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07/08/2025

¡QUÉ BIEN SE ESTÁ!

Esa frasecita termina así: “en agosto en Madrid“. ¡Qué bien se está en agosto en Madrid! Aparcas en la puerta, no hay atascos, se tarda cero coma en llegar a los sitios. En el trabajo hay cuatro gatos y por la tarde se está genial en la piscina. No hay que reservar mesa para comer en ningún sitio. Con éstas y algunas otras frases - sandeces se consuelan los pringados que se tienen que quedar en agosto en Madrid. Porque quien se queda en Madrid en agosto es un “pringao”, está porque no tiene vacaciones, porque ha suspendido, porque no tiene un duro, porque no tiene amigos ni sitio a donde ir. En Madrid no queda nadie, ni los mendigos que frecuentan las escalera de acceso a las iglesias hacen acto de presencia. No se ofrece el servicio de limpieza de parabrisas en los semáforos a cargo de una banda de rumanos normalmente camuflados mientras la luz es verde y que salen de la nada en cuanto se empiezan a parar los coches. En Madrid en verano no hay nadie, salvo estudiantes tardíos y médicos de guardia, y hospitales llenos de ancianos olvidados.

En fin, los motivos no son "que guay, me voy a quedar en agosto en Madrid" No. Oí a Boadella decir algo así como que no es ecológico viajar, vale. Con la gracia que lo cuenta él, todo vale. Mejor que Feijó que no sabe gastar una broma. Con lo de que “las vacaciones están sobrevaloradas” ya ha perdido toda la ventaja que tenía sobre Sánchez.

A la mísera vida que te espera en agosto en Madrid se le suele añadir la falta de noticias necesarias para periodistas y locutores que hacen rellenar los telediarios y periódicos con la magnitud de las olas de calor consecutivas que atacan la ciudad. Siempre extraordinarias. Cada vez más. Otra desgracia común que entretiene de susto a la audiencia son los incendios que asolan los alrededores de la capital o el país en general y arrasan con las masas arbóreas que aún quedan en la región. Este año las cenizas han llegado desde Francia a Cataluña.

¿Qué mejor respuesta a una frase hecha que otra? “El que no se consuela a porque no quiere”

Donde se está bien en agosto es en La Barrosa, Costa Ballena, Sancti Petri, Zahara, Cádiz; San José, Almería; La Antilla, El Rompido, Huelva; Comillas, Santander; La Concha, San Sebastián; Jávea, Alicante; Cangas, Pontevedra; San Juan de Luz, al fondo del Golfo de Vizcaya, a orillas del Mar Cantábrico; La Costa de los Pinos, Mallorca; Segovia. En Punta Cana o en Londres; en París, Francia o en los Picos de Europa; en Navacerrada, en Robledo de Chavela o en Camorritos o en Riaza; o entre los olivos toscanos o navegando por el Mediterráneo; en caravana recorriendo Europa con dos mudas; haciendo el camino de Santiago. ¿Que hace mucho calor?, ¿que llueve?….¿y? Estás de vacaciones. ¿Qué puñetas haces en Madrid un seis de agosto? ¿Ir al Prado? ¡No fastidies! ¿Ir al cine, que no hay colas?. ¿Ir a comer a ese restaurante donde nunca te dan mesa? ¡Está cerrado!, alma de cántaro. Al Prado procesionan habitantes del cono sur que han cambiado de hemisferio y estación huyendo de las nieves. Y aquí están, 40⁰C a la sombra, dispuestos a impregnarse de lienzos y aprovechar el rato al refugio del aire acondicionado.

En agosto cierran las terrazas de Madrid. Y las que  no cierran, abusan de los chorritos de agua que hacen que se nos rice el pelo a las de cabello fosco (rizado, decía mi madre, cariñosa). En agosto no hay quien respire en Madrid. Agosto en Madrid recuerda a los días de pandemia pero con las calles invadidas de fresadoras y pavimentadoras que ayudan a aumentar la temperatura colaborando junto con las máquinas de aire acondicionado a caldear el ambiente. Sí, porque el aire acondicionado es guay para el que está dentro de la vivienda, pero de la masa, chorro de aire tórrido que aportan al exterior las máquinas, poco se habla.

