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31/12/2021

¡BIEN POR BETTY WHITE! CHICA DE ORO ¡BRAVA! ¡BRAVISIMA!

Dice la Chica de Oro, la disfrutona de la serie, que el secreto de su longevidad es evitar comer cualquier cosa verde. ¡Toma! A sus 99 primaveras y jugando al golf a diario, da un golpe de efecto es el epicentro de las doctrinas alimentarias del nuevo mundo, torpedo a las dietas. Bombazo que con un poco de sensatez interpretativa nos sacaría de "tanta tontá y tanta bobá". Cierto que su constitución, herencia genética, y otros hábitos quizá inmensamente saludables, sean aeróbicos o anaeróbicos; todo eso debe tener una más que influencia en su salud, pero me encanta la declaración. Declaración de intenciones. Declaración de alegría. Ole. Declaración traviesa, transgresora en estos tiempos de absolutismo de pensamiento. En estos tiempos de listos insoportable siempre con los que no hay quien hable. ¡Ole! Que no come nada verde. Con un par. Siempre habrá algún fundamentalista a quien ofenda su desparpajo y su sinrazón. Olé por ella. No nos podemos tomar tan en serio  a nosotros mismos. En la serie, creo recordar que eran cuatro protagonistas, una muy mayor, que era la más excéntrica; la seria y sensata, muy alta; la guapa, que se hacía la dócil; y luego estaba BW, que parecía la más inocente, la ingenua del grupo. Pero lo que de verdad la definía era una genuina personalidad y un carácter alegre que la hacía sólida. Ahora que lo pienso  ingenua y genuina tienen las mismas letras. ¿Será el azar o la casualidad? como decía una tortuga muy sabia, "no existe la casualidad".

Continua Betty en sus magnificas declaraciones: "Acentúa lo positivo, no lo negativo, suena tan trillado, pero mucha gente elegirá algo de lo que quejarse, en lugar de decir: '¡Oye, eso fue genial!' No es difícil encontrar cosas fantásticas si miras un poco". Y TIENE RAZÓN.  Es muy americano, vale, pero es cierto. Y hay que ponerse. En la misma entrevista, soltó que le seguían gustando el vodka y los perritos calientes,  probablemente en ese orden". ¡Me declaro fan, con mayúsculas y en negrita! Vendrán asociaciones de alcohólicos conocidos o no, para abanderar que no se frivolice sobre la ingesta de bebidas espirituosas. Y venga con ponernos serios.

A mi lo que me encanta esta chica de oro, es que se ríe, en primer lugar y por encima de todo se ríe de sí misma. Hay que tener materia prima auténtica, hay que ser largo de entendederas y tener un corazón de oro, mucha enjundia, un a gran dosis de retranca, para seguir sonriendo. Hace falta buena encarnadura para no presumir de cicatrices. Leo que tiene ascendencia inglesa: ahí está el quiz de la cuestión. El británico se ríe de sí mismo. Eso que llamamos humor inglés no es humor, es inteligencia. Es la herramienta mejor para la vida. El humor embellece, el humor nos hace generosos, el humor crea ambientes agradables, el humor, seguro que alarga la vida. Y además, la alarga mejor. Y si no la alarga, l a hace mejor. El humor es luz, ilumina los espacios y a las personas, nos hace más guapos y más buenos. Porque una vida muy larga y muy desgraciada, mira, no es que no merezca la pena, que todo merece... Es que no hay vidas desgraciadas, sino maneras de vivirlas. La actitud cambia de perspectiva y domestica las penas. 

Te toque lo que te toque, no es mejor ni peor, es lo que hay. Tu eres el único que puedes iluminar lo que tienes con tu actitud. Con tu alegría. No hay que estar riéndose todo el rato como un imbécil. Para eso están las pobres hienas. No. Quítale hierro, no te des importancia. No eres nadie, o casi nadie, para estar amargado. Al Universo entero no le afectan nada tus miserias. Así que, sonríe, empuja, tómate un perrito caliente y brinda con vodka, porque hay muchas cosas que sin vodka no se entienden. Vodka ucraniano, claro.

30/12/2021

CATARROS Y GLOBALIZACIÓN

Empiezo por lo evidente, lo obvio: la Covid, el coronavirus, el virus, bicho, ha sido una faena. La primera pandemia real, del siglo XXI, que afecta al mundo moderno y occidental. No es el hambre, no es la guerra. Es el bicho, que nos ha quitado mucho. Algunos pensaban que íbamos a valorar lo importante a partir de no sé cuando, del final, de cuando se acabara el confinamiento, las restricciones. Quien no sabe lo que es lo importante, ya puede pasarle por encima una apisonadora que le va a dar lo mismo. Al cabo, olvida. Eso no se aprende. Pertenece al selecto grupo que disfruta viviendo en la aristocracia de las emociones. 
Pero ahora vamos a parar. Si esto es un catarro no hace falta que nos numeremos. Si esto es un catarro no quiero oír el número de contagios en las noticias. Si esto es un catarro no me voy a gastar 10€ cada vez que vea a mi tía porque tengo miedo de que se ponga mala. No. Si esto es un catarro no me voy a hacer una PCR cada vez que salgo en avión a cualquier sitio, que la factura aumentar 200€ por cada movimiento, más un seguro Covid, porque si me da el chungo por ahí, no se ocupan, más una declaración jurada de no haber mantenido contacto consciente con contagiado. Si esto es un catarro no voy a tener miedo. Si esto es un catarro, ya se acabó. Si esto es un catarro, no es noticia. Y no pueden ocupar primera plana las mascarillas, ni las vacunas, ni las pruebas de antígenos, o el control de anticuerpos que uno tenga, ni decisiones ministeriales sobre cierres nocturnos, de ocio, toque de queda, o restricciones de movilidad. No. 
Basta. Decídanse, y si no saben, silencio. Y cuéntennos qué pasa en Sudán, sí, en Siria, en Pakistán; Korea, ambas. Hay noticia. La miopía nos hará débiles y la falta de consideración con los demás, también. El egoísmo nos hará miopes, y la miopía nos hará frágiles. Vamos a levantar la barbilla y mirar un poco más allá de nuestro ombligo y el lícito objetivo de alcanzar o mantener nuestra propia felicidad, de satisfacer nuestros deseos, los más humanos y los más perversos. Hacer las cosas bien es bueno, aunque no se te llenen los bolsillos de billetes. Ser buena persona, cuidar a los otros, preocuparse, es sano. Y aunque los frutos no sean inmediatos ni tangibles, reconfortan el alma. Vamos a otear el horizonte, que no estamos solos. Vamos a espabilar de una vez, que somos unos privilegiados, por mucha pandemia que nos haya pillado, retransmitida en vivo y en directo. 


29/12/2021

EN QUE NOS HEMOS EQUIVOCADO

¿Qué hemos hecho mal? Para que a nuestros hijos les guste el Nesquick, el pan de molde con Nocilla, que prefieran las patatas fritas de bolsa a las caseras, a las que les echan kétchup y mayonesa; y sobretodo la pizza con piña. Estos niños que no han visto nunca una cafetera que no sea de cápsulas descubrirán en un exótico viaje las plantaciones de café y se sorprenderán al ver los granos, que les traerán por el olor un recuerdo de infancia. Hay que haber tomado Cola Cao, que no hay quien lo disuelva, pan de la Agapita, que por la tarde está duro, si es que queda algo, para saber lo que es bueno. Para saber lo que cuestan las cosas.

¿A quién se le ocurrió poner piña a la pizza? Quizá al cocinero se le cayó un bote de piña en la masa y por orgullo bautizó al resultado como tropical. El azar y la necesidad. Ya lo decía Axtérix, que fue un belga el que inventó las patatas fritas, se le cayeron en aceite que hervía en una enrome marmita, para hacer alguna lindeza con el enemigo. Sí, está genial eso del mar y montaña. Mezclar sabores, dulce y salado. Mi madre le echaba mermelada a la carne, mogollón de mermelada. El melón con jamón, está incrustado en mi ADN. Pero un buen jamón, del negro, sequito, con su grasa, como mucho se come con pan, que ni picos necesita.

La elección de galletas conlleva más tiempo y atención que la de pareja. El ya añejo surtido que abarcaba las María Fontaneda, aceptada la Dorada, hasta las lujosas Chiquilín y por supuesto pasando por las Artinata; se ha complicado a velocidades supersónicas. Ahora el espectro va desde las galletas con o sin avena, con o sin relleno, chocolate de todos los colores, cremas varias, galletitas bañadas, formas de rosco,... ¿Donde están esas galletitas redondas, de mantequilla, que alguno se ponían en los dedos como brillos que no pasan y se las comía a bocaditos? 

Pero el tema es ¿en qué nos hemos equivocado para que esta generación que viene, pobrecitos?, que encima de comer sólo pan de molde, la madre le quita los bordes, que están duros. “El niño. Pobre”. Me recuerda a las aves que elaboran un poco el alimento antes del alimentar a sus crías, cuando son bebés, pero nuestras crías nos sacan la cabeza y seguimos con las mismas. Este niño que no rebaña la tapa del yogurt. “¡¿Te dejas eso?!”- un descompuesto padre no puede sino rechupetearla. ¿Qué hemos hecho mal? Esta sobreprotección los va a dejar al albur del futuro, sin herramientas. De verdad solos ante el peligro.

