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10/06/2025

CRÓNICA DE UNA AUSENTE

7 de junio del 25.

He visto las fotos. He visto las risas. ¡Qué bien debisteis pasarlo!. Una  reunión de antiguos alumnos ya la describió Javier Marías en su momento. Él,  que además también fue al cole.  Y conoció a todas las Señoritas, a los señores. Al Paco. A la Tere. Y por supuesto a la señorita Jimena.

Yo siempre he sido un poco la pegatina en el cole. Fuimos las nuevas de COU.  Me sentí recibida mejor que en brazos. Un chico altísimo se acercó a mí y me presentó a sus altísimos amigos. 

Flipé cuando llegué en noviembre a Valdemarin y vi a un montón de chavales en pololos y el Paco azuzándoles para que saltaran de las terrazas. Usaba algunas palabras que hoy están, ya no digo sujetas a sanción, están fuera de uso, prohibidas por la RAE. Nevaba en Madrid. Y allí no rechistaba nadie. Tan contentos y orgullosos.

Tengo solo recuerdos de un año del cole. Pero hay muchas personas que conocí ese año 1982 que  me han acompañado hasta aquí. 38 años. Se dice pronto. Cerca, presentes. A otros les he visto un poco menos. A algunos casi nada.  Pero el reencuentro con cualquiera ha sido cada vez un "decíamos ayer". No en plan tenemos que vernos más. (Palabras huecas. Oídos sordos).  No. Simplemente, retomar un hilo de una conversación que se quedó en algun sitio y se activa sin más. Sin solución de continuidad. 

En el cole conocí a muchas de las personas que han sido más importantes para mi. Aunque ellos no lo sepan, o sí. El colegio cambió mi vida completamente. Para bien.  Claro. El año de COU lo recuerdo uno de los mejores. Supongo que estudiábamos mucho. Pero solo me vienen a la cabeza las anécdotas, las risas en clase, con el Sr.  Sos o los hermanos Soria, Rafa Castillo, el Sr. Bauluz en dibujo, fumando, o Elena Flórez que estuvo a punto de dar a luz en alguna clase. Y luego los cafés y los fines de semana entre el Penta, la Vía Láctea y las fiestas en casa de alguien que cumplió años un montón de veces ese 1983.  Recuerdo pasármelo genial. 

Pasé todo el año en primera fila en clase, por ser la nueva. Pero ni eso me tocó la moral. Me costó entender esas cosas que os parecían tan normales a los demás. Además de los saltos imposibles sin romperse ni un hueso. Como lo de señor ¿puedo ir a un sitio?. Yo pensaba ¿A qué sitio?. No bailé en el Auto, ni me sabía las canciones, para mi vergüenza, aunque me emocioné cuando lo vi por primera vez. No salté la mesa alemana. Por lo demás, para mí fue como si hubiera estado allí, en el cole, desde el principio. Aunque realmente siempre fui una infiltrada.

De una reunión parecida a la del sábado Javier Marías decía que todos iban "disfrazados de mayores". Así os vi yo, aunque solo a través de las fotos.  Esas risas podía oírlas. No hay canas, ni tinte, ni calvicie que altere todo eso. No hay barriga ni atolondramiento con el que la edad nos castigue ni confunda que borre esa energía, esa luz que sale de los ojos cuando se encuentran los amigos de la infancia. 

Felicidades a los organizadores y gracias.




2 comentarios:

  1. Gracias, María! Lo mejor que te he leído hasta ahora. La sensación del reencuentro con los que has compartido no solo pupitre, sino la infancia-adolescencia entera, la época que más nos marca en la vida, la sensación, digo, es la de estar hablando con el niño que conocimos y al que conocemos en esencia. Porque solo nos cambia la chapa, el motor es el mismo. Un besazo!! Que pena que no vinieses!

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  2. Muchas gracias Ángela. Hasta pronto!

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