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29/08/2022

¿A QUIEN LE IMPORTA?

 

Es torpe el mensaje del llamado ministerio de igualdad. Esa foto en plan anuncio de colacao con unas señoras que teóricamente están avergonzadas de su cuerpo y deben de dejar de estarlo e ir a la playa. Parece una imagen de los ligones de suecas de los setenta. Si bien es cierto el problema de canon de belleza y las trampas de las tallas. Esa talla única imposible, por ejemplo. Absurdos que ayudan a la anorexia y la desazón a nuestros adolescentes y no tan adolescentes; esta gente del ministerio no se ha pasado por la orilla, por el Levante. Por el sur. Por el norte, donde, salvando las distancias que el buen gusto y la estirpe mantienen, especialmente en rincones elegidos, el espectáculo en la arena es el mismo. ¿A quien le importa? Intentan buscar un problema donde no lo hay. Encima, lo etiquetan de violencia sexual, al tiempo. No es eso. La violencia, la discriminación, el desprecio, el sexismo, el maltrato, el bulling, existen y hay que ocuparse y educar para que no ocurran. Pero ponerlo al nivel de exhibir vergüenzas en el mar, para mí es no sólo una estupidez si no que una burla al problema real. 

En la playa los estereotipos son los de siempre. Y las vergüenzas desaparecen. Yo recuerdo a mi madre, que en invierno y de diario tapaba sus carnes extras, usar biquini a mucha honra en la arena. Que no es no mismo la arena que la loseta o el césped. Decía que el sol y el mar eran buenos, cuanto más carne esté al aire, mejor. ¿Excusas para el destape? Es posible. A nosotras nos tuvo con la conocida como parte de abajo a pesar de nuestro deseo de usar triangulitos para cubrir nuestro cuerpo plano de niñas. Además, te secas antes, no tienes la tripa mojada que deja el bañador, malísimo para indigestiones. 
Y es que en la playa cada uno hace lo que le da la gana. Gracias a Dios. No es que no se mire. No. Que cuando pasa una tía buena le tienes que dar un codazo a su chico porque se le pegan los ojos a las curvas. Sí. Que cuando pasa un cuerpo bombero disimulamos entusiasmo. Pero cada uno va como quiere. Y salvo guardianes frustrados que adoctrinan regañando al que tira papeles, fuma, a la que hace topless o al que le molesta sin más; salvo ellos, la gente va a la playa desinhibida. Porque el mar tiene esa propiedad mágica de imbuir un todo me da lo mismo. Se ven bañadores turbo que ya no se encuentran en los comercios, tetas al aire, triporras bamboldantes, celulitis sin control, calzones arremangados. Culos en la arena. Y cuerpos en jarra. Con postura de padre, observando. Están pensando si bañarse o no. Cada uno nada como puede. Casi parecemos anglosajones o miopes, de esa indiferencia por el aspecto del otro.  Que quieres ir monísima, ole tu. Pareo a juego con el bañador. Piernas contorneadas y sonrisa Profident. Y tú, con tu polo y tu bañador de bolsillos. ¡Enseña tableta, cuerpo serrano! Da un gusto al público. Las hay asquerosas de flacas, buenorras, envidia cochina. Las hay flacas de enfermedad. Blancos, morenos, cangrejos de más allá del Cantábrico. Embarazadas en bikini, luciendo lozanía. Tabla rasa. Este estado de semi desnudez iguala mucho, salvo cuando se abre la boca, claro o en cuanto empiezan los aderezos de sombrilla, nevera y aperitivo. Ahí empieza el alboroto. 


28/08/2022

DEMOLER LAS PRESAS

Leo con preocupación e intriga que hay una batalla legal para "Recuperar la naturalidad de los ríos" que "es una cosa necesaria, bonita y productiva desde todos los puntos de vista".  Yo me opongo, por si acaso. Por lo visto también se oponen los paisanos; según los precursores del flamante proyecto tal oposición se debe a temas culturales, no técnicos. Es decir, ancestrales manías, vestigios del pasado, peso de la historia, analfabetismo programado. Vamos que son tontos. Si no estás de acuerdo conmigo o no tienes la información y formación suficiente o eres imbécil, o un carca. Y es que como siempre ha habido una presa en el pueblo, ahora no quieren quedarse sin su embalse. ¿Pero quién se han creído que son esos autores de proyectos de demolición de presas para recuperar los ríos? Si el agricultor se opone, será por algo. Dicen los precursores que prefieren convencer a vencer. Eso me suena a una mala imitación de Unamuno. Venceréis, pero no convenceréis.
No se puede trivializar sobre un tema tan serio. No es de progres y de fachas. No. Con la construcciones de las presas se ha procurado regular los ríos, su caudal, no siempre constante, las inundaciones y el daño que provocan crecidas inesperadas, almacenar el agua para futuro. La intención nunca fue matar la a naturaleza, ni cortar el remonte de la anguila. ¿Que se puede hacer mejor? Seguro. Las presas se planearon, mediante sesudo Plan Hidrológico Nacional, con objeto, entre otras cosas, de ser previsores con el agua, bien escaso. En nuestro seco país, por zonas, para facilitar el regadío en épocas de escasez y garantizar el suministro para consumo humano. Se da la paradoja de que en algunos puntos del país con muy alta pluviometría, la sequía es mayúscula. 
 Que no se lava el hombre solo cuando llueve. Los estanques de tormentas son depósitos que se construyen con análogo fin. Porque no hervimos la pasta con agua de lluvia. Otra cosa es las presas que ya no embalsan, porque hay otros medios para llevar el agua a la localidad en cuestión, por ejemplo; o las que quedaron inservibles por deterioro y ruina de la infraestructura. Vale. Pero no me hablen de obstáculos. Son cambios en el paisaje. Otra cosa es la presa que acumula tanto sedimento, lodos contaminantes, que no cumple su función, que es un riesgo para el medio ambiente y para la seguridad. Vale. Que hay que cuidar y hacer lo mejor posible. Como los puentes, que salvan obstáculos, sí, pero supone  un artificio en el medio, una transformación. ¿Que hay que cuidarla? Sí, no dejar de hacer viaductos. También cambió Segovia el acueducto. 

Las presas cortan el paso de lo fauna como lo hacen. las carreteras. Hubo épocas en que se diseñaban cuentas con la rugosidad suficiente para que las salamandras las rebasaran. Se han retrasado caminos por no afectar a la etapa de cría de algún rapaz. Se han cambiado trazados de ferrocarril por no tocar la apreciada retama. Y el campo se queda amarillo en verano. Vale. La autovía de Leizarán fue motivo de confrontación. ¿Que ahora nos ha dado por las presas? Vale. Pero no hay que volverse locos con la conservación del ecosistema. Que las cosas cambian. Los dinosaurios y muchas otras especies desaparecieron. ¿Vamos a tener que ir al río a lavar? ¿Volvemos a los caballos para desplazarnos? Podemos ser Amish y vivir sin electricidad. 

