocasional. O la tormenta. Endulzan y alimentan la vida. 
Los buenos amigos te hacen ver en qué nos hemos convertido y hacia dónde no queremos ir o volver. Con los amigos es más difícil salirse del camino y perderse. Que te puedes despistar, sí. Pero esos satélites ejercen una fuerza de atracción que ríete tú de la gravedad. Se quedan en el arcén y te acompañan invisibles porque tu no quieres ver, porque tu no quieres oir, pero ellos se acurrucan en la cuneta, se hacen bicho bola. Se disfrazan de farola de tu vereda. Y te están esperando siempre. Sin juzgarte, sin reprimendas. Te están esperando para volver a reír a tu lado, para que llores si te hace falta. Para poneros al día. Para sorprenderte siempre con su calor. 
Mis amigos. He aprendido de mis padres, como siempre, el valor de la amistad. A los amigos hay que cuidarlos. Y los hay de muchos tipos, como las plantas. Amigos cactus y amigos flor de garza blanca, de la familia de las orquídeas, de la que se dice que es la flor más delicada del mundo. Cada uno con sus peculiaridades, su mochila, su pasado, su historia y sus penas. Como tú mismo. 
Entre mis amigos cuento a mis hermanas y a mis primos. Además de los lazos de sangre que nos unen, hay un trenzado fino que iniciaron nuestros padres y que nosotros sin prisa ni pausa hemos preservado. Mis amigos. Dice mi hija "qué bueno es hablar con un amigo, qué bien sienta" Y es verdad. Es que un amigo te recoloca. Te ubica. Te sacude si hace falta. Con un amigo se llora o se ríe según toque. Y no pasa nada. 
Un amigo es el huracán que limpia de pecios la playa de tu dolor. Recompone sin esfuerzo aparente el puzle de tu presente. Y te acompaña. Y tu le acompañas. Agradecida.