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30/09/2022

A TAMARA TAMPOCO LA DEJAN LLEVAR MINIFALDA


Con perdón, pero los huevos que tiende Tamara  son cuadrados. Y de tamaño, mayores que los del ínclito  caballo. Por tanto, le aplica lo atribuido a la ex primer ministro, Margarita, la que ocupaba el número 10 de famosa calle londinense. Es verdad que por sangre y cuna, tablas le sobran. Pero es que tiene gracia la "joia". Y ese humor denota una alta dosis de inteligencia. Se ríe y se explica a su manera, con mucho arte. De tonta no tiene nada. Desde cómo cuenta un viaje con su padre en un vuelo chárter donde le pierden las maletas y el marqués tiene que ir a una reunión sin calcetines, hasta la manera de referirse a sus múltiples padrastros con el apelativo cariñoso de tío, narra las cosas con una frescura que resulta más que sorprendente. Provoca en el espectador, y en quien le escucha un batiburrillo que sustituye el desconcierto inicial con una suerte de atracción. Como si de un imán contra en su relato. Que te cae bien, vamos, te hace de su bando, quieres ser de su pandilla.

Yo me había resistido a Tamara. ¿Prejuicios? Creo que no. No tenía argumentos para mí juicio. Yo hablaba de oídas. Incluso obvié  la confesión de un amigo ajeno al mundo rosa, que por azar quedó enganchado a un documental de la de Griñón. Venciendo su sorpresa inicial, y su reticencia. En mi caso quizá sea por culpa de su madre. Y es que esa mujer, que era capaz de levantarle el marido a cualquiera, a mi me causaba un cierto rechazo. Ella lo llamaba enamorarse. Bueno. Cuando se caso con Julio, vale; cuando con el marqués, vale. Dicen que Julio le encargó a Perales  la canción de Y cómo es él...cuando le abandonó por fin la filipina. Hasta ahí  bueno. Pero cuando enamoró al ministro, la cosa se volvió seria. Y no porque fuera ministro. No. Porque era Boyer.  Si hubiera enamorado a Felipe o a Guerra no me habría llamado la atención.  Pero Boyer, con sus gafas de concha y su seriedad  su porte. Jo. Palabras mayores.  Recuerdo la cena en casa esa noche. Mi padre. Mi padre que enamoraba a propios y extraños con su voz, su paciencia, sus historias, su paciencia, su voz, dijo, bueno, es que es mucho la Preysler. No se como la calificó. Solo le recuerdo hablar así de otra señora tremenda a la que su marido regaló un collar de diamantes. Ante la sorpresa del sector femenino de la familia, él defendió el mérito de la homenajeada. Nunca lo entendí. Del enamoramiento con Mario, escritor de familia y discurso de Nobel, con agradecimiento a la esposa cornuda incluido; de este enamoramiento poco se habla.

Pero esta Tamara, que suelta sin que se le escape una lágrima, que su novio debe ser político, por lo bien que miente. Y se parte. A la semana de que fuera declarada públicamente cornuda. Quizá la voz se le quiebra por momentos, pero el temple no lo pierde. Y no olvida dar las gracias. Tiene mérito. Por muchas tablas que tenga. Ya puede ser marquesa e hija de la mujer más seductora del planeta. Tiene mérito y gracia. Que le pedía a Dios una señal, que le dijera si era o no, él, el hombre de su vida. Pero no esperaba que la señal divina fuera televisada. Las risas del público son de simpatía y agradecimiento. No ha dejado hueco a los buitres de la desgracia ajena. Sueltaen un silencio que no tiene planes para junio, la anulada fecha de la boda. Que está libre. Será una actriz, será profesional, sí será, pero de las buenas.  Porque torres más altas han caído.

26/09/2022

WAY OUT

 


El one way o que todos los peajes se llamen toll ha hecho mucho daño a nuestro aprendizaje del idioma inglés.
Pero  ¿Se puede saber por qué se pone éxit en las salidas? Yo pensaba que era de procedencia inglesa el vocablo. Que venía, portado por un viajero que había visto mundo  y cruzado las barreras que el mar y el miedo imponen y por conocimiento del idioma inglés había sugerido tan escueta acepción,  tan breve y simple  conjunto de letras para resolver dudas de desorientados en estaciones de tren, metro, autobuses,  colegios  y centros comerciales.  Ayuda indispensable en caso de incendio, derrumbe, crisis o terremoto. Pero resulta que no. 
Una de las sorpresas con las que uno se encuentra cuando viaja, es la llegada a suelo británico. Si se vuela es inmediata. En el aeropuerto, la palabra que sabes que te va a servir, aunque no tengas ni pajolera idea de inglés es "exit". Sí,  exit es salida. Lo tienes claro. Clarinete. Pues no.  Resulta que no ves un solo cartel que indique exit. ¿Y por donde se sale? La posibilidad de preguntar esta descartada. Estás oyendo un murmullo incomprensible y en el avión no sabías si anunciaban turbulencias o que ibais a aterrizar. Ni te lo planteas. Seguir a la masa es la única opción. Y resulta.que en todas las salidas ves un cartel que indica way out. ¡caramba, que coincidencia! ¿No habrá.pasado por aquí don Rodirgo? Así  que esto es como El one way  de nueva York o que todos los peajes se llamen toll. Ha hecho mucho daño a nuestro aprendizaje del idioma inglés. El uso arbitrario de términos importados decidido por las fuerzas oscuras.  Sólo nos falta ahora que push no sea empujar ni pollo tirar.  Con razón no se abría la puerta el otro día.

 

24/09/2022

ROGER EL ELEGANTE

 

En la despedida del maestro en Londres, todos hablan la elegancia de Roger Federer, tanto en el juego como en todo lo demás. Es cierto que parece hecho de otra pasta que el resto de los tenistas. También es que tiene mejor gusto y una percha estupenda. Y que es más guapo, que todo hay que decirlo. El buen gusto,  y que no es daltónico, se nota hasta cuando va de uniforme; siempre hay un detalle que marca la diferencia,  el calcetín,  las zapatillas, el largo del calzón, el cuello del polo o la camiseta, o la manera de recogerse el pelo con cinta o gorra. Y sus gestos en la pista, su posición cuando espera el saque, cuando va a sacar él, cuando se esconde en dobles detrás de la red, para que saque su compañero. Mientras otros adoptan posturas extrañas donde se aprecia tensión, una cierta artificialidad, preocupación, músculos a punto de estalla, a él le sale como natural. Parece que es sencillo, que lo lleva dentro, que es así como debe ser. A todo le acompaña una elegancia innata y cultivada.

