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25/06/2022

ES MUCHO MÁS DIVERTIDO SER AMERICANO



Excepto por algunos pequeños detalles sin importancia -cositas-, es mucho más divertido ser americano que europeo. Y no te quiero contar ya asiático. Si me dan a elegir, nazco, aunque sea, en Wasco, California. ¿A qué detalles me refiero? Bueno, el asunto de las armas, por ejemplo. Cositas.

Porque los americanos no tienen pasado. Noooooo. Y nosotros, europeitos de pro, venga a enorgullecernos de nuestros acueductos y raíces. Romanos, griegos, visigodos, árabes, de todo un poco. Que si el de Segovia, Los Milagros, Aguas Libres, Gard y otros más recientes, el "Ponte delle Torri"... De nuestros teatros, Mérida, Éfeso, Jerash, Arés,  Palmira,  Pompeya, Augusta Raurica. Todo está en la red, no hace falta erudición. 

Aquí en España, nuestra Granada, resistente la Alhambra hasta a los terremotos que hacen que se detengan los relojes de péndulo, o cambien de curso los ríos, se alboroten los animales o cambie el nivel del agua de los pozos. Sismos de los auténticos, cuyos daños se clasifican de considerables en estructuras ordinarias bien construidas y posibles derrumbes a pánico generalizado y  edificios desplazados fuera de las bases. Ahí está la Alhambra, tan pancha, como la Puerta de Alcalá, viendo pasar el tiempo. Con sus juegos de agua y sus sombras. Ahí está la Mezquita de Córdoba, alojando, cual útero cambios de creencias. Y a las afueras, las faldas de almendros que recuerdan la nieve a principios de año, para que una princesa que vino del frío no sufra de nostalgia. Ahí está Córdoba, el silencio y el porte. Nobleza obliga, calor esconde. Ejemplos estos de las distancias cortas. Pero vete a Italia, donde cada rincón en un intocable.  Donde no se puede respirar en un espacio que no sea monumento, incluso a la intemperie, donde las colinas de la Toscana se siembran de bienvenida con los cipreses lápiz, que marcan el camino de esas casas solariegas en las que cualquiera sueña con escribir un libro o rodar una película. Donde uno va a enamorarse. Por lo menos. El Síndrome de Stendhal, poca broma. Cómo mirar Bóboli si acabas de salir de la galería de los Oficios, pasar por el puente viejo abarrotado de oro y de vida y has salido de un callejón para encontrarte el Palacio Pitti con sus escalones, que ya no te atreves a escalar. 

Francia, París y su ribera, París y su río sembrado de puentes, como el Guadalquivir. París y sus mercados, el queso, el vino, y esa iglesia tan famosa que un día ardió, ¿Dónde se escondió el jorobado, enamorado, pobre, sin hogar ya? La grandísima Bretaña, con el Londres de negocios, mercados y de vida. Gales y su mar bravo, Escocia con su misterio envuelto en niebla y frío y belleza. Castillos que hablan, reinas y reyes de pisada firme.

Y más allá, Dinamarca, con su impecable capital, que suena a sueño, y la sirenita, varada en tierra. Desde donde el contador de cuentos resumió la vida  y enseñanzas muchas. Praga rota y reconstruida. Allá en su frente: la parte europea de Turquía, un revoltijo de joyas urbanas, religiosas, humanas. Y la llamada a la oración. Detrás. Jordania con su Petra, a la que se llega a lomos de burros dirigidos por individuos que los dirigen como parte de sí mismos. Y más allá, Kiev, hoy rota, San Petesburgo, Moscú, Oslo sin amaneceres ni cortinas. Y más allá. Lo que no son grandes ciudades ni tan siquiera pequeñas, llenas de historia y pasado. 

