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31/08/2025

US OPEN 25

Van a pensar que soy una pija, siempre mirando la indumentaria de los tenistas. Que si son feas o bastas. Pues es que a mí me gusta el tenis, verlo. Acabo cansada de verlo en la tele, con que si lo jugara no sé qué sería de mí. Me encantaba verlo jugar a mis amigos en Nava, se ponían guapísimos siempre. De blanco con sus polos. Los importante era la conversación y estar juntos. Tanto daba quien ganara. Bueno, a ellos sí les importaría. No sé. El torneo de Bego, con fiestuqui después; el de Doña Endrina, hoy Hacienda. Pobre Arcipreste que ya no tiene a su amor cerca. En fin. 

El caso, que el que me haya leído ya sabe que a mí me gusta como visten en Winbledon, punto. Pero pensaba yo que en Nueva York, estarían a la altura. Negativo. Vamos a ver, ¿es marketing de Nike esa equipación? 

Fueraparte está el juez de silla, que parece cansado, Taiiiiiiim, o canta fuera tres minutos después, que ha seguido el juego, puñetas. Y cada tanto hace un resumen cilla, a su bola, a su manera. La equipación de Nike es infumable, la de la sorpresa Canadiense y la del pelirrojo italiano. Que encima parece que se han hecho pipi o algo peor, que se marca el sudo en el pantalón en cuanto han empezado q jugar. Encima a Sinner se le han roto los cordones de las zapatillas. Mal. Y siendo pelirrojo Jannik, parece de broma el color calabaza oscuro con el que le han vestido. Por no hablar de el del canadiense de origen ruso israelí, ese azul azafata. Que parece un camillero. Al menos los de Nike proponen algo parecido a un polo. Mejor sin duda que la equipación de Nole. Que ya se basta él para ser oscuro, pues Lacoste propone un todo negro, salvo gran cocodrilo verde al pecho. No le favorece, además. Es oscuro él, a pesar de sus bromas y de hacer de la raqueta violín al terminar el partido. A pesar de la gracieta chulesca de llevarse el dedo índice a doblar su oreja para oir los aplausos. Zapatillas negras incluidas. El colmo de Nike se resume en Carlos. El murciano juega bien al tenis, pero adolece de gusto. Es una gracia que no tiene, un don que le falta. A él le han encasquetado una sin mangas color berenjena un día, rosa chicle otro. Que no se pierda. Yo así no me puedo concentrar. Con ese corte de pelo que se nos ha dado. Angelito. Con ese rapado te tienes que afeitar, alma de cántaro. Entre la equipación, la ausencia de pelo y la barba de dos días pareces un facineroso. Que no digo yo que no te vayas de juerga, que tienes que pasártelo bien, pero en la pista hay unas normas. Haz el favor. A Norrie no le ha salvado ni ser británico, con esa elegancia innata de los isleños. Llevaba una camiseta que le quedaba grande, blanca, un sí pero no. y no lo había visto todo aún, la camiseta de Munar, inenarrable. Es urgente marcar un dress code.


La configuración general, el decorado, de la pista tampoco me gusta. Esos colorines de las toallas, innecesarios. La equipación de los recogepelotas, a juego. Por cierto, ¡qué tensión el trabajo de estos chavales!. Siempre pendientes de la bola que rechaza el jugador. A saber con qué criterio. De si necesita otra. El anuncio de Rolex me parece una ordinariez. Y una sugerencia, ya que en la mayor parte del mundo se circula en km por hora, entiendo que no es complicado para los de IBM hacer el cambio de mph a km/h y viceversa, ir cambiando de pantalla, por no tenernos con la calculadora. Poca broma que la bola en los saques va a velocidad no permitida por carretera. 240km/h.

