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24/10/2021

CASARSE CON UN MONTOYA

Los que no conocen a los Montoya, no saben de lo que hablo. O sí. Es muy fácil de entender. Los Montoya son de otro planeta. A pesar de la edad que cumplieron unos y otros siguen cumpliendo. Los Montoya son todos listos y guapos y tienen sentido del humor. Y lo más importante, se quieren sin condiciones. Se lo pasan bien juntos. Les caracteriza la insensatez y la bondad. Para los Montoya no existe la crítica, son los mejores. Pasa palabra.

Las cuñadas tenían que ser muy especiales, porque los Montoya lo son. Así es que, fueron tres segovianas (dos de ellas hermanas) y una de Ávila las que ocuparon ese lugar. Mujeres bandera.

Querida tía Teresa, como mujer de un Montoya, tienes mucho mérito. A veces parece que no ven la realidad. Ese estoicismo castellano que los caracteriza, aparentan que no sufren dolor, ni sienten, ni padecen, como que todo les cuadre, que no necesitan de nada; es incompatible con lo material, con el día a día. Una científica como tú, Teresa, que atomizabas la vida, que simplificabas lo más complejo en lo más sencillo, que resumías enigmas en sentencias, que analizabas uniones y conexiones; y te lo sabías tan bien, que eras capaz de contarlo, enseñarlo y que otros lo aprendieran. Cruzabas los brazos en la espalda, como gesto de recuerdo a esos momentos de cuidar exámenes. Cruzabas los brazos en la espalda para mirar al fondo de las cosas, para embargarte en el horizonte, para despedirte.

Querida tía Teresa, fuiste capaz de estar unida a ese globo que flotaba en el aire, que era Felipe, con su juerga, con sus ideas, con su alegría, con sus disparates, con sus bobadas. El tándem perfecto de volar, unidos al suelo todo el rato. La libertad del amor llenando el aire y el tiempo. Juntaste el humor con la vida. Te reías cada vez de las mismas tonterías, como si fueran nuevas. Aceptaste los chismes, el violín y los engranajes, la maleta entera con la que llegó Felipe. Escuchabas interesada las anécdotas que no viviste hasta hacerlas tuyas, porque eras la única que de verdad las recordaba. Apuntabas detalles en el relato a la memoria que se nos escapaba. Porque estabas atenta a todo. Porque absorbías la vida a bocanadas. Porque brindabas cada vez. Porque tu sensatez y tu cordura hicieron feliz a Felipe y nos hicieron felices a los demás Montoya.

Querida tía Teresa, eras motor en la vida de mecanismos que construyó Felipe.

Querida tía Teresa, has rebosado vida. Has pasado deprisa. Has viajado y has visto, deprisa también. Desordenada y lista. Espontánea, alegre y analítica, con esa capacidad de entender las vicisitudes, de razonar sobre lo que ocurre, lo que está detrás y con cautela exponer lo que casi pasaba desapercibido, lo que un Montoya nunca hubiera nombrado. Eras un cofre de nuestra historia.

Querida tía Teresa, no entiendo cómo has podido marcharte. La pandemia separó a muchos, a mí me juntó un poquito más a ti. Ambas habíamos perdido lo que más queríamos. Me sentí arropada por ti, comprendida, empujada a vivir. Gracias Teresa. Gracias por tu generosidad, por permitirnos, a esta panda de Montoyas, formar parte de tu vida. Gracias por aguantarnos, gracias por reírte, gracias por recordar, gracias por anticipar, gracias por todo.

 

20/10/2021

HAY GENTE QUE TE ABRAZA Y TE REINICIA

Hay gente que  te abraza y te reinicia. Recuerdo algunos abrazos especiales. 

Abrazos famosos son los de Genovés. Su cuadro, El abrazo, siempre me puso la carne de gallina. El poster de Novecento para mi es una suerte de abrazo, a la nueva manera de vivir, de despedida de un siglo y algunos fantasmas. 

Son otros los abrazos de colegas, con palmadas en la espalda, algún taco ensalzador de virtudes y cachete en la mejilla. Son propios de los hombres, y son fenomenales. Rezuman alegría.

Abrazos a los padres, abrazos de los hijos, abrazos a los hijos. Son todos diferentes. A los padres de alegría, de calor; de los hijos cuando te ponen la carita pegada a la suya y se estrujan los mofletes con una sonrisa que se sale de la foto del recuerdo. A los hijos cuando tanto lo necesitan y se dejan, ese momento en que quieres hacerte cargo de todo lo malo, de lo que les ha ocurrido y lo que está por llegar. Quieres suspender sus exámenes, que se enfaden contigo sus amigos, que te dejen a ti sus novios. Quieres con ese abrazo romper el futuro incierto y darles la felicidad para siempre. Quieres poder estar ahí siempre para protegerles, para cuidarles.

Abrazos que te reinician, en público y en secreto. Momentos en los que el cuerpo del otro se hace tu refugio, donde sabes que estás a salvo, puedes dejar tus sales en su solapa, en su camisa. Te aprieta contra él con la seguridad que tiene de que todo va a ir bien. Que los nubarrones se disuelven en cualquier amanecer. Y te dice que va a estar ahí. Y tu lo sientes grande sin hacerte pequeña. En sus brazos descansa tu historia un momento que dura toda la vida. Eres un rato el niño que ya no eres, dejas de tener miedo aunque sea un instante. Se enciende una llama al final de la oscuridad.

Tengo presente tu abrazo de noviembre.  Llenos de huesos los dos y yo de pena. 


19/10/2021

ME ENAMORÉ DEL PACIENTE

En cuanto le vi supe que era el hombre de mi vida. Y eso que verle lo que se dice verle, no era fácil. Entre las lágrimas que bañaban su cara, lo gacha que llevaba la cabeza y el gesto de encogimiento y dolor del conjunto, casi no se adivinaba si era hombre o sombra. Pero era hombre.

A través del abrigo que arrastraba por las escaleras, se intuía un esqueleto mudo y helado. La desazón y la pena rezumaban de la silueta. Un halo de pesadumbre patinaba su visión. Y yo soy muy de enamorarme. Él no lo sabe. Bajamos juntos, nos abrimos la puerta el uno al otro. Yo sostuve la del portal y él elevó la mirada con sorpresa y agradecimiento inesperado. Me vio. Había olvidado que existen personas fuera. Su dolor no le deja ver nada más que su ombligo colmatado de pelusas. Sus ojos turbios no le permiten diferenciar el día de la noche. Su vida entera se ha convertido en un infierno del que ni siquiera quiere salir.

Y yo me enamoré. ¿Porque vi en él la redención? ¿Porque está más triste que yo? ¿Porque creo que le puedo salvar? ¿Porque pienso que así yo me curaré? ¿por qué? ¿Para salvarle? ¿Por qué?Porque conseguí que me mirara. Y yo he estado allí. No sé si he salido. Pero he estado en ese sitio en el que no se sonríe nunca. He vagado por esos pasillos grises donde todo es igual. Conozco el lugar. Sé que cualquier mano es bienvenida.