Madrid en agosto está cerrado. Con cartelito de esos que cuelgan de un clavo o chincheta, reversible. Están abiertos Zara y El Corte Inglés de milagro, para alivio del despistado paseante. Sí, Mercadona y el Unide de la esquina, también. Irrelevante. Se caducan las mozarelas los yogures. Los plátanos se oscurecen. La poca gente que entra a los súper lo hace para refrescarse, le importa un comino la compra. Los dependientes bostezan sin disimulo. El que se queda en Madrid es un paria, un expatriado, un pobre de pedir, un ser asocial, un antipático, un infeliz, desventurado, entrará primero al reino de los cielos.

Y es falso que en el trabajo se esté genial. Puede ser que haya un bajón, pero si no lo hay, eres el único pringado que queda para hacerlo. Así que olvídate del cine de verano y la piscina vespertina. Ya lo decían los Refrescos.

Podéis tener Retiro, Casa Campo y Ateneo

Podéis tener mil cines, mil teatros, mil museos

Podéis tener Corrala, organillos y chulapas

Pero al llegar agosto, ¡vaya, vaya!

Aquí no hay playa.

¡Vaya, vaya!

En agosto en Madrid se está bien cuando se ha ido uno en julio de vacaciones, y durante el mes ocho subes y bajas a diario de tu casita de la sierra, donde se duerme con edredón y duplicas el día a costa de madrugones. Y el verano acaba con las fiestas de la Sierra. En caso contrario, en Madrid en agosto no hay excusa para quedarse. Madrid en agosto está cerrado.

Y aquí estoy, en Rosales, viendo el atardecer desde una terraza y disfrutando del aire que sube por entre los árboles del parque del Oeste. ¡Ea!


27/07/2025

EN EL HOSPITAL

Inspirado en una reflexión que compartió conmigo mi prima "granaina",  cojo la hebra.

Y es que  la vida de un paciente en un hospital es digna de análisis.  Por motivos personales me encuentro en una situación de visita recurrente a un centro hospitalario. He oído sobre la equiparación del paciente con el preso. A la llegada, previo al ingreso le despojan de todo, de su ropa, sus pertenecías; se trata de una suerte de humillación en la que el paciente queda a expensas de extraños. Es casi preferible que no sea consciente de ello porque al susto de lo que impone el centro en sí por las eventuales consecuencias ignoras casi más en el caso del enfermo que del caco, se suma el despojo y separación de esas pequeñas cosas con las que uno se identifica y por supuesto, el móvil. No es que lo material te haga sentir seguro,.que no es eso. Si no se es consciente, los efectos colaterales y adversos, disminuyen. Fuera broma, cuando entras en el hospital te quitan los pendientes, anillos, reloj. Estoy de acuerdo con que lo importante es la salud y que no hay que perder el foco. Pero ni el foco ni la dignidad debe perderse. Porque recién operada, nada como unas perlas, collar y unos pendientitos que cubran tus lóbulos para disimular la anemia o la mala cara y estar con un pelin de buena pinta para las visitas. Entre los pelos, la falta de maquillaje (o de afeitado del varón), el aseo rudimentario y esa prenda que sustituye tu ropa, tan cómoda para enfermeras, auxiliares y médicos en el proceso de tu humillante despelote...se compone con todo eso el cuadro que es cuando menos cubista. Cariño, te voy a poner un enema. Cariño te depilo por aquí y por acullá. Cariño no. Llámamepor mi nombre. Que lo importante el curarse. Y la dignidad. Insisto. Que menudo cuadro. Díganme qué me van a hacer, que me pasa. No informen a mi madre, a mi marido, a mi hijo. Mirenme y díganme de qué se trata, que estoy enfermo pero ni sordo ni tonto. Que el oído, como el tacto,  es lo último que se pierde. Reclamo un trato al paciente como una persona que es  que bastante tiene con lo que le pasa.

