Es verdad. Se puede y se le puede, que no es lo mismo ni tampoco es igual, convencer de cualquier cosa, pero jamás imponerle algo por huevos. Entonces se enroca y de ahí no sale. Me río yo de la reina con la torre y el alfil y su caballo. Ella anclada cómodamente en la esquina del tablero. No sabe lo que es enrocarse. Y mucho ojo con mangonearle. No admite trampas ni engaños. No puede con ello.
Él ganaría todas las batallas. En una guerra de miradas sería imbatible, igual que en una de silencios. Si hubiera vivido en la época medieval sería el más tenaz servidor del rey, (o del rey depuesto, de aquél en el que creyera) Sería su escudero, caballero, hubiera llegado al rango más alto, por su valor, por su valía; inflexible ante el soborno o la estupidez. Es fiel a sí mismo y a la gente que quiere de un modo incondicional. Defiende a muerte. Lucha todos los balones. No tiene prudencia cuando se trata de defender aquello en lo que cree. No tiene medida. Eso le hace grande, sí. Eso le hace ser quien es.
No le importan las modas. Ni en el vestir ni en la música ni en sus opiniones personales. Está entero porque es íntegro. Viste de azul o no. Le gusta Ana Belén o el 'riquitaun' y le importa un bledo lo que piensen los otros.
Pero no le pidas que haga algo que considere injusto, o que lo haga porque tu lo has decidido así; porque has pensado por él. Si se siente forzado en un camino...probablemente cederá esa vez. Pero ya nunca más. No se debe manipular jamás a un hombre bueno. Es un tesoro. Lo mejor que te puede pasar es formar parte de su vida. No te fallará jamás.