¿Qué hemos hecho mal? ¿Qué caramelos comen nuestros hijos? ¿Qué chuches? ¿Saben lo que son los quicos? Esos rompedientes que se compraban a las quiosqueras con mitones, sin control alguno de calidad. El regaliz que había que ablandar a lametazos. Las pastillas de leche de burra, que tenían distintos colores y sabían todas igual. Los dedos de fresa, duros como piedras. Y sobre todo, los caramelos de cubalibre. Recuerdo una vez que mi padre me pidió uno, lo probó y me preguntó dónde lo había comprado; él siempre respetuoso con sus hijas, desde pequeñas, me dijo que lo eran de niños esos caramelos. Si es que hasta las chuches ahora son de mírame y no me toques, todas son gominolas, ¡ay de esos adoquines maños, o los caramelos de piñones que guardaba mi abuela como tesoros para regalarnos! Beben Coca Cola Zero y están siempre cansados. Tienen frío con una brisa, les molesta el sol en los ojos. Duermen con calcetines y sudadera. ¿Qué va a ser de ellos?

No saben quién es Guillermo ni han leído el Guardián, “es de pensar”. No saben quién es Giorgina ni torres de Mallori. Eso sí, se han hecho la “láser”, piercings, y quieren probarlo todo. ¿TODO QUÉ? Eso sí, adoran a los súper-héroes. ¡Bien!

Son unos melindres, pusilánimes, de mantequilla. ¿O será que soy mayor? Je. Je.


27/12/2021

LA MASCARILLA EN GROENLANDIA


Ya está, lo digo, la mascarilla en exteriores, así, en general, me parece una solemne tontería, papachurrada, memez. Lo digo con el raciocinio que me corresponde, como ser humano que soy, que para eso se nos ha dotado, sea quién sea nos dotó, (o fue el azar y la necesidad) del intelecto y la razón. Con eso y un mínimo de coherencia, afirmo rotundamente que la mascarilla en exteriores es una solemne gilipollez. Pronuncio la palabrota sin que me de vergüenza,sin pedir perdón, con todas las letras, acentuando cada una de ellas y poniendo énfasis en cada una de las sílabas. Lo digo en alto, con mayúsculas. Sin dudar, sin titubeos. Lo digo porque me da la gana, porque soy libre, que puedo decir lo que pienso. Y no ofendo. He usado la palabra tontería y otras más sonoras a modo de definición, no de insulto. 

Pienso que es absurdo no permitir ir sin mascarilla en Plaza de Castilla cruzando un semáforo vacío y sin embargo que se pueda prescindir de ella la sierra, así en general. Porque aires libres hay muchos, y sierras también. Aunque no se lo vayan ustedes a creer la sierra a veces parece la Gran Vía, y si no lo aceptan como verdad, que es tan en su derecho, suban un sábado a la laguna de Peñalara o váyanse al parking de Cotos, que ahí sí que hay gente. Pero como estamos en la sierra, y han decidido que hay no hay que llevar mascarilla al aire libre, en la montaña, ea, todos a vernos las caras. Ojo, que me parece bien que no haya que llevarla. Pues lo mismo en Madrid paseando por el Boulevard desierto de la Castellana; me encuentro un andarín caballero, me pongo la mascarilla. ¿Pero para que me voy a poner la mascarilla si voy sola? que no hay nadie, nadie que enfrente no hay nadie. Y es nadie la muerte si va en su montura. 

He decidido, por tanto, que me voy a comprar un chándal, "u"  dos. Como lo que sí que se puede es ir sin mascarilla cuando vas haciendo deporte, a partir de ahora mi atuendo es el chándal. Como no soy muy de tal prenda, creo que el único que tengo es uno azul del Colegio con una raya toja vertical en la pernera. Es demasiado  no creo que me quepa. Me voy a comprar uno mono y que me diga alguien que no estoy haciendo deporte. En cuantinto que vea a la policía me echo a trotar con gracejo. Arreglado. Voy a ir con mi chándal estupenda ¡hala!, al Mercadona, al Corte Inglés o la Oficina Y al aeropuerto a recoger a mis socios. Y que me chiste el conserje del despacho. Buena estoy yo. No aguanto una mosca. Ya llevaré una muda apañada en el bolso si he quedado después. Ya me encenderé un pitillo para quitarme la careta, o lo llevo en la mano apagado. Siempre soñé con volver a fumar. En bandeja me lo han puesto. Mientras, en chándal y con mis deportivas.  Hala. 

Vamos a ver que yo me he vacunado, y la vacuna, sin ser una experta en la materia ya me he informado que fetén no es. Vale. Nos ha librado de unos atascos en las UCIs, en la UVIs antiguas. Bien. Ha aliviado a los sanitarios por ahora del horror de otras olas. Vale. Me vacunado, ya llevo mis tres dosis de vacunas, porque soy mayor. Lo he hecho bien, me he quedado en casa cuando me dijeron, no disfracé de perro se mi hijo pequeño para engañar a la autoridad y disfrutar de un paseo, he sido muy obediente aunque no estuviera de acuerdo. Pero ya está bien, que me diga alguien a mí qué utilidad puede tener cuando yo estoy sola por la calle Perseo, en pleno desierto del barrio de la estrella, o por la calle José Antonio Pérez Benedicto, o por la calle Comisario de Fraguas, sola, a las tres de la mañana, que pueda venir un poli pararme y ponerme una multa. Suena a afán recaudatorio sin más. Porque peligro no tiene y no me hace falta tener unos estudios, ni una carrera de ningún tipo para saber que no contagio a nadie, ni aerosoles ni puñetas. No hace falta ni tener raciocinio.

Yo entiendo a los no vacunados, porque no tenemos ni idea de los efectos secundarios de la vacuna,  exactamente igual que no tenemos ni idea de los efectos secundarios del paracetamol ni del ibuprofeno y de muchas cosas que nos pinchan en el hospital cuando llegamos malísimos y queremos que nos curen a toda costa. Sin ir más lejos la socorrida aspirina infantil está prohibida por no sé qué efecto qué puede tener. ¿A quien no le ha salvado una noche de tinieblas y llantos la de la cajita verde y blanca?Sin saber y sin sentirme obligada, yo me he vacunado. Tapándome la nariz, me he vacunado. A pesar de que no quería vacunarme, porque no me daba confianza la vacuna. Pero ¿quién soy yo para tener o no tener confianza en una vacuna? ¿Que autoridad enarbolo? ¿La de un comentarista de radio? ¿La de un tertuliano? O una opinión de un médico amigo, qué esa sí que es buena tinta, pero de lo que me dice entiendo la mitad de la mitad. Y ya es mucho. Es como si digo que no tiene calidad la gasolina que me ponen en el surtidor, pues me servirán la gasolina que hay.  O sea es lo que hay. El tema de las vacunas es incuestionable, no hay nada que discutir. Lo que está fuera de argumentación también es que la población ingresada por el bicho es mayoritariamente no vacunada, excepción hecha de aquellos que están malitos de otras cosas antes. La mayoría de la gente que se está muriendo es gente que no se ha vacunado. Angelitos. Pero yo me vacuné, y entiendo que cada uno tiene su moral, su ética, su miedo y sus convicciones. 

A lo que no hay derecho es que nos hagan hacer gilipolleces porque entonces ya surge el todo vale y eso no puede ser, porque se va toda la mierda, se va todo a freír espárragos, o más lejos. Claro, porque si empiezan a imponer normas que no son entendibles, que no tienen sentido, entonces es cuando la gente empieza a hacer lo que le da la gana. Hecha la ley, hecha la trampa. Si tú me dices ponte una mascarilla para entrar en el Día, pues me la pongo, porque entiendo que hay mogollón de gente. En el autobús, metro, también. Ahora bien, si me dices que tengo que usar guantes para coger las peras, escoger la mandarina que me voy a llevar, me remueves. Que las mandarinas antes de llegar al lineal han estado en el suelo, con bichos, las han tocando 350 millones de personas, no me fastidies que hay que coger guantes ¡qué más da que la coja uno o si la coge otro!  Habrá que que lavarse las manos cuando te vas a comer la mandarina. Como se ha hecho de toda la vida de Dios, en una casa decente las manos se la van antes de comer con agua y jabón, la Toja. Y te secas bien. Lava la fruta cuando la compras si quieres, pero en el estante del supermercado la fruta no está impoluta, ni limpia de polvo y paja. ¿Me vas a poner una multa tú a mí también por tocar varias manzanas a ver cuál me gusta más? Pues ka mascarilla obligatoria por la calle sin más, independientemente de la distancia, lo mismo. 

Cuando empieza la tontería y la sinrazón,  empieza el caos y la rebelión. Vamos todos por la calle con nuestra mascarilla, siendo súper respetuosos, aun asfixiados, da igual. Eso sí, estamos deseando entrar en un bar, aunque sea dentro, sin terraza, para tomarnos un café, para estar sin mascarilla y todos achuchados. Como sardinas en lata. No vale.