18/10/2021

EL GRUISTA

Si usted ve a un hombre parado en medio de la acera, con una consola colgándole del cuello, bien abrigado si es invierno, y mirando al cielo, preocúpese. No se trata de un friki ni de un pirado. No es un asalariado de la NASA manejando drones que nos controlan. No es un agente enviado por los extraterrestres para preparar un aterrizaje inminente y consecuente invasión. No.

Es un gruista. De las personas más importantes de una obra. Discretos por lo general. Se conocen las intrigas de la construcción, el camino más corto para llegar de un extremo a otro, de la bandera a los sótanos. ¿Ve usted ese edificio que tiene sembrados contenedores alrededor? Sí, son las casetas de obra. Mire hacia arriba. ¿Ve lo que hay? Esa torre metálica a 70,00 m de altura es una grúa. ¿Que cómo ha llegado ahí? Esa es otra película, cuyo protagonista es el mismo personaje. Ese señor que mira para arriba y que parece inofensivo, que lo es, es el gruista. Ni se le ocurra intentar despistarle. No lo va a conseguir.

Esas planchas de acero que bajan de manera mágica, esa caseta, ese montón de hierros, ese palet lleno a reventar, lo está manejando él. Con su pinganillo escucha lo que ocurre arriba y con su consola dirige. Tienen algún lenguaje de signos quizá, pero a veces van a ciegas, y a cierta distancia no hay signo que valga. El gruista se podría decir también que practica el escapismo. En un momento está a cota cero, y al siguiente, sin que nadie se dé cuenta, ni sepa por dónde ha ido, aparece en la coronación, de la presa, el edificio... Hacen magia con precisión.

17/10/2021

CARMEN NO MOLA

Lo siento pero no. Carmen Mola no Mola nada. Me parece genial el anonimato, estupendo usar pseudónimos; pero suplantar a un escritor por un equipo no me gusta nada. Todo lo entiendo menos mentir. Me siento engañada, estafada. 

Me he leído los libros. Sí. A toda mecha. Sí. Alguno un poco excesivo en la violencia. También. ¿Me han gustado? Pues ahora ya no sé qué pensar. Primero porque se me han olvidado prácticamente. Segundo, porque estoy enfadada y me parece tan feo lo que han hecho estos tres guionistas, escritores, amigos; que el criterio se me nubla. Y no soy objetiva. Además, sospecho que todo es un súper producto de marketing, que  incautos lectores hemos sido manipulados por algún lobby de poder o por una cadena de televisión para consumir un producto. Al cabo, ciertos poderes nos han manejado cual marionetas. Me fastidia. Nos han hecho intrigarnos por una autora con pseudónimo, comprar y leer sus libros. Además, tenía que ser una mujer, más tirón violeta. Los libros en primera fila, promoción en radio, en las librerías, grandes carteles anunciadores. Vinilos en las patadas de autobús. Y tercero, como tengo muchos registros, a lo mejor mañana alguien me suelta un elaborado discurso y suavizo mi postura. Por todo eso no sé si le han gustado o no. Me leeré "La Bestia", porque soy facilona. 

Los libros de Carmen Mola son libros sin huella. Son historias que enganchan, pero no marcan una diferencia. No hay un antes y un después de leer "La novia gitana", ni "La Red Púrpura" ni "La Nena". Son historias absorbentes, con fuerza, que hipnotizan, sí. Yo he borrado el argumento de modo intencionado. Es que no merece la pena reservar RAM para cosas que no son importantes. Hay que dejar hueco para lo esencial, lo Invisible a los ojos, como decía el Principito. 

El propósito de los libros de C. M. es el impacto, desarrollar una malla de intriga, atraer al lector con el suspense de la trama y quizá ser argumento de una serie o una película policíaca. ¡ ¡Qué mal pensada! Sólo porque dos se los autores son guionistas de televisión, de series de televisión. 

No son libros para pasar  a la historia. Al menos desde mi punto de vista. Están bien escritos, son correctos. Es una literatura ágil y sencilla de leer. No es fácil conseguir eso. Es pulcro el estilo, sin fallos. Te conozco el trabajo bien hecho. 

Pero no vale.  A mí me da igual que detrás de Carmen esté Felipe o Teresa. Lo que me parece un timo es que haya un equipo. Y encima se llevan el Planeta. Yo no soy Juez, por tanto no tengo que saber cómo para darme cuenta del fraude. Pero los jueces de Planeta sí que tienen que saber. En una serie de adolescentes, Merlí, hacen algo parecido, se presenta un alumno a un premio cuando en realidad es toda la clase quien ha escrito el poema. Viendo la serie no me pareció un timo. Era un poema. Pero un libro entero, con todas sus páginas, con la devoción que se siente por el autor, que organiza la novela en su cabeza, con sus fichas; que se quita horas de dormir, que teclea y teclea...Que corrige, que afina. ¡Y resulta que son tres! Tan contentos se les ve recogiendo el premio. ¡Olé!. Dicen en el periódico que ha estado muy repartido el Premio Planeta, como la lotería de Navidad.¡Nos ha fastidiado! Como que son tres autores, la misteriosa Carmen Mola, ¡que no! Ya no más. Seguro el libro será entretenido. Pero creo que éste es un punto de inflexión para mí. Ha perdido la magia el autor. No creo que nadie haga una crítica, al revés, como pertenecen al gremio, ellos amasarán consecuencias y se regodearán en el espectáculo. Solo espero que una vez revelado el secreto no vuelvan a engañarnos y tomarnos el pelo. De todas formas, culpa mía, por esta afición a la a novela policíaca. Algún defecto tenía que tener (yo) Jejeje. 



VULCANÓLOGO Y UNIDADES DE MEDIDA

Vulcanólogo, salir en la tele con ese faldón rotulado es la caña. Resulta que uno de los vulcanólogos del CSIC que está en la Palma se parece a Fernando Simón, hasta en la voz. Pero se explica de maravilla. Me sorprende que se tilde al volcán de imparable, que se le atribuya voluntad, imbatible.  Infalible destrucción la que deja a su paso la lava con su lento avance. Bravo, despiadado. En fin, eso no es noticia, es poesía. 

Estos días, en los corrillos, se manejan con destreza y conocimiento palabras como fajana o delta, magma, bloques, bombas, cámara magmática, cráter, ceniza volcánica, colada o lava; términos como lapilli, fumarola, se cuelan en las conversaciones de modo natural. Hay quien confunde piroclásticos con piro-plásticos. Gajes del oficio. Aporta caché este vocabulario. Mola. 

Por no hablar de la clasificación de los volcanes: hawaiano, estromboliano, esos grandes desconocidos hace un mes, hoy están en boca de todos. Información y conocimientos al alcance del pueblo, con sus distintas morfologías, sus diques y fallas, los gases. 