No tiene nada que ver, pero Shapovalov, por cierto, ¿cuántos plátanos se ha comido durante el partido? Es curioso el lío que hay en ese estadio neoyorquino. No hay silencio. Luego dicen de los mediterráneos. Aquí no se oye una mosca y no se levanta nadie a mitad de partidos. Con todo este rollo alguien se preguntará si me gusta el tenis o los tenistas, o la moda, o el atrezo. Me flipa el tenis. Pero me despisto con facilidad. En otra época me hubieran diagnosticado con algún tipo de trastorno y no hubiera podido estudiar una carrear. Pobrecita. Además es que me gusta la armonía y la belleza tanto en la mesa como en la pista.

30/08/2025

PAMELA Y LIAM

 

Ya me gustaba la pareja de moda nada más enterarme de la noticia. Él, serio, con esa sombra de melancolía y de dolor que le imprimió la temprana viudez. Ella, alegre y divertida y guapísima. A él antes de ser Oscar Schindler, con su lista, no le conocía, confieso. Actor británico, irlandés para más inri, de Irlanda del Norte. Northern Ireland. Eso marca. Tipo con apariencia de profundo, hondo en su timidez, no solo tras su tragedia personal. Tiene ese aspecto indefenso que se atribuye al chico alto desamparado que cualquier mujer quiere salvar. Ese halo que imbuye al hombre de irresistible atracción para según qué fémina. El típico reto en el que se embarcan las mujeres entusiastas, que generalmente acaban con tíos muermos que son así porque no saben ser de otra manera. No querían que les salvaran. Son sosos, aburridos. Por menos de nada se casan y por supuesto la apatía y el coñazo vencen a la alegría. Con lo que la cantinela de “somos diferentes y nos complementamos” se convierte en tedio y pasan a ser una pareja gris por mucho que se tiña. Porque las miserias de los tristes tiran mucho hacia abajo.

Por otro lado está Pamela, la caña, esa vigilante de la playa con enorme delantera que luego aumentó y luego redujo y no sé que más. Ella está estupenda, con tres gotas de maquillaje o repintajeada hasta parecer otra, de rubia, de morena. Es fenomenal. Ella gana por la sonrisa. Ha llegado a mayor con ella. No sé si será la dieta vegana, su amor por los animales, o haber encontrado al hombre de su vida cuando se está dejando el pelo blanco. ¡Ole Pamela! Ella está en su papel, no se le pide mucho, llena la pantalla de alegría.

 

 “Agárralo como puedas”, es una peli mala, mala. Y mira que yo iba dispuesta a reírme, iba entregada. Porque me encanta el romance. Pero de mala que es, es buena. Porque parece que está hecha a posta. De mal. Liam Neeson es imposible que pase por un actor cómico. Liam es un triste. Muy voluntarioso, se lo curra, seguro. Puede resultar atractivo, guapo quizá, que ya tenemos unos años, interesante. Cosas buenas no le faltan, pero nunca cómico. No se puede tener todo. Ni pretenderlo es bueno. Se conserva como el buen vino, también, pero divertido no es. Que no le sale. No tiene gracia. Liam es el típico amigo que te llama para contarte, a las tantas, como le ha ido; el hombretón gigante que llora como un niño chico; el oso grande y sensible fiel hasta el final. Con esas manazas, con ese porte que roza los dos metros, es que no puede ser ni ágil, que por definición es torpe. Sensible, atento, buena gente, pero no bromista. Todo esto, por supuesto, es invención mía, me lo he sacado de la manga de mi imaginación. No son atributos reales del estupendo actor de quien soy fan, además de por la Lista de S, tras su papel de padre en Love Actually. Me encanta la ternura de su personaje.