Y como he visto a un humorista poner en boca de dos astronautas flotando sin gravedad, uno con su mascarilla sanitaria y el otro sin: ¿no sabes que hay que usarla en el espacio exterior? Sí, en el espacio exterior, y yo te buscaré en Groenlandia. Ya lo decían los Zoombies: Todas las secuencias, han llegado a su conclusión, el tiempo no puede esperar. Atravesaré el mundo y volando llegaré hasta el espacio exterior. Y yo te buscaré en Groenlandiaen Perú, en el Tíbet,e n Japón, en la isla de Pascua. 

22/12/2021

MOJAMA O JAMONA

Todo sea por no hacerme un lifting. He decidido que a la vejez viruelas. Por herencia tenía dos posibilidads, en mi familia unos son los flacos y otros los repletos. Todos guapos y estupendos, cada uno con su estilo. Los clásicos y los atrevidos. Los que se aprietan el cinturón y los que se lo sueltan, hasta dejarlo en un cajón.

Tras pasar años intentando conservar la esbelta figura heredada de una de mis abuelas, lo he echado todo a perder. Me he dejado llevar. "Me he dejado de ir" Estoy que bozo. Lo mismo me da dulce que salado. Yo que no he sido de postres, le he cogido el gusto hasta a las magdalenas, galletitas de chocolate, que blanco, blanco; que negro, negro. No le hago ascos a nada. Y si nos vamos al ámbito del bocata, ¿qué mejor que un descanso con un buen bocata de chorizo de Pamplona? Levanta a un muerto ese sabor a choricillo de mentira. Seguro que tiene hasta anticuerpos. Ja, ja, ja.

En cuanto a la vestimenta: Cinturillas de goma, camisas desabrochadas y pa'lante. Oronda. Quien no ha usado polvos de talco en el contra muslo para evitar rozaduras, no ha estado gordo de verdad. 
Y es que la carne es débil. Me confié, llegué a un peso ideal, ese en el que todo te cabe, te cierran todos lo pantalones, las faldas te hacen tipín. Y me relajé, que si un pincho de tortilla por aquí, que si un aperitivo, que mira que rica sabe la cervecita por la noche, en copa fría, claro. ¿Cómo vas a brindar con algo que no sea vino? Y una tapita a mediodía, que entretiene el gaznate, para no marearme, no vaya ser que me siente mal el vino. Así una cosa lleva a la otra. 

De pronto dejo de sentirme culpable, pienso que ya está bien de tanto cerrar el pico. Que no lo cierro, lo intento, eso sí. Pero debo ser realista. Yo el pico no lo cierro ni para callarme. Aunque me ponga, y mira que me conciencio. Toda la vida procurando estar calladita y comer menos. Pero es que no soy yo. Yo no soy de estar callada. Cuando no digo nada parece que estoy enfadada. Interpreta mi silencio, decía Almu. Habladora compulsiva y coche escoba por excelencia. Rellenadora de huecos, conmigo no se hace el vacío. de esa forma digo muchas tonterías y como de todo. Que todo me gusta. Menos el hígado. El que se calla siempre nunca se equivoca. Y yo, no me contradigas, que me "contradizco" porque no paro. 

A partir de ahora voy a estar jamona por decisión. Porque a mí lo que pasa es que me da mucho miedo la cirugía. Solo de pensar en meterme en un quirófano para quitarme lorzas, me doy cuenta de que no me compensa. Y si me tengo que poner apretada, me pongo, que donde hay carne hay alegría.

Encima evitas la medicación, porque la angustia se pasa un poquito mientras uno se aprieta una bolsa de patatas fritas. Especialmente si son "la Montaña" Luego te duele la tripa, pero eso es después, de momento, eso que te llevas. Que la angustia no se pasa comiendo, ya. ¿Pero qué es la angustia? Ya está bien de tanto mirarnos para descubrir lo que nos pasa. Disfruta de esas patatas, échale un poco de salsa Perrins. ¡¿A que están ricas?! Es cierto que por mucho que te metas un cordero entre pecho y espalda, el agobio remite. Si acaso, de modo instantáneo, te alegra el momento una suerte de efecto sedante. Si encima lo riegas con un Rioja y unos buenos amigos y mucha risa. el amortiguamiento es evidente. Y dura más. Aunque sea un espejismo y el rebote tenga un impacto brutal. Es como ponerte un poquito de colonia cuando tienes fiebre, que te calma pero no te cura. Pero si no te lo zampas, si no te tomas ese vino, y estás jodido, tampoco se te va a pasar cerrando el pico. Eso sí, te pondrás estupenda, o asquerosita de flaca. Si es que a la gente que no le gusta comer, son muy raritos. ¡No me digas! Siempre con el "no me apetece" O "estoy llena". ¡Pero cómo que estás llena si no lo has probado! Hasta maleducada es alguna. De ahí a "¿quiere usted reventar? " es cierto que hay un camino, pero mira, prefiero al agradecido que rebaña hasta dejar el plato como una pareja y repite como si no hubiera un mañana. ¡Así da gusto invitar a comer! Con el disfrute. 

Por eso y por mucho más, he optado por ser jamona. Que se me quitan las arrugas y no me hace falta botox. Que mojama no soy, acepto.

17/12/2021

¿QUÉ NECESIDAD?

La más lista del Gobierno. En mi opinión, de la primera fila, la única lista de verdad, inteligente. Se meten con ella los muy progres porque es una niña bien y lleva perlas. ¡Que se fastidien! Fue a un colegio de pago, sí; elitista, también, y su formación  es buena, muy buena. Disfrutó de una educación exquisita con grandes dosis de deporte, disciplina y libertad. Y luego aprobó unas oposiciones del copón. Que se dice fácil. Técnico comercial del Estado. Que son cuatro mal contados. Cuerpo de élite. Normal. Se lo han ganado. Haber estudiado. 
Nadie tiene ese magnífico aspecto de mujer madura que se conserva estupendamente. Uno de sus secretos es que siempre fue mayor. Seguro que era la lista de la clase, se le daba bien hasta gimnasia, saltaría la mesa alemana cual grácil bailarina. Era la que  levantaba la mano. Pero sin ser una petarda. Maja. Entró en el Ministerio jovencita, y se le notaba lista desde que llegó.

¿Y entonces por qué? ¿por qué Nadia, te metes en ese jardín de la Memoria (histórica)? Cuando lo tuyo lo defiendes con argumentos, lo que no no lo es, lo argumentas con elocuencia hueca. No te pega nada el papel. Te ganan por goleada los expertos en la defensa vehemente del absurdo. No pierdas tu esencia Nadia. Deja que otros peleen en la verborrea. Tu sigue tu camino de niña buena y estudiosa. Eres la hormiga del equipo, que no te hagan ser cigarra. Eres lo que necesitamos. Que se nos viene encima una buena. Ordena, organiza, que nos haces falta. Dicen de ti que tienes carácter, no se te vaya a confundir con genio del malo y lo estropees todo. Distribuye el ahorro y la ayuda. Mantén tu noble cabeza llena de inteligencia y paciencia, al margen de nubarrones y miserias. No abandones tu eficacia y racionalidad.

¿Por qué reaccionas ante acusaciones que no te afectan? Habéis confundido el espacio con el tiempo. La dictadura de Franco fue, hay otras que son. La nuestra se enterró imperfectamente con la democracia. Nadie es perfecto. Es el mejor de los acuerdos que en su día se alcanzó. Vamos a dejarlo ahí, donde merece. No agitemos el pasado. Tenemos nuestro día a día al que sobrevivir. Y tú eres Patrón de Yate en esta Embarcación que nos lleva. No le dejes los mandos a nadie, que sopla viento de poniente y hay marejada. 

Lo de acusar de falta de equilibrio al contrincante no va contigo. Te haya dicho lo que te haya dicho. Porque a mi me choca oír a los Picapiedra decir "Coño" en el congreso, sobretodo decir "¿Qué coño tiene que pasar...?" Me choca, pero lo compro, lo he aceptado. Tanto monta, monta tanto. A Pablo no le pega nada decir tacos, ni en casa, ¡pero vete tú a saber!. A Pedro se le ve más de calle, corbata fina, zapato d e punta; macarrilla de estilo prestado, con todos los respetos a los macarras y a los mismos Pedro y Pablo. Oye, las perlas no le pegan a cualquiera. No veo yo a las mujeres y ex parejas de Iglesias luciéndolas. ¡Quién sabe si Yoli lo acabará haciendo, después de su paso por el vaticano, nunca se sabe! 

15/12/2021

¿QUIÉN ES LUCAS?


Y digo yo. ¿Quién es Lucas? ¿Acaso es en honor al evangelista la atribución de tal apelativo a los niños de los dos miles? San Lucas, posiblemente  turco, de educación y formación griega  y según cuentan sus coetáneos, médico. Hombre sabio, que realizó una exhaustiva investigación, de periodismo serio, con entrevistas vastas a todos los protagonistas e implicados, antes de redactar su Evangelio, según San Lucas, reza con prudencia. En su honor, o no, hoy circulan estupendos Lucas, "el Lucas" por las estradas madrileñas. Con elegancia y garbo, simpáticos o macarras, chuletas y educados, que de todo hay en la viña.