Respecto a las unidades de medida, debo expresar mi desazón. Si existen las del sistema Internacional, no sé por qué empeñan los informativos en hacer comparaciones, que no aportan nada. Una hectárea es un campo de fútbol, un clásico. No sé qué tendrá de malo el fútbol, ahora se iguales a la plaza mayor de Madrid, para los más castizos. Y empezamos, ¿se incluyen los edificios? En el campo de futbol es fácil: la línea blanca. Pero ya cuando la cabeza me da vueltas es al oír que 17,2 Ha. de fajana, creo son 36 Mezquitas de Córdoba. ¿Cómo? Un amigo muy sabio se preguntaba si antes o después de la ampliación de Abderramán III. 

Al hablar de la superficie perdida de plantación de plátanos,  yo me imagino los plátanos llenos de ceniza en el Bernabéu, el Wanda o el Maracaná con los futbolistas driblando entre plataneros. También he llenado, mentalmente, la Plaza Mayor de lava y he intentado plantar la Mezquita en esa protuberancia que le está saliendo a la Palma. Desconecto del resto del Telediario. Eso en cuanto a área. Pero las comparaciones son si cabe más sorprendentes cuando se trata de altura. Si en vez de hablar de metros, se habla de elefantes, yo entro en barrena. Es tan alto como diez elefantes. ¿Pero cómo es de alto un elefante? ¿Un elefante macho o uno hembra? ¿africano o asiático? Dentro de estas especies existen subespecies, con características y dimensiones diferentes. Hacer comparaciones con elementos u objetos de medida variable es desconcertante. De hecho, si gugleas "cuánto mide…" la primera línea es "cuánto mide un elefante ". ¡Si lo habrá buscado gente! Un comparativo peculiar es el uso de la altura de La Giralda para que el radioyente o televidente imagine la grandiosidad de la lava emergiendo. ¿A quién se le ha ocurrido? ¿Cuánta gente sabe lo que mide la Giralda? Unos 100 m. ¿Hasta dónde hay que medir? Porque en su cúspide descansa la tinaja sobre la que se alza el Giraldillo ¿lo incluye? éste hace de veleta en la presumida ciudad de los olores. Donde el jazmín y el naranjo compiten en fragancia. 

El colmo es hablar de densidad. He oído en un Telediario a un presentador explicar lo que es la densidad, masa dividida por volumen, de la lava, intentando entender qué ocurre cuando se moja. Que aumenta. El lío que armó. ¡Madre mía! La densidad es muy alta, la del basalto, como el hormigón. Y más. Lo peor es que es un líquido, de densidad triple casi que la del agua. Y si ésta pide papeles, ¿que no pedirá ese fuego? ese que por abadonar la prosa devora todo lo que hay en las laderas a una temperatura parecida a la que alcanzaron las Torres Gemelas antes de caer rendidas tras el impacto y el fuego. 

No hacen falta tantos datos, dan igual. No son importantes. No vamos a ser expertos en volcanes. Cuéntenos lo que pasa. Sin meterse en líos. Luego pasa lo que pasa, se habla de una velocidad de avance de 1300m/h. Me parce mucho. Es 1,3 km/h. No sé. 

16/10/2021

EL AGOTAO Y EL YOISMO


Cuando alguien. nada más ver a otro, lo convierte en su víctima ¡ojo!. Es abrir la boca, tras una inocente pregunta y vomita ordenadamente: lo mucho que trabaja y lo agotado que está; además de convertirse en el premio al más cansado currante, se produce un extraño efecto en el oyente. Al ser pillado por sorpresa, si bien es hombre de buen talante y naturaleza alegre, sufre un respingo en la espina dorsal. Es una señal animal que prácticamente le obliga a defenderse. En el receptor prudente y falto de entrenamiento o recursos, se traduce la señal como un ataque. Hay quien tiene respuestas preparadas, que les hace parecer no ser ni educados. Y quizá eso sea un punto para ellos, de eso que se libran. Juego, set y partido. Les llega la bola rasa y con un revés propio de Nadal, sueltan una frase que llevaban guardada desde hacía días, a la espera de la ocasión. Dejan perplejo al contrario. Pero, en general, la reacción, debida a ese reflejo instintivo, es que se quiere estar mucho más cansado que el otro. Le dan ganas de superarle en horas, intensidad, aburrimiento. Es una especie de competición absurda por quién se siente peor. Pudiendo ser feliz. Como cuando alguien cuenta de sus muchos padecimientos, dolencias y enfermedades, que enseguida le sale a otro el "pues anda que a mí". Siempre hay un contraejemplo mucho más grave y mortal de necesidad que el del otro. Se trata de oyentes de primero de conversación y generoso aguante. Aprendices, pobres. Luego, fuera de plazo, despotrican ocurrencias, ya a destiempo. En segundo ya se aprende que hay que cerrar la espita a la queja ajena, o a la pompa y boato; es menester ser resbaladizo, no permeable a la toxicidad, no dejarse impregnar por lo malo. El que quiera presumir de miseria, que presuma, y que se vaya a los Juegos Olímpicos si quiere competir. En tercero se practica el desconcierto de poner todo en positivo. ¿Que tiene mucho trabajo? ¡qué guay! ¿Cansado? Genial, estará satisfecho. Y suma y sigue. El positivismo agota a quejica y le desconcierta.

La queja es ponzoña. Es muy mala compañera y venenoso ingrediente. La queja da mucha rabia. Porque el otro no tiene la culpa de lo mucho que tú curras y sufres, ni tiene porqué tragarse tu cansancio. Cada cuál lleva lo suyo en la carretilla. Pero no hemos venido a hablar de eso. Hemos venido a pasarlo bien. No digo yo que solo me cuentes alegrías y bobadas. Vamos a llorar también, a brindar y compartir. Pero tampoco lleva a ninguna parte, ni es súper interesante y profundo, apabullar y agotar con el cansancio y miseria y lo desgraciado que alguien se siente, con su yoísmo. Por muy contento que estés, capaz de que se te escape de tanta pena un "y yo más". Que no, que no, que no. 