El otro día, haciendo pasillo en un Hospital me encuentro con un amigo, conocido, admirado...al que hacía años que no veía. ¡Qué situación! ¡Qué alegría de encontrarle!. ¿Qué te pasa? Preocupada yo a mitad de la algarabía del reencuentro. Vestía el mismo camisón que el resto de los pacientes y arrastraba el palo del suero. Tan contento recorriendo pasillos después de un mes casi en el otro barrio. Iba de padeo, a recorrer mundo. Ya con el síndrome de Estocolmo. Como si fuera vestido de polo, chinos y castellanos. Mi amigo, ingeniero, premio Adonáis de poesía, erudito, pianista, guapo, listo, ojos de mar, voz de cueva. Y no doy más datos que las enamoradas le van a petar el WhatsApp. Mi amigo era el de siempre. Algo más gris, por la falta de luz y el encierro y el uniforme y las canas. A mí solo me preocupaba que no se le viera el culete. Iba tan tranquilo, consecuencia de la desaparición del pudor inducida por la pérdida de identidad y voluntad que supone la entrada en el hospital y entregarse, cual amante, al engranaje de la Sanidad, pública o privada.  El paciente se somete, se entrega, obedece, parece un polluelo esperando el alimento de la madre...se produce un estado de alienación que conjuga con el malestar y seguro que es peor para la salud que el conocido riesgo de infección que hace que se produzcan más altas hospitalarias que enfermos que se van sanos a casa.

El enfermo está en su habitación esperando al médico que nunca se sabe cuando venir. Debería ser informado de la hora de visita porque el que se quiere ir a casa, por mal que se encuentre, se asea antes de que la primera enfermera pase a medirle la temperatura, tensión. Se estira, se quita el pijama y se pone guapo. El médico puede llegar a las 8:00 o a la una. Depende. Pues no debería. El enfermo memoriza lo que quiere preguntar, que se quiere ir, que ya está bien. No tiene otra cosa en la cabeza. Todas las respuestas a sus dudas son "cuando llegue el doctor". Y llega el doctor, que alguno hay que ni le mira si está muy malito y se dirige a los parientes. Un respeto doctor, que el paciente es mayor de edad. Es mayor pero está lucido y quiere saber él lo que le pasa y contarle él como se siente. No estar a expensas del teléfono escacharrado. Hable con él que igual no quiere que los demás oigamos parte de la información. Que es su vida. Su enfermedad. Su intimidad y su dignidad para vivir y para estar malito. Es importante para el paciente saber. Saber qué le pasa, cuándo le van a operar, cuándo le van a hacer el escaner o la resonancia. Que no digo yo que no haya imprevistos. Que se lo digan a Jorge,  querido Jorge, que tras larga espera le iba a hacer una magnífica operación el 11M del 2004. Se tuvo que volver a casa. Claro.

Luego está el descanso nocturno. Que no depende del estado del paciente si no del turno en sí.  Enfermeras y auxiliares entran y salen de las habitaciones con los mismos decibelios sea cuál sea la hora del día o de la noche. Miden parámetros y despiertan al paciente caiga quien caiga. 

Y la comida del hospital. Otro rollo. Que no estamos en el Ritz. No. Ni en la franja de Gaza. Vamos a ver. No hay quien se coma la comida de hospital. Con los medios que hay ahora, no hay derecho a esas papillas y purés, a eso que le llaman pescado o filete. Un poco de interés hace falta para mejorar ese tema. Tanta comida de autor. Que llamen a José Andrés, que no se vaya a las fronteras del conflicto.  Que venga a nuestros hospitales a dar aunque sea pautas. Y por favor nada de compotas llenas de aditivos.

Y por último, pero no menos importante: las visitas. Las hay express y las que buscan el sillón para apoltronarse. Bajo a yomar un café y subo. ¡No subas! Me decía una amiga, que está la visira que lleva bombones al enfermo que está con salmonela, la que levanta la sábana para comprobar si se ha hecho la cera la chavala; lo comentará en el bridge, sobre el tapete verde, con las amigas y un gin tonic. 'Ni depilada iba la pobre". Con lo mal que estaba. Y luego el que no para de hablar.  Que generalmente aprovecha para contar al enfermo sus propias dolencias o pasos por quirófano.  Todas las visitas se agradecen, todos los presentes,  la planta, las palmeras, los caramelos de la Pajarita. Pero hay una norma. Hay que hablar al paciente pero.sin esperar que te conteste, y procurando que no se  sienta obligado a intervenir en la conversación.  Por tanto,  en caso de dos personas visita, hablad entre vosotros, incluid al enfermo pero no le atosigues. Y nunca le subestimen.  Él es el objeto de tu visita al hospital.  No lo olvides.  No es un acto social. No vas a echar la tarde. No eres el niño del bautizo. 