Estoy de acuerdo con la racionalización.  La construcción de Riaño sufrió una fuerte resistencia. De hecho, allí se aburrió Benet hasta escribir Región, a la espera del pistoletazo de salida de la autorización  de los pagos a los afectados de las expropiaciones. Que alguno no se quería ir después de cobrar, también.. A mis abuelos les inundaron los melocotoneros en Zújar. No creo que se pusieran muy contentos. Pero hubo agua en Zújar y los alrededores. Sí, y en Navacerrada se perdió la carretera que llevaba a Becerril y un montón de casitas y de árboles, que surgen como del pasado cuando el agua escasea. Si habrá estado seco el embalse veces que una vez bajé con mi padre hasta tocar el paramento, ni siquiera húmedo en su punto más bajo.

Han aparecido huellas de dinosaurios consecuencia de la sequía. No sé yo si es el momento de demoler las presas y restituir los cauces. Ni siquiera sé si es éste el momento de sacar el tema. Hay que ser más imaginativos que políticos.

27/08/2022

PUDOR

El pudor y una educación a la antigua usanza, quizá me impiden estar del todo a gusto en una hamaca rodeada de gente. El temor a quedarme frita y sus consecuencias no dejan que me relaje como debería. Es decir, lo que merece la situación, la paz de una hamaca en la orilla, ya sea del mar, un lago o una piscina. El ruido de las olas, que acompañan como el fuego, que me embrujan, me hipnotizan. Pero no tanto como para perder la compostura. En cualquier caso, en lugares públicos, el recato se impone. 
Digo esto mientras oigo los ronquidos de una británica de dimensiones desmesuradas que yace plácidamente boca arriba después de la ingesta desmedida de alcohol. Bozan las lorzas por ambos lados de la tumbona. Ha tenido la suerte de tumbarse cubierta, y no directamente en bañador o biquini al salir del agua. Sus piernas blancas se ocultan bajo el pareo. Tiembla el suelo cual si de las ondas P, predecesoras de seísmo, se tratara. Busca el epicentro su vecino, que no sabe si chistar porque los cascos a todo volumen no amortiguan el estrépito. 

Nadie confiesa dormirse en público. O casi nadie. ¡Uy, se me han cerrado los ojos! ¡Cabrón!, se te han cerrado no, que has pedido un café y se ha enfriado y se ha vuelto a calentar. Que se ha puesto el sol y hemos quedado a comer. ¡No fastidies! Que hemos recogido la cocina y estamos haciendo la cena. Cinco minutos, dice. Nadie confiesa dormirse en público. Mi madre lo hacía, después de comer se quedaba roque. Sé de alguna que gusta de tenderse en el suelo. Mi padre también, aunque aseguraba que ninguna de sus hijas, hijos o nietos le había visto jamás dormido ni con la camisa por fuera. Bueno. ¿He roncado? preguntan los inocentes después de un despiste, traducido en cabezada, que el susodicho no ha conseguido vencer. El peso de sus párpados le ha sobrepasado y ha sucumbido en público al abrazo de Morfeo. Ante la cándida inocencia del concertista, mana la condescendencia o la ternura, ¡no!, ha sido solo un ronroneo, de estar a gustito. 

Lo de la guiri de la hamaca está subiendo de tono. Parecía mentira, pero va a más. Madre mía. Le va a dar algo. Le falta acurrucarse, hacerse un ovillo o despatarrarse. La cosa está poniéndose fea. La vergüenza ajena es del observador. ¿Dormiré yo así? No nos vamos a atrever a cerrar los ojos por miedo a que no sea bastante el amor conyugal para soportar semejante espectáculo. Nadie se conoce y todos hemos empezado a comunicarnos telepáticamente. ¿Qué hacemos? ¿Cómo es que no se despierta? ¿Estará sorda que no se entera? Se resuelve por fin la tensión con el rosado marido que aparece con un darling y un par de combinados. La sonrisa de ambos y el suspiro del distinguido se mezclan en un aire de paz renovado. 

26/08/2022

PRESIDENTE DE LA REPUBLICA DEL GOBIERNO DE ESPAÑA

El señor presidente de la República del Gobierno de España no existe. Y no me creo que se equivoque en ese detalle una periodista acostumbrada a leer textos mucho más complejos. En ese puesto el locutor es un veterano, digo yo,

Como reacción al supuesto gesto erróneo o calculado por parte del rey Felipe de no levantarse ante el paso de la espada de Simón Bolívar, ya dijeron algunos "Ojalá pronto a España la represente una presidenta o un presidente de la República votado por los ciudadanos". No se levantó en la entrada, sí a la salida. ¿Error de protocolo o falta de información?  No existen las casualidades. Otra cosa no, pero el rey y la reina, (aunque me cueste decirlo) se lo saben. Y hacen lo que tienen que hacer. Se aprenden lo que les dicen y quedan estupendamente allá donde vayan. Hasta los más encendidos oponentes a la monarquía, una vez que los conocen, quedan seducidos por su buen hacer, que hay quien confunde con encanto. La buena educación es lo que tiene, que siempre va un paso por delante. No te equivoques, a ellos no les has impresionado. Están trabajando. Cumplen con su papel de diplomacia. Hasta en los pequeños detalles. Son los que hacen fluidas las conversaciones. Llevan la voz cantante. Facilitan los eventos, son la argamasa que une las conversaciones en las enormes mesas llenas de flores y desconocidos. Tienen el chiste, la gracia o la camaradería si es menester sacarla a relucir por sí hay algún candidato a sublevado a bordo.

¿Se imagina alguien a Macron sin reaccionar si le llaman rey de Francia? Se organiza la mundial. O a la reina Isabel que la presentaran como Primera Ministra. Ni en tiempos de Teresa o Margarita. O que le hubieran coronado rey a Trump. No hace falta seguir.

No me creo que sea casual que los dos eventos, que distan entre sí menos de un mes, y acontecen en el mismo país, hayan sido casuales. Y encima que el mal llamado presidente de la República de España se ría. Eso hay que llevárselo aprendido de casa. Hay que tener cintura para decir un chascarrillo y que nos riamos todos. Hasta hace un mes me juego corderos contra pajaritos que nadie sabía de la espada de Bolívar, hoy fuente de conflicto y motivo de indignación. Hoy nos podemos presentar todos a Wikipedia a rellenar datos, más que de Excalibur sabemos. ¡Ay Arturo! ¡quien te tuviera de rey!.


25/08/2022

LA PANDEMIA NO HA EXISTIDO

Mi madre, para muchos la doctora, decía que la pandemia había llegado para matar a los viejitos. Que era una suerte de peste, que seleccionaba de modo "natural" a los más fuertes. Y dejaba en el camino a los más vulnerables. No especificaba ella si el virus era creado por la mano del hombre o no. Siempre mueren los más débiles. Claro. 