Además, cuenta con un imán y es que su mirada profunda, como la de Fabián, un amigo que se fue. Los ojos atrás, tan lejos, que casi no se ven. Con sus cejas pobladas queda una banda de sombra y oscuridad en su rostro. Es una especie de incógnita que se despeja cuando sonríe. Se le frunce la cara entera, se le llena de arrugas, los ojos se esconden un poco más, entre tímidos y divertidos, casi cerrados. Parece que se ha encendido la luz. Federer sonríe mucho y da gusto. Tiene mirada de miope, directa y firme, aunque un poco vergonzosa.

 

En el juego, él no hace gestos feos; solo, para celebrar los puntos ganadores: aprieta el puño o levanta las manos con los brazos en uve como el hombre de Vitruvio de Leonardo, de proporciones áureas. Él sí que es áureo. Juega como un profesor, sin perder nunca la técnica, atento al detalle, ralentiza el movimiento a más de 150 km/h, ese saque de libro, ese revés sujetando ligeramente la raqueta con la zurda para abrir en ángulo llano el tiro. Juega limpio, abierto. Federer juega de manera que la raqueta parece una prolongación de su brazo. No tiene tics ni manías, solo dar la vuelta a la raqueta mientras espera, que parece fácil. Nunca da golpes a “la remanguillé”. De esos que parecen que van a descoyuntar algún miembro del jugador; que, si se le saliera un hombro, no sería de extrañar. Brazos retorcidos, tropezones, tobillos en quiebra por intentar llegar a una bola con resbalones y posturas imposibles. Eso no le pasa al suizo. Da gusto verle jugar, no te duele nada. De tan buena facha que tiene, que no la estropea ni sudando, que no le cuesta, vamos. Algún secreto tendrá. De todas formas, como dice un amigo mío mucha pena nos da ahora pero bien que nos metíamos con él cuando hacía sufrir a Nada.

 

Este torneo de maestros me ha cambiado la idea que tenía de Djokovic.  El entusiasmo con el que anima al equipo europeo contrasta con la frialdad inglesa de Murray. Murray se pone nervioso y serio. Y Novak, como un niño, animando, dando consejos y saltos de emoción, sonriente. Contagia al banquillo entero, desde el joven Casper, conocido noruego, hasta el noble anfitrión pasando por el alemán de Alemania, Borj y el toro italiano.

 

Eso sí, poco se habla de los recogepelotas. ¡Qué tensión madre mía! Hasta en eso es majete Djokovic, que se acerca a ellos con la raqueta plana para que le dejen ahí las bolas, tres, se guarda una, deshecha otra y saca.

 

Para su último partido como profesional, Federer eligió un dobles con Nadal, se hablan tapándose la boca para hacer estrategia. Detrás de las bolas habla Rafa y de su muñequera Roger. En uno de los puntos ha habido que revisar el reglamento por esa bola que ha dado Roger, que ha colado por un agujero entre la red y el mástil que la sujeta. El propio McEnroe se echa las manos a la cabeza ¿Pero eso vale? Aún se veía la red moviéndose, como si hubiera hecho canasta el bueno de Federer.

 

Roger tenía que ser suizo, con precisión de reloj juega. No se le arruga la camiseta . Se agacha cual velocista mientras saca su compañero. Partido empatado hasta el final. Salta la red el contrincante para felicitar un punto al equipo europeo. Hay alegría. Da igual quien gane. Pero hay que ganar. O perder. Es un torneo especial en el que rivales habituales juegan en el mismo equipo. Europa contra el resto del mundo. Olé.


23/09/2022

LOS HIGOS

¿Se puede saber qué pasa con los higos? ¿Se puede saber qué concho pasa con los higos?

Hasta hace cuatro días comer higos era una excentricidad. El higo: Ese fruto que confunde su color con la hoja que lo envuelve. Ese camaleón de un árbol discreto. De pronto aparecen higos en todas partes. Se vuelve actor principal. Protagonista del maridaje y la degustación. En los bufets y bufetes más pijos se ofrecen mermeladas de higos, higos como fruta en posición de honor, ensartados en palitos de diseño junto con otros productos tropicales de iguales propiedades diuréticas o medicinales, afrodisíacas o asertivas. Hemos pasado como siempre, sin solución de continuidad, del ¡Anda, mermelada de higos!, ¡qué rico!; a que encontrarla amontonada, cual baratija, en versión marca blanca en todos los hipermercados.

La famosa expresión, "de higos a brevas", relacionada con cosas que ocurren de tanto en tanto; era, hasta hace bien poco, no mucho más que una frase incomprendida para una gran mayoría,  que no digo yo que no hayan trepado a una higuera, es que no la han visto nunca. Esas higueras de tronco robusto y de caprichoso en su crecimiento, hojas anchas verde mate, copa acogedora para disfrutar de la lectura o la confidencia en las tardes de estío. Ese olor que envuelve y acompaña al calor de la higuera, mitad dulce, mitad misterio. De higos a brevas. Me fascina que un mismo árbol de dos frutos diferentes. La higuera, que poco pide y aporta generosa sombra. Y es que la higuera tiene, “qué sé yo, que solo lo tiene la higuera”.

Los cocineros de prestigio sugieren el higo combinado de cualquier manera para entretener el almuerzo. He visto hasta un sándwich de higo con nutela, que no digo yo que esté malo. Las tartas de queso más exquisitas han sustituido la mermelada de arándanos por la de higos. Bizcocho de higos, higos con chocolate. Una de mis tías favoritas, al melón con jamón, le añade higos, que le encantan. Y queda precioso. El marrón glacé va a ser sustituido esta Navidad por el tesoro que de la higuera nace. Higos confitados, en almíbar. Le dice mucho el higo al queso, he visto un baklava (signifique lo que signifique) con queso de cabra y confitura de higos; ensalada de rúcula con nueces, queso de cabra (otra vez) e higos. Estofado de carrilladas con salsa de higos. Olé. Eso en un bao tiene que ser para tomárselo de rodillas. Filo de queso Idiazabal e higos; flan de nuez, higos y queso de cabra; mousse de higos; por supuesto, pan de higos, pato especiado con higos, un sofrito a base de garbanzos, higos, cebolla, ajo y vinagre de Módena, para acompañar a una pasta. Mezclado desde con pistachos hasta con puerros y calabaza. Y todo tipo de helados, panacota. Es un comodín. Se ha descubierto el jóker de la alimentación. Con propiedades nutritivas fantásticas.

