Seguidores

20/11/2021

LOS PECIOS DEL BAÑO

En la encimera, lavabo o donde caiga, ese jabón que ha quedado transparente, que es una lámina, que nadie tira. Por si soporta un uso más; queda depositado en una esquina de recuerdos, monumento a la oposición al consumismo, oda al reciclaje, es en realidad símbolo de pereza o de miedo. Una vez más bajo el agua, entre las manos, supondrá su desintegración, y ¡quién sabe si entonces será símbolo del final de los días! Que de mano en mano va, pero nadie osa a tirarlo, como si de una lámina de oro se tratara. Por otra parte, y en general, hay muchos más cepillos de dientes que miembros de la unidad familiar. Y no son utensilios destinados a invitados frecuentes, no. De cerdas blandas o duras, comparten un desgaste sostenido. Es misterio más difícil aun que el del duende de los calcetines el por qué siguen ahí. La llegada de los cepillos eléctricos, para las más exigentes dentaduras, no ha hecho si no confirmar el enigma. Aquellos que son de enchufar, requieren recambios, es frecuente que al sustituir el nuevo por el antiguo, se preserve éste, no vaya a ser. Los que necesitan pilas, hacen que el baño entre en otra dimensión, que requeriría un especial cajón de reciclaje: entre pilas, cargadores y recambios, la cosa se complica. Eso sí, los piños de actriz californiana. Completa la imagen del lavabo esa pasta de dientes, estrujada, apretada por el centro del tubo, retorcida en intentos sucesivos de obtener un mínimo de frescor que echarse a la boca, ese día que no se encontraba otra. Queda como escultura que ni Barceló hubiera imaginado en una de sus paellas.

Geles inacabados, que nadie se atreve a tirar, incluso rellenos de agua, en un intento de aprovechar los resquicios del envasado. Desodorantes de bola cuyo límite de uso es incierto, difícil dilucidar si se ha acabado el socorrido producto, ahí quedan, hasta el día en que realmente se necesitan y la bola no gira, ¡atrévete tú a tirarlo! Botes de líquido de lentillas, fundas de gafas, relojes estropeados, gomas de pelo ajadas. Y cajas vacías, de dentífrico, colirios varios, aspirinas, de según.

Y por fin está ese armarito donde cabe todo. Antes era el armario del espejo, que se abría con un toque, gracias al milagroso invento del imán. Ahí padre guardaba la crema y brocha de afeitar, a pesar de haber llevado siempre barba, botes de medicinas sin etiqueta, mercromina, agua oxigenada, una venda, alcohol y tiritas, pasta de dientes y una lata de Nivea. Ahora la variedad es mayor, desde una bonita tela que tapa unas baldas, pasando por los empotrados bajo el lavabo, que parece que no están, hasta las cómodas en los baños grandes, lujo donde los haya. En esos armarios se guarda la crema del verano, casi acabada, pero que no se tira por si las moscas, por si la necesita alguien un día. Y cuando el día llega, hay una película de sospechoso tono ocre y sólida, próxima a la fragilidad por las grietas inminentes; ha endurecido de forma regular y espesor variable. La decisión a tomar es retirar o ese supuesto revestimiento; el miedo a lo que puede haber bajo ella es lo que paraliza al usuario. El más optimista supone que es una cobertura protectora, como el cielo. El pesimista asume que debajo hay más de lo mismo o monstruos bacterianos con ojos. La mayoría cierra la tapa y deja que sea otro el que decida tirar a la basura semejante tesoro. Hilo dental de duración infinita ¿acaso sale la linea roja? ¿alguien la ha visto?, enjuague bucal de sabores y funciones diferentes., cepillos para las uñas co la.