Miro, que no leo, las noticias. La pandemia no ocupa las portadas, menos mal. Ha dejado sitio a la guerra. Que, a excepción de los pobres ucranios y los pobres rusos, que al final son hermanos, o primos, que pelean bajo batuta, a excepción de su dolor diario, el mundo solo está preocupado por el gas y el frío o el calor indeseado. Falta de provisiones, pero eso se ve más allá del horizonte. Ya lidiaremos ese toro cuando entre en la plaza. A falta de bombazos han llegado los fenómenos naturales. La sequía. La sequía que desentierra pueblos hundidos, huellas de dinosaurios, cadáveres. A saber lo que nos depara la sequía, además de sed y no poder lavarnos tanto las manos. Porque con la crisis energética ya no podemos ventilar y con la falta de agua la higiene se va a resentir. Total, que a ver si vuelve el bicho. Que lío. 

No. La pandemia no ha existido. Lo que antes eran muertes para quedarse en casa, ahora es normalización de la vida. Ya se puede y deben cerrar puertas y ventanas. No hay que hacerse test a no ser que estés fatal. Pero muy mal. Si das positivo y no tienes fiebre, o trabajas en remoto, o te pones mascarilla y vas a la Oficina o donde te toque. Si has estado en contacto con un positivo, no tienes que hacer nada. Pa'lante. Estoy exagerando. No me sé las normas bien. Es más o menos. Lo que digo es que han cambiado los criterios. Con un porcentaje altísimo de población vacunada, no sólo se siguen contagiando jóvenes, adultos, mayores, sino muriendo. Se añade la viruela del mono, el VIH ¿Entonces? Mira que somos gente muy obediente, hasta en la cama, gente que tan sólo pide vivir su vida, sin más mentiras y en paz. No entiendo. 

Y es que la pandemia no ha existido. Solo era una falta de capacidad en los hospitales. Los médicos no usaban lejía para desinfectar las mascarillas porque no había. No se acababan los guantes en los economatos. No. Ni se hacían entierros en soledad. Con el rezo calmo del sacerdote acompañados por los entrenadores vestidos de astronautas. No. No se inventaban pantallas protectoras con carpetas de plástico atadas a la cabeza. No. Los médicos no usaban bolsas de basura para protegerse. No. Ni se vació Jose Abascal. No. No se podía cruzar la Castellana sin mirar. No. La pandemia no ha existido. Son nuestros enfermos, nuestros muertos, ellos sí se fueron. Nada más. El resto fue un invento extraterrestre. 

24/08/2022

ARENA EN EL BAÑADOR


Hoy en casa, después del mar, al quitarme el bañador, ha caído arena hasta hacer un montoncito a mis pies. Me había duchado en la playa, bañado en la piscina, cual pececillo que soy. Hoy en casa, al ducharme me he descubierto arena en sitios imposibles y otros que no se deben contar.

Recuerdo una reunión de gerifaltes en la que se hablaba de cómo evitar el perjuicio que la arena podía causar al tren del desierto. El estropicio que provocaría en esa infraestructura que iba a conectar dos sagradas ciudades. La erosión a ese camino de peregrinaje. Entre las discusiones técnicas de los curritos, siempre brotan las anécdotas de los altos cargos. Esos jefes que visitaban la traza y contaban. Contaban que la arena estaba siempre. Incluso cuando no había arena, sin tormentas ni dunas móviles, la arena estaba siempre. Aprendían los occidentales de corbata y cinturón de los oriundos, siempre a cubierto, envueltos en capas de fino tejido de protección. Que los preservan del sol, del calor, del frío y de la arena que se entretiene en los pliegues y huecos del algodón. Y tarda en llegar a la piel. Comentaban encorbatados desde la presidencia de la mesa, que ese día, la ducha se llenó de arena. Una arena polvo fino que ellos no habían visto. En suspensión, la llaman. Tan abrasiva como la otra. Tan intrusiva, tan invasiva.

En la ducha hoy me ha costado que se despegara esa arena de mis lorzas. Como si les hubiera cogido cariño. El mismo cariño que me tienen ellas. Mis lorzas se han hecho fuertes en mis caderas y la arena fina se adherido a ellas cual lapa a roca.

He recordado con nostalgia las tardes de parque, de padres. Esas que los niños no querían terminar. A sabiendas de su cansancio, o del hambre que ya les rugía en sus pequeñas barriguitas, ellos, con  su reloj de instinto aún intacto, preferían jugar. Y jugar. De refilón nos miraban a los adultos al llegar la hora de replegarse. Al vernos distraídos, mentalmente nos animaban a pedirnos una cervecita o a seguir charlando. Los niños croqueta no querían cambiar de actividad. Disfrutaban de sus juegos, sus normas recién inventadas o aprendidas. Reían los niños croqueta, ellas con lazos de raso sujetando las coletas. Vestidos de nido de abeja. Ellos pantalón corto y recién peinados. Todos con rebecas cortas de atrevidos colores, que no fosforitos, a juego con los calcetines o polainas. Así salían de casa, recién despiertos y merendados. Cuando por fin llegaba la hora, era también el momento del ritual. Sacudir la arena de los zapatos, calcetines, bolsillos. ¿Hasta dónde podía colarse el fino sílice?  Cuanto más duraba en rito, mejor se lo habían pasado.

Un poco así me he sentido hoy jugando con las olas en familia. Que tengo una edad, sí. Pero no la hay en el mar. Cuando las olas te doblan en altura y te lanzas libre, esa sensación te acerca a la alegría. La duda entre atravesarla o correr con ella. Ese instante de vacilación que resuelve tu estómago. Un poco de miedo, que a la naturaleza se le debe siempre. El revolcón. La ola que sientes en los pies con fuerza, ya rota, hecha espuma, cuando la salvas hacia delante, atravesándola. Es casi una victoria, pero no te descuidas, porque viene otra y otra. Y cuando nadas con ella dejándote llevar, corriendo la ola, el mogollón en la orilla, el revoltijo. Ese punto en que la fuerza del mar te desorienta y cuando asomas por fin la cabeza, el pelo en la cara, sin saber muy bien qué está abajo y qué arriba. Solo se puede sentir alegría. Es una alegría infantil, pura. Es risa. Es reto. Y un cansancio feliz. Al llegar a la ducha y ver la arena y las algas, las huellas del mar, he vuelto a sentir a esa niña que fui, que soy. Yo también jugaba en las paralelas, vienen siguiéndome, espacio y el tiempo, juegan al ajedrez. Yo también me tiraba por un tobogán con aristas, un tobogán que quemaba los días de sol y los de lluvia te recibía con un charco. Que veo océanos donde solo había charcos. Ahora tú, no dejes de hablar, somos, coordenadas de un par. Incógnita, que aún falta por despejar.