Sin embargo en Estados Unidos no hay mochilas. Allí llegaron los colonos, hicieron lo que hicieran. No queda nada de lo que había no hace ya 600 años, ni 200. Los indios de las películas, que eran los malos de mi infancia, no existen. Esos indios con plumas. Jerónimo. Los Siux. Ni uno. Ni para verlos en museos. Han arrasado el capitalismo, los rascacielos y las hamburguesas. Sinónimo de éxito sencillo y eficaz, de resultado. Que se lo digan a Walt, que hiberna hasta que encuentren cura a su enfermedad. Los americanos practican el footing, jogging, o como se llame ahora y la actitud, que multiplica. El you can. Son así. Sin obstáculos, óbices ni cortapisas. 

Estados Unidos es donde todo es posible. Aun no entiendo cómo pudo morir Steve Jobs. El sueño americano. Los triunfadores de garaje. Que es verdad, que se empieza vendiendo limonada y se acaba con una manzana mordida dando conferencias por el mundo. ¿Que no ligas? Si se junta eso a un amigo friqui que sepa de informática, haces una web para conocer a gente y te forras. Y como estás forrado y tienes éxito, ligas  seguro. Si es que las cosas son más fáciles. ¿Que tienes una paranoias con las que no sabes que hacer? Las cuentas en pelis y te haces de oro. Entonces las angustias son menos. El tan buscado dorado apaña muchos traumas.

En las ciudades se ven casas individuales sembradas unas en la proximidad de otras. Entre ellas se levantan a veces vallas de madera, que no son barreras, decoran el césped. Se imagina uno la escena de barbacoas, cerveza fría e idilios vecinales. La realidad es que dentro de las casas existen sofisticados sistemas de alarma que hacen innecesarias las peligrosas rejas de las ventanas. El vino se toma en soledad y sin aperitivo. No existe comunicación ni fiestas de los sábados por la tarde. Son cosas de las películas. Que para eso están, para enseñarnos a ser felices, el sueño americano. El amor de Dysney Channel. Con ausencia de pasado no hay intención de echar raíces, de ahí las casas que vuelan. Si no te gusta Nueva York, con el petate te vas al otro océano, como Machado se fue, ligero de equipaje. 

En Estados Unidos no hace falta saber latín ni ser licenciado para ser presidente (en Europa tampoco, pero da un poco de pudor no serlo, se prefiere copiar antes que confesar no estar en posesión de título académico).En Estados Unidos está penado mentir. Está penado de verdad, mentir. Mentir es malo. Se puede decir cualquier cosa, pero no mentir. No vale. Dicen que es la constitución, que lo verbaliza. No sé. Es malo mentir. Si no sabes matemáticas pero eres buen jugador de rugby, deporte de caballeros, olé, estudia Data Science, ayudado por el Estado.

Eso sí, siempre es Gracias a Dios, eso se lo llevaron los Británicos. Al carecer de Reina o Rey, salvo el malogrado JFK, que a punto estuvo de alcanzar estatus., agradecen, por herencia del GOD SAVE THE QUEEN a Dios y no hay presidente americano que se precie que no le pida ayuda para mediar en conflictos. 

Pero en EEUU es donde matan a uno de los miembros de los Beatles, a su presidente más glamuroso, al que le cantó la pobre Marilyn miope, embutida en lentejuelas, sin tener que sujetarse la falda esta vez, su feliz cumpleaños dear president. Un chaval con rencor entra en un colegio y ametralla a sus compañeros y profesores. Se reúnen en la impoluta casa dirigentes y desde el despacho oval, tan conocido por todos gracias a la filmografía, dirigen batallas en países cuya ubicación, historia, gentes, les es ajena, casi desconocida. Sin embargo, ahí están, con las riendas que les dejaron los colonos, dirigiendo la orquesta. Por la libertad. Por América. Y en el otro lado, cuando algo ocurre en la culta Europa, allá que van los dólares, con sus planes, ayudas, cual becaria las casposa Europa.

Ni todos los americanos son así, ni todos los europeos asá. Que le digan a uno de esos americanos sin seguro de vida, o a otros muchos que deambulan en la indigencia o en sobrevivir. Pero hay una suerte de envidia por ese sueño americano que la distancia engorda y confunde la cordura. Y alimenta la envidia.

Por eso "Americanos, os recibimos con alegría, americanos, ole tu madre y ole tu tía" ¡Y que viva Villar del río!

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