O es quizá en recuerdo a Suzanne Vega...My name is Luka, I live on the second floor, I live upstairs from you. Yes I think you've seen me before…Yo, desde luego, con mi parca educación en los Evangelios, casi autodidacta, cuando oigo Lucas siempre pienso que vive en el segundo.

Y a propósito de Lucas. ¿Quién se cree la espontaneidad de ese Lucas que es entrevistado por todos los medios con ocasión, esta vez, de la vacunación a menores? Habla con desparpajo de que le van a pinchar y le va a doler un poquito, pero que es una cosa buena porque así va  a poder jugar con sus amiguitos en el patio y va a poder dar un beso a sus abuelos. ¿Pero qué niño habla de amiguitos? ¿Qué niño de cinco años habla así? Hay muchos falsos Lucas, más repelentes que Quique, el de verano azul o que Dora la exploradora. No se cree nadie su relato. Es contraproducente su retransmisión. Da repelús oír esas palabras dictadas. Más parece que se trata de un muñeco de un ventrílocuo.  

¿Y qué me dicen de Montse? ¿Qué chavala de 17 sale en la tele para contar como le ha salido el examen de la EBAU? Solo podía ser Monserrat. ¿Y quién se cree esa imitación de naturalidad con la que emite su discurso? Todos los examinandos atacados de los nervios en los minutos previos a entrar a hacer un examen que les va a marcar el futuro y siempre hay una Montse, muy propia, que vive en las afueras, carpeta en ristre, pegada al pecho; trenzas enmarcando la paz del rostro, que responde a las alcachofas de la prensa.

No lo entiendo. Esos periodistas que encuentran siempre a alguien dispuesto  a dar una opinión a cambio de su minuto de gloria televisiva. Los mejores son los testigos que afloran como setas después de cualquier sucedido. Que ha habido una explosión de gas, ahí está Miguel, el del quinto, que sabe más de renovables que la ministra de medio ambiente. En los terribles casos de violencia, asesinatos, maltratos de todas las categorías las voces son unánimes, María Angustias asegura que se trataba de una familia muy normal, saludaban siempre al pasar y hacía la compra el marido, que ella estaba con el trajín de la casa. No se lo pueden creer, lamentan las nuevas plañideras. ¿En qué nos hemos convertidos, espectadores de dramas buscando un micro o una cámara para contarlo? Ni Dominguín.

Eso sí, ¿alguno se declara testigo del apagón de la sonrisa eterna? ¿Quien es el guapo que sale diciendo que ya sabía él que quien no aguantó vivir estaba así, estaba al límite de sus fuerzas, hundido en las tinieblas? Detrás de una sonrisa enorme. Se inundan los telediarios de estadísticas sobre la automuerte, mayores índices que los debidos a accidentes de tráfico. Descansa en paz. Pero ¿quién vio y no quiso ver el abismo por el que cae el suicida y el mundo que le rodea? No estaba Lucas, ni Montse. Ni se les espera. 


07/12/2021

NO ME GUSTA IR CON EL MALO


 Ir con los malos o los perdedores, en una peli, es como ser del Atleti. O del Estudiantes. La casa de papel es uno de tantos ejemplos en los que uno se equivoca como afición. Sufrir por sufrir. 

Cuando yo era pequeña iba  a un colegio que se llamaba Beatriz Galindo. Tenía cuatro años. Iba paseando mis lorzas por los chalecitos de la Colonia, de la mano de mi madre a veces, otras, de María; mamá María la llamaba mi hermana segunda. La pequeña aún no había nacido. Otro camino era por Doctor Esquerdo. Todo seguido. Yo llevaba una cartera. Con mis tesoros, bolis, lápices y cuadernos. No era una mochila, no, y menos una con ruedas, era una cartera preciosa, de mayor. Me lo pasaba bomba en el colegio. Mi profe, que me enseñó a leer, a sumar, a restar y a multiplicar y dividir, se llamaba Juanita. Y un niño de mi clase, Jesús. Habíamos nacido el mismo día, Piscis los dos. Yo pensaba que teníamos que casarnos. Y no me gustaba que tuviera el pelo largo. Cosas de una niña con las rodillas al aire y falda escocesa. Sujetas las capas con un imperdible en dorado y cuero. Para el frío del cuerpo un abrigo con el cuello redondo, de terciopelo, igual que los bolsillos. Azul, o fresa. 

Cada día en el cole pasaban cosas fascinantes. La infancia es eso, la alegría de empaparse de lo nuevo, descubrir  a cada paso un trozo nuevo en el camino ancho del aprendizaje. Me faltaba tiempo para contarlo todo en casa, mi refugio, donde teníamos una terraza enorme en la que jugábamos a la pelota. A mi madre se le daba genial. Con lo poco deportista que era, hubiera sido una gran tenista. Eso sí, de falda larga, nada de enseñar las piernas. Y pelo corto,  a lo "garson". Elegante y moderna. También había un columpio. Eso antes de convertise en el jardín de la alegría, donde madre sembraba tulipanes, maravillosas hortensias, algarrobos, olivos, laureles.... Al principio solo eran unos geranios muy entretenidos, por los colores, necesidad de riego y la cantidad de hojarasca que saltaban. Socorridos geranios. Esa era la terraza de mi casa, con su todo azul. El caso es que al volver del cole siempre había ocurrido algo y yo estaba deseosa de contarlo. Porque era real, a pesar de que fuera imposible. Esta niña, hay que ver la imaginación que tiene. Me daban ganas de no volver a hablar. Pero pensaba, pobres, con lo divertido que ha sido, se lo van a perder. Y vuelta a empezar. 

El colegio miraba a lo que ahora es la M30, de Madrid, entonces un paisaje abierto y vasto, era el patio del recreo, de mi recreo, donde corríamos y jugábamos con supervisión adulta pero sin ñoñerías, columpios de aristas vivas peligrosísimos según las reglas del presente. Jugar al látigo o a las canicas, a la comba y a la goma. Juegos fáciles, donde se aprenden muchas cosas importantes de la vida. No es el azar quien los mantuvo a lo largo de la historia. Eran juegos espontáneos, ahora prohibidos casi todos. Si hasta han prohibido los balones. Sí. Todos nos hemos llevado un balonazo, y por mucho que con el de fútbol podías perder el sentido, el de baloncesto dejaba unas marcas que picaban, esos circulitos huella de la pelota. Pero aprendimos, aprendíamos. La excesiva protección no desemboca necesariamente en el aprendizaje sino en el miedo. Miedo que nos hace blandos y frágiles. Como este cordón umbilical no roto que supone poner un GPS a nuestros hijos, les hacemos portadores de un móvil con el que podemos geolocalizarles cada minuto; van cogidos de una cuerda muy larga, nunca libres del todo. Nunca solos y enfrentados a las pequeñas sorpresas que la vida y la noche nos tienen preparadas. Es un Gran Hermano continuo, nos pueden relatar en directo y buscar soluciones en nosotros como respuestas en Google.

Pero en los años 70 no había nada de eso. Solo la imaginación. Y yo veía cada día, en mi camino al colegio, la Casa de la Moneda. De la Moneda y Timbre, se dice ahora. Me parecía fascinante que allí se hiciera el dinero. No podía haber pobres ni ricos, porque el dinero se hacía. En mi casa hablar de dinero era de mala educación. Una ordinariez. Así es que soy una analfabeta económica. A conciencia me formaron así. Mi padre jamás hablaba de dinero. Se peleaba por pagar en las comidas de amigos. Era generoso sin medida. Y no necesitaba nada para él. En esos tiempos sus "debilidades " eran los Ducados. Y las corbatas de lana. Mi madre era tan generosa que se lo gastaba todo. Cuando ella me recogía volvíamos en taxi, negro con raya roja. El caso es que siempre me fascinó la visión de la casa de la moneda. En medio de Madrid, al lado de mi casa. Tan fácil, tan discreta, un edificio convencional. Al llegar a casa mi tío Felipe salía de su cuarto o esperaba en el salón, yo anunciaba cuando estábamos todos juntos que se había quemado la Casa de la Moneda. Cada día. No sé porqué. Todo ese papel dentro me parecía susceptible de que una chispa lo prendiera. Y un día tras otra se quemaba la casa de la Moneda. Las llamas se alojaban en mi memoria, calientes y buscando el cielo con grácil agilidad. 

Sospecho que ha sido Jesús, el que iba a ser mi marido, quien ha maquinado todo esto de la Casa de Moneda o de Papel. La peli. Pero me pongo mala. Porque los protagonistas son malos. Sí. Son ladrones. Roban, matan, son de los malos. Y vas con los malos. Porque les conoces y te identificas con ellos de alguna manera. Son buena gentes, no tuvieron oportunidades. Porque ves su punto de vista, y no son tan malos. Son personas que hacen las cosas por algo. Con sus padres y sus madres que lloran por ellos y que se preocupan porque les han encarcelado o porque no saben qué es lo que han hecho mal para que hayan acabado así, porque siempre el padre o la madre es culpable. Así es que no yo no quería ver la casa de papel. Porque en las pelis, no como en la vida, siempre ganan los buenos. Y los buenos en las pelis son los polis. Y me voy a pasar la serie temiendo el día que les pillen o como diría la nieta, Nairobi, que todo se vaya a la mierda. 