18/08/2022

COMIDA PASADA DE MODA


A veces no hace falta más que abrir la boca para meter la pata. Se nota mucho en las modas. Nuestros padres bebían cubalibres. Si nosotros hubiéramos ido a Pachá y hubiéramos pedido un cubalibre hubiera sido peor que llevar calcetines blancos a la entrada. Todo un insulto a nuestra modernidad ochentera. Y no digo ya si lo hubiéramos pedido en el Penta, El Siroco, Rompeolas, el Sol, El Pirata, El Delanys, Rockola, El Honky, La vía Láctea, el Café Ruiz...¿Se ve de quién soy, no? Un sol y sombra o un anís era símbolo de estar sin un duro.

Pues ahora, si estás cenando y quieres dar la nota, pídete un licor de manzana con el café, o un Licor 43. Cositas. Te pides un Peppermint y directamente llaman a seguridad.

Sin embargo nos parecía tan normal a nosotros, pedir un cerebrito (yo no) : Baylis con tónica, que se cortaba. ¡Puaj! O un "Hasembury" en la chocita Sueca, un mini con submarino en uno de los Paradores de los Arcos de Moncloa. Paradores numerados con números romanos, unos clásicos. Ir a Chapandaz iba asociado a pedirse una leche de pantera. Ay ay  ay, que me sabe a Calisay. ¡Qué anuncio! Paternina banda azul: otro planeta. 

Por no hablar de ir al Vips, donde quien se atrevía, pedía un banana split, o cualquiera de esos postres importados imposibles de terminar, pero que por supuesto no queríamos pedir para compartir. Se derretía el helado, se mezclaba todo y era una sopa de colores que mejor tomar en solitario. Y esa tarta al güisqui que no podía faltar en una carta de un restaurante castellano a mucha honra. Niño, tu no puedes tomar, que tiene alcohol, como la mus de chocolate de mi suegro, solo para adultos, con su chorrito de ron. Pedirse unos entremeses suena a hablar en chino, eso sí, si dices antipasti  en un italiano, dejas en el sitio ala camarero. Hay que pedir AOVE, ni se te ocurra decir aceite de oliva....¡no!. Los huevos rellenos (sorpresa) están descatalogados, y tienen su punto. La pechuga villaroy no se hace porque es una lata. Ahora no están de moda los revueltos tampoco, y mira que daban juego. De ajetes, de morcilla, de según. E incluso huevos con bechamel, una delicia. Bueno, donde hay bechamel que se quite el resto. Poco se ve el Ossobuco y el Strogonoff, poca broma. Ragú. No podía con él, y esas patatas flotantes. 

Gracias a Dios pasó el boom de las endivias, que en mi casa las hacían de todas maneras, en ensalada, con bechamel y jamón de york o serrano. Vino la endivia con el kiwi, que la gente no compraba porque parecían ratones. Mi madre, muy moderna, siempre estaba en vanguardia. Quien a los suyos se parece, honra merece, yo era fan del helado de after eight y la comtessa. El pijama, de postre, no lo probé nunca. 

Antes, pedir ron Havana Club era estar un poquito por encima de la media. Ron oscuro, calidad. Ahora lo raro es pedir un ron blanco. Como tomar botellines. ¿Quién pedía un botellín pudiendo pedir un charco de esos de donde bebían varios? Con el coronavirus ahora nos llevamos las manos a la cabeza. Quizá fue una manera de inmunizarnos. Las guindas en los cocteles, o las aceitunas...¿se siguen poniendo? ¿Quién se come las guindas? ¿Y qué me dicen del huevo hilado, manjar donde los haya? Que solo se encuentra en las mejores pastelerías. Porque hacer huevo hilado en casa....¿quien come melocotón o piña en almíbar? Tan socorridos ambos. los huevos al plato, que servían para un reciclaje. 

Ahora todo combina con el aguacate, desde una ensalada a un filete, como si te lo tomas de desayuno. El coctel de gambas ya no es antiguo si lo bañas en guacamole. Eres un cateto si no sabes lo que es el Kéfir. El brócoli ya es antiguo, ¿no has probado el bimi, el jengibre? El jengibre con el que la madre de Ana, de los Cinco, hacía pasteles. Y nos metemos con la comida británica. No somo nadie sin esa planta de la familia de las zingiberáceas, cuyo tallo subterráneo es un rizoma horizontal muy apreciado por su aroma y sabor picante. El Bok Choy, bambú, choy sum, son imprescindibles en nuestra dieta. No eres nadie si no sabes manejar unos palillos. 

Eso sí, como la vida es cíclica yo sigo enseñando a mis niños a distinguir los cubiertos de pescado. Verás, que el melón con jamón va a ser el sushi del futuro. A lo mejor no vuelven las hombreras, pero apuesto corderos contra pajaritos que volvemos a alabar los potajes y las patatas  a la importancia ocuparán su sitio en el menú. 



17/08/2022

YO YA NO ME ARROPO

Yo ya no me arropo. Yo no me tapo por la noche, ni sábana, ni colcha. El edredón para regalar. Después de la calorina que hemos pasado, necesito disfrutar del fresquito. Me voy a coger una pulmonía. Bienvenida sea. Como dice un amigo mío, es tal la inercia térmica  acumulada en el cuerpo serrano este que tengo, que necesitaría remojarme dos días enteros en el Cantábrico para empezar a recuperar algo de temperatura normal. Eso sí, pasado el lapso, y debido a la transferencia térmica, que sería brutal; además de afectar al biotopo de la sardina, subiría un par de grados la temperatura del agua, no de mi cala, del mar entero. Y ya puede estar fría. He pasado tanto calor.

Tanto calor. Y eso que soy una suertuda, que lo he pasado en parte sumergida. El agua de las piscinas que he catado; afortunada yo, que tengo amigos y parientes que las comparten conmigo; a 30ºC, hasta en la Sierra. Con mayúscula. Sierre Norte. Sierra Oeste. Sí. No es que no se agradeciera el chapuzón, que se agradecía, claro. Se agradecía y era imperativo. Las ganas le hacían a uno saltarse las normas más elementales de educación. Sin protocolos ni cariños, ¡al agua patos!. Se agradecía, se necesitaba. No es que te apeteciera bañarte, es que temías por tu salud mental si no lo hacías. La presencia cercana de una masa de agua y la sola hipótesis de no estar dentro de ella, eran asuntos disjuntos. Una vez sumergidos, nos convertíamos en bolsitas de té, en boyas. Muy quietos todos. Piscina comunitaria o individual. Lo mismo daba. Bañistas quietos. Sin tener que temer que un nadador les arrolle. Porque, mira que mola nadar, que es el único deporte en el que no se suda. Pues yo creo que esos días, como que no apetecía ni a braza, no fuera a ser que entraras en calor. Esos grados que habías conseguido bajar, como si de fiebre se tratara, podías quizá recuperarlos con un poco de ejercicio. Y así, en modo bolsa de te o boya, tan a gusto. Como mucho haciendo el muerto, o la estrella, que se dice ahora. Sin movernos, hemos sobrevivido los suertudos a algunos días de asfixia veraniega. 