 

Si lees algunas críticas de la película, flipas, lo flipas; que si es una obra maestra, que si hilarante, desternillante, he leído. Se deshacen en elogios. Es cierto que tiene puntos. Esa chusca a los polis que están todo el día con el café en vaso de cartón, las imposibles peleas, todo eso se ridiculiza sin piedad. Pero sin gracia. Choques absurdos, parodias y disparates en diálogos y escenas. No digo yo que no haya que verla otra vez, por si es que no me he enterado. Pero yo hasta que no cumpla 65 no repito peli, que por 12,5€ si tengo que ver dos veces una película igual me da por dedicarme a algo ilegal. Que no estoy para vender mi cuerpo, pero algo se me ocurriría. En fin. Que la peli es mala o muy mala. No merece un cuatro sobre cinco ni de coña. Y eso que yo me quedé hasta el final, final, final. Porque sabía que todo eran guiños, hasta la última canción, sabía que algo tenía que pasar. El muñeco de nieve, guiño a la infancia y a Nesbo. Y esperé. Esperé. A pesar de la crítica, peleándome con los limpiadores y el acomodador de la sala que se precipitaron y querían echarme ¡Premio! (Que tampoco era para tanto, tengo que decir) Pero yo tenía razón, y eso que al final tenía mis dudas, porque no he visto película con más créditos y gente currando, que les citan a todos. No tenía con quien celebrarlo más que con el empleado que no parecía con ánimos o con mi hija, avergonzada de verme plantada en medio de la sala vacía. “I knew it. Sonreí triunfal. 

 

Lo mejor de Agárralo como puedas es que estos dos personajes, personas reales o ficticias, en su papel o en la vida real, se hayan encontrado en el otoño de la vida y se lo estén pasando genial. Yo estoy en contra del cine para ver expertos, cinéfilos o críticos; si para ver una peli tienes que ser un friki o un erudito ¡acabáramos! Así están las salas. Es que se han olvidado de “para todos los públicos “. ¡Viva la pareja de moda!


28/08/2025

TENÍA TIEMPO Y GASOLINA


Porque tenía tiempo y gasolina que si no, ahora mismo estoy subida en una grúa y con un ataque de nervios, y a lo mejor me han puesto una multa que no puedo pagar.

Dicen que ahora se usa mucho el navegador. De mí se burlan porque pongo la dirección en la lupita, doy al "enter" y luego hago lo que me da la gana. Sí. Pero ahí está. El por si acaso. El nunca se sabe.

Para poner mi anécdota en contexto, tengo que contar que a mi amiga Lurdes (Lurdes, Lurdes), le regaña el navegador. Nadie se lo creía, hasta que lo vivieron en vivo y en directo. Es cierto que ella ha hecho un poco siempre lo que le ha dado la gana. A mucha honra. Ha pillado atascos que nadie ha sufrido, sus sucedidos son únicos, su anecdotario imbatible, ha llegado a San Rafael y luego ha acabado en el Puerto de Los Leones subiendo de Madrid a Navacerrada (no es para tanto, yo me pasé una vez la salida y acabé en Guadarrama, eso me pasa por subir por la Coruña) Si tenemos en cuenta que se trata de una ruta que podríamos hacer sin gafas, ambas, la cosa es seria (teniendo en cuenta nuestra miopía). En fin, ella tiene su historia, con ciervos, o animales de toda índole que se han cruzado en su camino. Ella ahora pone el navegador, que le va indicando, gire a la derecha, a la izquierda. Recalculando. Hemos visto que se ha salido de la ruta, vamos a calcular el mejor camino para llegar a su destino. Y así una y otra. Con paciencia de robot el navegador va a adaptándose al criterio de mi amiga. Ahí no cruzo que siempre hay mucho tráfico. No cojo esta salida que luego no puedo entrar en el parking. Si me meto por ese carril, después tengo que dejar entrar a los que se incorporan y pierdo tiempo. Cositas de camionero, de conductor habitual. En fin. Hasta que el navegador coge fuerza "¡que te he dicho que gires a la izquierda por Menéndez Pida!! Te va a guiar Rita la Cantaora a la próxima" Mi amiga baja el volumen y escucha la radio, tan pancha.