05/12/2021

CÓDIGO DE BARRAS

Época convulsa ésta de la pandemia, pre, y un día, espero que sea post. Post pandemia. ¡Cómo mola esa frase! no porque se puedan borrar los años y el daño, no porque se olvide, ¡porque ya haya acabado! Que lo que ha pasado no puede limpiarse tan fácil del recuerdo. Que nos hemos quedado mucho más solos y sin despedirnos, sin tocarnos, durante tanto rato. Demasiado. Hemos dejado de vernos, de cuidarnos. Sin cumplir con obligaciones que no lo son. Con una culpa que pesa. Y todo por el miedo, mucho más poderoso que la enfermedad o la más letal de las armas. El miedo que se extiende rápido en las rendijas del orgullo y el amor. 

Antes de la pandemia, en pandemia y ahora. Esos son los tiempos. El ahora es de duración incierta. Nadie sabe quién será el próximo. Le puede tocar a cualquiera. Da igual la prudencia, estar o no vacunado, pauta completa o simple, dosis de refuerzo; el número de mascarillas que lleves puestas, si son FPP2 o caseras o de las azules, sanitarias; si son nuevas e higienizadas con lejía o cochambrosas llenas de locos y con un aspecto de pertenecía al deshollinador chin chíbiri chin chíbiri. Hay quien se ha cuidado mucho, lavándose con profusión y descarnado las antaño suaves manos a base se geles variados que huelen a limpio al principio pero a rancio en breve. Todos somos objetivo. Nos puede tocar a cualquiera. Se rifa la muerte y hemos sacado iguales papeletas. Los altos y los guapos, los fumadores y los verdes. Deportistas y sedentarios estamos en la línea de fuego de esta tómbola. Es un muro sin lamentaciones, un disparadero con ignoto origen de las balas. Usamos un alfabeto antiguo para identificar la evolución o mutación de la enfermedad y ser políticamente correctos, que no se acuse al alfil ni a la dama, que el blanco sea blanco y el negro y el negro sea negro. Depende. Y nos volvemos un poco mas ignorantes. Es la estulticia de los tiempos, buscar las formas y olvidar el fondo. 

Se han puesto de moda los termómetros electrónicos a la entrada de los establecimientos, centros de trabajo, bancos. Yo debo estar muerta. Nunca paso de 34º C, así es que el otro día cuando fui a urgencias y de un disparo chutaron un 37,8ºC, es solo un catarro, pensé que o bien había caído, vencida y desarmada, o se trataba de algún fallo de sistema. A lo mejor habían usado la máquina para leer el código de barras para medirse la temperatura, como me pasó un día en Mango, que después de enjuargarme a la fuerza, me apuntaron a la frente con la máquina equivocada, 250, el portero no daba crédito, como tenía estudios universitarios me dejó pasar. Estará en grados Farenhait, pensó. Espabilado. 

Poca broma. Pero que viva la madre superiora. Que este finde es puente y vamos a darlo todo. 



03/12/2021

COMIDAS TRANSPARENTES

Siete comensales de edades variadas y apariencia heterogénea se juntan alrededor de una mesa en un restaurante cualquiera. Pinta y vestimentas dispares, del clásico al contemporáneo, particulares todos, personales cada uno, auténticos, sin disfraz. La primera impresión es que se trata de compañeros de trabajo, ¿pero de qué trabajo? ¿A qué se dedican? Nada en su aspecto llevaría a una conclusión clara. Solo tienen en común la sonrisa. Y el andar ligero. Ninguno arrastra los pies.

La camarera del restaurante es resistente. Se trata de la clásica "estoy sola", que se pasa la comida excusando un mal servicio previsible desde el principio. Su actitud es de quien aparenta necesitar ayuda, pero en realidad se trata de una sufridora. Cuanto más favor se le ofrece, más se queja. El grupo en cuestión es irreductible. Hay algo contagioso en la paz que transmiten, establecen un cordón de buenas energías infranqueable. Algo que recuerda a la bondad, a la alegría, flota cual nube sobre ellos. Ignoran la queja, y salen al encuentro. Sonríen. Que tienes lío, te ayudo, te ayudamos. De la comanda se encarga el que parece líder de la manada. Se cambian de sitio en el local por unanimidad. Uno dice que hace frío y es que hace frío. Punto. Se llevan los cubiertos para no molestar, se ocupan de juntar y separar sillas y mesas, lámparas y bolis, por no molestar, dejan pasillos libres, por no molestar. Tu siéntate ahí, tú allí, en realidad da lo mismo porque son los caballeros de la mesa redonda, todos hablan con todos y a la vez, sin perderse nada. Una vez escrita la comanda, la camarera protesta, no es así como se hace. El líder la vuelve a escribir, imperturbable. Son un grupo de galos liderados por un Abraracúrcix que ni siquiera teme que el cielo le caiga sobre sus cabezas, y que irradia un nítido buen humor, un halo de orgullo y alegría, en vez del mal genio necesario para luchar contra los romanos. Entre ellos hay una chavala insultantemente joven, a cuya boda han ido otros dos del grupo, impactados porque les sentaron en una mesa de amigos de los padres. También hay una castellana de Castilla la Vieja, que dice de sí misma que es una señora mayor. Otro se ha apuntado con un grupo de jubilados a escalar entre semana. Otro nos va a regalar una moto por Navidad. Otro aprendió castellano por whatsapp y es el favorito.  En realidad, el secreto es que todos somos los favoritos de todos.

De comida piden montones de patatas fritas muy ricas y unas hamburguesas de las que cada uno se alegra de haber pedido la suya, todos han acertado. Tan contentos. Como niños mojan las patatas en kétchup y una salsa rosa preparada por ellos mimos. Solo con las patatas habrían comido. Se levantan a por servilletas y platos que faltan, quitan platos sucios y recogen, como en casa. Eso sí, el que quiere vino, lo quiere tinto, el que cerveza, una especial, el que coca-cola normal, la quiere normal, no cero y la que la quiere light, light. A pesar de la súplica oculta tras la mascarilla de la quejosa camarera cuando se confunde, nadie cede. ¡Eso no! ¡Anuncia con lástima que no hay pollo! ¿Cómo puede no haber pollo? Alitas, la especialidad de la casa. El pollo no viene desde hace semanas, lamenta la quejosa, pobrecita. Imagino a pollos volando presurosos, o correteando, que no han llegado al restaurante, porque había mucho tráfico. Estoy viendo las alitas que no saben volar, atascadas por culpa del Brexit o el coronavirus, que seguro que algo tienen que ver. Si no hay pollo, más patatas, no hay leche para el café ni mascarpone para hacer el tiramisú. Café solo para todos y nos ahorramos el postre ¿Será el fin del mundo?. Da igual. La charla no baja de tono, no cambia el humor en la mesa del fondo.

Entre anécdotas y encárgate tú de eso, vete mañana a Murcia o a Sebastopol. Vale, me pongo. No sé hacer eso, te enseño. Siempre aparece un voluntario. Nos ponemos, me voy a Salamanca, e escalar a los Pirineos, a buscar suisekis entre las rocas sedimentarias, vuelo a Évora, te llevo; a Croacia. Alguien sabe un montón de Croacia, dónde hay que ir, qué no se puede perder.  Todo es sumar, todo es ir hacia delante, todo es sí, sí, sí, seguimos. No han compartido sesiones de autoestima obligatoria ni de entrenamiento colectivo en la aceptación, simplemente se han encontrado, les unen vínculos potentes, que muchos ni conocen. Forman un grupo compacto, que lleva todo el rato la carretilla hacia arriba. No se les cae nada, ni anillos ni pedruscos. Son en suma, un maravilloso grupo humano. Tanto es así que la pesarosa camarera, cuando se dirige a cobrar la minuta, enfoca al líder y le espeta: "usted viene mucho por aquí, ¿qué son ustedes? ¿amigos?, siempre es usted el que paga ¿es el jefe?. Se ofrece a hacerle descuento. La buena energía es contagiosa. Somos muchos más y los hilos con los que tejemos nuestra historia forman un maravilloso tapiz que es nuestro soporte.

20/11/2021

LOS PECIOS DEL BAÑO

En la encimera, lavabo o donde caiga, ese jabón que ha quedado transparente, que es una lámina, que nadie tira. Por si soporta un uso más; queda depositado en una esquina de recuerdos, monumento a la oposición al consumismo, oda al reciclaje, es en realidad símbolo de pereza o de miedo. Una vez más bajo el agua, entre las manos, supondrá su desintegración, y ¡quién sabe si entonces será símbolo del final de los días! Que de mano en mano va, pero nadie osa a tirarlo, como si de una lámina de oro se tratara. Por otra parte, y en general, hay muchos más cepillos de dientes que miembros de la unidad familiar. Y no son utensilios destinados a invitados frecuentes, no. De cerdas blandas o duras, comparten un desgaste sostenido. Es misterio más difícil aun que el del duende de los calcetines el por qué siguen ahí. La llegada de los cepillos eléctricos, para las más exigentes dentaduras, no ha hecho si no confirmar el enigma. Aquellos que son de enchufar, requieren recambios, es frecuente que al sustituir el nuevo por el antiguo, se preserve éste, no vaya a ser. Los que necesitan pilas, hacen que el baño entre en otra dimensión, que requeriría un especial cajón de reciclaje: entre pilas, cargadores y recambios, la cosa se complica. Eso sí, los piños de actriz californiana. Completa la imagen del lavabo esa pasta de dientes, estrujada, apretada por el centro del tubo, retorcida en intentos sucesivos de obtener un mínimo de frescor que echarse a la boca, ese día que no se encontraba otra. Queda como escultura que ni Barceló hubiera imaginado en una de sus paellas.