Esa gente es tan peligrosa como los imbéciles que meten una cuña de Manual de Autoayuda en cuanto te despistas. Tampoco. Ya sé que hay que disfrutar de cada ratito de la vida. Sí, que hay que bebérsela, también. Que mejor el carmín que lexatín. Cuidado con el abuso  de estupidez. No hay normas para la vida más que ética, y no hacer daño a los demás. Pero hay que profundizar un poquito, dar gracias, pedir perdón, hacerse cargo, ser consecuente. Todo esta retahíla de lugares comunes desemboca en la práctica salvaje del yoísmo, que va a ser nuestra tumba. Se nos ha aturullado con el "porque tu lo vales", y tanto nos lo hemos creído que se nos ha hecho viral interiormente. Y nos va a consumir, el yoismo. El bombardeo de merecimiento de felicidad a toda costa, caiga quien caiga. Yo soy el que más trabajo. Yo soy el que más malo me pongo. Yo soy el que más me canso. Yo merezco descanso, alas; y mi espacio, mi tiempo. ¿Dónde está el otro? Es tan importante tener en cuenta a los demás en la vida, que este barullo de autoestima mal entendida mezclada con falsas expectativas creadas por engañosa publicidad, imágenes inventadas de felicidad en fusión con éxito; tanta terapia de pacotilla, tanta psicología de balcón nos va a aniquilar antes que cualquier otro mal. No hay cáncer tan malo como el yoismo. Al final, todo es un poco lo mismo. Uno se pone las gafas de no ver y tira. Que está muy bien cuidarse a uno mismo y es cierto que para poder cuidar a los demás hay que estar sano, sí. Punto. Estamos en el mundo del primero yo, luego yo y después yo. Dejamos muertos en el camino y heridas sin curar, con tal de realizarnos, de tener tiempo para nosotros, de buscar nuestro camino. Ojito. 






15/10/2021

¡QUÉ BIEN!

Hoy nos hemos reunido unos amigos. Empezamos juntos la carrera. Los nueve. En la misma clase, los nueve. Hace casi 40 años, los nueve. Faltaron muchos. Entre otras cosas, hemos recordado a compañeros de pupitre. También a los que se han ido. Del recuento que ha ido saliendo de los que estábamos en clase en el 83 ha habido un momento en que uno, muy sensato, ha dicho ¿pero cómo cabíamos en esa clase tantos, si era una clase pequeña? Yo he pensado si ocuparíamos menos entonces. Seguro. O no nos importaba estar apretados. 

Me he ido porque me tenía que ir. Por obligación. Pero estaba tan pancha. Tan agusto. Compartir estudio, clases, nervios antes de los exámenes, une mucho. Y la fiesta de después, también. Además eran ocho chicos, o señores, y yo. No es la primera vez que soy la única chica en un plan de la Escuela. Es curioso lo del machismo y el feminismo. Cada uno vive las cosas de manera diferente. Sea lo que sea lo que ocurra. Yo nunca me he sentido minusvalorada por ser chica, en la escuela, por mis compañeros, jamás. Es más, me han tratado siempre como una reina. Solo un profesor nos dijo a una amiga y a mí, en segundo, al entrar en clase "¿Pero siguen ustedes aquí? ¿Por qué no se casan, en vez de tanto estudiar y perder el tiempo?" Lo he fabulado un poco. Pero la esencia era esa. ¿Tendría razón el antipático profesor de Materiales de Construcción? Alguna vez he reflexionado, y seguro que alguno también, es independiente de ser mujer, sobre la dedicación, aprendizaje y ventajas que supusieron esos años de estudio bestial.

Había gente en la Escuela que no había estado nunca en el colegio con una mujer. Había alumnos que eran brillantes, pero venían de zonas muy duras, de Madrid o de lo que ahora se llama la España despoblada. Chavales que hacían la mili a la vez que estudiaban y llegaban vestidos de uniforme, o iban a Mercamadrid antes de venir a clase, para ayudar en casa.

En quinto, un chico salió a la pizarra  para intentar ponernos de acuerdo con la fecha de un examen. Como no le hacíamos caso, dijo "vosotros os creéis que porque soy así de feo soy tonto. Pues estáis muy equivocados". Y era verdad, que era listo. El tío era un máquina. Otro,  amigo, era hijo de una pareja  humilde que regentaba un bar en una zona complicada, cerca de un conocido puente madrileño. Listo y bueno. Como era espabilado, estudió. Al acabar la carrera ya no tenía amigos en el barrio, el que no había muerto de sobredosis estaba cumpliendo condena o en el proyecto hombre.  Él invitó a sus padres al mejor restaurante de Madrid para celebrar que ya había acabado y encontrado trabajo. Cuando el camarero le preguntó que quién iba a probar el vino, contestó él "pues todos".

Así que durante la carrera, larga y más para algunos, que nos gustó mucho, ninguno me trató con desprecio por ser mujer. Al revés. Me pedían apuntes, me guardaban el sitio, estudiábamos juntos, me llevaban a casa o a la Academia. Como una reina. 

Cuando ayer tuvimos que leer la carta sólo los que se habían traído las gafas de cerca pudieron descargarse el menú y leerlo en el móvil. El camarero se ofreció a cantarnos los entrantes y primeros y segundos. Pero, ¿Se van a callar ustedes?. Soltó una retahíla ensayada. "¿Se lo repito? " ¡Qué risa! "¿Has tomado apuntes?" Dijo alguien. "Pásame fotocopias, que desde aquí no oigo" Pedimos fenomenal. Cayeron no sé cuantas botellas de vino. La primera se acabó sin servir a todos. "Oye, que me he quedado sin" Como colegiales. 

Cada uno se acordaba de los profesores con un nombre distinto, ponernos de acuerdo en fechas y acontecimientos tuvo su dificultad. Pero somos de buen talante, nos dejamos convencer y llegamos a acuerdos con facilidad. Además, los recuerdos son propios, y cada uno hace con ellos lo que quiere.

La única pena, la mesa larga y estrecha, que impedía a algunos hablar con otros un poco escorados. Pero da igual, Uno casi se descoyunta por intervenir en una charla que le llamó la atención en la cabecera contraria. Cositas. Alguien propuso montar un equipo de bádminton y presentarnos a las Olimpiadas. A lo mejor se nos da mejor que el baloncesto. Si es mesa cuadrada ya verás el lío. Todos hablando con todos a la vez.

¡Qué risa!

13/10/2021

MI ABUELA SOFÍA Y LA BEFANA

La historia de la Befana es fenomenal. Dice la tradición que Sus Majestades, los Reyes Magos de Oriente, iban camino de Belén, con su oro, su incienso y su mirra, a adorar al Niño Jesús, recién nacido. Imagino la oscuridad de la noche de invierno, firmamento agujereado de luces; SS MM, al no encontrar el camino correcto, a su paso por un pueblo de puertas cerradas al frío, pidieron ayuda a una anciana que los atendió y les regaló dulces. A ella la imagino humilde frente a los ricos mantos de los Sabios de Oriente, ella encogida, medio corriendo, amable por naturaleza, sin trazas de servilismo. Agradecidos por la hospitalidad, compartieron su regalo, pidieron que los acompañara en la búsqueda del niño Jesús. A pesar de la insistencia de los nobles caballeros para que les siguiese en su visita al pequeño, a pesar del relato de relevancia del acontecimiento. La Befana, que así se llamaba la mujer, se excusó con la cantidad de cosas que tenía que hacer y no salió de casa para acompañarlos. La rutina de la Befana, estaba llena de quehaceres pequeños, y de ellos se preocupaba, porque estaban a su alcance, eran deberes propios y dependían de ella. Al rato, en la reflexión, se arrepintió de no haber ido con ellos, y preparó un cesto con dulces, salió de casa y se puso a buscarlos, sin conseguirlo. De esta forma se paró en cada puerta a lo largo del camino, dando dulces a las criaturas que encontraba, con la esperanza de que alguno de ellos fuese el pequeño Jesús. Desde entonces vagaría por el mundo haciendo regalos a los niños para hacerse perdonar.