Tanto calor. En cuanto a la inercia térmica y los manejos del hogar, confieso que yo ya he sucumbido a la oscuridad, hay que cerrar, se cierra. A cal y canto. Sangre andaluza propia y prestada. Como soy muy de ventilar, en cuanto se iba el sol, abría de par en par, buscando corrientes. Que no había. Buscando brisa. Que tampoco. Diez de la noche: 36ºC. Aislados  a lo mejor no suponen un disparate, pero después de varios días de 42ºC, 40ºC de máxima, de máxima en meseta, mantenida; no un pico ocasional, 36ª es mucho, es cansado. No es anecdótico. No, es un día y otro. Cierro en cuanto el primer rayo de sol calienta; pero siempre hay alguien que te lleva la contraria. Una madre, un hijo, un marido, un suegro, un amigo, el repartidor de Amazon. Pero qué calor hace aquí, no se puede respirar. Yo me ahogo. Y abre sin más. El ojo me empezaba a temblar. Tú, que llevas manteniendo tu rutina de cerrar, que lo controlas; sabes que es un error. Demasiado tarde. Le ha dado un sofoco y ha abierto. No te quieres enfadar, pero la que te quedas luego en casa eres tú, en esas tardes de tu salón orientación oeste, sudando. La que estás ahí y lo sabes, eres tú. Sí. Y maldices al que abrió la ventana y a ti misma por callarte y juras en arameo que es la última vez, pero sabes que mañana va a ser igual. 

Tanto calor. Es importante organizarse para ir a la compra a primerísima hora. Luego ya no se sale. A veces no está abierto el Mercadona, pues no se compra. Ea. Yo por no meter calorías en casa, no me seco el pelo. De hecho, me lo he cortado al rape, a lo Sinéad O'Connor. De usar la secadora no hablamos, la ropa sale seca de la lavadora, y si mojada, mejor, me la echo encima. Eso sí que es ahorro energético. A mi pesar, me tomo el café frío. No enciendo ni el microondas. Y de comer: ensaladas o lo que sea, pero frío, frío, y si hay que abrir un par de veces la nevera, mejor que mejor. Dejaría la mano dentro, o la cabeza. He reducido la ingesta calórica hasta límites insospechados. sin que se vea reflejado en mis pertinaces michelines. No bebo cerveza, no porque no me guste ni me apetezca, sino porque lo que me dan ganas es de tirármela por la cabeza, de fresquita que está, casi helada, como los botellines del Abeto. 

Tanto calor. Por todo eso yo ya no me tapo. Ni me pongo jersey, ya puedo tener frío, que lo quiero disfrutar. Ole. No cierro ventanas, que corra el aire. Que de portazo. Me importa un bledo. Se que este frescor no es acumulativo. No pretendo que nadie me entienda. Quiero estar así desnuda en medio de la nieve. Y sigo tomando el café frío, sin hielo, pero frío.


14/08/2022

MANIFIESTO

Escribo esto para ver si llamo la atención de Javier Marías. Hijo de Julián. Nunca se sabe. Por si me lee. Yo te leo. Me declaro admiradora, sin tener el corazón tan blanco como debiera. Él escribió hace mil años un artículo sobre palabras que le hacían dejar de leer un texto, entre ellas estaban los "palabros", es decir, apaños que hemos hecho con palabras que hemos medio incorporado al lenguaje mal traduciéndolas al español, cuando, para más inri, existe una palabra en español que significa exactamente lo que queremos decir. Escribió, como muchas otras veces, lo que a mi me hubiera gustado decir, pero estupendamente. 

Dejo aquí un enlace a su artículo porque él lo dice de maravilla. Javier Marías: Palabras que me impiden seguir leyendo | EL PAÍS Semanal | EL PAÍS (elpais.com) Habla de palabras y expresiones de moda, que de pronto todo el mundo usa. A mí se me ocurre "tiene la cabeza muy bien amueblada". Yo entro en resonancia cuando lo oigo. (Quizá esté mal dicho, también, eso de entrar en resonancia. No sé.)

Por eso, por si me lee Javier Marías, he llamado MANIFIESTO/MANIFEST a la última bobada que se me ha ocurrido escribir. Porque Manifest es el título de una serie que me ha recomendado una de mis hermanas. No lo han traducido, como era habitual hace años. High Noon: Solo ante el peligro. The Shawshank Redemption: Cadena perpetua. Sus razones tendrían entonces.

No me extraña el éxito que está teniendo Manifest. Engancha. No sé si es buena o mala. Engancha si superas el primer capítulo de desconcierto. Al principio te desorienta, no sabes si es ficción, una fumada o una solemne tontería. Con este afán clasificatorio del ser humano saltan los resortes de la prevención, el pudor: no vaya a ser que veamos algo que esté en contra de nuestras convenciones. No sabes si va a aparecer Batman de entre los cielos o los personajes se van a volver azules y les van a crecer las orejas. Yo no conozco al director, ni al guionista. Eso no quiere decir nada. Los actores, para mí, son grandes desconocidos. Dato irrelevante también. Quizá algún secundario me suene más que los protagonistas. Se llama Manifest porque trata de los pasajeros de un vuelo. Lo que en español llamaríamos "lista de pasajeros". He visto en la RAE que una acepción de manifiesto es "Declaración de las mercancías que se transportan, a efectos aduaneros o administrativos". Así que, Javier, puedes seguir leyendo. Aún no he cometido ninguna tropelía.

El caso es que la serie se canceló en el 18. Sí. No daban un duro por ella. Y ahora ha sido un éxito que nadie preveía. Normal. Camisetas con el logo de la A con el avión atravesando el tiempo y fans universales pidiendo más. Normal. Porque después del COVID hay algunas cositas que sí han cambiado. No para bien, han cambiado. Esta serie le viene al pelo al desamparo, a la desazón que acompañó a los días de encierro, a la incertidumbre del cerrojazo, a la soledad en medio de tanta gente. Esos días en que no nos quedó más remedio que mirarnos, incluso a los que no se miran nunca los hemos tapado bien, apretando la arena, porque el COVID no ha existido.

Y aquí llega la oportunidad del cine, ¿una casualidad? Nada es casual, todo ocurre por algo: De una idea genial y antigua salen miles de historias. Digo antigua porque lo del Triángulo de las Bermudas tiene canas. Y esta serie, mal que bien, coge ese hilo. No sé si será el puritanismo que subyace en la cultura de los Estados Unidos, creo que es una buena base.

