Tiene pelotas. Con perdón. Vas tan pancho por la calle. Entre tu corazón y Tus asuntos. Medio de paseo, medio de hacer ejercicio. Vestido un si es no es. Unos "tenis", traje de chaqueta, que te sirve para las reuniones con cámara. Nadie te ve los zapatos. Importan la camisa y las perlas. De paseo, medio aprovecho para hacer unas llamadas., escuchar música, despejarme, la radio, las noticias. Cositas.
Un paseo sin ánimo de trascender, sin más. Sin
objetivo. Evitando semáforos rojos y cuestas. Sin ánimo de lucro o sinónimo de
lucro, como decía aquél. Te topas con una estupenda. Así. Que va decidido darte
una lección. Sin más. Yo ya soy mayor. Tengo una edad. Y por muchos años que
tenga, hay cosas que aprendí hace poco. Como ceder la acera. A las mujeres se
nos cede la acera, es decir, la mujer va por dentro, por el lado de los
edificios. Alejada de los vehículos, protegida. Protegida por el novio, por el caballero,
por el padre el hermano. Yo que no tengo de eso, voy sola por la calle. Pero
cuando me topo con una pazguata que lleva una enrome bolsa de SERBAL, como si
de ARMANI fuera. La lleva probablemente con el túper de lentejas y una
mandarina. Y envueltos en una bolsa del DIA los salones, que no se le estropeen en el camino desde la boca del Metro. Se los cambia en el cuarto de baño. Nada más llegar a la oficina. No con una teba preciosa, que esa no es cazadora ni mujer de novio.
Esta sabe de guarros y venados lo que yo y menos. Que es nada. Vamos que no ha
visto más cuernos que los que le han puesto. Es que me sale todo lo malo. La
estupenda iba dispuesta a mantenerse en el lado interior de la acera. Por
encima de mi cadáver. Y se ha tenido que mover, porque si no, nos chocamos, eso
lo tengo claro. Va y me suelta: "Maleducada". Y yo, que iba hablando
con mi consejero delegado, me he quedado mudita. Asuntos bursátiles, casi se me
escapa un improperio. Eso sí, en cuanto Don Félix me ha colgado, me he lanzado
a por ella. Como es joven y lozana, aunque medio lela, el paso lo tiene más
ligero que yo. Pero ha sido colgar y me he venido arriba.
Dice el código de circulación: "Todo peatón debe circular por la acera de la derecha con relación al sentido de su marcha, y cuando circule por la acera o paseo izquierdo debe ceder siempre el paso a los que lleven su mano y no debe detenerse de forma que impida el paso por la acera a los demás, a no ser que resulte inevitable para cruzar por un paso de peatones o subir a un vehículo". Pero no es eso, no es una acera estrecha, es que yo iba por el muro, y soy una persona respetable, por tanto me corresponde el derecho, por educación y deferencia, de que se me permita mantener el rumbo. No me vaya a dar un vahído con tanto lío. Que me da lo mismo lo que diga el código. Puñetas. Estoy hasta la coronilla de la gente que te regaña porque sí. Encima sin conocerte. A las ocho de la mañana. ¿Qué ganas tienes hija mía? Te has levantado contra el mundo. ¿O qué?
En la pasarela de Ventas, que hizo Manterola, tan
elegante, tan soberbia, me he encarado con ella. Guapa, la acera, me la debes tú.
Yo vengo de la Guindalera y tú de Manoteras, pero tanto me da, que lo
importante es que te doblo en edad. Y a la mía, se me cede el asiento y no me
da ni vergüenza y por supuesto, que como mujer, mi exnovio siempre me dio la
acera y todo caballero me ha cedido el paso al atravesar el umbral que haya
tocado. Así que bonita, abre la boca bien que te la voy a lavar con jabón
lagarto para que no se te ocurra jamás de los jamases volverme a llamar ni
maleducada ni nada. ¡HALA!
Jijijiiiiiií Pues mira, así ha aprendido algo a una hora muy típica para hacerlo, aunque siento mucho que en un principio fuera a tu costa... La juventud es más tremenda de lo que nos esperamos, espero que alguien se dé cuenta y haga algo
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