Sin llegar a ese punto de encontronazo, me he ido hoy a ver un puente sobre el Jarama. Voy sin prisas, he salido pronto, lo quiero ver con calma. El depósito está lleno, así que no tengo que estar pendiente de si encuentro una gasolinera o no. Si es de REPSOL o si me viene mejor otra que me da más puntos. Con la calma. No contaba con que tengo móvil nuevo. Y me han dicho que no lo cargue hasta que no se agote la batería del todo. ¡Buena soy yo cuando me pongo a seguir instrucciones! Es difícil que las siga, pero si lo hago, soy como el tonto y la linde, que la linde se acaba y el tonto sigue. No tengo flexibilidad. Soy un soldado. Con la batería al 4% he salido de casa. Tres cuartos de hora después estaba sobre el ínclito puente. Apariencia feúcha, para quien entienda de puentes bonitos y feos. La ubicación compleja, el acceso, difícil. Total, que tras inspección de supervivencia decido volver. Pongo el navegador para volver a la oficina. 1% de batería. Uf. Muerte de la batería. Valoro la posibilidad de enchufarlo al cargador del coche. No es el oficial. Me resisto. No lo voy a cargar. Total. Estoy al lado.

 

Vuelve tú a Madrid desde los alrededores del Aeropuerto sin navegador, con mi sentido de orientación y sin usar la autopista de Peaje. Digo yo que está bien que se señalice el Peaje en sí. Tanto señalización horizontal como cartelería varia, luminosa o no. Pero ¿Qué inconveniente existe en indicar por dónde se va a Madrid? Tras un primer cartel esperanzador "Madrid Barajas", uno, a los pocos metros confirmación , BARAJAS 6 MADRID 18; en la siguiente glorieta desaparece la capital, puedes ir a la T4, T3, T2, T1, M30, M40, M111, M13, M12; R2, Zonas Aeroportuarias, Fuente el Saz, Paracuellos, Polígono Industrial, , Zaragoza, camino La Cueva, Camino los Rosales, La Moraleja, Burgos, y por supuesto "todas las direcciones". Mensaje a los ciclistas, advirtiendo que circulen por el arcén en el túnel, avisos de control de velocidad. ¿Y Madrid? Doy una vuelta a la rotonda, como los gatos, a ver si es que me he saltado la señal. No. Voy a dar otra. El UBER que me persigue me da las luces. Aguanto las ganas de hacer alguna señal que muestre mi enfado. Estoy perdida. Elijo un M40, todas las direcciones, batiburrillo sin definir que me da algo de esperanza, las otras opciones me llevan a un pueblo en que no he estado nunca, a un aparcamiento en el que creo que no se me ha perdido nada o a una zona industrial. Insegura en mi ruta llego al siguiente cruce, ambiguas indicaciones: elijo la que no lleva el símbolo de peaje. Por elegir. Parece broma, pero no lo es, en la siguiente glorieta, rotonda, redonda, no hay indicación alguna para Madrid, solo Barajas, y terminales varias, M13, M12, R2 (peaje), M21, T4. ¿de verdad?. vuelvo a evitar el peaje y desemboco en una nueva glorieta con una sola rama "Aeropuerto. M13 todas las direcciones" No me lo creo. En la rotonda uso el ojo de halcón para divisar eventuales señales en la distancia. Imposible. Madrid no existe, un surtido de calles y carreteras locales y nacionales, circunvalaciones varias, inundan la señalética. Pero la palabra Madrid, símbolo del centralismo, no existe. A Madrid, donde se dirigen el 80 % de los vehículos que llenan ese asfalto, hay que saber ir, o que te lo diga el navegador. En caso contrario, estás listo. Llena el depósito de gasolina y doma tu ira. Ni en las bifurcaciones ni en las glorietas. Nada, ni rastro. Ay de mí, y mi manía de seguir las normas cuando menos hay que seguirlas. ¿Quién me ha hecho a mí así de cabezota? ¿Quién me manda a mí salir con el móvil sin cargar? Veo un hito vertical, un PK indica que estoy en la nacional II, punto Kilométrico 5. Llevo 11 km conduciendo a ciegas. No es el sol quien me ha orientado, ha suido la suerte. Porque igual podía haber aparecido en Burgos.  ¡Mierda PK 6, voy en sentido contrario! Pero ya todo me da lo mismo, llego al primer cambio de sentido y doy la vuelta. La NII es la prolongación de Avenida de América, María de Molina, ¡estoy salvada!. He conseguido evitar el peaje, pero cien por cien he gastado más en gasolina. Y en cuestión de tiempo, ¡para que te voy a contar! Una vez que consigo, 500 leguas al norte, dar la vuelta en un cambio de sentido, y ya incorporada en la nacional II, aparece el deseado cartel MADRID, y me indica por qué carriles debo ir. Esa me la sé. ¡A buenas horas mangas verdes! Ahora ya no necesito GPS. Temo que mi telefono despierte de su letargo y me avise de que coja esa salida o me regañe. Como a Lurdes.