Para mí los higos son: Zújar y mi abuelo y la higuera, y mi madre. Mi madre y su cocina, fiel reflejo de su carácter, mujer sin filtro. Cocinaba por intuición, porque le gustaba comer y con el ojo clínico con el que todo lo vivía. De pequeña me enseñó lo que era el turrón de pobre. Sabía de mi tendencia a la imaginación. Yo inmediatamente me sentí la esposa de un pastor, desayunando al amanecer de un día de Navidad, antes de que nos pusiéramos la familia entera casa de la pradera, a acometer las tareas que el campo o el rebaño nos pidiera en ese día de frío. Niños correteando por la cocina recién fregada y uno en el regazo. Hogar al amor del fuego. Para los que no somos especialmente aficionados al dulce y sí a las historias, es un descubrimiento. Se trata de un bocado perfecto, un higo seco, se abre, y dentro se mete media nuez. Un lujo. Los higos son fruto denostado ante la preciada ciruela o la pasa arrugada como ella misma. Comer higos era de gente de pueblo. Resulta que va a ocurrir como con los percebes, que los usaban de abono y ahora son solo bocado de lujo. Por cierto: hambre tenía el que se comió el primer percebe. Porque de aspecto son cualquier cosa menos apetecibles. Sin embargo, un higo, tiene su gracia, engorda en el árbol, madura. No es tan feo.

Me pregunto si el recién coronado mejor chef del mundo mundial, el español Dabiz Muñoz, ha pensado ya qué hacer con los higos, eso sí con su toque propio a humor oriental, y aroma especiado de calles llenas en el corazón de los mercados del Asia profunda. Almizcle, comer con las manos, humores y grasas. Gentío.con sabor a curry de colores. 


22/09/2022

INCRUSTADO GPS

No sé si me pasa solo a mí. A veces las pequeñas miserias con las que uno se siente solo en el mundo; resulta, que las cuentas  y es el pan nuestro. Pero el miedo al ridículo, a abrir la boca y escuchar una carcajada o, lo que es peor, cruzar una mirada gélida con tu conseguido escuchante, paraliza la espontaneidad. Ese temido: ¿De qué habla esta?. Es el maldito qué dirán, y el pudor, que nos dejan solos con nuestras cuitas, para que con ellas nos entierren.

Todo esto lo digo por lo que me ocurre cuando voy sola en el coche, yo, que he nacido con el don de la desorientación, gen que es posiblemente paterno, pues mi padre siempre se dejaba guiar por mi madre. Hay que decir que mi madre no conducía, por lo que sus indicaciones tenían el ritmo y cadencia  acorde  con la velocidad de peatón o como mucho "biciclista", porque le encantaba montar en bici. Cuando no iba con ella, recurría a ciertos trucos; uno de ellos, súper práctico, era pasar por el Hospital, el de mi madre, desde ahí todo era más sencillo. Por mucha vuelta que diera. Teniendo en cuenta la ubicación del Hospital  de la Princesa, en Madrid (antes conocido como Hospital General del Estado) se entiende el disparate. Porque no es la plaza mayor, no. Pero a él le servía. Es como vivir en Segovia y tener que pasar por Corpus o la plaza de la Merced, para ir a cualquier sitio, ya sea San Miguel, San Esteban o el Azoguejo. Él usaba su referencia, que se permitió ampliar con las casas de amigos y parientes y las hijas. En el monte jamás se salía del camino. 

El caso es que, para mí el GPS, navegador, Google maps, ha sido una bendición, el invento del siglo. Ya nunca estaré sola. Se me han enfadado pilotos, siendo yo copiloto, porque era incapaz de saber si babor o estribor. Babor izquierda, estribor derecha. Me confundo en la brújula, no me entiendo bien con los puntos cardinales.  Por eso soy feliz con el GPS. Lo pongo, aunque sepa cómo ir, me reconfortan sus instrucciones y esa masculinidad pausada con la que me indica. Esa insistencia discreta,  en la rotonda tome la primera salida. Gire a la derecha. Sus pequeños errores, como llamar a la nacional VI, la ene uve i. Me hacen gracia. Ya he conseguido que me tutee. Dentro de nada me llama por mi nombre. Me aporta una especie de calma, de seguridad extra. Será para compensar mi baja autoestima. Será. Objetivamente tiene sus ventajas, en caso de conocer el camino: Que si un accidente con su recomendación de ruta alternativa.  Que si una gasolinera cercana o un restaurante que me ha entrado el apetito. Aquí Repsol y la siguiente Campsa o Galp. Cositas. Lástima no poder interactuar para darle las gracias. 

Eso sí, es llevar a un hijo al lado y esa sensación de que se va a ocupar otro es una simple ilusión. Introducen con destreza (lo hago yo, mamá) la dirección en el teléfono o en el navegador del coche y es su última implicación en el camino. ¡Buen camino! Cambian inmediatamente de actividad y pasan al auto encargo de poner la música, por ejemplo, para lo cual bajan el volumen del navegador. Miran, que no siempre leen, sus mensajes y a veces, que no siempre, contestan. Comprueban sus redes sociales, vídeos de tic toc. Si tienes suerte, te dan conversación y charlan. Siempre atentos a llamadas y otros estímulos a través de su teléfono. Tengo que contestar. Ese momento suele coincidir con una bifurcación, con una glorieta de siete entradas y salidas, con un cruce endiablado, la decisión peaje o no peaje. Ahí, si la fortuna te sonríe con la cobertura, suele ser el punto en el que tu hijo atiende una llamada.

Tú has advertido que no sabes ir, que te avisen y estén atentos. Ellos comprometidos afirman con seguridad: Yo me ocupo. Pero una cosa es lo que dicen y sus buenos propósitos, y otra lo que hacen. Y no hay maldad ni desinterés en su conducta. No. En primer lugar, los hijos cuentan con que los padres saben el camino. Lo conocen en sentido real, pero sobre todo en sentido figurado. Por ese don que te atribuyen, como padre, autoridad, no pueden ni imaginar que realmente les necesites para llegar a ninguna parte. Piensan que es más bien un deseo de implicarles,  de hacerles partícipes de una responsabilidad o un logro en cuanto a llegar a destino. Y mucho menos después de haber hecho el paripé de meter la dirección en el cacharro correspondiente. Es como si el coche tuviera unas instrucciones incrustadas en su alma artificial. Da igual si estás haciendo la ruta de todos los días, como si te has trasladado a Camberra, capital, sí, de Australia, y tú te diriges a Sídney, donde disfrutará un año durante su vida de estudiante. Magia con precisión.


