A veces no hace falta morirse para perderte. No hace falta que muera un ser querido para perderlo. Se pierde muchas veces. Y se pierden muchos seres queridos que siguen vivos. Aunque es como si hubieran muerto en realidad.
A veces los seres queridos desaparecen de tus vidas sin dejar de vivir. Un padre, una madre, un hijo que se aleja, tu pareja. Se abre al principio una brecha pequeña, digamos fisura. Entra agua y en invierno se hiela. Aumenta la apertura. Lo que era una línea casi invisible es ahora un huequito en el que van cayendo cosas que se pierden para siempre. Otro invierno más y el proceso sigue. La griea es mayor y lo que dentro de pierde también. Hasta que dejan de verse las orillas y además de llenarse de basura, son caldo de cultivo para el olvido.
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