Es ese libro que cuando lo acabas te intentas acordar del idiota que te lo recomendó. Pero es que lo peor es que te lo lees entero. Eso me acaba de pasar.
Tres tomos, de más de 300 páginas cada uno. En cuanto sale el personaje en cuestión, el malo, sabes que es el malo. Porque sí. Es muy listo, muy guapo, muy estupendo. Pero es el malo. Y la chica va a caer en sus brazos como una tonta. Te pasas toda la novela con la esperanza de que se de cuenta. Como no puedes hablar con ella, con la chica, porque el libro está escrito, te alegras cuando un amigo suyo le desvela lo evidente. Pero la muy lerda no se lo cree. No lo ve. Tu no entiendes nada. Piensas dejar el tocho, que te pesa en la barriga y en el bolso y mandarlo a la porra. No. Sigo un poco más, que seguro que en este capítulo ya se entera. Pues no.
Al final, pasa lo que temías desde la página 10 o 12, Se enrolla con él, le besa, le flipa. La caga. Con perdón, mete la pata hasta el fondo. Tiene una familia estupenda que lo está viendo venir. Ella, tan lista, a por uvas. Tiene parientes medio magos, que le avisan. Ni caso. Y ya desde el beso se despista del todo, lo hace fatal. Sólo comete errores. Y hasta el último momento, cuando la simetría del libro es perfecta, es decir, cuando quedan 10 o 12 páginas, en un capítulo lo resuelve todo. Se da cuenta. El libro se acaba. A ti se te calma un poco la angustia pero 'en la cara se te dibuja un '?'
Suspiras porque al menos la chica conservará su puesto de trabajo y su familia. Pero te dan ganas de escribir al autor y ponerle los puntos sobre las íes. Te has pasado diez días durmiendo poco, no has visto un telediario. No has hecho caso a conversaciones. Total, para nada. A lo mejor es que ésa era la idea. Mantenerte atento sabiendo que sabías el final para que te quedaras, fueras partícipe. Muy complicado el razonamiento del súper ventas. Eso sí, funciona. Con película y todo. La culpa es mía, por seguir leyéndolo.