El buenismo de los norteamericanos. Los abrazos. La fe. Hay un popurrí de mensaje subliminales detrás de la acción, aventuras y desgracias de la trama, de la que no debemos hacer caso omiso. En las entrelineas de esa peli no hay otra cosa sino un planteamiento de la fe, de la existencia, de luchar con poderes desconocidos, de reconocer y dudar de la existencia de Dios frente a la ciencia, de enfrentarse incluso al destino. Hemos perdido los seres humanos el instinto. ¿Qué te dice tu estómago? ¿Qué sientes? Se nos ha olvidado un poco sentir, con las prisas, con la cantidad de cosas que tenemos que hacer. En la serie en cierto modo atacan a ese nudo gordiano. Pero todo muy enrevesado. Sí. Muy a lo yanqui. Transformándolo todo en aventuras y superhéroes. Pero el público ve lo que quiere, e interpreta lo y como le da la gana. 

El protagonista, que se pasa cuatro años sin currar y su mujer está lampando también. No hay problema. Es capaz de cambiar de coche tres o cuatro veces en dos años, pero no vehículos destartalados, ¡no!. ¡Cochazos!. Va de vez en cuando a la universidad a dar una clase, pero vamos, cada tanto. La familia vive a todo trapo. La hermana, que es poli, y para una que trabaja, de pronto le da una ventolera y lo deja. Considera que éticamente no puede seguir siendo policía. Si, si a mi me parece bien, estoy de acuerdo. Pero su marido tampoco tiene ni oficio ni beneficio. Han tenido suerte con una herencia. Vale. El caso, que es poco creíble, son las cosas en las que yo me fijo, hasta que alguien me dice "es una peli mamá". Es verdad. El protagonista se pasa el día salvando a la gente. Son buenos, pero buenos, buenos. Se quieren todos una barbaridad. Entre los padres, los hijos, los hermanos, conocidos, todos. Un amor de esos de los de verdad. Que se lo están diciendo todo el rato. Se enfadan y se apañan sin solución de continuidad. Encima, la trama ocurre en Nueva York, y en un mismo día, se ven en casa de uno, en casa de otro, en la comisaría, en el hospital. no tardan nada, en un “pispás”, voy para allá. ¡En Nueva York! Yo flipo. Si Nueva York es enorme. ¿Cómo les da tiempo a tanto?. "Es una peli, mamá"

Pero en el fondo, ahonde señor cura, que en el fondo está lo más bueno. En el fondo ¿qué? Seguimos buscando respuestas. Hemos perdido la capacidad de notar la energía, vibrar, hemos dejado de escucharnos con tanto ruido y nuestras habilidades son reemplazables por un aparato. Encorsetados en modos y costumbres seguimos adelante ¿hacia donde?. Estamos ocupadísimos, con muchísimo lío, trabajo, quehaceres, sin tiempo, cansados. Vivimos inmersos en noticias y acontecimientos en los que no tenemos capacidad de maniobra. Y queremos implicarnos en todo. Nos duele la guerra en Europa, nos duelen los actos terroristas que se expanden por el mundo. Nos duele el hambre en Sudán, en Etiopía. Nos duelen las dictaduras. Nos duelen las injusticias. Nos duele el virus, la pandemia. Las catástrofes lejanas y locales. Pero nos hace falta algo. Algo más. Lo que tenemos en casa, de lo único que realmente nos podemos ocupar, ahí está lo que importa: lo que está a nuestro alcance. Y es lo que descuidamos elevándonos a las alturas. la diferencia entre preocuparse y ocuparse.

13/08/2022

LLEGADAS.

Cuando llegas de viaje y nadie te va a recoger. La cara que pones. La cara que se te queda. La cara A es la orgullosa: "ya lo sabía" y sigues andando tal cual, sin alterarte, mentón alto y paso firme como si supieras dónde ir, sintiéndote observado, pensando que el mundo entero va a saber que vuelves solo; que, entre el mogollón de la sala de espera, nadie te ha lanzado los brazos para achucharte. La cara B es la de penita. Sabías que no iban a estar. Bastante insististe con tu retahíla de llego muy tarde, estarás, estaréis muy cansados. No hace falta, de verdad. Pero tenías la esperanza secreta de que te interpretaran correctamente. Querías que supieran que no, no es no en ese caso, es dame una sorpresa. Que estabas poniendo la boca muy muy pequeña. La traducción era por fa por favor por favor, venid. ¿Es que no estaba claro?

No hay quién no albergue la escondida esperanza de ver una cara que se alegre cuando aparece de las puertas que se abren y se cierran sin descanso tras los recorridos del aeropuerto. Esa barrera entre los que llegan y los que se quedaron y han venido a darles la bienvenida. A recibirles. Es muy bonito. En ese mapa de desconocidos dispersos que escrutan con entusiasmo mezclado con una miaja de desazón a los pasajeros que arrastran equipaje e historias. Historias que se van a quedar sin ser contadas. El que se fue siempre es otro que el que vuelve. La recepción cálida es lo que le devuelve al hogar, que le hace sentirse en casa otra vez.

El Coronel no tenía quién le escribiera. Tal cual. Como tú, que no tienes quien te espere a la llegada de un viaje. Aceleras el paso con forzada confianza y la mirada lejos, evitando el cruce con otras, evitando la envidia de los abrazos, evitando la bienvenida. Contienes con profesionalidad entrenada la decepción y el desconsuelo.

El más salado de los viajeros saluda a la afición con una sonrisa y cara de emoción, manos arriba, brazos en alto y abiertos al abrazo. El público que está esperando piensa mira que bien, le han venido a buscar. Pero está saludando al tendido. Por agradar y por sonreír. Eso es categoría humana. Se dirige a coger el metro.  Va ligero, sin culpa.

Se nota el que sabe. Para viajar hay que ir guapo, elegante, cuidado, como cuando vas al hospital. Preparado. Es una especie de gesto de respeto al viajero, como al enfermo. Por el aspecto, si estás un rato en llegadas empiezas a emparejar. No les hace falta cartel de identificación, sabes quién es de quién. Además, eso de que no funcione la  megafonía del aeropuerto es un inconveniente. Podrían decir en la Sala 10 empiezan a salir los pasajeros del vuelo de Iberia procedente de Paris, o el de Aeroflot, un suponer, procedente de Zagreb. Encima como nadie pregunta, estás mirando  a ver si viene quien tiene venir con la inquietud de que no te vea. Si encima querías dar una sorpresa, te la puedes llevar tu si se te escapa y se va a casa. Cariño, ya estoy aquí y tu con la mirada fija en las dichosas puertas y en el panel que indica el estado de los vuelos. Mierda.

Y es que en las recepciones hay mucho amor. Porque esa separación que se acaba en el andén, en la sala de llegadas, a pie de pista ¡qué tiempos!, esa separación que fue, que es física, que es real, da mucho espacio y tiempo para pensar. permite elaborar, reconstruir ciertas zonas de uno mismo que la costumbre o la pereza hacer olvidar. Aunque la vida puede seguir discurriendo en directo a pesar de la distancia, hay vivencias distintas de los que se separan, aunque las compartan. Vivencias que unen o alejan. Dan ganas de. Ir a la sala de espera del aeropuerto o a Atocha, Chamartín, solo por dar una alegría a alguien. Nunca se sabe.