Mi abuela Sofía siempre tenía un montón de cosas que hacer. Cuando llevaba unos días en casa de alguna hija, decía: me vuelvo a Segovia, que tengo muchas cosas que hacer, regar mis hortensias, hacer croquetas para cuando vengan los nietos, la matanza, su lomo en aceite, sus torreznos, sus amigas, ir a la San Miguel a hablar con, don Justo, sacerdote de sotana, por si la necesita, para planchar sus amitos o el mantel del altar, almidonar los encajes del Sagrario. José Emilio, sacristán tardío saldrá a su encuentro, solícito. Comentarán los lances de la comunidad, necesidades de la Parroquia, si alguna familia se encuentra en precariedad, si un conocido precisa una visita. Vida en comunidad. Detrás del telón, Cereceda. Igualito que mi abuela, que siempre fue protagonista. La más guapa, la más lista, la más todo. Hasta el punto en que, en un momento dado, después del 75, que empezó a frecuentar su nombre, explicaba, refiriéndose a una nieta homónima, pobrecita que murió: es por mí, no por la Reina.


12/10/2021

¡A BAILAR!

Ya se puede bailar, sí, en las discotecas, con mascarilla y distancia de seguridad. Parece como si se hubiera alguien sacado de la chistera la solución a un conflicto. Tengo un no sé qué en el ombligo. ¿Es placer o mandatorio? 
Bailar, bailar, solo bailan bien los artistas: bailarines, bailaoras; los demás hemos hecho, cuando nos ha tocado, lo que hemos podido, en las pistas de baile, discotecas, en casas propias o ajenas. Unos se quedaban en el sitio anclado el codo en la barra, argumentando conversación; otros pisaban "la pista" y, sin cambiar de posición, movían el torso o los hombros, sonriendo; con los efectos de algún copazo, hacían como que sembraban. Alguno imitaba un paso conocido. "Aigotyudermortiplayer" era muy socorrido. Los más nos movíamos intentando que el ritmo de la música nos llevara de manera natural. Saltos, giros, meneos, un conjunto absurdo de movimientos y gestos inconexos que pasaban desapercibidos entre el alcohol, el humo, cantar a voz en grito, y el mogollón. Pero no es sólo el "chunda chunda" bailar. En cierto modo, el baile es un acto casi íntimo. El baile forma parte de un ritual de conquista. Es la llamada previa al apareamiento. El colmo y descanso, es el baile lento, "agarrao", las cabezas cerca, las mejillas juntas, es privado, sensual, está lleno de complicidad y feromonas. 
Ahora, ni alcohol, que no se puede bailar con una copa en la mano; ni gestos, que hay que ir con mascarilla; ni humo, que no se puede fumar en los lugares públicos cerrados, ni en muchas terrazas de bares; ni mogollón, que hay que bailar en el centro de una circunferencia de un metro de radio, no sé si es como para ponerse contentos. A vista de pájaro se observa un mapa de puntos móvil. Como no sea que hagan algo especial en las discotecas, echen humo de colores con cañones o cambien la iluminación; lo de lanzarse a la pista así, en frío, lo veo chungo. Caerán mitos y pasiones. 
Se puede bailar, ¿pero y el que no sabe? El baile debería ser una asignatura obligatoria, como sociales o inglés. Porque no saber bailar limita mucho. Se trata de un ritual más en el camino de la madurez, que forma parte de la vida y el aprendizaje. 
¿Se puede o hay que hacerlo obligatoriamente? Es decir, este momento de alboroto total, de desenfreno, ¿Qué significa? Si cierran a las seis de la mañana los bares y discotecas, ¿tenemos que ir todos? Yo es que hace mucho que no voy, desde que fumaba y se podía fumar. Lo mismo si voy no me dejan entrar, carné tengo, pero también canas y dolores ocasionales. Si hay que ir, yo voy, que conste. No es por no ir. ¿Bailas? ¡Qué momento!

11/10/2021

YO UN AGUA CON GAS, SI ES TAN AMABLE

El agua con gas es, entre las bebidas no alcohólicas; lo que entre las alcohólicas es la ginebra sola, sin hielo, dos dedos; equivalente a tomarse una manzanilla como infusión. Una abuela muy querida, que no era mía, pidió un día en un bar, bañado por la brisa del mar, después de misa de 12:00, una manzanilla, a sus más de 90 años. Iba acompañada por su nieto, que eligió una cerveza muy fría. Cuando el camarero, angelito, llegó con la bandeja en alto, en la que descansaba la rubia helada y unas gordales y una taza de loza blanca llena de agua en la que se sumergía una bolsita amarilla dando sospechoso color al líquido; la noble dama preguntó al iluso de camisa blanca, pantalón negro, si es que acaso tenía ella mala cara. Con su elegante belleza, que arrastró hasta el último de sus días, como su inteligencia y simpatía. Así lo dijo. El camarero por supuesto se deshizo en disculpas, se retiró como un cangrejo y cambió la taza por una copita fría de manzanilla, el bochorno le acardenaló mofletes y nariz, y le tartamudeaban las palabras. Un agua con gas es el descafeinado de máquina, largo de café, corto de leche con sacarina. Es una bebida de mayores. El punto de inflexión. Es una bebida de que te duele la tripa. Es una bebida para hacer bien la digestión. Es una bebida que no es bebida ni es nada.

El agua con gas, además está malísima. Porque el agua con gas está salada. Es como si tragas agua en el mar. Dentro de las delicadas burbujas debe haber granitos de sal. A mí que no me vendan motos. ¿A quién le gusta el agua con gas? Uno se puede acostumbrar a ella, sí, pero rica, lo que se dice rica, no está. Y si te sabe bien, es que eres mayor, muy mayor. O estás malito, pobre. Eso sí, tiene efecto dominó, como el café con hielo. Si el último en pedir elige Vichy, apuesta a que más de uno altera su elección. 

También hay quien bebe agua con gas porque mola mogollón. O para imitar a los verdaderos. Los elegantes. Esa élite que camina sin tocar el suelo, para esos seres gráciles y etéreos que transcurren sin ruido por la vida, que no pesan, que son mágicos, ligeros y delicados; se trata de algo natural. Como que todo les salga bien, tienen un don y sin ser los más guapos, ni los más listos, son los mejores, llevan el triunfo escrito en su carta astral. Ellos pueden beber agua con gas sin fruncir la nariz la primera vez, al probarla. Porque están en otra dimensión, y eso se nota. Ellos no se van, se acercan a los sitios. Ellos no comen, degustan. Ellos no beben, catan. Ellos no trabajan, tienen compromisos. No se despeinan en un descapotable ni al quitarse el casco cuando se bajan de la moto. Discurren por la vida con sencillez y gracia, y les sale bien. Esa gente llega a un bareto cutre de carretera y pide un agua con gas, con hielo y limón y lo convierten inmediatamente en un establecimiento. Si se lo sirven, claro está. Porque el camarero, paño al hombro, puede hacerle alguna que otra observación. Por no decir que le suelta un taco o improperio.