18/08/2025

LOS NOMBRES DE LOS SITIOS

 

Yo quiero proponer un homenaje a la historia, a los recuerdos. Establecer un vínculo con el pasado, luchar contra el olvido sin melancolía, con el objeto solo de entender por qué, de conocer un poco el origen de las cosas.

En mi modesta escala, por ejemplo, observo que en la plaza del pueblo han abierto un estupendo restaurante que se llama “La Vagabunda”. Ante la pregunta , “¿pero dónde está?” La respuesta siempre es la misma “donde Lourdes“. Porque antaño había un supermercado con ese nombre en ese local. En el banco de Lourdes quedábamos a ver pasar las motos de los chicos, comer pipas y charlar, era nuestra manera de arreglar el mundo. En el antiguo Marcial, bar de pueblo por antonomasia, ahora retumba “La caja de cambios” ¡Hombre, si estuviera donde “El Chapas”, tendría un pase, pero ¿qué pinta en Marcial la Caja de cambios?. Marcial era parada obligada antes de llegar a a TBO, discoteca a su manera en los 80-90, donde lo mejor eran las hamburguesas del final. Nada que ver con un americanismo convencional, carne de la sierra de Guadarrama , ahora parque natural ¡donde va a parar! envuelta en pan de Eusebio, por cierto. Sería bonito mantener el recuerdo. Agapita, Eusebio para los muy cafeteros (el letrero de la puerta rezaba panadería Eusebio, Agapita ganó casi todas las batallas de popularidad. En tal  establecimiento abrió Ana, la de Urbanasa, una tienda de ropa. ¿qué mejor nombre que “Los trapos de Agapita”, un suponer? ¿Qué mejor que hacer referencia a la panadería más auténtica de la sierra?. La otra panadería , Jorge, donde algún osado cliente llamaba a Jorge al panadero, que en realidad era Jose, hermano de Emilio, el del Abeto, marido de Juanita y sus montados;Jose, cansado ya ni replicaba, harto de los enterados; igual que a Eduardo (el de J’avis, que aquí los apóstrofes se ponen donde se antoja), el enrollado que le llama Javier pa presumir de conocimiento. La cara de Eduardo es un poema.

Si alguien, Dios no lo quiera, comprara la casa a los de Mesa, debería grabar el recuerdo de la inolvidable familia en esa tapia.

Como ese restaurante pijo de la plaza que ocupa un mítico lugar: Recreativos Montero, con ese nombre gana una estrella más que las que hoy ostenta. Pues ¿no pasaban las horas los chavales años ha, entre timbres y flippers, comecocos, futbolines con amigos? vida social con maquinitas anteriores a las nintendos y juegos con los móviles que arruinaron  el modo de relación que disfrutaban entre bostezos y aburrimiento, risas y pipas, echando imaginación a los días para pasar las horas. Sin entrar a la crítica, no digo que lo de antes sea lo bueno, es de donde venimos.

Un supermercado naranja será siempre Aurema; Cara Norte será Adrados y el Reloj será el Pajar , y el Pajar la frutería de Fausto y Pili. ¿Que hubo otros momentos antes? Pues que los reivindiquen. Propongo recuperar el recuerdo, que no el rencor, ni siquiera la melancolía. Pero es que el pasado es nuestro cimiento. Da estructura al entendimiento y serena conciencias, bien contado.