21/09/2022

MIOPES AL PODER

Los miopes somos de dos tipos; los primeros pertenecen  a la rama antipática, que mira con ojos de no ver. Hay quien se ofende con ellos, les tacha de maleducados, obvian su incapacidad. Es una minusvalía muy poco considerada por algunos. Y la otra es la rama imprudente, que saluda a todo el mundo. 
Yo pertenezco a la segunda. Decidí ponerme gafas el día que, queriendo coger el autobús 21, me subí al 53. Para quien no viva en Madrid, semejante confusión es un drama. Supone que te vas a la Puerta del Sol en vez de a Moncloa. Total, nada. Para unas prisas. No es que antes no hubiera apreciado que tenía problemas de vista. Fruncía el ceño ya de niña. Y me sentaba en primera fila. Pasé por empollona y enfadada gran parte de mi adolescencia por no confesar abiertamente que no veía tres en un burro. Mi madre, que nos creía perfectas a las hermanas, ni siquiera barajaba la posibilidad de que una de sus hijas fuera miope. A mí no ha salido, desde luego, que yo tengo una vista estupenda. 

Me han pasado un montón de anécdotas con esto de no ver.  Desde meterme en un coche que no era el mío, con mi hija y sus amigas al recogerla del cole; o más atrás en el tiempo, con mis propios amigos, sorprendida de que no arrancara, por algún motivo que desconozco, conseguimos abrir la puerta. En la playa he recorrido quilómetros hasta encontrar a mi familia, yendo y volviendo, hasta que un alma caritativa me hacía un gesto, pensaban que quería seguir andando. O no me echaban de menos. A saber. Cuando estudié en el extranjero, ya me dejé las gafas fijas. Antes las usaba solo en clase. Me di cuenta de que no oía bien sin ellas, y entendía peor. Un día, en la oscuridad de un pub, al volver del baño, me senté en las rodillas de un chico, desconocido. Creí que no había nadie. El susto que me di cuando se empezó a mover fue morrocotudo. No fue inmediato. El chaval se debió quedar tan alucinado de que me hubiera sentado encima de él, que hasta que no empezaron  a darle calambres no se movió. Un día, por el pueblo, cuando alguien nos presentó,  él dijo: yo te conozco, te sentase en mis rodillas. ¡Madre mía!

Hoy tenía cita en una clínica para operarme de la vista. He ido andando, por si me hacían alguna picia, poder volver de manera independiente. Casi en la puerta veo una cara conocida, cosa rara en mí. Un compañero de trabajo de nombre poco común, Baltasar. Le llamo por su nombre, no se inmuta, pruebo otra vez. Me mira. Le planto un par de besos post pandemia, sonoros, cogiéndole con confianza del brazo. ¿Qué tal? Bien. Yo: Vengo al médico. ¿Sabes que me pusieron una multa? El: ¿sí? Yo, por lo de Aranda, una faena, por ir demasiado despacio.  No sé qué voy a hacer. Era un tema de trabajo. ¿Cómo lo explico yo a la guardia civil? Él comprensivo, asintiendo a todo y sin dejar de sonreír. Se ha quitado, educado, las gafas de sol. Yo empiezo a sospechar que no sé con quién estoy hablando. Pero he comido lengua, le sigo contando, simpática y dicharachera.  Cuando le permito meter baza me dice que como tiene la oficina  en Ortega y Gasset, va dando un paseo desde casa. No es Baltasar, no tengo ni idea de con quién llevo diez minutos charlando. Nos despedimos en el mismo tono afable y amistoso. No tenemos oficinas en Ortega y Gasset. ¿Ortega y Gasset? ¿Pero de qué pueblo es? Este chico o no es de Madrid o es de después de Franco,  de democracia pura. Porque los de mi quinta a Ortega y Gasset le llamamos Lista, por brevedad y nostalgia de la niñez. Pero no es Baltasar. Paradójico que vaya a que me vean los ojos. Lo mejor: ¡están perfectamente graduadas las gafas! Pero eso no lo sé hasta dentro de un rato. Ahora estoy en modo tierra trágame. Entro en la clínica y no sé si reír o llorar. Como voy sola escribo a mis compañeros de trabajo que se tronchan. Baltasar hoy está en una reunión en Berlín. No era él.  

Resulta que los miopes somos el futuro. Siempre he pensado que la evolución no debería haber permitido la miopía. Que en la prehistoria el hombre que no veía de lejos, era hombre muerto. Que estaba diseñado para atisbar, para la caza, la larga distancia, el alistamiento. Al cegato, el antílope se lo zampaba.  Punto. Posibilidades de supervivencia, mínimas.  Extinción segura de los portadores de tal gen, si es que de un gen se trata ser miopes. Y así fue, me explica la fantástica médico que me atiende. Es la primera vez que verbalizo eso y no me toman por loca. Pandemia de miopía.  Somos los mejores. No sé yo.


17/09/2022

Y QUE VIVA L'ITALIA

 

La esencia de Italia se olvida con el estómago. Dicen que al hombre se le conquista por ahí.  Ni idea. Lo que ocurre en Italia cualquiera que sea el destino, las coordenadas; es que el caos, el desastre se borra a la hora de la cena.

Aeropuerto de Livorno. Vuelo de British Airlines, gestionado por Lufthansa. Un suponer. Proveniente de París. Arrivo a Livorno con 15 minutos de antelación debido a la destreza del piloto. La ventaja se diluye en la espera de pista. Se convierte en retraso debido a que el personal del aeropuerto que se encarga de bajar las maletas que nos han obligado a entregar para guardar en bodegas dada la estrechez del aeroplano, el personal está en la pista equivocada, llega el equipo de fútbol local y han acudido dar soporte después del último batacazo en la liga. Por fin el pasaje desembarca en la terminal.

Después de recoger las maletas de la cinta sin retraso todo parece que se reesquedula y vuelve a su orden. La familia se dirige al mostrador de MKINA. Nombre inventado de una compañía de alquiler de coches. Aunque la señalética es deficiente, funciona muy bien el boca a boca. Enseguida cualquiera que haya reservado un coche sabe a dónde debe dirigirse. El estilo mediterráneo de la comunicación funciona sin Wifi.