26/07/2025

LAS DESPEDIDAS O NOS VAMOS A IR YENDO


Tres tiempos verbales en la misma frase. Ríete tú (rite) de la música alta, nada.que envidiar a la movida que se organiza cuando cierran los bares. Tan manida la queja al respecto. Es cierto que el español es de despedida larga y lenta. Que no estrecha. Desde que dices que te vas, hasta que ejecutas y te piras, no hay forma de medir el tiempo. Se dan la vuelta los cronómetros. El asunto tiene su propio proceso. Intransigente o intransferible o incomprensible. Que si el que se quiere ir eres tú, invitado, que mañana madrugas, no te apetece boicotear el divertimento. Ni perderte lo que va a pasar en cuanto te vayas. Lo primero es que te van a poner a caldo por marcharte. En esas están tus pensamientos Que lo mismo te levantas y no pasa nada. Hasta luego. Hasta luego. Y has aguantado una hora los bostezos a base de ponerte ciego de azúcar,  entre las chuches y los heladitos has fastidiado tu régimen del mes entero. Puede ser eso, y entonces te regañas por no haberte ido antes. Te mosqueas. Ya verás cómo se lo pasan ahora. Si me lo cuentan no es lo mismo. Y toda la vida se la van a pasar recordándomelo. O puede que al levantarte pongas punto y final a la cena, entonces te sientes culpable. Quedas como el aburrido del grupo, cuando en realidad estaba todo el mundo deseado disolver.

La frase: "estos señores tendrán que descansar" resulta de bastante utilidad. Pero puede ser rechazada con manotazo por el anfitrión ofreciendo otro gin tónic. Quedas como un pazguato. Difícil equilibrio, entre la educación y el agotamiento. Si se va uno demasiado pronto, parece que ha sido un desastre la convocatoria. En España el “cuanto más, mejor" se lleva hasta el límite lo imposible y del aguante. Debería haber un pacto al entrar: la cena de 20:00 a 24:00. Punto. Se echa el cierre.  Seguro que el protocolo establece reglas para todo eso. ¿Pero quién hace caso al protocolo en una cenita que estamos tan agustito? Y es que luego pasa lo que pasa.  Yo he  estado en comidas que han empezado a la hora del aperitivo y han terminado bien entrada la madrugada. Buscando acomodo en los sofás los más perjudicados. Sin necesidad de complementos. Una cosa lleva a la otra. Todo empieza a base de botellines bien fríos. Las gildas que no falten. Que si unas patatuelas, un poco de queso con sus uvas; y el jamón, que se ha oreado y suelta ese brillo que lo hace irresistible, unos picos de relleno.  Un arroz bien regado. Los postres,  el café,  la copa. Y de pronto son las ocho de la tarde. Es lo malo de las comidas, que se alargan sin darte cuenta. "Voy a meter unas pizzas en el horno". Y vuelta a empezar. El día de la marmota. Sin más.  Eso no tiene fin.

 

Lo peor no ha llegado todavía, viene después de salir de la casa, o cuando cierran el bar. Las despedidas. ¿Te he dado un beso? Bueno, pues te doy otro. Y entras en bucle. Te falta tiempo, todo te parece poco. Que tienes tanto que contar. Que no os habéis puesto al día. Que no te quieres ir. Lo engullido, y sobretodo lo bebido,  hace que suban los decibelios. Igual que la gente en la piscina. Que grita. No se sabe por qué,  pero gritan. Es acercarse al bordillo y empezar a berrear.  Al despedirnos, lo mismo. Los vecinos se quejan. Y la disolución es lenta. Muy lenta. Se van apagando las voces y viene el sueño. Se estiran los adioses, elásticos y con tendencia a infinito.



13/07/2025

WHO IS WHO

 

Vamos a ver. Cuando estás viendo el tenis. Un suponer. Como si de fútbol se tratara.  Mientras enfocan a los tenistas, atención a la pista. Que hay saque, silencio,  que hay juego, mutismo total. No se aplauden los fallos. Norma de buena convivencia.  Educación y elegancia ante todo. 

