Yo antes, en cuanto
anochecía, andaba por el centro de la calzada, del negro, pisando la línea
doble si doble el sentido; trotando de pánico por la oscuridad. Miraba temerosa
los portales sin luz. Hacía salto de longitud al pasar por zonas con gente de
aspecto sospechoso. Que eran todos, pardos. En fin, temía por mi integridad en
cuanto pisaba la noche sola. Pánico a los taxistas, conductores varios y a todos
y cada uno de los hombres solos con los que me cruzaba. Quizá ellos ni me
veían.
Ahora sí que soy invisible,
a pesar de que como dice una mujer increíble "yo desnuda gano mucho".
No estoy ni para que pidan un rescate. Si a algún chalado se le ocurriera
secuestrarme que tenga claro que ha metido la pata. Le voy a costar la pasta.
Como compulsivamente, pero solo calidad. No conozco el microondas ni lo admito.
Mucho menos tolero porquerías prefabricadas. La comida recién hecha no es
condición discutible. El humor se me agría aún más, si cabe, si circunstancias
excepcionales me obligan a saltarme mis propias exigencias. Me encanta el buen
vino rojo, tinto en copa de cristal, no muy grande, no muy frio, ni
excesivamente tibio. La cerveza es para camioneros. Mantel y servilletas de
hilo. Cubertería de plata o me dan reacciones alérgicas. Lo somatizo todo. Me
pongo de un humor de perros a la primera de cambio. Soy intransigente con la
puntualidad. Ante el desorden bramo sin importarme quien tenga enfrente. No es
que tenga carácter. Es que ni hay quien me aguante. Si no me creen, tienen dos
opciones: preguntar a mis parientes, o probar. Se van a enterar.
Así es que, voy por la
calle tan pancha. Podría ir desnuda, aunque como digo, gano mucho. No con este
frio que me tiene aterida. Miro escaparates de tiendas cerradas. Me paro cuando
quiero. Saco la cartera o abro el bolso para fumar y descanso en cualquier café
abierto de madrugada observando el humo de mi pitillo mezclarse con la bruma.
Paseo por la ribera desierta del río que corta mi ciudad sabiendo que si algún
insensato se cruza en mi camino tiene todas las de perder. Lo mismo me viene
bien y amortizamos hipoteca. Porque va a querer pagar para devolverme. Espero
que me acepten en casa de vuelta. Aunque algún “te podían volver a raptar”
seguro que cae.
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