También hay que hablar del maquillaje. Especial atención merece el rímel. Existe la extendida costumbre de rellenar de agua el tubito donde el pincel-tornillo se aloja. Como solución temporal es un apaño, aunque el riesgo de salir de casa como si nos hubieran pegado un puñetazo en cada ojo, es grande; el problema es el largo plazo. Ese líquido misterioso del que nunca se sabe el volumen restante, dada la opacidad del envoltorio, ha adquirido una viscosidad cercana al sólido, al aplicar el rímel a las pestañas ocurre algo similar a lo que pasaría si las peináramos con piedra pómez de la mismísima isla de la Paloma. Ya no son ojos morados, es que te pasas el día llorando.  Puedes encontrar colirio cuya fecha de caducidad es imposible adivinar porque se ha borrado hasta el relieve. Cajitas con tiritas de la Edad Antigua, bandas para quitar puntos negros que si utilizas conseguirás depilar la zona del rostro donde se aplique; cremas para el acné en viviendas de adultos que olvidaron las espinillas en cajones del pasado; o para las arrugas, hidratantes, exfoliantes...Colonias impersonales o intransferibles. El mundo de la gomina, espuma, cuyos espráis se parecen bastante a los de la nata para las fresas, con igual terminación y problemas análogos de rebabas de ese poquito que sigue saliendo cuando ya has acabado de apretar y te lo estas aplicando a conciencia, por lo que la gota cae y solidifica. Pocos limpian esas velas. La colonia de él, ya sin olor; desde que se fue ha pasado tanto tiempo.

Las velas, las plantas, las ventanas, flores secas, son un lujo a su alcance. ¿Qué significan los detalles que conciernen al baño? Entiendo que la policía científica, lo primero que hace en un asesinato, e incluso de malversación o cualquier otra maldad, es entrar en el cuarto de baño. Tela. Pregúntale a Oratio. 

17/11/2021

¡QUE GUAPO!

Hacía tiempo que no te veía tan guapo. Con ese aspecto de imberbe que casi había olvidado. Vestido como recién salido de casa, de niño de colegio. Con cara de buen alumno. El cuello de la camisa almidonado e impoluto. El jersey de pico que guarda perfecta simetría y solo deja ver las capas protectoras contra el frío. Pequeños detalles de confort y rebeldía completan una indumentaria infantil y armónica. Llenas de paz la mañana. Llenas de armonía el silencio. Plantas semillas de futuro, aunque sea incierto. 

El niño que fuiste asoma en las rendijas de la sonrisa y el conflicto de unos morros disconformes por una sentencia en contra. Silba viento de fresa entre tus desordenados dientes. El niño que fuiste ha tomado fuerza y la alegría se nota en los surcos de tu rostro, ha barrido el salitre la lluvia fina de otoño. ¡Quién fuera abrigo pa'andar contigo! El niño que fuiste emana frescura de tu cuerpo antaño añejo y cansado. El niño que fuiste ha desplazado la queja al intermedio, que no llega. El niño que fuiste educa al adulto y amura el dolor. El niño que fuiste ha ganado todas las batallas. No hay polvo escondido bajo la alfombra, porque el fresco de la mañana ha limpiado residuos de amargura. 

Bienvenido al mundo de la  mirada atenta, bienvenido a casa, bienvenido al diario de mirar hacia delante, bienvenido al club de los ladrillos pequeños que construyen los días con la ilusión primera del juego y la sorpresa, bienvenido y gracias. 

04/11/2021

LA BARBACOA


Resulta que Giorgi, Giorgio Dann, era francés.  No le pega nada. Se puso un nombre de ilusión italiana más acorde con su espíritu festivo, con esos rizos huecos y un acento imposible se hacía pasar por extranjero, siendo madrileño de adopción y derecho. Pero sólo los de la Bota saben aparcar en doble fila con elegancia, sólo ellos saben montar una algarabía en plena calle y olvidar el objeto de la misma. Con su juntar todos los dedos hacia arriba y levantar la barbilla. ¡Ma! Son estupendos, los más ligones, los más simpáticos, y a la vez serios de cuna, a pesar de los pesares. Tanto le debe el mundo entero, no solo los ingenieros. Sólo un italiano es capaz de cantar sin despeinarse y sin vergüenza "la barbacoa". Un "italiano vero". Pues era francés. Vaya.

