Que enfocan a un caballero en la grada. Quiero saber quién es. Así es que, apreciados comentaristas deportivos, hagan ustedes el favor de estar a lo importante. Infórmese. Porque distingo a Brad, sí, Agassi, Borg ha cambiado, aunque no le falte pelo, la melena es diferente. Y la de su compañera de pupitre Rosa chicle. ¿Quién es? McEnroe es el mismo de siempre. Se ha copiado a sí mismo en personaje tranquilo. Pero enfocan al banquillo, informen, caballeros, quién es el padre, la novia, amigo...hermano. ¿Y esa señora del pañuelo quién porras es? Aplaude como loca al local y al equipo visitante. Controla.
Al Rey no le hace falta que lo presenten. Ni al Príncipe local y su chaval. ¿Alguna otra realeza? ¿Algun royal? ¿Alguien que se quiera esconder bajo Panamá o palmera-pamela? O detrás de esas gorras tipo Trump. Por cierto, esa moda del americano de ir con gorra, a juego con la primera dama. ¿Será para que no vuele su flequillo?
En fin, aunque sea de incógnito, los asistentes, acomodados en las gradas son motivo de curiosidad en cuanto salen en pantalla. Enfocan a una fila de gafas de sol en ristre. Estos británicos no saben de sol, pues no hay sombra. Así que, las gafas sobran. Déjeme que le vea los ojos caballero. De fina estampa. En cualquier caso, a la par que ocultan arrugas, disimulan expresión y evitan que se les pille el gesto. Que no se quién eres. Si no van a dar información de lo que sale en pantalla, ruego no me distraigan del juego. Que a eso he venido.
Todo se debe a estas plataformas. Que son de pago, sí, y tanto pago. Porque uno emite y solo uno y el que comenta (tropecientos, cada uno para su pais o su cliente) es como si fuera un espontáneo que estuviera viendo el partido como tú, pero que de profesión es comentarista. O ex tenista. O ex entrenador. O locutor. Tanto da. Está vendido a una cámara cuyo contenido no controla. Y comenta lo que ve como tu y como yo. Nosotros sin su revés. Claro.