12/08/2022

ESOS DESAYUNOS DE ATREZZO


Ni soy la primera ni seré la última en haberme fijado en eso. Pero llevo una racha en que me faltan canales y no tengo bastante con Netflix, Amazon Prime, Movistar. ¡Lo que he visto! 

Vamos a ver, ¿nadie les dice a esas madres tan consideradas....? que lo dejen. Esas madres, tan madres, que han preparado un desayuno opíparo en la consabida cocina americana de verdad, gigante. Envidiada encimera, flores en las ventanas, con su tele en la que salen las noticias subtituladas con un fuego detrás, los daños debidos a un terremoto, o gráficas del IPC, descenso de la bolsa, en fin, el día a día. Esas madres que están guapísimas y macizas, con la casa limpia desde primerísima hora, listas para salir pitando a la oficina o a vender casas, como ejecutivas agresivas que son. Esas madres de falda lápiz, labios carmín colorado e infinitos tacones. Esas madres de uñas impecables de manicura francesa han preparado tortitas, en torre, han pensado en todos los gustos, chocolate, chantillí, mermelada, azúcar glas; han exprimido naranjas hasta agotar el automático del genial exprimidor; han horneado galletas, que del horno han sacado con manoplas. Me llega hasta aquí el aroma de esa cocina; aquí, sumida en la España del mollete con tomate "estrujao" y aceite de oliva virgen, con su ajo y su tó. Me llega hasta mis 40ºC a la sombra de este estío de churros y jeringos. Me llega hasta este bar de café en vaso, que te quemas, servilletas que no secan y un desayuno que me chupo los dedos y una compañía. Me llega el olor del sueño americano. De las casas de varios salones, garaje, trastero y jardín y la soledad que imagino asociada a las distancias, tan verdes, tan impolutas. Me llega ese aroma que añora todo españolito de a pie. ¿Y ellos qué? La niña adolescente vuela bajando las escaleras con los cascos puestos y se bebe el zumo de pie. El padre, que baja con el pelo mojado, la camisa por fuera y anudándose la corbata, le da un beso al aire a la santa esposa y se bebe el café en movimiento. Que uno piensa ¿no se quemará? Siempre está a la temperatura perfecta, por lo visto. Y los mellizos, ¿qué? El padre cariñoso les ha despeinado en un gesto que ellos tratan de esquivar cada día porque luego les regañan en el cole. Los mellizos con sus carteras sin cerrar llegan los últimos. Beben a morro de una botella de dos litros un trago de leche, frente a la nevera abierta, en plan eficacia energética. Meten el bocata envuelto en papel de plata donde les cabe y cogen una galleta cada uno, que muerden y sujetan con los dientes mientras se anudan los zapatos y llenan la cocina impecable de migas. Y la madre tan pancha. Se queda sola después de ese terremoto que ha debido durar un minuto. Sola con las tortitas, un litro de zumo recién exprimido, cinco huevos pasados por agua, sola. Y no se inmuta. Lo que nunca se ve es qué ocurre después. Vamos. Es nunca peli. Ya. Pero es una imagen, será por algo. Si eso pasa en España, si se lo haces a tu madre y ya te digo yo que mañana no tienes desayuno.  Te has llevado un pescozón como poco. Que vas a echar de menos la mesa puesta. Si eso pasa en España ya te digo yo que esa madre entra en cólera. Que no sale ni Blas de esa casa sin haberse zampado hasta la última galleta. Estén como estén. Y las tortitas como si te rompes un diente. ¿Cómo no las temerán?¿De qué pasta están hechas esas madres americanas? Por no hablar de cómo tienen ese tipazo después de zamparse los restos de la familia. Porque harán eso, digo yo. En las pelis se lo comerán los secundarios, pero en la realidad, a la madre, que es la última en salir, no le queda otra.
 
Eso, y las noches románticas. Solo una americana es capaz de despertarse después de una noche de amor, enfundarse en la camisa azul Oxford de él, que le sienta de maravilla. Se adivina la pasión y ausencia de ropa interior. En plan comando, así, para entendernos. Solo una americana en capaz de levantarse con el olor del bacón reciente, un par de huevos fritos y un humeante café de Colombia, darle un casto beso de puntillas al hombre en cuestión y después de alabar el detalle, pirarse con prisa a la ducha porque la llaman del hospital, una urgencia; el detective jefe, un secuestro; cualquier cosita. Y esos hombres siguen queriéndolas, y preparando con amor y esmero el desayuno cada día. 
 
Digo yo que esta imagen de los desayunos sin comer es un insulto a la inteligencia. Me parece más increíble que cualquier actuación de MARVEL, Superman no tiene tantos poderes, Bond, James Bond, tampoco. Los super héroes alcanzan trenes en macha, se cuelgan de helicópteros, Saltan de un descapotable a un camión en marcha en plena persecución. Todo eso por salvar el mundo. Pero nunca, nunca, dejarían de comerse un desayuno así. Dando un mordisco a una tostada y dejando el resto. ¿Pero quién ha educado a esta gente? ¿De dónde han salido? Y si no es educación ¡instinto señores! ¿qué animal es capaz de recién levantado obviar, de no ver siquiera, no oler, un desayuno pantagruélico? Ya no digo por amor, por supervivencia o miedo a las consecuencias

03/08/2022

Y AHORA LA PRESBICIA


¡Ay presidente!. Que no nos deja día sin tuit. Es estupendo. ¿Quién decía que en verano no hay noticias? Se llenan los mentideros de comidillas. Cada jornada, un titular. Tenemos de gobernantes a aficionados a la primera plana. Y así nos va. El periodismo está on fire. Se suben jornalistas que no jornaleros a las tribunas para cantar los juegos, set y partido. No hace falta leer a Tintín para coger afición al mundo del Telediario. Porque  al final lo que importa es la noticia, quien lo cuenta, como lo cuenta. La verdad es irrelevante. Reivindican algunos la vuelta a la carta de ajuste. Para evitar abusos de información, de distorsión, de opinión. Menos mal que nos queda el amor y el humor. Menos mal que nos queda la amistad y la paciencia. Menos mal que existe el refugio de la familia, del hogar. Menos mal que nos queda dónde ir. Menos mal que tenemos ese rincón donde llegar y estar a gusto, en paz. Menos mal que nos queda Portugal. 