Que enfocan a un caballero en la grada. Quiero saber quién es. Así es que, apreciados comentaristas deportivos, hagan ustedes el favor de estar a lo importante. Infórmese. Porque distingo a Brad, sí,  Agassi, Borg ha cambiado, aunque no le falte pelo, la melena es diferente. Y la de su compañera de pupitre Rosa chicle. ¿Quién es? McEnroe es el mismo de siempre. Se ha copiado a sí mismo en personaje tranquilo. Pero enfocan al banquillo, informen, caballeros,  quién es el padre, la novia, amigo...hermano. ¿Y esa señora del pañuelo quién porras es? Aplaude como loca al local y al equipo visitante. Controla. 

Al Rey no le hace falta que lo presenten. Ni al Príncipe local y su chaval. ¿Alguna otra realeza? ¿Algun royal? ¿Alguien que se quiera esconder bajo Panamá o palmera-pamela? O detrás  de esas gorras tipo Trump. Por cierto, esa moda del americano de ir con gorra, a juego con la primera dama. ¿Será para que no vuele su flequillo? 

En fin, aunque sea de incógnito, los asistentes, acomodados en las gradas son motivo de curiosidad en cuanto salen  en pantalla. Enfocan a una fila de gafas de sol en ristre. Estos británicos no saben de sol, pues no hay sombra. Así que, las gafas sobran. Déjeme que le vea los ojos caballero. De fina estampa.  En cualquier caso, a la par que ocultan arrugas, disimulan expresión y evitan que se les pille el gesto. Que no se quién eres. Si no van a dar información de lo que sale en pantalla, ruego no me distraigan del juego. Que a eso he venido. 

Todo se debe a estas plataformas. Que son de pago, sí,  y tanto pago.  Porque uno emite y solo uno y el que comenta (tropecientos,  cada uno para su pais o su cliente) es como si fuera un espontáneo que estuviera viendo el partido como tú, pero que de profesión es comentarista. O ex tenista. O ex entrenador. O locutor. Tanto da. Está vendido a una cámara cuyo contenido no controla. Y comenta lo que ve como tu y como yo. Nosotros sin su revés. Claro. 

16/06/2025

A VECES NO QUIERES ESTAR MEJOR

A veces no se quiere estar mejor. Por lo que sea. No es que  no se pueda, que a lo mejor  tampoco. Pero hay más.  Ojo que esa teoría tan en boga que vincula que "si quieres puedes" es falsa y solo genera, como la persecución de imposibles: melancolía. No siempre la voluntad va intrinsinsicamente unida a alcanzar el éxito. En definitiva, estar jodido es lo que tiene. Que uno se acostumbra. No es que le coja gusto. Que no es eso. Se relame las heridas, se regodea, echa una lloradita. Sigue. Y luego está mal otra vez. Como si volviera a un sitio conocido. Sabe dónde está cada cosa. Asocia la felicodad eventual con el desorden del universo. Se le escapa. La sola idea de salir de ese control produce un vértigo del que el protagonista no sabe si va a poder hacerse responsable. No es una zona de confort porque no lo es. En definitiva, que no quiere estar mejor. Cuando oigo esa frase siempre me acuerdo de Antonio. Grande Antonio. 

No volveré a recorrer el camino
que con el tiempo tracé contigo.
Y en ese bar donde quedé dormido,
no quiero despertarme y encontrarte nunca más.
¡Oh,no! Ahora quiero estar mejor.
¡No! Ahora quiero estar mejor.
Recordarás el tiempo que ha pasado,
y me verás al ver que has ganado.
En tu novela y en tus personajes,
no quiero que mi nombre aparezca nunca más.

Él sí quería estar mejor. Y dándole vueltas a esos y otros asuntos,  leo algo que de golpe me pone mi sitio: "A veces no queremos sanar porque el dolor es el último lazo con aquello que hemos perdido" ¡EsoSiempre hay gente más lista que uno. La humildad favorece mucho el aprendizaje. Me ha dejado tambaleándome. Estoy en la cima de un juego de agua, de uno de esos toboganes por donde los niños suben y bajan con las manos abiertas al cielo y sonrisas nerviosas y gritos de miedo y alegría que llenan el aire. No sé si estoy en un punto alto o en uno bajo, o si he llegado a un cambio de rasante, punto de inflexión o silla de montar. Lo que es seguro es que esa frase enhebra el dobladillo de mi día. Encorseta razones y ordena de alguna manera un barullo que me bullía. Ahora lo veo mejor.