Geles inacabados, que nadie se atreve a tirar, incluso rellenos de agua, en un intento de aprovechar los resquicios del envasado. Desodorantes de bola cuyo límite de uso es incierto, difícil dilucidar si se ha acabado el socorrido producto, ahí quedan, hasta el día en que realmente se necesitan y la bola no gira, ¡atrévete tú a tirarlo! Botes de líquido de lentillas, fundas de gafas, relojes estropeados, gomas de pelo ajadas. Y cajas vacías, de dentífrico, colirios varios, aspirinas, de según.

Y por fin está ese armarito donde cabe todo. Antes era el armario del espejo, que se abría con un toque, gracias al milagroso invento del imán. Ahí padre guardaba la crema y brocha de afeitar, a pesar de haber llevado siempre barba, botes de medicinas sin etiqueta, mercromina, agua oxigenada, una venda, alcohol y tiritas, pasta de dientes y una lata de Nivea. Ahora la variedad es mayor, desde una bonita tela que tapa unas baldas, pasando por los empotrados bajo el lavabo, que parece que no están, hasta las cómodas en los baños grandes, lujo donde los haya. En esos armarios se guarda la crema del verano, casi acabada, pero que no se tira por si las moscas, por si la necesita alguien un día. Y cuando el día llega, hay una película de sospechoso tono ocre y sólida, próxima a la fragilidad por las grietas inminentes; ha endurecido de forma regular y espesor variable. La decisión a tomar es retirar o ese supuesto revestimiento; el miedo a lo que puede haber bajo ella es lo que paraliza al usuario. El más optimista supone que es una cobertura protectora, como el cielo. El pesimista asume que debajo hay más de lo mismo o monstruos bacterianos con ojos. La mayoría cierra la tapa y deja que sea otro el que decida tirar a la basura semejante tesoro. Hilo dental de duración infinita ¿acaso sale la linea roja? ¿alguien la ha visto?, enjuague bucal de sabores y funciones diferentes., cepillos para las uñas co la.

También hay que hablar del maquillaje. Especial atención merece el rímel. Existe la extendida costumbre de rellenar de agua el tubito donde el pincel-tornillo se aloja. Como solución temporal es un apaño, aunque el riesgo de salir de casa como si nos hubieran pegado un puñetazo en cada ojo, es grande; el problema es el largo plazo. Ese líquido misterioso del que nunca se sabe el volumen restante, dada la opacidad del envoltorio, ha adquirido una viscosidad cercana al sólido, al aplicar el rímel a las pestañas ocurre algo similar a lo que pasaría si las peináramos con piedra pómez de la mismísima isla de la Paloma. Ya no son ojos morados, es que te pasas el día llorando.  Puedes encontrar colirio cuya fecha de caducidad es imposible adivinar porque se ha borrado hasta el relieve. Cajitas con tiritas de la Edad Antigua, bandas para quitar puntos negros que si utilizas conseguirás depilar la zona del rostro donde se aplique; cremas para el acné en viviendas de adultos que olvidaron las espinillas en cajones del pasado; o para las arrugas, hidratantes, exfoliantes...Colonias impersonales o intransferibles. El mundo de la gomina, espuma, cuyos espráis se parecen bastante a los de la nata para las fresas, con igual terminación y problemas análogos de rebabas de ese poquito que sigue saliendo cuando ya has acabado de apretar y te lo estas aplicando a conciencia, por lo que la gota cae y solidifica. Pocos limpian esas velas. La colonia de él, ya sin olor; desde que se fue ha pasado tanto tiempo.

Las velas, las plantas, las ventanas, flores secas, son un lujo a su alcance. ¿Qué significan los detalles que conciernen al baño? Entiendo que la policía científica, lo primero que hace en un asesinato, e incluso de malversación o cualquier otra maldad, es entrar en el cuarto de baño. Tela. Pregúntale a Oratio. 

17/11/2021

¡QUE GUAPO!

Hacía tiempo que no te veía tan guapo. Con ese aspecto de imberbe que casi había olvidado. Vestido como recién salido de casa, de niño de colegio. Con cara de buen alumno. El cuello de la camisa almidonado e impoluto. El jersey de pico que guarda perfecta simetría y solo deja ver las capas protectoras contra el frío. Pequeños detalles de confort y rebeldía completan una indumentaria infantil y armónica. Llenas de paz la mañana. Llenas de armonía el silencio. Plantas semillas de futuro, aunque sea incierto. 

El niño que fuiste asoma en las rendijas de la sonrisa y el conflicto de unos morros disconformes por una sentencia en contra. Silba viento de fresa entre tus desordenados dientes. El niño que fuiste ha tomado fuerza y la alegría se nota en los surcos de tu rostro, ha barrido el salitre la lluvia fina de otoño. ¡Quién fuera abrigo pa'andar contigo! El niño que fuiste emana frescura de tu cuerpo antaño añejo y cansado. El niño que fuiste ha desplazado la queja al intermedio, que no llega. El niño que fuiste educa al adulto y amura el dolor. El niño que fuiste ha ganado todas las batallas. No hay polvo escondido bajo la alfombra, porque el fresco de la mañana ha limpiado residuos de amargura. 

Bienvenido al mundo de la  mirada atenta, bienvenido a casa, bienvenido al diario de mirar hacia delante, bienvenido al club de los ladrillos pequeños que construyen los días con la ilusión primera del juego y la sorpresa, bienvenido y gracias. 

04/11/2021

LA BARBACOA


Resulta que Giorgi, Giorgio Dann, era francés.  No le pega nada. Se puso un nombre de ilusión italiana más acorde con su espíritu festivo, con esos rizos huecos y un acento imposible se hacía pasar por extranjero, siendo madrileño de adopción y derecho. Pero sólo los de la Bota saben aparcar en doble fila con elegancia, sólo ellos saben montar una algarabía en plena calle y olvidar el objeto de la misma. Con su juntar todos los dedos hacia arriba y levantar la barbilla. ¡Ma! Son estupendos, los más ligones, los más simpáticos, y a la vez serios de cuna, a pesar de los pesares. Tanto le debe el mundo entero, no solo los ingenieros. Sólo un italiano es capaz de cantar sin despeinarse y sin vergüenza "la barbacoa". Un "italiano vero". Pues era francés. Vaya.

Que levante la mano el que no lo ha dado todo con "la Barbacoa". Te pueden molar mucho los Coronas que rompen normas y guitarras, una suerte es coreales en el Sol, recordando tiempos de penumbra en el magnífico sótano, cuando no se veía el escenario y la luz era amarilla y el humo empañaba los espacios. Pero también te has entregado con "la Barbacoa", cuya letra, si mal no recuerdo era algo así como "La Barbacoa, La Barbacoa, La Barbacoa, La Barbacoa, La Barbacoa", y suma y sigue. Sólo un genio, italiano, puede conseguir con dos palabras tanto ajetreo. Y baila que te baila, en las fiestas del pueblo, o en las de los amigos. Guateques, fiestuquis y chispunes no lo son sin G. D. No debemos olvidar las tardes de hotel de playa, mientras los adultos colorados y exhaustos tras una jornada de abuso del sol de Alicante, degustan las aceitunas del Martini y debaten el futuro, que ya está aquí; tres pantalones de campana blancos con sus tres chaquetas abiertas mostrando pelo en pecho, baladean canciones de amor y purpurina micrófono en mano. No puede faltar "bailemos el Bimbó, Bimbó, que está causando sensación..." Estribillo tras estribillo. Y la pista se llena. Se anima el cotarro. Las luces de colores iluminan el desenfreno. Y adiós a las conversaciones etílicas.

Sí, nos gustaban los Smiths, ibamos al Rockola y al Rompeolas, al Siroco y valores Honky, y nos poníamos en primera fila con el pelo en cresta en el Parque del Oeste, unas vestidas de negro y con pendientes de plata y pulseras de pinchos y cuero, pero no disimules, con La Barbacoa te quedabas afónico. Cambiabas el agotador baile de subir las rodillas como si no hubiera un mañana, ese ska importado de la grandísima Bretaña, ese baile moderno incomprensible, por un cómodo bailoteo sin normas ni reglas, espontáneo y divertido. Lloramos a los Doors, con sus pérdidas; y la de Ammy, bailamos el lento de los roqueros Escorpiones, pero donde esté un Bimbó, no hay competencia.