Rosé será siempre el Rosé, a pesar de lo efímero de su existencia. ¿Que ahora hay una lavandería, un vídeo club? Tanto da. La tienda de las chuches, antes frutería, ahora en traspaso. En Chamota estaban las vacas, íbamos a por leche fresca de verdad. Y lo que es más importante: El Apeadero de la barranca, cartel incrustado en una fachada de piedra y cal que ahora ha quedado huérfana. Imagino que los oriundos, si queda alguno, recordarán o por la tradición oral sabrán, el origen de ese cartel. Yo no recuerdo apeadero alguno; la Barranca queda lejos. Si en Correos abren local comercial sugiero mantengan el nombre de Correos, nadie necesitará Google maps para encontrarlo. ¿De donde si no viene el éxito de Paco, el Abeto, El Rumba, este aún después del atrevimiento de quitar las matrículas, eso sí, dejaron el cordón en umbilical del nombre y una silla para que se sentara la abuela a ver pasar al personal. Como se le ocurra a alguien rehabilitar Angelines y no hacer referencia a Liber, la mismísima Angelines, o su gran retoño, mal destino auguro. Félix el churrero, que no tiene placa en el Portillon, no Cándida y Tomás en la plaza, con la de alegrías que nos dieron. ¡Hombre!

¿Porque no llamar a la heladería Maliciosa, el Jueves, la tienda de periódicos de antaño, que vete tú a saber por qué que se llamaba así. Recuerdo que echaba lejía en los escalones para que no nos sentáramos al salir del Pajar, hoy el reloj. La calle de o Farmacia será la que sube por Jorge, se llame como se llame. Y así suma y sigue, igual que Valpurgis es Valpurgis aunque ya no esté el Hospital de tuberculosos si no una espléndida explanada donde pastan las vacas; el Sanatorio será el sanatorio aunque lo demuelan. Sirva este escrito de hilo, que me he olvidado de mucho y seguro que hay parte moldeada por mi propia realidad o falta de memoria.

07/08/2025

¡QUÉ BIEN SE ESTÁ!

Esa frasecita termina así: “en agosto en Madrid“. ¡Qué bien se está en agosto en Madrid! Aparcas en la puerta, no hay atascos, se tarda cero coma en llegar a los sitios. En el trabajo hay cuatro gatos y por la tarde se está genial en la piscina. No hay que reservar mesa para comer en ningún sitio. Con éstas y algunas otras frases - sandeces se consuelan los pringados que se tienen que quedar en agosto en Madrid. Porque quien se queda en Madrid en agosto es un “pringao”, está porque no tiene vacaciones, porque ha suspendido, porque no tiene un duro, porque no tiene amigos ni sitio a donde ir. En Madrid no queda nadie, ni los mendigos que frecuentan las escalera de acceso a las iglesias hacen acto de presencia. No se ofrece el servicio de limpieza de parabrisas en los semáforos a cargo de una banda de rumanos normalmente camuflados mientras la luz es verde y que salen de la nada en cuanto se empiezan a parar los coches. En Madrid en verano no hay nadie, salvo estudiantes tardíos y médicos de guardia, y hospitales llenos de ancianos olvidados.

En fin, los motivos no son "que guay, me voy a quedar en agosto en Madrid" No. Oí a Boadella decir algo así como que no es ecológico viajar, vale. Con la gracia que lo cuenta él, todo vale. Mejor que Feijó que no sabe gastar una broma. Con lo de que “las vacaciones están sobrevaloradas” ya ha perdido toda la ventaja que tenía sobre Sánchez.

A la mísera vida que te espera en agosto en Madrid se le suele añadir la falta de noticias necesarias para periodistas y locutores que hacen rellenar los telediarios y periódicos con la magnitud de las olas de calor consecutivas que atacan la ciudad. Siempre extraordinarias. Cada vez más. Otra desgracia común que entretiene de susto a la audiencia son los incendios que asolan los alrededores de la capital o el país en general y arrasan con las masas arbóreas que aún quedan en la región. Este año las cenizas han llegado desde Francia a Cataluña.