Por favor, tráigame un agua con gas, en vaso de sidra, con mucho hielo y un poquito de limón. A ver. Una vez que te lanzas, es fácil. Enseguida empiezas a notar el halo y se sientes  a punto de levitar. 


10/10/2021

YO ES QUE TENGO MUCHOS REGISTROS

Lo importante que es llamar a las cosas por su nombre. Siempre pensé que yo no tenía personalidad. Mira tú por dónde. Es más, se me ha acusado repetidamente de decir una cosa y luego la contraria. Se me ha tachado de cambiar de opinión e incluso de criterio. Y yo dolida. ¡Hay que ver que mala persona soy, que poca cosa y qué manera de patear la coherencia! Yo, que ya me fustigo sola, lo que me falta es si encima me critican. Que no tengo personalidad es la menor de las lindezas con las que me autocalifico. Al principio me sale un “pío, pío, que yo no he sido”. Esa predisposición a evitar la culpa que me lleva a no hacerme responsable. Esa calma aparente que da tener razón. Sumo una justificación con otra y sobrevivo al día. Pero, es quedarme sola un segundo, reflexionar, y saco la fusta. Zurra y dale. 

A mi alguien me explica un problema que no sea matemático (ahí no cedo ni un milímetro, es lo bueno que tienen las mates, único lenguaje fiel y universal de verdad) y me pongo de su lado. Empatizo, que se dice ahora. Ante un conflicto de cualquier tipo, escucho la versión del implicado y le entiendo perfectamente; surge un lazo de afinidad sin condiciones que me une al perjudicado. Pero si conozco a la otra parte, la que le ha hecho sufrir, la que no está de acuerdo, quien o a quien le ha hecho una faena; oye, me convence igual. Dentro de un límite, claro. Quitamos malos tratos, asesinos en serie, y otros ejemplos. Si hubiere terceras o cuartas partes, personas o versiones, también me convencieren. Bien argumentado, todo me parece verdad. O me da pena. Cambio de opinión. En esas y muchas otras ocasiones me he sentido, por tanto, veleta.

Si voy a una reunión con las ideas claras de lo que tengo que defender, arranco con convicción y energía, y al minuto se luce el contrario con un argumento imbatible y las orejas se me hacen gachas. Es que soy camaleón. No. Es que tengo muchos registros. ¡OLÉ! Así me gusta.

Yo es que tengo muchos registros. Lo mismo soy hippy que pija. Igual me gusta el sushi, que la carne muy hecha. Puedo salir por Lavapiés o por Paseo. Tengo amigos muy de un lado y otros muy del otro. Y así vivo, con mis registros y mis contradicciones. Porque me da la gana. Porque no soy monocromática. Porque la vida está llena de matices. Y sí, sí que tengo personalidad y el chocolate, espeso.


08/10/2021

EL JUEGO DEL CALAMAR

Vamos a ver. ¿Quién puñetas ha hecho viral la serie esa del "juego del calamar"? ¿Quién?

Primero, es una serie coreana. No sé cómo ha llegado aquí. Bienvenida sea. En mi caso es la primera que veo un producto cinematográfico de la península en cuestión. Nunca había visto una película coreana, no he leído un libro coreano ni conozco su arte. No presumo de incultura. Reconozco algunas de mis limitaciones. Ojo, conozco el tren coreano, que va a toda pastilla, nada que envidiar al Shinkansen, tren bala. Pero eso es otra historia. Como redención no es malo enfrentarse a una serie de la que se discute en todas las tertulias de postín. Para saber de qué hablan. Y por miedo a que en una de esas me estropeen el suspense desvelando el argumento, me he dado un atracón. Me la he visto entera.

Vamos a ver. Barata les ha debido salir mucho. La mitad de los actores van completamente tapados durante todos los capítulos, o sea que el papel lo puede hacer cualquiera. De la otra mitad, por circunstancias, los personajes van desapareciendo rápidamente a medida que avanza la trama. En definitiva, en sueldos no se han gastado un duro. El escenario, salvo alguna toma en la ciudad, es de lo más sencillo. Económica producción. En caretas, habrán hecho una pequeña inversión. Nada más.

Pero la trama. Ojito a la trama, que no tiene desperdicio. Con detalles del tipo de esa famosa escena de Misión Imposible, creo, donde se mezclan las fallas con los San Fermines y la Semana Santa; con fatales consecuencias que no afectan solo a la vestimenta mezclada entre nazarenos y camisas blancas con pañuelo rojo anudado al cuello y chapela, ¡figúrense! Pidiendo a San Fermín a la par que arden los pasos y el silencio cubre la noche. En la serie coreana ¡hasta hay una alusión a la Biblia!, a una parte de todos conocida, familia directa de Eva y Adán. Es una flipada del 10. Además de una crítica salvaje al occidental, es una barbaridad. No entiendo cómo se ha podido hacer famosa. Quizá esperando que pase algo diferente durante los nueve, que son nueve, capítulos. Quizá. Pasar, pasan cosas, va creciendo el disparate cada vez más deprisa. A lo mejor la iluminación o la música son buenísimas. O los títulos, como están en coreano, cualquiera sabe. Vale. Pero si es que se burlan de todo. Nos ponen, al supuesto primer mundo , sobre todo a los norteamericanos y a los ingleses, a caer de un burro. La mujer es una histérica en líneas generales y el hombre una especie de neandertal. Hasta ridiculizan los clubs donde empezaron algunas de las mejores voces, a entretener al público mientras bebía. Demagogia en Estado puro. Por no hablar de los valores, de la amistad, de la codicia, de la misericordia. Un reflujo de retórica comunista, con bombas verborrea sobre igualdad social, representada con igual vestimenta, chándal cutre los unos y cara descubierta; túnicas y caretas y armas los otros. ¿Mismas oportunidades? Mentiras y monsergas. Hasta la máscara del líder es diferente. Siempre hay diferencias. Es un cúmulo de virtudes la serie. El miedo de las personas, la envidia, las quimeras, la rivalidad elegida frente a la solidaridad, la falta de afecto, las argucias. Tintes todos de la miseria humana.

Se venden disfraces para Halloween de los personajes de la serie. Muy interesantes la oferta variada: chándal cutre, Dark Veider, La casa de Papel y una muñeca que da miedo. ¿Tú qué te pides?