Un señor de pelo anaranjado, que ya no manda tanto como antaño, allá entre el Pacífico y el Atlántico, truena, altavoz en mano, que con él el ruso y el ucraniano no hubieran llegado a las manos. Y si mi abuela tuviera ruedas sería una bicicleta. ¿Cómo no le da vergüenza? Se ha destruido un país, están matándose entre vecinos. Se queda tan pancho. Como Pancho y sin corbata se queda el otro, recién salido de una reunión mediterránea, desde esa isla que eligieron los Reyes para el descanso y entretenimiento estival. Nos dice el supuesto  de Palacio que nos graduemos la vista. Ole. ¿Nos está llamando cuatro ojos, presidente? Mira que a la salida te espero. ¿O acaso nos advierte, cándido, como su rubia compañera de confidencias y asiento azul, que hemos llegado a esa edad en que hemos de cambiar o añadir lentes a nuestro atuendo porque la longitud de brazo no es bastante para la lectura? ¿Nos está llamando viejos, presidente? ¡No! Es una metáfora. ¡Que viva el optimismo! Esto no es optimismo, presidente, es ceguera. Yo no quiero optimistas, quiero realismo y gente positiva, sí. No ilusa. Para ilusiones ya manejo las propias que el sueño me antoja.

Aquí va todo de chulería. ¿Que los datos son malos? dos opciones se barajan: buscar culpables y ser un acusica, con corte de cabezas incluido. En los despidos y dimisiones forzosas tienen preferencia los menos amigos, los menos fieles, los no soldados- A la sazón profesionales, apolíticos, culpables de honestidad. La otra opción es defender territorio a base de llamar tonto al resto del mundo. Eso sí, con condescendencia, con ese estilo de falso sacerdote que desde el púlpito monserga al pobre mortal con inopinados argumentos. Que cambiemos de gafas, dice ahora. Que depende, que según como se mire todo depende. Está tocando muchos palos presidente, tiene enfadados al gremio del textil con el mensaje de las corbatas y a cambio contenta al de los ópticos con su última ocurrencia. Solo le pido presidente que no se ponga usted las gafas de no ver.


02/08/2022

PRESIDENTE, LAS MINISTRAS NO LLEVAMOS CORBATA, AUN

Sé que mis fans están esperando mi post sobre las ocurrencias energéticas del presidente y sus secuaces. La verdad es que está siendo muy entretenido. Arden las redes sociales con ingeniosos comentarios al respecto, no dejan mucho qué decir. Me pregunto si será una maniobra de distracción. De otro modo, no puedo comprender. Espero que las ministras que no quieren salir solas en las fotos si son la única mujer del acto, se lo digan a su jefe. Que las ministras no llevamos corbata. El protocolo no escrito elimina la corbata en el mundo laboral en verano. Y en el no laboral. Es una bobada recomendar quitarse la corbata para ahorrar energía. Por no hablar del porcentaje de población que utiliza la corbata, ya sea en el trabajo o en el ocio. En el tajo, ninguno. Estoy visualizando al encofrador, al gruista, al 90 % de los camareros. (No sé si en Richeleu, Milford, y otros de tal porte el uniforme obliga a corbata). Me estoy imaginando las risas de socorristas, trabajadores de la limpieza, futbolistas, entrenadores, barrenderos, tenistas...Es que el presidente está pensando en sí mismo, porque sufre de ensimismamiento. A tal nivel llega que nos ha puesto corbata a las ministras y a les ministres, se olvidó. E inmediatamente nos ha dispensado de su uso, por motivos energéticos. El emperador va desnudo.

Mientras hablamos de la solemne tontería de quitarse la corbata nos saltamos la letra pequeña. En el fondo está lo más "güeno". A saber. Pero a mi lo que más me sorprende es que se opte por el castigo y la imposición para remediar las trabas o dificultades que la vida nos pone. Así no se llega a ningún lado. Se trata de enfrentar con alegría, y resolver, y mejorar. A pesar de la esforzada sonrisa del Presidente cuando señaló con ambas manos, índices juntos, su cuello libre; la realidad es que resolver los problemas a base de prohibiciones y reprimendas es, desde mi punto de vista, la solución menos inteligente. Con el debido respeto. La búsqueda del culpable, conceder el protagonismo al inspector, al recaudador, todo eso suena a reyes antiguos enterrados en oro y extenuando al pueblo con impuestos, sin crear riqueza. Porque al final, se trata de eso, de crear y de avanzar y de ser un poco más felices, un poco mejores. No se trata de culpar ni sancionar, ni ahorcar convictos. Se trata de crecer. Pero una manera de ver las cosas es el envés de la otra. Son incompatibles.

El gesto sin gracia con sonrisa yanqui de mostrar el cuello libre del presidente me parece hueco, tonto, insulso, vacío, inútil. El colegueo de hacerse el gracioso lo encuentro vacuo. No es simpático. No tiene gracia. ¿Quién no se ha quitado la corbata alguna vez? ¿Quién no ha soltado tal prenda de adorno, especialmente masculina, consistente en una banda larga y estrecha de seda u otro tejido adecuado, que, colocada alrededor del cuello, se anuda o enlaza por delante dejando caer sus extremos sobre el pecho, aflojado el nudo, o sin más retirado con alivio al acabar un acto, la propia boda, al avanzar la noche, al llegar el baile?  Esta manía de meterse en nuestra vida privada que tienen algunos gobernantes, de decidir nuestra vestimenta, el calor o el frío que debemos pasar en el hogar, me inquieta. Estoy a favor del jersey en casa en invierno, sí. Y de no necesitarlo en el cine en agosto, también. Encuentro absurdo que en invierno se pasee en pelota picada el personal por casa no por vicio sino por asfixia. ¡Que vuelva el esquijama para dormir en los días fríos! sin llegar a tener que planchar las sábanas y necesitar las bolsas de agua caliente para calentar la cama, estoy de acuerdo con racionalizar la calefacción y el aire acondicionado.  Me hubiera gustado oír de planes de reforestación, idear ciudades con sombra; conseguir edificios que, a base de imaginación y persianas, toldos de lona, precisaran menos del uso del aire acondicionado o la calefacción. No hablo de entelequias. En los pueblos del sur se encalan las casas para conseguir que estén frescas en verano. Los muros de las viviendas del Pirineo preservan la temperatura interior. Las ventanas, agujero de frío, se minimizan, castigando las vistas. Vivimos en una península calurosa, que antaño se podía recorrer de norte a sur sin tocar el suelo, cual varón rampante. Ya vinieron los romanos e instalaron acueductos y vías de agua. Ya se ocuparon los árabes de refrescar los patios, de instalar umbrías. Y nosotros, dos mil años después, nos dedicamos al crimen y castigo. O a la insurrección. La presidenta dice que ella no apaga la luz. Chulería chulesca.

No es eso, maestro, no es eso. No es el individualismo, no es un yo hago lo que quiero en mi casa. El presidente aclara, que en lo que se refiere al mundo privado no van a intervenir. Solo mentarlo me parece peligroso, huele a que a alguien se le ha ocurrido. No es la solución la recaudación a base de la fiscalización por incumplimiento. No es eso. No es eso. No es eso. No es que paguen los ricos. Hay mucha envidia en esa frase. No es eso. 

¿Dónde está la imaginación? ¿Dónde el premio a la innovación? ¿Dónde está la solución? Vamos a avanzar y dejar de enmarañarlo todo. Vamos a hablar. Vamos a crecer.