¿Qué mejor respuesta a una frase hecha que otra? “El que no se consuela a porque no quiere”

Donde se está bien en agosto es en La Barrosa, Costa Ballena, Sancti Petri, Zahara, Cádiz; San José, Almería; La Antilla, El Rompido, Huelva; Comillas, Santander; La Concha, San Sebastián; Jávea, Alicante; Cangas, Pontevedra; San Juan de Luz, al fondo del Golfo de Vizcaya, a orillas del Mar Cantábrico; La Costa de los Pinos, Mallorca; Segovia. En Punta Cana o en Londres; en París, Francia o en los Picos de Europa; en Navacerrada, en Robledo de Chavela o en Camorritos o en Riaza; o entre los olivos toscanos o navegando por el Mediterráneo; en caravana recorriendo Europa con dos mudas; haciendo el camino de Santiago. ¿Que hace mucho calor?, ¿que llueve?….¿y? Estás de vacaciones. ¿Qué puñetas haces en Madrid un seis de agosto? ¿Ir al Prado? ¡No fastidies! ¿Ir al cine, que no hay colas?. ¿Ir a comer a ese restaurante donde nunca te dan mesa? ¡Está cerrado!, alma de cántaro. Al Prado procesionan habitantes del cono sur que han cambiado de hemisferio y estación huyendo de las nieves. Y aquí están, 40⁰C a la sombra, dispuestos a impregnarse de lienzos y aprovechar el rato al refugio del aire acondicionado.

En agosto cierran las terrazas de Madrid. Y las que  no cierran, abusan de los chorritos de agua que hacen que se nos rice el pelo a las de cabello fosco (rizado, decía mi madre, cariñosa). En agosto no hay quien respire en Madrid. Agosto en Madrid recuerda a los días de pandemia pero con las calles invadidas de fresadoras y pavimentadoras que ayudan a aumentar la temperatura colaborando junto con las máquinas de aire acondicionado a caldear el ambiente. Sí, porque el aire acondicionado es guay para el que está dentro de la vivienda, pero de la masa, chorro de aire tórrido que aportan al exterior las máquinas, poco se habla.

Madrid en agosto está cerrado. Con cartelito de esos que cuelgan de un clavo o chincheta, reversible. Están abiertos Zara y El Corte Inglés de milagro, para alivio del despistado paseante. Sí, Mercadona y el Unide de la esquina, también. Irrelevante. Se caducan las mozarelas los yogures. Los plátanos se oscurecen. La poca gente que entra a los súper lo hace para refrescarse, le importa un comino la compra. Los dependientes bostezan sin disimulo. El que se queda en Madrid es un paria, un expatriado, un pobre de pedir, un ser asocial, un antipático, un infeliz, desventurado, entrará primero al reino de los cielos.

Y es falso que en el trabajo se esté genial. Puede ser que haya un bajón, pero si no lo hay, eres el único pringado que queda para hacerlo. Así que olvídate del cine de verano y la piscina vespertina. Ya lo decían los Refrescos.

Podéis tener Retiro, Casa Campo y Ateneo

Podéis tener mil cines, mil teatros, mil museos

Podéis tener Corrala, organillos y chulapas

Pero al llegar agosto, ¡vaya, vaya!

Aquí no hay playa.

¡Vaya, vaya!

En agosto en Madrid se está bien cuando se ha ido uno en julio de vacaciones, y durante el mes ocho subes y bajas a diario de tu casita de la sierra, donde se duerme con edredón y duplicas el día a costa de madrugones. Y el verano acaba con las fiestas de la Sierra. En caso contrario, en Madrid en agosto no hay excusa para quedarse. Madrid en agosto está cerrado.

Y aquí estoy, en Rosales, viendo el atardecer desde una terraza y disfrutando del aire que sube por entre los árboles del parque del Oeste. ¡Ea!