Que levante la mano el que no lo ha dado todo con "la Barbacoa". Te pueden molar mucho los Coronas que rompen normas y guitarras, una suerte es coreales en el Sol, recordando tiempos de penumbra en el magnífico sótano, cuando no se veía el escenario y la luz era amarilla y el humo empañaba los espacios. Pero también te has entregado con "la Barbacoa", cuya letra, si mal no recuerdo era algo así como "La Barbacoa, La Barbacoa, La Barbacoa, La Barbacoa, La Barbacoa", y suma y sigue. Sólo un genio, italiano, puede conseguir con dos palabras tanto ajetreo. Y baila que te baila, en las fiestas del pueblo, o en las de los amigos. Guateques, fiestuquis y chispunes no lo son sin G. D. No debemos olvidar las tardes de hotel de playa, mientras los adultos colorados y exhaustos tras una jornada de abuso del sol de Alicante, degustan las aceitunas del Martini y debaten el futuro, que ya está aquí; tres pantalones de campana blancos con sus tres chaquetas abiertas mostrando pelo en pecho, baladean canciones de amor y purpurina micrófono en mano. No puede faltar "bailemos el Bimbó, Bimbó, que está causando sensación..." Estribillo tras estribillo. Y la pista se llena. Se anima el cotarro. Las luces de colores iluminan el desenfreno. Y adiós a las conversaciones etílicas.

Sí, nos gustaban los Smiths, ibamos al Rockola y al Rompeolas, al Siroco y valores Honky, y nos poníamos en primera fila con el pelo en cresta en el Parque del Oeste, unas vestidas de negro y con pendientes de plata y pulseras de pinchos y cuero, pero no disimules, con La Barbacoa te quedabas afónico. Cambiabas el agotador baile de subir las rodillas como si no hubiera un mañana, ese ska importado de la grandísima Bretaña, ese baile moderno incomprensible, por un cómodo bailoteo sin normas ni reglas, espontáneo y divertido. Lloramos a los Doors, con sus pérdidas; y la de Ammy, bailamos el lento de los roqueros Escorpiones, pero donde esté un Bimbó, no hay competencia.

Tengo una amiga muy seria que siempre quiso ser chica jaula, de esas que bailan dentro de una, vestidas con un bañador de piel de tigre, los pelos rubios  y naranjas tiesos de laca. Labios carmín y pestañas eternas. Ella es última hora en todo lo moderno; como mi primo, que sabe de música un montón y a veces desconcierta con sus novedades, aun hoy. Tiene tanto que contar que maneja como pinchadiscos interruptus la música en los eventos, de tanto que quiere poner, no hay manera de oír una canción entera. Desde el Jazz a la Bossa Nova pasando por famosísimos desconocidos de Tánger o Misuri, hoy galardonados, absolutos desconocidos por el pueblo llano cuando el Penta era el Pentagrama. ¿Quien toca la guitarra en Misuri? ¿Dónde está Misuri? Ellos siempre por delante de los demás en gustos y novedades musicales. Esos amigos, que son familia, primos, hermanos, y más, de oído perfecto, el que es capaz de identificar la frecuencia de un estímulo auditivo aislada sin la ayuda de un estímulo auditivo referencial. Vamos, que distinguen, de propio, un sostenido de uno que no lo es, un bemol de uno que tampoco, como el tío Pepe. Signifiquen lo que signifiquen los términos octava,  semicorchea, clave de Sol. Que yo de corcheas no entiendo. Esos perfectos oyentes no desdeñan "Carnaval, carnaval" Ni "El chiringuito, el chiringuito"  Saben lo que cuesta, lo que vale, con un par de palabras y tantos acordes levantar el telón y a la afición. Que sí, que nos hemos desgañitado con el Muro, y ese "ojalá estuvieras aquí" ¡Oh! How I wish How I wish you were here. Que Police siguen vivos y los Beatles y Led, Dan, no morirán jamás, que Dire....con su Les boys do cabaret, Les boys are glad to be gay. They're not afraid now. Disco bar in Germany. Les boys are glad to be upon parade now... se anticiparon al mundo, vale, pero que no me quiten "El negro no puede..."