La pérdida es incomprensible y los mecanismos para recuperarnos, a veces difíciles. Es difícil coger los mandos, enjaretar el día y poner rumbo, timón en mano. La pérdida, por mucho que se anticipe, duele de un modo irracional. Hay quien se recompone antes y quien no se recompone nunca. No es verdad que el tiempo lo cura todo. El tiempo pasa, sí, pero no cura. Se acostumbra uno, quizá, o no. 

Entiendo que es ese lazo deshilachado que nos une con lo perdido,  lo que no queremos soltar por muy ajado que esté, porque en cierto modo es una suerte de esperanza que en realidad es lastre que no nos deja salir a flote. Se convierte en amuleto, cual camiseta llena de agujeros que no quieres tirar. Esas que de tan suaves parecen piel propia. Pero sí, nos une con lo que está ya muerto, caduco, acabado, y nos impide salir adelante. Porque en realidad no queremos salir. No. Queremos que él no haya muerto, que no haya encontrado una chavala que le haga más tilín que tu. Que la enfermedad no haya ganado la batalla. Ser más rápido que la guadaña y que la suerte misma o el azar que colocó las piezas de determinada forma. Y no es posible. Es loco, disparatado. Pero es así. Queremos burlar la realidad y no se puede; entonces nos queda ese hilo que es seguir estando triste. Que nos recuerda a él, nos une de una manera que nadie puede alterar porque reside en nuestra propia cordura, o falta de ella.

13/06/2025

NO LO MERECEMOS

Siempre pensé que ser político, tener un cargo público, suponía más de dedicación, compromiso y pasión que de otra cosa. El servicio público por encima de todo. Soy hija de funcionarios convencidos de lo que significa la función pública. Del deber por encima del sueldo. Del compromiso.

Pero miro a nuestro elenco parlamentario y esos tipos que tienen que parecer honrados además de serlo, no están a la altura. Ninguno (salvo honrosas excepciones). No los conozco en lo personal, así que no pretendo insultarles, ni atacarles. Meterme un poco con ellos, sí. Seguro que son buena gente, bellísimas personas, padres ejemplares y honran a sus mayores. O no. No roban ni matan. No. O sí.  Yo hablo de su versión pública. Porque nos representan. Porque los hemos elegido con este que se supone que es el mejor de los sistemas. La sagrada democracia.  Miro al congreso y me avergüenzo. De todos, pero en particular de los que se apoltronan en primera fila. Sillas azules. Y de la oposición con mayoría no suficiente para gobernar. Veo un parlamento de risas y chascarrillos.  Ambiente de patio de colegio gamberro. De a la salida te espero. No me gusta.

 

Me dan vergüenza ellos. No hablo de los pequeños, o sí.  Da lo mismo. En cuanto tocan el poder se hacen iguales. Pienso en España, pero puedo cruzar fronteras. Y también me avergüenzo. Un presidente que dice de otro que está loco. Que acusa a otro de oler mal. Presidentes de países occidentales que defienden la guerra. Que ni siquiera se excusan.  No entiendo nada. Y luego al otro que le  da una cachete su señora delante de las cámaras. ¿En manos de quién estamos? Oscuros razonamientos económicos y de poder justifican movimientos y cambios de chaqueta. Me abochorna el chantaje al que están sometidos unos por unos cuantos. Sí.  A quién le importa en Europa que sea oficial o no el catalán o el vascuence. Bastante tenemos con el guirigay que hay ya. Pero es que no toca. Se entretienen en la superficie, las paguitas, los trenes gratis,  y dejan el mar de fondo, Que aquí al lado, en los Urales, están desapareciendo los Ucranianos. Que en Libia, Siria, Israel hay otra montada de muy señor mío. Váyanse a la mierda presidentes. Me importa un carajo si la culpa es de la comunidad o del gobierno central, déjense de leguleyos y manden la ayuda de una vez. Busquen la paz sin calibrar el beneficio, hablen, que para eso están.  Negocien. Tanto me da de quién es la culpa. Usen con cordura el dinero que viene de Europa. Y ustedes, oposición, no les sigan el juego. Porque es más de lo mismo. ¿Qué es eso del ir al congreso a charlotear?. Que no. Que son ustedes quienes nos representan. Que están trabajando. Aquí se intercambian insultos y en Europa tan amigos.  No.