Hay 15 compañías con sus 15 mostradores que se dedican al negocio del alquiler de coches. En cada una de ellas se sientan expectantes tres uniformados trabajadores. Están solos, esperando clientela. ¿Todos? No. En el mostrador de MKINA están atareados. Hay una cola de gente esperando de unas 15 personas. Bien pensado no son tantas.  Hay cuatro señoras atendiendo. Al cabo de una hora, el mismo cliente sigue con los codos en el mostrador. Nadie sabe qué problema tendrán. En la cola hay cierta desesperación contenida. Por fin avanza un poquito el servicio. Cada vez la distancia entre los pacientes conductores y acompañantes es menor. Se baraja la posibilidad de compartir vehículo. La diferencia de destinos impide el arreglo. Al cabo de dos horas de espera los viajeros llevan en la mano el contrato, carnet de conducir y la visa. Están dándolo todo para aligerar, incluso la actitud. Solo hay risas entre ellos y miradas de complicidad. Por fin nos toca el turno. Es la una. La hora de comer. Entonces un calambre recorre el grupo. La imagen de la persiana echada es una visión que se aparece de pronto. Son capaces de cerrar para ir a comer. Ya nos atienden, no hemos puesto pegas ni obstáculos, en cinco minutos lo tenemos listo. Estamos esperando su vehículo. Bueno. Sonreímos. Y de pronto aparece una señora  muy elegante con las cejas pintadas en la cara desnuda. Luce pamela cubriendo su pelo níveo; media melena. Se ha saltado toda la cola. Ahora sí que hay nervios. Además, a esta hora.  Puede pasar cualquier cosa.  La señora reclama ser cliente habitual y que quiere las llaves de su coche.  Las señoritas que atienden le dicen que la gente lleva dos horas esperando que no le pueden dar las llaves del coche. Ella dice que cómo va a esperar ella dos horas. Se oye un "como todos" al unísono. Si se repite entramos en resonancia. La señora de la agencia se sugiere que deje su tarjeta de crédito y vaya a hablar con  Andrea,  sea quien sea Andrea. La de banco se niega. Sugiere que le den el contrato, lo firma y ya está. ¡claro! Eso mismo pensamos todos. Por eso llevamos dos horas esperando. Es el máximo ya está,  el momentito. El revuelo entre las de uniforme aumenta. Vaya a hablar con Andrea. ¡Y se va! Lo mejor de todo es que cuando se llega al mostrador se descubre una ventana titulada "preferente ". La sospecha es que por ahí atienden a quien les da la gana. Y de pronto ocurre. Una de las trabajadoras mira el reloj. "Habrá  que comer". Se levanta y cierra su sitio. Estamos a punto del ataque de risa, pero ya se  ha encendido la pantalla para estampar la firma.  Ahora no, que nos quedamos sin coche.

Italia cumple todos los clichés del desastre  del caos. Ocurren los disparates más insospechados sin levantar la voz. Eso mismo pasa en España y tiene que intervenir la guardia civil. Pero en Italia no. Se consumen a gestos, las yemas de los dedos juntas. La barbilla hacia arriba. Es así.  Y así sobreviven.  El imperio romano dejó su huella y de ella vive el pueblo italiano. De la estructura que, heredada de esos antepasados de lujo, Dios les dio.

Eso sí, es llegar a lo que sería un bar de mierda, elegido al azar y pedir que te traigan lo que quieran, lo que más le guste al cocinero, que se te olvida por qué un día dijiste que no volvías a Italia.

14/09/2022

NO HAY DOS SIN TRES

El soberano, por partida doble, da de qué hablar. Este Rey, que ha elegido para reinar un nombre de brandy ¿o es al revés?; este rey, que ha llegado al trono siendo ya abuelo; este Rey, que tiene años de sobra para aportar experiencia y serenidad a las convulsos épocas que les toca vivir a sus súbditos.  Este Rey que no oculta sus complejos. Este Rey cuyo reino está fuera de la unión, por decisión propia, con el vecino continente, aislado, para variar. Este Rey va a dar juego.

Mucho se critica al primogénito. Pero veo que es Camila un poco meticona. O se está vengando. A lo mejor está hasta la coronilla del humor del santo. Y de sus manías. ¡Ojo! Que a mí las reales manías que ya son públicas, algunas no me parecen tanto. Que le planchen el pijama a diario. ¡Ole! Y si es invierno, justo antes de meterse en el real lecho. Quizá no ha descubierto las bondades de dormir en pelota picada, con perdón. Que le extiendan la pasta de dientes en el cepillo, vale. Una pulgada de pasta me parece un disparate. Allá él. Que se lleve los muebles, incluida la tapa del wáter y el papel higiénico cuando va de viaje, una bobada. Bueno, lo del papel ¡cuidado! ahí puede tener un trauma de la infancia, si la reina usaba "El Elefante", no puedo si no apoyar a Su Majestad en tal decisión.

En cuanto a las últimas anécdotas, para quien no haya visto las imágenes: El rey se sienta a firmar, otra vez. Le quedan algunas ocasiones para hacerlo, si, como prometió, va a ocupar el cargo mientras viva. Con sus antecedentes, le queda para rato. En el momento de estampar una firma, es de todos conocido que se requieren: útiles de escritura, conocimiento de lo que se firma y fecha en la que se produce tal acontecimiento, si de importancia es. Son cosas sencillas. El asunto del bolígrafo, pluma, etc. puede ser muy personal. Nada como llevar uno preparado por si las moscas, y que no haya sorpresas. Hay gente que aprieta mucho, otros escriben muy inclinado (malo para las plumas sin domar), hay quien repasa cada letra.  Los hay zurdos y diestros, ambidiestros y gente que escribe fatal. 

En el acontecimiento en cuestión, el rey se vuelve a contrariar. Pregunta la fecha después de haberla estampado, no antes. Ahí no demuestra soltura. "13 de septiembre, señor".  Suelta un improperio: "¡Mierda he puesto 12!". Y sale Camila  al encuentro, por detrás, cual teleñeco, haciéndose la "yo no quiero decir nada, pero": "antes has puesto 12 también". Le falta un "chincha rabiña, que tengo una piña con muchos piñones" ¡Mira qué simpática la rubia!. Si tanto le quiere, que le avise, que salga al encuentro. Se levanta malhumorado, despotricando malestar tras el error y le da el boli a su chica. Es ella quien impertinente hace una observación sobre el utensilio que sostiene con carita de asco. Que se está saliendo la tinta. Vamos a ver. No pasa nada. Se disimula. En eso consiste. He visto gente sudando achicharrada con un traje de invierno en pleno verano y poniendo buena cara. No hay problema. Encima vosotros: "Que estáis en Irlanda del Norte, almas de cántaro! No se pueden, majestad, lanzar un exabrupto. Eso no se dice, eso no se hace, eso no se toca. Que andas sobre arenas movedizas. A continuación saca real pañuelo del bolsillo el monarca  (sin ayuda) para limpiarse las manos con aspavientos. ¡Que es tinta! Como si en estiércol se hubiera abandonado reacciona. Lo peor: deja sola a la consorte firmando con pluma nueva ¿De dónde han salido estos dos?

Como los refranes son siempre verdaderos, no necesitaremos mucho tiempo para deleitarnos con un nuevo arranque de SM. Llena la prensa británica el asunto de los despidos, el ERE de la casa real, realizado con elegancia y sensibilidad propios de una privilegiada educación; es decir, en medio del luto y ajetreo de la inevitable mudanza. ¿Pero tú a qué colegio fuiste? ¿De qué pueblo eres? Mucho ojo con a quien hacen daño y ofenden. Secretarios personales, personal de confianza, otra cosa no, pero se saben las triquiñuelas y dónde hacer daño, seguro. Secretario viene de secreto. Con sus antecedentes, la real pareja va a dar mucho juego. ¡A ver qué hacen en el entierro!

