Seguidores

26/12/2017

TODOS ESTABAMOS ENAMORADOS DE TODOS



Época confusa la adolescencia, duración variable. Estado cambiante. Animo sinusoidal. Esos años apasionantes durante los que no sabes hacia dónde ir.
"Todos estábamos enamorados de todos".

Qué verdad. Nacimos libres. De padres libres. Y nos encontramos en situaciones que no sabíamos resolver. Sin límites. Con el campo abierto a infinitas posibilidades donde elegir. Sin criterio, verdes e inexpertos. Con sed de vivir, de experiencias, de novedades y descubrimientos.

Uno se cree en esa etapa que es el primero del mundo que ha llegado allí. Siente que nadie antes había sentido la disyuntiva y la necesidad de elegir entre dos cosas igual de apasionantes. Uno es protagonista de su vida.  No puede ser de otra manera. Va escribiendo su historia. 
Es  durante esos años cuando vas descubriendo a los otros, los haces formar parte de tu mundo. Se vuelven imprescindibles en tu día a día. Te importan tanto como tu propia familia. Tu familia que hasta hacia poco era tu único referente. De pronto tus amigos son más. No es que hayas dejado de querer a tus padres o hermanos, es que tus amigos, elegidos por ti, te entienden y comparten contigo tu risa y tu pena. Piensas que tus padres están tan lejos que no das crédito al recuerdo de que en algún momento fueran tu eje, el único motor de tu vida.
De la noche a la mañana tomar un bocadillo en un banco, con tu amiga del verano es crucial para deshacer los nudos de tu madeja de dudas.
Tus referentes quedan velados entre tanto amor y emociones intensas. Cada minuto tu mundo puede dar la vuelta. Se mezclan las lágrimas y la risa. Lloras de amor y sin solución de continuidad tu mirada se ancla en los ojos del otro y sientes que esta vez es para siempre. No entiendes nada. Solo sientes. Y nadie te entiende.
Es una pena que en ese momento de necesidad extrema, de piel de quemado, no se recurra al que sin duda ea el más incondicional de tu todos los amores, que es el amor de padre, el regazo de la madre. Que a la postre un día recogerá tu llanto y todos tus trocitos, empaparás su hombro y por fin en sus brazos entenderás que ha pasado lo peor. Entre hipos y suspiros te preguntarás: Dónde has estado todo este tiempo? A tu lado. No tenía palabras bonitas quizá. No podía salirte al encuentro, pero siempre estuvo ahí, en vela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario