19/12/2025

FRAN L. QUINTANILLA

 

Belen y Jeff tienen un precioso estudio de arquitectura donde cada tanto dedican un espacio a exponer pintura, escultura…Es además excusa para la conversación y el encuentro. El reencuentro. Los abrazos. Las sonrisas. Los abrazos.

Confieso que en esta ocasión tenía especial interés en asistir. Fran era del cole. Como Belén, Teresa, Arantxa, Mariangeles, Mariana. Allí nos plantamos todas. Belen de anfitriona, con buen vino y queso que sabe a beso. 

Hace más de 40 años que no compartimos pupitre, eso no tiene ninguna importancia. Nos reímos igual, hablando somos las mismas. Gesticulando. Solo que ahora nuestros hijos se han hecho mayores que nosotras.

Éramos del mismo cole. Un día, hace tanto, recorríamos las calles cuartas sin asfaltar, desde la parada o hacia la parada, allí los padres de Fran, escultor él, pintora ella, tenían su estudio. Después de haberlo tenido en esa zona de Madrid cuyas calles lucen nombres de ríos, donde vivía Belén que pasaba de su casa por el jardín a casa de Fran, sin avisar. Amigos los padres desde siempre. Tanto que yo pensé que eran primos, como Luis, también vecino de la ribera.

Nos sentábamos juntos o separados, sin pensar en el mañana, que ya es hoy, que ha llegado, junto con el futuro; teníamos la cabeza puesta en el recreo o en los amores imposibles. Con el miedo a los exámenes o a salir a la pizarra. A ese mítico profesor que para una vez que te ríes suelta “Cuenta eso que te hace tanta gracia para que nos riamos todos” Horas de colegio. Años de años de colegio. No sabíamos lo que nos esperaba, lo que deparaba la vida. Vivíamos sin prisa y con urgencia a la vez. Bastante felices, diría yo, visto desde la distancia.

Han pasado más  de cuatro décadas y unas cuantas amigas del cole, gracias a la constancia de Belén, tuvimos ayer la oportunidad de admirar la obra de Fran, que él mismo explica, si le insistes, si preguntas, si escuchas. ¿Son esculturas o estructuras? Un visitante pregunta si es arquitecto. Dan ganas de jugar con ellas, de tocarlas. Resulta que nacieron así, jugando, jugando con piezas de madera como las que muchos teníamos en casa guardadas en un bote de Colón. Sin que se entere Alaska. A nosotros nos bastaban los cubos de colores, los paralelepípedos y los arcos y los cilindros para nuestras modestas pretensiones creativas, para nuestras construcciones que inevitablemente caían derrumbadas por esa última pieza que las coronaba. Pero a Fran se le quedaron cortas las piezas en el juego. Y las empezó a hacerlas él mismo. Jugando. Y siguió y siguió, su hija se aburrió y él siguió. Normal que se aburriera, dice.

Diseñó una fábrica con todo el sentido. Pensando en la producción, con sus silos ubicados en orden y con coherencia, la chimenea, el recorrido del material  tan claro y el de los trabajadores. No me sorprendería ver salir humo un día porque por fin se ha puesto en marcha esa miniatura. Hay una torre circular que me recuerda a la de Babel, a como yo me imagino que pudo ser la torre de Babel, con pequeños recovecos, por donde nació la incomprensión. Compuesta por piezas separadas que podrían ser ventanas o las grietas que se abrieron entre los distintos parlantes. Esas lascas que parece que pueden salir en cualquier momento y nunca tendrán hueco para volver a su sitio. El orden frente al caos. El círculo que adolece de aristas. Sus esculturas, estructuras, están vivas, ese es un gesto máximo de generosidad. Porque el observador las puede cambiar a su antojo, Fran te anima a hacerlo. Toca aquí, quita esto, ponlo en otro sitio. Es magia. Y sigue siendo bella.

Es precioso de la obra de Fran el que delante y detrás de sus esculturas está su familia en la historia y en la creación.

Yo recuerdo la caligrafía de mis amigas del cole, pero de Fran solamente recuerdo sus dibujos. Unos bólidos que salían del papel gracias a un dominio imposible de la perspectiva y los efectos especiales, lograda con la intuición y la constancia. No necesitaba nada más que un boli y un trozo de papel o una carpeta. Fran fue un artista siempre, fue un pintor siempre, un escultor siempre. Gracias.