12/09/2022

LOS GESTOS

 

El gestito del ya Rey de Inglaterra en su primer acto como tal, tiene su miga. Ocurrió durante la firma en el Palacio de San Jaime, donde fue proclamado formalmente nuevo monarca. Se le vio el plumero.

No era para menos: Se ha hecho viral la mueca del rey, que acompañó con un aspaviento muy teatral con la mano diestra, (por cierto ¡qué manos!) para hacer que quitaran el plumier que le molesta para firmar. El conjunto en sí, la imagen, es de novato. El plumier, por cierto, un regalo de sus hijos, demuestra sensibilidad Don Carlos ante lo simbólico. A la gente normal, los que son padres mortales, el día del padre les regalan un vasito hecho con un tubo de cartón del papel higiénico, decorado con amor, donde poner los bolis, y el padre lo coloca orgulloso en su mesa de trabajo. Al heredero en cambio, le corresponden unos artilugios de plata para escribir, tintero, plumines. Fue un mohín de nuevo rico, con perdón, del que accede a un puesto cuya talla no es la suya. Ni que fuera el mismísimo César con su corona de laureles, que le saludan los que van a morir. Lo hizo mucho mejor su hijo que, siendo zurdo, se las vio y se las deseó para usar los útiles que se le ofrecieron y no su propia pluma, como hizo el ya rey, despreciando compartir sus propios útiles (es cierto que la pluma no se cimparte) Hasta Camila se organizó para firmar con elegancia y discreción. Ni el escritorio era pequeño ni los documentos grandes. Son los que son. Nobleza y tradición obligan, te aguantas. Es lo que hay.

Y es que parece que Carlos ni está cómodo, ni de luto. Aparenta más tristeza y soltura la mismísima Camila. A mí me importa un comino si el rey de Inglaterra sabe o no poner la pasta de dientes en su cepillo. Lo que me sorprende es que trascienda. Pero visto lo visto, no es para menos. Si lo primera vez que hace algo, imán de la noticia y el detalle, mete la pata, mal vamos. Otro gesto fue alejarse del papel para que su presbicia le permitiera ver dónde debía estampar su firma. Será la flema y la coña inglesa... "¿Donde tengo que firmar? ", pero, dado la solemnidad del momento, parece que no toca. ¡Ponte las gafas, puñetas! Además, mientras le están hablando para pedirle permiso para la publicación de su discurso, él parece distraído leyéndolo. Muy desconsiderado. Luego se lo encasqueta a su hijo. En fin. Un despropósito. 

A cada uno en nuestra escala, la mía mundana y mortal, se nos ve el plumero en los gestos. Que por mucho que uno diga, por mucho que proclame, al final: hechos son amores. Y ese defensor de los animales que entretiene sus mañanas haciendo sufrir a bichos inocentes solo por gusto, la pifia. O el que proclama la familia como eje de la vida y dedica sus impulsos a colocar palos en las ruedas de la vida de los suyos, la pifia. El que presume de fidelidad y es en verdad un ligón. O la soltera sabelotodo que va de amiga del alma y no hace más que sembrar cizaña. La que adora a su padre y le aparta de su lado para que no le arruine el vestido en su día grande. Hechos son amores.
El rey, igual. La pifia. Son fallos de novato. A su edad no se lo puede permitir. Ha tenido tiempo de sobra para prepararse su Majestad. Cada gesto, cada  momento va a ser escrutado. No se puede equivocar. Se lo tiene que saber. No es un niño chico que puede enrabietarse. No.

11/09/2022

JAVIER MARÍAS. DESCANSA EN PAZ

 

¡Qué pena! Leo que se ha muerto Javier Marías. No me lo puedo creer. No puede ser. ¿Qué ha pasado? ¿Qué le ha matado? "Me parece que la vida es tan injusta", dice mi hermana, ella está enfadada con los profesores de literatura porque no enseñan a Javier Marías en el colegio. La biblioteca, dice mi otra hermana, como la de casa, ese caos intelectual tan de papá.  Es verdad. Qué pena más grande.

Dicen que vivía en Chamberí, yo siempre le imagino bajando por Hermanos Bécquer, de niño o jovencillo, delante de su padre, buscando con él la distancia de seguridad. Le veo paseando por esa calle curva, enfrente de la embajada Americana y parándose de pronto al encontrarse con la mujer de su vida, a la altura de José Luis. 

Recuerdo un artículo suyo: Disfrazados de mayores. En él describía el encuentro después de 20 o 25 años, con sus compañeros de colegio. Si bien el título parece insuperable, todo el texto era magnífico. Entero. Describía exactamente lo que sentí yo años después en una situación similar. Creo que Javier Marías es un genio de la escritura. Funambulista de las palabras. Acróbata del acento, la puntuación. Conseguía el equilibrio justo en cada frase, la fuerza necesaria. No entiendo cómo se ha podido morir. Mi hermana estaba pendiente de cuándo publicaría su próxima novela. Deseando leerla. A mí me falta por leer la segunda parte de Berta Isla. Menos mal. Me gusta tanto cómo escribe que he llegado a dejar de leerle. Enfadada a veces; otras, saturada. Me zambullía en sus escritos como en el mar. No sé si se enteró de que me había enfadado con él.  He sido fan intermitente. Me reconcilié cuando leí "disfrazados de mayores". Una amiga mía que también se enfadó, confesaba que a ella se le pasó por afinidad, con "Los enamoramientos", que discurre en el chiringuito de Industriales. ¡Qué sitio!

Cuando leía algo de Javier Marías, en mi cabeza, en mi intelecto, en mi corazón, se producía una transformación: Me parecía que era ésa la única manera de decir las cosas: La suya, perfecta. Las palabras, el ritmo, el orden, cada coma. Aunque no estuviera de acuerdo, sus textos tenían la capacidad de convencerme, o al menos, hacerme recapacitar de verdad. Era la manera de desgranar los hechos, las afinidades, las emociones, pasión, los sentimientos, la forma de analizarlo todo lo que me atrapaba. Un punto final en sus escritos significaba el remate y cierre de una obra de arte, culminar una esfera, figura geométrica perfecta sin fisuras ni irregularidades. Que está bien así. No necesita revisiones ni retoques. Sin más.

No puedo creer su muerte, porque Javier Marías sí que tenía el Corazón tan blanco. 