Tengo una amiga muy seria que siempre quiso ser chica jaula, de esas que bailan dentro de una, vestidas con un bañador de piel de tigre, los pelos rubios  y naranjas tiesos de laca. Labios carmín y pestañas eternas. Ella es última hora en todo lo moderno; como mi primo, que sabe de música un montón y a veces desconcierta con sus novedades, aun hoy. Tiene tanto que contar que maneja como pinchadiscos interruptus la música en los eventos, de tanto que quiere poner, no hay manera de oír una canción entera. Desde el Jazz a la Bossa Nova pasando por famosísimos desconocidos de Tánger o Misuri, hoy galardonados, absolutos desconocidos por el pueblo llano cuando el Penta era el Pentagrama. ¿Quien toca la guitarra en Misuri? ¿Dónde está Misuri? Ellos siempre por delante de los demás en gustos y novedades musicales. Esos amigos, que son familia, primos, hermanos, y más, de oído perfecto, el que es capaz de identificar la frecuencia de un estímulo auditivo aislada sin la ayuda de un estímulo auditivo referencial. Vamos, que distinguen, de propio, un sostenido de uno que no lo es, un bemol de uno que tampoco, como el tío Pepe. Signifiquen lo que signifiquen los términos octava,  semicorchea, clave de Sol. Que yo de corcheas no entiendo. Esos perfectos oyentes no desdeñan "Carnaval, carnaval" Ni "El chiringuito, el chiringuito"  Saben lo que cuesta, lo que vale, con un par de palabras y tantos acordes levantar el telón y a la afición. Que sí, que nos hemos desgañitado con el Muro, y ese "ojalá estuvieras aquí" ¡Oh! How I wish How I wish you were here. Que Police siguen vivos y los Beatles y Led, Dan, no morirán jamás, que Dire....con su Les boys do cabaret, Les boys are glad to be gay. They're not afraid now. Disco bar in Germany. Les boys are glad to be upon parade now... se anticiparon al mundo, vale, pero que no me quiten "El negro no puede..."

03/11/2021

YO QUIERO SER DESTINO


Yo quiero ser destino. Yo quiero ser ese puerto donde atraques tu nave. Yo quiero ser destino.  Quiero que, estés donde estés, ocurra lo que ocurra, sepas que mis brazos te esperan, dispuestos al abrazo. Yo quiero ser destino y te espero después de las tormentas y de los días buenos, te espero en el ocaso de la vida y en el despertar. Yo quiero ser destino, tanto da que sea de noche o de día. 

Quiero que vengas, y te refugies en mi. Quiero ser tu lugar seguro, donde no tomarnos demasiado en serio, donde charlar por gusto y sonreír y, donde devanar los hilos de nuestra historia y volverlos a hilvanar. Quiero ser parte de tu camino, para ir contigo. Yo quiero ser tu cofre, que tu eres mi tesoro. Quiero vivir contigo. Quiero tomarte de la mano y cuando llegues, ser tu refugio. Que seas el mío. 

Quiero darte los besos que te he guardado. Esconderme en tus ojos, ser cesta de tus sueños. Y que las esporas siembren el monte de templanza y flores nuevas. 

Yo quiero ser las rocas donde rompen tus olas. Yo quiero ser el suelo donde aterrizas. Yo quiero ser maceta donde siembres futuro. Yo quiero ser paisaje de las noches con luna. Yo quiero darte aliento y alimento cuando llegue la hambruna. Yo quiero ser tu nube en el desierto. Yo quiero ser la lluvia en dosis chiquititas. 

En las noches oscuras aún brillan las estrellas. Se encuentran las calles paralelas sin llegar al infinito. Yo quiero ser destino, pa'andar contigo. 

02/11/2021

¿QUÉ ES UN ATAQUE DE PÁNICO?

Sí, me pregunto: ¿Qué es un ataque de pánico? y ¿y uno de ansiedad? ¿Qué significa que algo te de “TOC”? ¿Qué es caer en depresión? Se trata de frases de uso cotidiano. Mezcladas con las muletillas y los tacos que copan el lenguaje, pasan desapercibidas. No se ven las comillas. Se han salido del consultorio, del hospital, de la terapia, y de todos los armarios. Utilizamos esos y otros palabros cuya carga de significado es tan clara como nos es desconocida. Nos suenan, están en el ambiente, encajan en el discurso y se nos cuelan en el discurso de un modo absolutamente superficial. Quizá se tenga una noción, una pátina, el envoltorio de una pastilla. Me preocupa, porque, como siempre, han empezado los más jóvenes a ponerlas de moda en sus diálogos cotidianos. ¿Cómo han llegado a integrar la enfermedad mental, la psicológica, tal si de una espinilla o brazo roto se tratara?

Yo desconozco los síntomas exactos del ataque de pánico o del de ansiedad. No sé cómo es sentirlos, ni falta que me hace. No sé si el corazón acelerado se identifica con tales "malatías". Se nubla la vista, ¿qué ocurre? Que se lo pregunten a un diagnosticado. Ni mijita de gracia les hará que se banalice algo que es tan horrible. Por algo tendrá ese nombre, no da susto, no, ¡da pánico!

Con igual trivialidad oigo hablar del TOC, los chavales ahora tienen TOC cuando alguien deja el tapón del champú o el mistol sin cerrar, cuando se les olvida su boli favorito o no tiene capuchón el BIC, dramas de ese estilo. Entran en depresión si se agota una prenda que querían comprar, no les funciona el/la wifi o no hay cobertura para el móvil. Les angustia y sufren del corazón, se llevan lo mano al pecho para constatar la aceleración, si se quedan sin tipex o que no les cabe en un folio una redacción.

La frivolidad con la que se despachan todas esas enfermedades, mentales, muchas de ellas y graves en grados variables, pero nunca desdeñables, no deja de pasmarme.

Ahora te confundes de calle y tienes dislexia, te olvidas de algo y sufres Alzheimer, te gusta la mesa de trabajo ordenada y eres obsesivo. Cuidadito con las etiquetas y con minusvalorar la mente. La venganza se sirve en plato frío.

24/10/2021

CASARSE CON UN MONTOYA

Los que no conocen a los Montoya, no saben de lo que hablo. O sí. Es muy fácil de entender. Los Montoya son de otro planeta. A pesar de la edad que cumplieron unos y otros siguen cumpliendo. Los Montoya son todos listos y guapos y tienen sentido del humor. Y lo más importante, se quieren sin condiciones. Se lo pasan bien juntos. Les caracteriza la insensatez y la bondad. Para los Montoya no existe la crítica, son los mejores. Pasa palabra.

Las cuñadas tenían que ser muy especiales, porque los Montoya lo son. Así es que, fueron tres segovianas (dos de ellas hermanas) y una de Ávila las que ocuparon ese lugar. Mujeres bandera.

Querida tía Teresa, como mujer de un Montoya, tienes mucho mérito. A veces parece que no ven la realidad. Ese estoicismo castellano que los caracteriza, aparentan que no sufren dolor, ni sienten, ni padecen, como que todo les cuadre, que no necesitan de nada; es incompatible con lo material, con el día a día. Una científica como tú, Teresa, que atomizabas la vida, que simplificabas lo más complejo en lo más sencillo, que resumías enigmas en sentencias, que analizabas uniones y conexiones; y te lo sabías tan bien, que eras capaz de contarlo, enseñarlo y que otros lo aprendieran. Cruzabas los brazos en la espalda, como gesto de recuerdo a esos momentos de cuidar exámenes. Cruzabas los brazos en la espalda para mirar al fondo de las cosas, para embargarte en el horizonte, para despedirte.

Querida tía Teresa, fuiste capaz de estar unida a ese globo que flotaba en el aire, que era Felipe, con su juerga, con sus ideas, con su alegría, con sus disparates, con sus bobadas. El tándem perfecto de volar, unidos al suelo todo el rato. La libertad del amor llenando el aire y el tiempo. Juntaste el humor con la vida. Te reías cada vez de las mismas tonterías, como si fueran nuevas. Aceptaste los chismes, el violín y los engranajes, la maleta entera con la que llegó Felipe. Escuchabas interesada las anécdotas que no viviste hasta hacerlas tuyas, porque eras la única que de verdad las recordaba. Apuntabas detalles en el relato a la memoria que se nos escapaba. Porque estabas atenta a todo. Porque absorbías la vida a bocanadas. Porque brindabas cada vez. Porque tu sensatez y tu cordura hicieron feliz a Felipe y nos hicieron felices a los demás Montoya.

Querida tía Teresa, eras motor en la vida de mecanismos que construyó Felipe.

Querida tía Teresa, has rebosado vida. Has pasado deprisa. Has viajado y has visto, deprisa también. Desordenada y lista. Espontánea, alegre y analítica, con esa capacidad de entender las vicisitudes, de razonar sobre lo que ocurre, lo que está detrás y con cautela exponer lo que casi pasaba desapercibido, lo que un Montoya nunca hubiera nombrado. Eras un cofre de nuestra historia.

Querida tía Teresa, no entiendo cómo has podido marcharte. La pandemia separó a muchos, a mí me juntó un poquito más a ti. Ambas habíamos perdido lo que más queríamos. Me sentí arropada por ti, comprendida, empujada a vivir. Gracias Teresa. Gracias por tu generosidad, por permitirnos, a esta panda de Montoyas, formar parte de tu vida. Gracias por aguantarnos, gracias por reírte, gracias por recordar, gracias por anticipar, gracias por todo.

