Cada vez que
te veo.
Cada vez que
te veo, se corta el aire a mi alrededor y deja de latir por un instante mi atribulado corazón.
Cada vez que
te veo, es lapsus en el conteo de las horas y el reloj echa el ancla en el momento, el minutero es cincel que
talla en el recuerdo esa visión.
Cada vez que
te veo se revuelve inquieto mi comprometido ánimo.
Cada vez que
te veo, con esa sonrisa de regalo, que es sol de invierno, faro en la noche tenebrosa, esa sonrisa que solo tú me das, que te devuelvo sin
querer, que no puedo retener en mí, porque es tuya; cada vez, me vuelvo a
enamorar.
Cada vez que
te veo, te reconozco como el príncipe que viene a rescatarme de mi voluntario
cautiverio.
Cada vez que
te veo, y tú me ves, y tú me miras, me ves por dentro, y un gesto casi imperceptible se configura en tu cara, sabiendo como sé que es un guiño sólo para mí; se me descompone el
mecanismo en el que tengo sujeta mi cordura. Y todo es mar y todo es agua, y nado sin ataduras en el líquido de tu mirada.
Cada vez que
te veo sé que me estás esperando. Y es un secreto a voces porque el aire es
aureola que nos envuelve. Y el mundo es testigo, y nadie lo ve, y todos lo
saben y lo ignoran a la vez.
Cada vez que
te veo me da un vuelco al corazón.
Cada vez que
te veo pienso que solo eres para mí, que tu sonrisa me la dedicas como se
dedica un poema.
Cada vez que
te veo me gusta más verte. Más lo temo y más me presta, más me prenda.
Cada vez que
te veo pierdo el equilibrio y olvido el rumbo; me descubro frágil, sin
voluntad, pero con esperanza.
Cada vez que
te veo, renuevo mis votos y me prometo ser digna de ti.
Cada vez que
te veo, noto como me separo lentamente del suelo, me elevo y podría convertirme
en alas para sobrevolarte. Y mirarte, y verte. Y acompañarte.
Cada vez que
te veo.
Y es que cada vez que te veo me desconecto de mi voluntad, que se engancha en tus ojos y te pertenece. Porque yo te la entrego.
Cada vez que
te veo sé que la espera se acorta. Un chico no puede poner esa sonrisa a
todo el mundo. La sonrisa no se tiene, la sonrisa nace, se da, la provoca un
estímulo ajeno.
Cada vez que
te veo sé que a ti tu sonrisa te la saco yo. Tengo miedo porque sé que no tiene
remedio. Y porque no sé cual va a ser el momento. Que temo y deseo en igual proporción .
Cada vez que
te veo me escondo en mí misma porque vuelvo a pensar que no me lo merezco.
Cada vez que
te veo me siento una impostora, y que en cuanto me acerque a ti, me descubrirás. Porque
tú me ves.
Cada vez que
te veo temo que te des cuenta de que soy un fraude y que no vuelvas a sonreír.
Por eso no
quiero verte,
Por eso no
quiero que me digas que te hago vibrar.
Por eso me escondo cuando veo tu pelo alborotado, entre cano y amarillo, con esos rizos rebeldes para tu edad. Imagino tu habitación desordenada y llena de aire fresco de la mañana. Testigo de tu sueño, libre y sin filtros.
Por eso cambio
el rumbo cada mañana y cuando no lo puedo cambiar, altero mi itinerario y mis
horarios.
Por eso no te
quiero ver, quiero que esa sonrisa llena de dientes dure para siempre. Que
ilumine mi vida y mi camino.
Por eso y
porque sé quién eres. Eres mi futuro. Eres mi rayo verde.
Por eso no
quiero estropearlo. Otra vez.
Cada vez que
te veo sé que eres tú. Que estás ahí porque me has elegido.
Cada vez que
te veo no puedo sentir orgullo porque siento vergüenza, pudor por mi cuerpo
ajado, bochorno por mis canas, mis arrugas, mi rostro envejecido, mis
gorduras, mis andares.
Cada vez que te veo a la vez me siento la reina en la alfombra de rosas, haces de mis harapos sedas que flotan entre nosotros y nos rozan como besos. De mis arrugas historias y de mis canas rayos de plata para iluminar la noche.
Cada vez que
te veo tu sonrisa me devuelve al presente. Tu sonrisa me enfrenta a verme tal
cómo soy. Quién dejé de ser. Me desnudas. Me abrazas.
Cada vez que
te veo me haces sentir bien, mejor, hermosa, valiente.
Cada vez que
te veo sé que lo soy, hermosa, valiente, valiosa.
Cada vez que
te veo estamos solos, aunque haya gente. Desaparece todo menos nosotros. Y me
ves. Y te veo.
Cada vez que
te veo sé que eres tú. Que estás ahí porque el destino ha elegido tu ubicación
y la mía para que nos encontremos.
Cada vez que
te veo sé que solo juntos existe el futuro.
Cada vez que
te veo sé que tengo un objetivo, encontrarme de una vez y aceptar este premio
que la vida me ha dado, que eres tú.
Porque cada
vez que te veo sé que todo tiene sentido.
Cada vez que
te veo encajan las piezas y el engranaje hace que avance. Y todo funciona de
verdad. Y yo también encuentro mi sonrisa.
Cada vez que
te veo entiendo por qué y siento tanto vértigo.
Cada vez que
te veo tengo miedo porque sé que existe la opción de la felicidad.
Siento un temor que me dice que no me queda otra opción que ser valiente. Y ante esa grieta que se abre justo
donde acaba el dedo gordo de mi pie, entiendo por fin que vamos a caminar
juntos.
Cada vez que
te veo encuentro el sentido en tus rizos ocres, en tu larga sombra. Y, sobre
todo, por encima de todo, en tu sonrisa. Y es la mecha que enciende mi ilusión.
Y es que cada
vez que te veo, me encuentro sonriendo, dando yo mis sonrisas a la vida.
Cada vez que
te veo quiero que hagamos una fotografía y nos inmortalicemos juntos. Es la
primera del álbum del camino que vamos a hacer juntos.
Paquita
Medialdea,
Madrid,
octubre de 2025