10/09/2022

LA REINA DE COLORES

En un país sin sol, siempre me gustó ese estilo elegido para sus apariciones públicas. De colores, como se visten los campos en la primavera. Olé la reina elegante. Ole y ole. Desapercibida no pasaba. Ni falta que le hacía vestirse de amarillo, rosa chicle o naranja. Ya quisiera yo esos colores para subrayar apuntes. Quizá sacados de la gama de los primeros "stabilo", la reina nos ha deleitado con un aspecto siempre original. Conjugado el atuendo del vestir con un sombrero a juego, no se podía pedir más. Su comodín: la sonrisa y el bolsito.

Y es que la elegancia del británico es innata. Se ponga lo que se ponga, un inglés es un elegante. Si catedrático de universidad, nada como uno de Oxford para imitar. Si lord, lord inglés. Si reina, Isabel, sin más.

La Reina Isabel nació en blanco y negro, nieta de rey y sobrina del heredero al trono. Su padre, con cierta dificultad para la comunicación en público, asumió el reinado después de que su hermano se marchara  a hacer las Américas. Desde pequeña fue testigo Isabel, de los derroteros que el amor conlleva, los cambios de rumbo que la pasión arrastra. Las consecuencias del amor de su tío por una mujer divorciada, nada más y nada menos que movieron los hilos de la herencia y la colocaron como heredera al trono.  A saber, qué ocurrió entre Eduardo y la famosa americana, o si era ésta un poco intrigas, aficionada a las cuñas y el mal meter, clásicos entre familia política hasta en las de la realeza. Porque no era la primera vez que un divorciado ostentaba la corona. Es curioso el rechazo al rey enamorado de una yanqui divorciada por parte de un pueblo cuyo rey Enrique VIII organizó todo tipo de intrigas para anular su matrimonio con Catalina sin tener que matarla, como sí hizo con la segunda, Ana.

No es extraño, por eso, su comportamiento con respecto a las pasiones ajenas. La benevolencia al amor de Carlos por la que hoy ya es reina, dejando cornuda a una pobre Diana, cuya muerte estrelló la inocencia que ostentaba, y como una vela en el viento quedó suspendido su recuerdo. Fueron épocas convulsas las que vivió la Reina Isabel. Annus Horribilis, las calificó ella misma a algún periodo. La Armada Invencible ya no era invencible. Ha recorrido el s XX como actriz principal, nunca protagonista. Ha recibido desde Churchill a su única tocaya en el cargo. Ha visto arriar su bandera en medio globo a medida que el Imperio quedaba capitidisminuido. Pero. Siguió siendo la Roca que es el Peñón. ¿Cómo serían esas reuniones que tanta cuerda han dado a los cineastas? Sus perritos siguiéndole a todas partes.

Mucho podemos fabular, que la verdad se entierra ya. En realidad, poco sabemos de la reina, más que lo que le daba la gana que se supiera. Y eso era, entre otras cosas, su pasión por el arcoíris y sus caballos, los perros. Y por su marido, al que le miraba y  cogía del bracete igual durante sus largos años de vida en común.

Yo imagino esa falta de soledad impuesta en los palacios, con una corte que le rodeaba siempre, desde el vestir y desde que nació. La veo recorriendo pasillos interminables de moqueta. Sola.

Y lo que no entiendo es este heredero que ha dejado. No hay derecho a que alguien acceda al trabajo de su vida, bien entrada la edad de jubilación. Creo que debería haber cedido el paso al siguiente.


08/09/2022

EL TORREZNO, CON ESE

 

Puedes hacer 10.000 pasos al día o comerte unos terrenos. Porque torrezno se escribe con ese, de plural. Cuestión de prioridades. Donde estén unos buenos torreznos, que se quiten los pasos. El buen torrezno, crujiente y blando a la par. Ricos en grasa, con alto contenido calórico. Chute de energía del tamaño de un buen achuchón. Un dato importante es que se tomaban como desayuno antes de echarse al monte o a llevar a cabo las tareas del campo; o en la niebla previa a una cacería. También es un clásico de almuerzo temprano de trabajadores de la construcción, junto con un  lingotazo de anís y unos boquerones en vinagre o unas cocochas. 

Parece que por unanimidad está claro que es la serotonina la hormona de la felicidad, fundamental en la regulación del estado de ánimo y las emociones, capaz de generar las reacciones químicas necesarias para incrementar nuestros niveles de bienestar. Se puede activar la hormona de la felicidad realizando ejercicio físico regularmente, con  beneficios antidepresivos. Parece  también que, el consumo de alimentos que contienen triptófano facilitan la producción natural de serotonina. Ejemplos : huevo, plátano, tofu, piña, pollo y pavo, pescado azul, nueces y otros frutos secos (pistachos y pipas), fruta y verdura de temporada, legumbres, queso, chocolate negro, calabaza, espinacas etc. Y alguna otra porquería, con perdón: me refiero a semillas de soja, algas crudas o guarrerías de moda.

Pero lo que se nos oculta son los beneficios del torrezno. Y por fin lo he descubierto, tienen un alto contenido en glicina. Signifique lo que signifique. Es un aminoácido. Está clarísimo. ¿?. El caso, sus propiedades: Grandes beneficios anti-inflamatorios, entre otras cosas, ayuda a mejorar la fluidez de la sangre; es uno de los mayores inhibitorios del sistema nervioso central, provoca una acción anestésica, somnífera y de activación del sistema nervioso parasimpático. Se ha demostrado que aumenta la percepción subjetiva del descanso y funciona con éxito en el tratamiento de enfermedades mentales como esquizofrenia. ¡Toma ya! efectos positivos sobre la artrosis y la osteoporosis; regulador metabólico y presión arterial; anticancerígeno; gran capacidad para hacer descender la glucemia y ser una especie de ‘antídoto’ contra la ingesta excesiva de fructosa y de etanol. Entre otras cosas.

Después de esta pseudo explicación, que probablemente nadie lea, muy científica ella, voto por el torrezno. He votado siempre. Mi intuición no falla y el torrezno me ha llamado siempre, en silencio, pero me habla. Por elegir, aunque es difícil, me decanto por mis favoritos, los de Espinosa y Paco (el Paco) en Navacerrada pueblo. Con nostalgia y cariño recuerdo los que hacía la abuela Sofía, muy de mañana. En casa de la abuela podían pasar muchas cosas, no era ejemplo de hogar impoluto, pero sí acogedor y es que la cocina hace hogar. Sin olvidar unos calcetines o zapatillas al saltar de la cama. Esas mañanas frías de Castilla la Vieja, junto al fuego, en una mesa de mármol hablando con ella mientras trajinaba, freía patatas para tortilla y sacaba de una orza de barro los torreznos conservados en aceite. Se me saltan las lágrimas de la emoción. Pero le echan carreras los que hago yo en casa con buen producto, de procedencia: Riaza, siempre Segovia. Me los traen mi tía y mi hermana de vez en cuando. Y a levantar el ánimo se ha dicho.