 

20/10/2021

HAY GENTE QUE TE ABRAZA Y TE REINICIA

Hay gente que  te abraza y te reinicia. Recuerdo algunos abrazos especiales. 

Abrazos famosos son los de Genovés. Su cuadro, El abrazo, siempre me puso la carne de gallina. El poster de Novecento para mi es una suerte de abrazo, a la nueva manera de vivir, de despedida de un siglo y algunos fantasmas. 

Son otros los abrazos de colegas, con palmadas en la espalda, algún taco ensalzador de virtudes y cachete en la mejilla. Son propios de los hombres, y son fenomenales. Rezuman alegría.

Abrazos a los padres, abrazos de los hijos, abrazos a los hijos. Son todos diferentes. A los padres de alegría, de calor; de los hijos cuando te ponen la carita pegada a la suya y se estrujan los mofletes con una sonrisa que se sale de la foto del recuerdo. A los hijos cuando tanto lo necesitan y se dejan, ese momento en que quieres hacerte cargo de todo lo malo, de lo que les ha ocurrido y lo que está por llegar. Quieres suspender sus exámenes, que se enfaden contigo sus amigos, que te dejen a ti sus novios. Quieres con ese abrazo romper el futuro incierto y darles la felicidad para siempre. Quieres poder estar ahí siempre para protegerles, para cuidarles.

Abrazos que te reinician, en público y en secreto. Momentos en los que el cuerpo del otro se hace tu refugio, donde sabes que estás a salvo, puedes dejar tus sales en su solapa, en su camisa. Te aprieta contra él con la seguridad que tiene de que todo va a ir bien. Que los nubarrones se disuelven en cualquier amanecer. Y te dice que va a estar ahí. Y tu lo sientes grande sin hacerte pequeña. En sus brazos descansa tu historia un momento que dura toda la vida. Eres un rato el niño que ya no eres, dejas de tener miedo aunque sea un instante. Se enciende una llama al final de la oscuridad.

Tengo presente tu abrazo de noviembre.  Llenos de huesos los dos y yo de pena. 


19/10/2021

ME ENAMORÉ DEL PACIENTE

En cuanto le vi supe que era el hombre de mi vida. Y eso que verle lo que se dice verle, no era fácil. Entre las lágrimas que bañaban su cara, lo gacha que llevaba la cabeza y el gesto de encogimiento y dolor del conjunto, casi no se adivinaba si era hombre o sombra. Pero era hombre.

A través del abrigo que arrastraba por las escaleras, se intuía un esqueleto mudo y helado. La desazón y la pena rezumaban de la silueta. Un halo de pesadumbre patinaba su visión. Y yo soy muy de enamorarme. Él no lo sabe. Bajamos juntos, nos abrimos la puerta el uno al otro. Yo sostuve la del portal y él elevó la mirada con sorpresa y agradecimiento inesperado. Me vio. Había olvidado que existen personas fuera. Su dolor no le deja ver nada más que su ombligo colmatado de pelusas. Sus ojos turbios no le permiten diferenciar el día de la noche. Su vida entera se ha convertido en un infierno del que ni siquiera quiere salir.

Y yo me enamoré. ¿Porque vi en él la redención? ¿Porque está más triste que yo? ¿Porque creo que le puedo salvar? ¿Porque pienso que así yo me curaré? ¿por qué? ¿Para salvarle? ¿Por qué?Porque conseguí que me mirara. Y yo he estado allí. No sé si he salido. Pero he estado en ese sitio en el que no se sonríe nunca. He vagado por esos pasillos grises donde todo es igual. Conozco el lugar. Sé que cualquier mano es bienvenida.


18/10/2021

EL GRUISTA

Si usted ve a un hombre parado en medio de la acera, con una consola colgándole del cuello, bien abrigado si es invierno, y mirando al cielo, preocúpese. No se trata de un friki ni de un pirado. No es un asalariado de la NASA manejando drones que nos controlan. No es un agente enviado por los extraterrestres para preparar un aterrizaje inminente y consecuente invasión. No.

Es un gruista. De las personas más importantes de una obra. Discretos por lo general. Se conocen las intrigas de la construcción, el camino más corto para llegar de un extremo a otro, de la bandera a los sótanos. ¿Ve usted ese edificio que tiene sembrados contenedores alrededor? Sí, son las casetas de obra. Mire hacia arriba. ¿Ve lo que hay? Esa torre metálica a 70,00 m de altura es una grúa. ¿Que cómo ha llegado ahí? Esa es otra película, cuyo protagonista es el mismo personaje. Ese señor que mira para arriba y que parece inofensivo, que lo es, es el gruista. Ni se le ocurra intentar despistarle. No lo va a conseguir.

Esas planchas de acero que bajan de manera mágica, esa caseta, ese montón de hierros, ese palet lleno a reventar, lo está manejando él. Con su pinganillo escucha lo que ocurre arriba y con su consola dirige. Tienen algún lenguaje de signos quizá, pero a veces van a ciegas, y a cierta distancia no hay signo que valga. El gruista se podría decir también que practica el escapismo. En un momento está a cota cero, y al siguiente, sin que nadie se dé cuenta, ni sepa por dónde ha ido, aparece en la coronación, de la presa, el edificio... Hacen magia con precisión.

17/10/2021

CARMEN NO MOLA

Lo siento pero no. Carmen Mola no Mola nada. Me parece genial el anonimato, estupendo usar pseudónimos; pero suplantar a un escritor por un equipo no me gusta nada. Todo lo entiendo menos mentir. Me siento engañada, estafada. 

Me he leído los libros. Sí. A toda mecha. Sí. Alguno un poco excesivo en la violencia. También. ¿Me han gustado? Pues ahora ya no sé qué pensar. Primero porque se me han olvidado prácticamente. Segundo, porque estoy enfadada y me parece tan feo lo que han hecho estos tres guionistas, escritores, amigos; que el criterio se me nubla. Y no soy objetiva. Además, sospecho que todo es un súper producto de marketing, que  incautos lectores hemos sido manipulados por algún lobby de poder o por una cadena de televisión para consumir un producto. Al cabo, ciertos poderes nos han manejado cual marionetas. Me fastidia. Nos han hecho intrigarnos por una autora con pseudónimo, comprar y leer sus libros. Además, tenía que ser una mujer, más tirón violeta. Los libros en primera fila, promoción en radio, en las librerías, grandes carteles anunciadores. Vinilos en las patadas de autobús. Y tercero, como tengo muchos registros, a lo mejor mañana alguien me suelta un elaborado discurso y suavizo mi postura. Por todo eso no sé si le han gustado o no. Me leeré "La Bestia", porque soy facilona. 

Los libros de Carmen Mola son libros sin huella. Son historias que enganchan, pero no marcan una diferencia. No hay un antes y un después de leer "La novia gitana", ni "La Red Púrpura" ni "La Nena". Son historias absorbentes, con fuerza, que hipnotizan, sí. Yo he borrado el argumento de modo intencionado. Es que no merece la pena reservar RAM para cosas que no son importantes. Hay que dejar hueco para lo esencial, lo Invisible a los ojos, como decía el Principito. 

El propósito de los libros de C. M. es el impacto, desarrollar una malla de intriga, atraer al lector con el suspense de la trama y quizá ser argumento de una serie o una película policíaca. ¡ ¡Qué mal pensada! Sólo porque dos se los autores son guionistas de televisión, de series de televisión. 

No son libros para pasar  a la historia. Al menos desde mi punto de vista. Están bien escritos, son correctos. Es una literatura ágil y sencilla de leer. No es fácil conseguir eso. Es pulcro el estilo, sin fallos. Te conozco el trabajo bien hecho. 

Pero no vale.  A mí me da igual que detrás de Carmen esté Felipe o Teresa. Lo que me parece un timo es que haya un equipo. Y encima se llevan el Planeta. Yo no soy Juez, por tanto no tengo que saber cómo para darme cuenta del fraude. Pero los jueces de Planeta sí que tienen que saber. En una serie de adolescentes, Merlí, hacen algo parecido, se presenta un alumno a un premio cuando en realidad es toda la clase quien ha escrito el poema. Viendo la serie no me pareció un timo. Era un poema. Pero un libro entero, con todas sus páginas, con la devoción que se siente por el autor, que organiza la novela en su cabeza, con sus fichas; que se quita horas de dormir, que teclea y teclea...Que corrige, que afina. ¡Y resulta que son tres! Tan contentos se les ve recogiendo el premio. ¡Olé!. Dicen en el periódico que ha estado muy repartido el Premio Planeta, como la lotería de Navidad.¡Nos ha fastidiado! Como que son tres autores, la misteriosa Carmen Mola, ¡que no! Ya no más. Seguro el libro será entretenido. Pero creo que éste es un punto de inflexión para mí. Ha perdido la magia el autor. No creo que nadie haga una crítica, al revés, como pertenecen al gremio, ellos amasarán consecuencias y se regodearán en el espectáculo. Solo espero que una vez revelado el secreto no vuelvan a engañarnos y tomarnos el pelo. De todas formas, culpa mía, por esta afición a la a novela policíaca. Algún defecto tenía que tener (yo) Jejeje.