No doy crédito. No puedo entender que se escuden y se escondan detrás de una consigna para defender lo indefendible. Unos y otros. Vence el relato.

Que dejen huir a un prófugo en plena calle para atornillarse a un escaño. Que nos enfrenten con sus mentiras para dividir de nuevo en las dos Españas a este pais que ya se había reconciliado. Que tanto nos había  costado reconciliar. Unos y otros. Tanto monta. Porque dos no se pelean si uno no quiere. Y dos no hacen tándem si no son de la misma calaña. Suban los azules o los de la rosa va a dar más o menos lo mismo. Las consignas vienen de otro sitio: Europa, ONU, UE,  OTAN rataplán, rataplán. Tenemos una banda que no sé qué orquesta. Porque no sé enteran de la música. Se han salido del partido. Han olvidado por qué están ahí. Porque nos representan.

Nos tienen mareados que si los papeles de un caso. Morralla. Que si la corruptela de cual. Fruslerías. ¿En qué gastan nuestros impuestos señorías?.  Eso no es gobernar.  Ponen en peligro la separación de poderes, dudan de jueces...y mientras tanto nos distraen con líos de cama.

También un vicepresidente antiguo tuvo un hermano de "usted no sabe con quién está hablando". Un presidente cuya mujer, hoy ex, fue primicia en leguaje que hoy llamarían inclusivo al dirigirse a los jóvenes y jóvenas. En el ínterin que un día es la mujer, otro el hermano, tesis copiadas, chuletas en exámenes, ahora una que nadie conoce que dice que está investigando para escribir un libro. En un despacho de abogados.  Y los tertulianos o los del banco azul se indignan porque se grabó la reunión. Las reuniones ahora,  Carolina, se graban. "Descansa". ¿Que es ilegal?. No sé. Hay un aviso al empezar todas esos teams y zooms en el que se anuncia la grabación.  No te hagas la sorprendida. Foco. Lo malo es lo que se dice en esa cita. En cualquier caso, si lo grabado es tan grave habrá que echarle legalmente un vistazo.

Pero lo peor es el nivel del personal. La catadura moral. Increíble. Lo de amañar elecciones y cambiar urnas es pacata minuta comparado con lo que hace esta panda. Desde luego, se le escapa la importancia que le da "Hombre, fueron dos votos " ¿cómo?. Un solo voto es pecado ya. No me vale que todos son iguales, los políticos. Cierto, porque si tus novios te salen rana, hay que ponerse serio con el tema, sí. Que no es que se haya saltado un semáforo su chico, presidenta. (He venido a repartir). Que luego ha habido mucho alboroto, también. Se ha convertido la política en demagogia.  Sin fondo, solo con forma y palabras huecas, grandes escenificaciones. Esto no es yo soy del Madrid tu del Atleti.  No va de ganar la liga. No. Yo no quiero oír discursos ni frases manidas.  Hasta la coronilla estoy de eslóganes y monsergas. No es eso. No es eso. 

No es efecto espejo. Se llama transferencia. Efecto espejo "es un principio espiritual que nos invita a mirar nuestras relaciones con los demás como oportunidades para comprendernos mejor a nosotros mismos" Presidente,  se refiere usted quizá a la transferencia? "proceso mediante el cual un individuo transfiere inconscientemente emociones, deseos y expectativas que originalmente experimentaba hacia figuras significativas de su pasado, a otra persona del presente?. ¿Se refería quizá, presidente a lo fácil que es ver la paja en el ojo ajeno?.

Y señores de la oposición,  esto no consiste, su labor, en ser un tertuliano más.  No. Dejen esa labor a quienes son profesionales del asunto. Ustedes deben ser oposición,  no alborotadores, no dirigen un show de un programa del corazón. Dejen trabajar a jueces y fiscales, que se les escapa el meollo con tanto follón. No es un circo donde están ni unos ni otros. Utilicen con respeto el parlamento.