Por no hablar de la morcilla y el picadillo. La morcilla, o al horno, o rebozada como una buena rodaja de merluza con sus puntillas y que se quiten todas las demás versiones. Y el picadillo, a la sartén, con puré de patata. Y por supuesto de colofón, los chicharrones. Así no se puede estar triste. Fueraparte de todos los sesudos beneficios mencionados. Dicen que están de moda en los grandes restaurantes. No podía ser de otra manera. Ya estaban tardando. Además, donde esté un buen torrezno, no cabe el "puto" brócoli. Ya ésta bien de bobadas. Denostado torrezno. Pobre. ¿Qué daño ha hecho? 

07/09/2022

PERTINAZ SEQUIA

 

Yo pensaba que pertinaz era terco, obstinado; y que tales adjetivos llevaban implícito en su significado, la voluntad o carácter. Es decir, que solo el que dispone de estos puede ser tachado de tal. Pongamos como ejemplo otro rasgo: vago. Vago solo puede ser quien puede no serlo. 

A lo mejor me confundo con tenaz, persona que pone mucho empeño en algo. Como tienen la misma terminación. Pero digo yo que para ser obstinado, como para poner harto empeño, forma fina de cabezota, hace falta ser persona. O animal. Que los hay con personalidad. Como Leo, perro chuquitajo y juguetón, que se cree humano y cuando se sienta la familia a la mesa, él se coloca al ladito, si puede, subido en silla o banco. Muy serio, para que no le regañen y no le manden bajarse. A la espera de degustar las delicias del día.  A veces, muy fino, pone una patita en el mantel. Como un comensal más. Mira a babor y  a estribor, haciéndose el interesante. Muy digno. 

También me puedo estar liando con perspicaz, persona que percibe detalles a mucha distancia, o la que capaz de percatarse de cosas que pasan inadvertidas para los demás. Me gusta más la última. ¿Tiene que ver con perspicacia la obstinación? ¡No! Acaban igual. Otra vez. ¿Puede ser un objeto perspicaz? Para mí que no. Hace falta alma para esa percepción que otros no ostentan. Esa intuición de la energía que rodea a las acciones, que mana de las personas. Como agua que cae en cascada. ¿En que se transformará? 

Por eso no entiendo la unión de "sequía" y "pertinaz" en una misma frase, uno como adjetivo de la otra. La sequía puede tener magnitud, intensidad. La sequía puede diferenciarse de otra que haya ocurrido. La sequía puede ser histórica. La sequía se caracteriza por la intensidad, duración, área y frecuenciaLa sequía es un hecho. La sequía se mide, se acota. Por eso no entiendo que le tachen de pertinaz a la sequía. Será licencia literaria. Pero es como darle un halo de subjetividad. No gusta.

06/09/2022

¿QUÉ ANA?

¿Quién puede ser Ana? ¿Quién va a ser? Pues Ana Blanco, claro, la constante universal, el número de Avogadro de la televisión. Cuando yo vivía en casa de mis padres, teníamos teléfono fijo. Ese gran olvidado. Un amigo mío, cuando me llamaba, a la respuesta de mi madre "¿de parte de quien? " El contestaba salao "¡pues quién voy a ser!" Y decía su nombre rapidísimo. Mi madre no le entendía y el mensaje a mi cara de interrogación y el clásico susurro "¿quién?", era "¿quien va a ser?". Yo acercaba el auricular a la oreja desconcertada. Ana lo mismo, es Ana Blanco. Es única, inconfundible. Es ella.

Ana Blanco, irreductible, resistente a tormentas de arena y de nieve; a la Calima y al la pandemia. La Napoleón de la caja tonta. La Armada Invencible en los mares revueltos de la información. Ana Blanco, ni Matías Prats hijo, ni padre, Ana. Siempre Ana, atemporal, apolítica, ese gesto impertérrito, que no surcan arrugas, ajena a las modas que vienen y van. Ana Blanco es una referencia, el pilar que sostiene la objetividad. Ella es alguien en quien se puede confiar. Ha resistido tormentas azules y rojas. Ha dado igual el color del Gobierno, que su sonrisa justa y su pelo, su chaqueta de colores primarios y la camiseta de debajo seguían impolutas, inalteradas. Ha sobrevivido a crisis, guerras, reporteros variables. Ni Lorenzo Milá le hace sombra. No puede. Esa virtud de imperturbable le otorga credibilidad.

Lo primero que veo es que la nueva no da los buenos días. Mal. No es lo mismo. Se le altera el rostro según lo que dice. Mal. No me vale. No sé cómo se llama. ¿Quién eres? Pregunto a la pantalla. Nada. 

Lo segundo es que sucumbe al lenguaje inclusivo. Eso a Ana no le pasaba. Ya empezamos. La nueva alarga las frases con alumnos y alumnas, presidentes y presidentas (mal), jóvenes y jóvenas (error con patente). La nueva es una sucesión de "sí buana" que resulta sospechosa. Ana hacía las veces de relatora imparcial, aparentemente un busto, hasta que la hicieron levantarse y pasear por esos decorados en esquina, de vinilos cambiantes donde más que de informadores ejercen los periodistas de figurantes de pasarela. Que no entiendo porqué hay que tener tipazo y estar rebueno para contar las noticias. Eso sí que es de hacérselo mirar.  Todos flacos y estupendos. Que cojan a alguien de la playa donde uno va como le da la gana. 

En fin, ¿dónde está Ana? ¿Quién es esa que hace como si llevará toda la vida ahí? . Y sobre todo ¿por qué se ha ido Ana?. Pues yo creo que porque la han echado. No cuela que se haya ido porque estaba cansada. Estaría cansada de que la intentaran encorsetar. A su edad. Y después de haber presentado el telediario sin inmutarse desde que se inventó. Vamos, que cuando Franco no estaba porque no había nacido. Pero una tía que era capaz de aguantar un flequillo contra viento y marea, que la moda le ha debido resbalar, porque ella se mantenía impasible (cual falangista), debió enfrentarse con una intransigencia muy grande para mandar todo al carajo. Que no le pega nada tomar partido, que es maja con todo el mundo, sin decantarse. Que será vasca, pero nadie sabe si sube o baja a mitad de una escalera. 

Esa palabra que les gusta tanto a los pateadores del diccionario: transversal, sinónimo: Ana Blanco, ella sí que es transversal, desde Felipe, que se dice pronto, ha aguantado su melenita y su blazer. Ha tenido que ser ahora cuando la echan. Huele fatal. ¿Será que no somos tan libres?