Araba Isidro su huerto, cuando de repente ¡zas!, un chorro de agua le mojó entero. Preocupose Isidro por el disgusto de María.
Dábase la circunstancia de su catarro, le tenía debilucho e irascible. El solo contacto del agua cristalina con sus labios alivió la fiebre y enseguida se sintió mejor. Sorprendiose Isidro, agradecido.
Decidió conducir ese agua de los milagros por un túnel que construyó con sus manos. Excavó la tierra de la loma, revistiolo, dejando camara, con ladrillos cocidos en el hogar. Hastial y medio punto. Lo hizo para consolar enfermos que sanaran al degustarla en la fuente.
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