Pero como ahora se ha puesto de moda verla, nada, hay que verla; y me pregunto qué comentarios habrá en los corrillos. "Muy fuerte tío, pero muy fuerte" No. Es más. No puede ser. Hay límites que no se deben rebasar. Y eso de presumir de ver cosas originales está muy bien hasta cierto punto. Ya hemos pasado por la moda de las series de los guapísimos turcos. Que son la novela que veían nuestras madres y abuelas, pero en turco. No es nada profundo ni importante. Primeros planos repetidos. Escenarios de ciudades de cartón. Argumento de altura que consiste en un cotilleo vestido de película. "En la fábrica todos saben que Don Jaime se ha casado con doña Inés habiendo embarazado a Puri que a su vez teje en el taller de Luis Ángel, primo del hermano de Lucía, hija del abuelo del alcalde, tan desgraciado el pobre, que tuerto lo dejó la guerra de ahí su genio atormentado”; total, un lío que ni el guionista se aclara.

Puede ser que el fondo y base y mensaje de la serie sea la denuncia del endeudamiento al que se ven sometidas las familias de Corea del Sur, hecho que ocurre en el mundo entero. No me parece la manera, la verdad. Basta ya de modas y a recuperar el criterio, que es gerundio.


07/10/2021

MIS DIEZ MINUTOS DE PRESENTE

A veces ponemos expectativas desmedidas en las personas, en los momentos. Y nos lo perdemos. Nos perdemos lo valioso. Lo que no tiene precio. Lo que recordaremos siempre con ganas de volver.

Son mis diez minutos. Es lo que tardo en llevarla a clase, a una cena, a una fiesta. Porque me deja. Porque me lo pide. Porque nos gusta. Porque tiene prisa. Porque es buena gente. Porque sí. Porque respeto dejarla detrás de las motos aparcadas y no salir a darle el achuchón merece en plena calle, comerla a besos metralleta delante de sus amigos. Porque ella sabe que me gusta y se deja. Porque soy una chica afortunada. Porque no le recuerdo por la ventana lo guapísima que va y ella se muere de vergüenza. No me grites, mamá. Sus amigos me saludan simpáticos desde el murete donde fuman y charlan antes de entrar en clase, se preparan para el día.

Vamos apresuradas, o tranquilas. A lo mejor nos hemos enfadado al salir. En la rutina a veces se escapan reproches. Que si las luces se han quedado encendidas, o no está recogido el cuarto, o yo me entretengo regando el jazmín. ¡Cómo huele!. No ocurren hechos trascendentales en ese rato. O sí. Porque: ¿Qué es lo trascendente? ¿Qué es lo importante? Acaso en ese rato maternal se refuerzan los lazos si se discute sobre la elegancia del erizo, la inmortalidad del cangrejo, o la piel de quemado del hombre atormentado. ¿Acaso es menester ahondar en las tinieblas del subconsciente para hablar de cosas serias, que calen en el día? Me parece que no. Porque lo que nos importa en esos diez minutos es que me a mí se me han olvidado los pendientes, y ella tiene unos en la mochila, que me presta. Yo le doy una goma para el pelo que llevo en la muñeca para domar su melena. Le llama su amiga madrugadora, que ya ha llegado, que dónde está. Yo pienso “¿le debo decir que cuelgue, para aprovechar este ratito nosotras? Me digo, ¡estás tonta! ¿para qué? Pues claro que no. Me encanta oírla reír cuando habla con sus amigos. Me encanta la adolescencia fresca que rebosa. Me encanta verla crecer feliz, implicada en lo que cree, estudiando, aburriéndose. Me encanta que discuta y hable con pasión, que se enfade en la injusticia. Que baile sin descanso. Que crezca feliz.  Me gusta que la despedirnos siempre estamos en paz. Gracias. Sonreímos. 


 

06/10/2021

SEPTIEMBRE

Me gustan esos días del final del verano en los que el amanecer vaguea, como si se hiciera de rogar. Huele a sábanas calientes. Hace frío fuera. Pereza y regusto. Se hace lenta la salida del sol. Me gustan esos días del arranque del otoño, en los que la luz se reparte antes por los tejados que por el propio cielo. Me gustan esos días de final de septiembre en los que la lluvia parece querer imponerse. Y finalmente se rinde. Nubes de plomo pesan sobre el horizonte, y solo tras una lucha propia de Titanes, se va haciendo cargo el Rey, astro donde los haya. Nubarrones planos y paralelos al paisaje descansan formando un escuadrón, en barrera oscura. El naciente va iluminando, poco a poco, se despereza a la vez que mis ojos. Reflejos y rayos dan pistas sobre lo que será el nuevo día. Esperanza de cambio. Ilusión. Todo va a ir bien.

Pasa en un instante.

Me gustan esos días en los que el anochecer no llega del todo, la luz siembra recuerdos en los edificios de cristal. Retienen cierta claridad propia del atardecer y hacen un juego con el ocaso. Reparten resplandores pequeños, rayos valientes. Finalmente se cierra el día. Los miedos se encajan en los rincones de la noche. Esperanza de cambio. Ilusión. Todo va a ir bien.


02/10/2021

FRASES QUE NUNCA DIRÉ

Hay frases geniales, aunque no imagino escenario en el que podría usarlas. ¡Mira que me gustaría! Es una fantasía. Muero por soltarlas.

Una que me encantaría decir es: "FBI (ef bi ai), open the door"!, o "armed police, open the door!". En inglés, mejor. En español no suena lo mismo: "Policía Nacional, abran la puerta" y "policía armada, abran la puerta", ¡demasiado lenta!, entre ponte bien y estate quieto, el caco se ha escapado por la escalera. El impacto, la fuerza sonora, no es comparable. "Well done!". Corto y contundente, premio seguro; no hace falta ni palmada en la espalda. "Buen trabajo" no es lo mismo, un tanto blando, para mi gusto, evita el contacto visual. "On your knees!" ésa es brutal. En español huele a incienso y recogimiento. Yo sería policía solo por esos instantes. "Las manos donde pueda verlas". "¡Alto el fuego!" Y sensacional, ¿Quién fuera espía, para soltar con las manos atadas a la espalda un "Quiero inmunidad"? La barbilla alta a pesar del cansancio.  "Arriba las manos, esto es un atraco". No sé si los ladrones de verdad lo dicen. ¿Qué tono se emplea para decir esto? ¿Y si te sale voz de pito? ¿Y si un gallo intercepta al barítono o la contralto que llevas dentro? Son momentos estelares donde uno no puede fallar, es el "sí quiero" de la vida diaria.

 

"Cierra el pico" es top ten. No es que sea antigua, es de antes de la era antigua. Los romanos no osaban a enunciar semejante oración. Ni a los egipcios imagino, de perfil, dando tal orden. "Chitón" está a la par. Más caducada que las conservas de ese supermercado de un pueblito serrano donde el gel de baño debe ser de oro líquido, por el precio. Lo llamábamos El Club del Gourmet, o del Grumet. A "casco porro" es buena, aunque algo menos sutil y aporta mucha menor emoción.

 

"¡Ahí te quedas guapo! ". "Que te den". Esas son de mis favoritas, las soñadas, y tantas veces pensadas a la cara con pudor por si se te notaba la rabia contenida. En el modo indirecto es fácil. Contárselo a otro: "que le den" se dice mucho, no es lo mismo que en caliente, a quien corresponde. Son un clásico de apoyo amiguil los "No te merece, tú vales mucho, seguro que encuentras otro trabajo enseguida, otro novio, otro piso", pero "que te den" debe ser liberador. Una erupción de energía que se lleva todo lo malo, que arrasa con la miseria o la inquina acumulada. Sin rencor se debe quedar uno. Una visión: En el despacho de tu jefe, te suelta sin levantar la cara de sus papeles en blanco un "estás despedido". Y tú escupes "¡Que te den!". ¡Hala! ¡A otra cosa mariposa! Con todo lo que has aguantado. Equivalente a un "para el coche" y bajarte, así, sin más tonterías, con un portazo y pensando en el gin tonic que te vas a tomar en El Abeto, al solete del parado.

 

A mí lo más duro que me han dicho es "no te pongas estupenda" y "Tenemos que hablar. " ¡Eso lo peor! Y de lo más divertido "último aviso para el señor y señora..." Corriendo por el aeropuerto. Por supuesto no me olvido del amor, que el alma llena. "Cásate conmigo". En medio de la sierra segoviana, nieve en los alfeizares y tejados, un frío que pela en un día despejado de sol intenso; en brazos de tu enamorado. Que estáis hechos el uno para el otro, ya lo sientes. Se rompe el silencio con un "cásate conmigo". Así, en directo, sin avisar. Tímido y sincero.


01/10/2021

SIGNIFIQUE LO QUE SIGNIFIQUE: HE COGIDO FRIO

He cogido frío. ¿Qué es eso de que has cogido frío? ¿Por dónde se coge el frío? ¿Cómo se coge, el frío? ¿Acaso se coge, el frío? ¿Dónde? Porque parece que el frio, así nombrado, es una ciruela, está en el ciruelo o en el frutero y se coge; un libro de la biblioteca, de la mesilla, ya abierto. ¿Pero el frío? ¿Qué? ¿cómo? ¿Dónde? porque una vez cogido, en algún sitio hay que ponerlo.

El frío como sensación no significa que lo haga, que a veces sí, las personas tenemos frío, lo sentimos. Tiritamos incluso, se te amoratan los labios, congélanse orejas y hasta a desprenderse llegan, como los deditos de los pies, pregunten a los montañeros. Sembradas las cumbres deben estar. de meñiques. En fin. Un famoso periodista, médico a la sazón, presume de que frío no hace, que con una rebequita se puede salir a la calle. El tío vive allá abajo, donde huele a naranjo y la torre de la catedral destaca en el horizonte. En la ciudad del río que no es río. Sales a la calle haciéndole caso y se te congelan los humores. El caso es que uno siente frío y el que tiene al lado no. Igual que el agua, hay para quien el agua está fría y para otro no. El mismo mar, la misma bañera colmatada de sales, para el padre es hielo donde marchitarse, para la madre caldo. En fin. La temperatura adecuada es motivo de disputa. Lástima, con lo fácil que es. De hecho, las discusiones térmicas en las oficinas han dado más de un quebradero de cabeza a los pobres encargados de las instalaciones. Es más que habitual en estos edificios magníficos que ahora se proyectan, de grandes luces y espacios diáfanos. Esos edificios premios nacionales, acristalados, de estructuras valientes, esculturas bellas en las que se refleja el atardecer de la ciudad, pero que han olvidado la función que cumplen. La idea se centra en los espacios abiertos en las oficinas, volúmenes despejados, sin papeles, sin despachos. Para ello el empeño del arquitecto y el esfuerzo del ingeniero en eliminar pilares, inventar y reforzar secciones. El diseñador de las instalaciones adecúa su trazado a las exigencias del guion. Después llega el ocupante del espacio, en ocasiones un ser humano que se comporta como criatura veces miserable, con un orgullo que le hace pelear por fronteras, ¿cómo va a permitir no echar una meada en su ubicación laboral? ¿cómo no proteger su mediocridad con tabiquería y puertas que se cierren? Es sólo un síntoma y el menor de los problemas del imbécil.

Mi padre, con su metabolismo de paramecio (él no sentía frío ni calor y tampoco dolor, pero eso es otra cosa), decía que los pies y la cabeza son el acceso que encuentra el frío para entrar en el cuerpo. Con los pies y la cabeza calentitos, el resto también lo está. A la vejez, sombrero y zapato cómodo con buen calcetín. Los bebés, patucos y gorrito. Un recién nacido siempre tiene manoplas para que no se haga heridas con esas uñitas que hacen de alfileres en su cara nívea, un gorro a juego, bien pegado a la cabeza aún abierta que sigue creciendo, y los patucos, que acaban entre las sábanas al primer movimiento en el sueño. Tapado también con una manta fina y una toquilla que dejan ver los bordados del embozo. El sueño del bebé es como el fuego, cambia todo el rato. El sueño del bebé es como el mar, con su ritmo, con sus idas y venidas, diferente y lleno de paz. El sueño del bebé alimenta la armonía, el ambiente huele a polvos de talco y colonia. Huele a infancia y a arrullo. Con los pies y la cabeza calentitos, para que no cojan frío. Ya un poco más mayores oirán “no andes descalzo que vas a coger frío”.

Lo que no entiendo es que el frío te haga ponerte malo. ¿Vienen los bichos con las bajas temperaturas? Son los cambios bruscos, me dicen en la farmacia, ese frío de la mañana y a mediodía calor. ¿Por qué eso hace que nos pongamos malos? En efecto, salimos de madrugada vestidos de invierno por la mañana y a mediodía estamos achicharrados, sudando y ofreciéndolo todo por una sombra y una camiseta de tirantes. Que el otoño, con sus veranillos, es una época propensa para ponerse malo.

Me pregunto si, como tantas veces, será todo esto fruto de una mala jugada que nos ha hecho el lenguaje. Nada más dañino que no entendernos. Ya se nos castigó en Babel. Si en inglés “Frío” es “Cold”, y catarro es “cold”, entonces cuando un británico, con la nariz como un tomate de tanto sonarse y los ojos como chupes, se excusa con un “i've got a cold”, ¿y qué quiere decir? ¿Qué se ha puesto malo o que ha cogido "un" frío, ¡ojo, contable! literalmente hablando? Porque para el COLD es frío y catarro, palara polisémica. Pero una es "contable" y otra "uncontable".  Ahí está el quiz de la cuestión, porque no que no es contable no se puede coger. ¿Cuánto coges? ¿Un montón de frío? ¡no! ¡No se puede medir!

Pues yo he cogido frío. ¡Hala!