Al inicio de esta redacción no había tenido lugar el losientopunto2. El primero fue estoyenamoradodemimujer (a mí qué me cuenta, presidente)y el segundo pidoperdónyonosabíanadapuntocom. Cualquier jefe cuyo segundo de a bordo salga rana, se hace cargo. No me vale el yo no sabía nada. Haberte enterado. que para eso estás. Si lo sabías porque lo sabías si no lo sabías porque no, ya sabes dónde está la puerta. Visto lo visto, era algo más que paja lo que se le había metido en el ojo. Y oposición, socios, arreando que es gerundio, que vosotros tampoco tenéis desperdicio.

Hay que lavar de verdad los trapos sucios, limpiar la cámara. Y otra cosa, a las conferencias de prensa, se llega "llorao".

10/06/2025

CRÓNICA DE UNA AUSENTE

7 de junio del 25.

He visto las fotos. He visto las risas. ¡Qué bien debisteis pasarlo!. Una  reunión de antiguos alumnos ya la describió Javier Marías en su momento. Él,  que además también fue al cole.  Y conoció a todas las Señoritas, a los señores. Al Paco. A la Tere. Y por supuesto a la señorita Jimena.

Yo siempre he sido un poco la pegatina en el cole. Fuimos las nuevas de COU.  Me sentí recibida mejor que en brazos. Un chico altísimo se acercó a mí y me presentó a sus altísimos amigos. 

Flipé cuando llegué en noviembre a Valdemarin y vi a un montón de chavales en pololos y el Paco azuzándoles para que saltaran de las terrazas. Usaba algunas palabras que hoy están, ya no digo sujetas a sanción, están fuera de uso, prohibidas por la RAE. Nevaba en Madrid. Y allí no rechistaba nadie. Tan contentos y orgullosos.

Tengo solo recuerdos de un año del cole. Pero hay muchas personas que conocí ese año 1982 que  me han acompañado hasta aquí. 38 años. Se dice pronto. Cerca, presentes. A otros les he visto un poco menos. A algunos casi nada.  Pero el reencuentro con cualquiera ha sido cada vez un "decíamos ayer". No en plan tenemos que vernos más. (Palabras huecas. Oídos sordos).  No. Simplemente, retomar un hilo de una conversación que se quedó en algun sitio y se activa sin más. Sin solución de continuidad. 

En el cole conocí a muchas de las personas que han sido más importantes para mi. Aunque ellos no lo sepan, o sí. El colegio cambió mi vida completamente. Para bien.  Claro. El año de COU lo recuerdo uno de los mejores. Supongo que estudiábamos mucho. Pero solo me vienen a la cabeza las anécdotas, las risas en clase, con el Sr.  Sos o los hermanos Soria, Rafa Castillo, el Sr. Bauluz en dibujo, fumando, o Elena Flórez que estuvo a punto de dar a luz en alguna clase. Y luego los cafés y los fines de semana entre el Penta, la Vía Láctea y las fiestas en casa de alguien que cumplió años un montón de veces ese 1983.  Recuerdo pasármelo genial. 

Pasé todo el año en primera fila en clase, por ser la nueva. Pero ni eso me tocó la moral. Me costó entender esas cosas que os parecían tan normales a los demás. Además de los saltos imposibles sin romperse ni un hueso. Como lo de señor ¿puedo ir a un sitio?. Yo pensaba ¿A qué sitio?. No bailé en el Auto, ni me sabía las canciones, para mi vergüenza, aunque me emocioné cuando lo vi por primera vez. No salté la mesa alemana. Por lo demás, para mí fue como si hubiera estado allí, en el cole, desde el principio. Aunque realmente siempre fui una infiltrada.

De una reunión parecida a la del sábado Javier Marías decía que todos iban "disfrazados de mayores". Así os vi yo, aunque solo a través de las fotos.  Esas risas podía oírlas. No hay canas, ni tinte, ni calvicie que altere todo eso. No hay barriga ni atolondramiento con el que la edad nos castigue ni confunda que borre esa energía, esa luz que sale de los ojos cuando se encuentran los amigos de la infancia. 

Felicidades a los organizadores y gracias.