03/11/2021

YO QUIERO SER DESTINO


Yo quiero ser destino. Yo quiero ser ese puerto donde atraques tu nave. Yo quiero ser destino.  Quiero que, estés donde estés, ocurra lo que ocurra, sepas que mis brazos te esperan, dispuestos al abrazo. Yo quiero ser destino y te espero después de las tormentas y de los días buenos, te espero en el ocaso de la vida y en el despertar. Yo quiero ser destino, tanto da que sea de noche o de día. 

Quiero que vengas, y te refugies en mi. Quiero ser tu lugar seguro, donde no tomarnos demasiado en serio, donde charlar por gusto y sonreír y, donde devanar los hilos de nuestra historia y volverlos a hilvanar. Quiero ser parte de tu camino, para ir contigo. Yo quiero ser tu cofre, que tu eres mi tesoro. Quiero vivir contigo. Quiero tomarte de la mano y cuando llegues, ser tu refugio. Que seas el mío. 

Quiero darte los besos que te he guardado. Esconderme en tus ojos, ser cesta de tus sueños. Y que las esporas siembren el monte de templanza y flores nuevas. 

Yo quiero ser las rocas donde rompen tus olas. Yo quiero ser el suelo donde aterrizas. Yo quiero ser maceta donde siembres futuro. Yo quiero ser paisaje de las noches con luna. Yo quiero darte aliento y alimento cuando llegue la hambruna. Yo quiero ser tu nube en el desierto. Yo quiero ser la lluvia en dosis chiquititas. 

En las noches oscuras aún brillan las estrellas. Se encuentran las calles paralelas sin llegar al infinito. Yo quiero ser destino, pa'andar contigo. 

02/11/2021

¿QUÉ ES UN ATAQUE DE PÁNICO?

Sí, me pregunto: ¿Qué es un ataque de pánico? y ¿y uno de ansiedad? ¿Qué significa que algo te de “TOC”? ¿Qué es caer en depresión? Se trata de frases de uso cotidiano. Mezcladas con las muletillas y los tacos que copan el lenguaje, pasan desapercibidas. No se ven las comillas. Se han salido del consultorio, del hospital, de la terapia, y de todos los armarios. Utilizamos esos y otros palabros cuya carga de significado es tan clara como nos es desconocida. Nos suenan, están en el ambiente, encajan en el discurso y se nos cuelan en el discurso de un modo absolutamente superficial. Quizá se tenga una noción, una pátina, el envoltorio de una pastilla. Me preocupa, porque, como siempre, han empezado los más jóvenes a ponerlas de moda en sus diálogos cotidianos. ¿Cómo han llegado a integrar la enfermedad mental, la psicológica, tal si de una espinilla o brazo roto se tratara?

Yo desconozco los síntomas exactos del ataque de pánico o del de ansiedad. No sé cómo es sentirlos, ni falta que me hace. No sé si el corazón acelerado se identifica con tales "malatías". Se nubla la vista, ¿qué ocurre? Que se lo pregunten a un diagnosticado. Ni mijita de gracia les hará que se banalice algo que es tan horrible. Por algo tendrá ese nombre, no da susto, no, ¡da pánico!

Con igual trivialidad oigo hablar del TOC, los chavales ahora tienen TOC cuando alguien deja el tapón del champú o el mistol sin cerrar, cuando se les olvida su boli favorito o no tiene capuchón el BIC, dramas de ese estilo. Entran en depresión si se agota una prenda que querían comprar, no les funciona el/la wifi o no hay cobertura para el móvil. Les angustia y sufren del corazón, se llevan lo mano al pecho para constatar la aceleración, si se quedan sin tipex o que no les cabe en un folio una redacción.

La frivolidad con la que se despachan todas esas enfermedades, mentales, muchas de ellas y graves en grados variables, pero nunca desdeñables, no deja de pasmarme.

Ahora te confundes de calle y tienes dislexia, te olvidas de algo y sufres Alzheimer, te gusta la mesa de trabajo ordenada y eres obsesivo. Cuidadito con las etiquetas y con minusvalorar la mente. La venganza se sirve en plato frío.