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18/08/2025

LOS NOMBRES DE LOS SITIOS

 

Yo quiero proponer un homenaje a la historia, a los recuerdos. Establecer un vínculo con el pasado, luchar contra el olvido sin melancolía, con el objeto solo de entender por qué, de conocer un poco el origen de las cosas.

En mi modesta escala, por ejemplo, observo que en la plaza del pueblo han abierto un estupendo restaurante que se llama “La Vagabunda”. Ante la pregunta , “¿pero dónde está?” La respuesta siempre es la misma “donde Lourdes“. Porque antaño había un supermercado con ese nombre en ese local. En el banco de Lourdes quedábamos a ver pasar las motos de los chicos, comer pipas y charlar, era nuestra manera de arreglar el mundo. En el antiguo Marcial, bar de pueblo por antonomasia, ahora retumba “La caja de cambios” ¡Hombre, si estuviera donde “El Chapas”, tendría un pase, pero ¿qué pinta en Marcial la Caja de cambios?. Marcial era parada obligada antes de llegar a a TBO, discoteca a su manera en los 80-90, donde lo mejor eran las hamburguesas del final. Nada que ver con un americanismo convencional, carne de la sierra de Guadarrama , ahora parque natural ¡donde va a parar! envuelta en pan de Eusebio, por cierto. Sería bonito mantener el recuerdo. Agapita, Eusebio para los muy cafeteros (el letrero de la puerta rezaba panadería Eusebio, Agapita ganó casi todas las batallas de popularidad. En tal  establecimiento abrió Ana, la de Urbanasa, una tienda de ropa. ¿qué mejor nombre que “Los trapos de Agapita”, un suponer? ¿Qué mejor que hacer referencia a la panadería más auténtica de la sierra?. La otra panadería , Jorge, donde algún osado cliente llamaba a Jorge al panadero, que en realidad era Jose, hermano de Emilio, el del Abeto, marido de Juanita y sus montados;Jose, cansado ya ni replicaba, harto de los enterados; igual que a Eduardo (el de J’avis, que aquí los apóstrofes se ponen donde se antoja), el enrollado que le llama Javier pa presumir de conocimiento. La cara de Eduardo es un poema.

Si alguien, Dios no lo quiera, comprara la casa a los de Mesa, debería grabar el recuerdo de la inolvidable familia en esa tapia.

Como ese restaurante pijo de la plaza que ocupa un mítico lugar: Recreativos Montero, con ese nombre gana una estrella más que las que hoy ostenta. Pues ¿no pasaban las horas los chavales años ha, entre timbres y flippers, comecocos, futbolines con amigos? vida social con maquinitas anteriores a las nintendos y juegos con los móviles que arruinaron  el modo de relación que disfrutaban entre bostezos y aburrimiento, risas y pipas, echando imaginación a los días para pasar las horas. Sin entrar a la crítica, no digo que lo de antes sea lo bueno, es de donde venimos.

Un supermercado naranja será siempre Aurema; Cara Norte será Adrados y el Reloj será el Pajar , y el Pajar la frutería de Fausto y Pili. ¿Que hubo otros momentos antes? Pues que los reivindiquen. Propongo recuperar el recuerdo, que no el rencor, ni siquiera la melancolía. Pero es que el pasado es nuestro cimiento. Da estructura al entendimiento y serena conciencias, bien contado.

Rosé será siempre el Rosé, a pesar de lo efímero de su existencia. ¿Que ahora hay una lavandería, un vídeo club? Tanto da. La tienda de las chuches, antes frutería, ahora en traspaso. En Chamota estaban las vacas, íbamos a por leche fresca de verdad. Y lo que es más importante: El Apeadero de la barranca, cartel incrustado en una fachada de piedra y cal que ahora ha quedado huérfana. Imagino que los oriundos, si queda alguno, recordarán o por la tradición oral sabrán, el origen de ese cartel. Yo no recuerdo apeadero alguno; la Barranca queda lejos. Si en Correos abren local comercial sugiero mantengan el nombre de Correos, nadie necesitará Google maps para encontrarlo. ¿De donde si no viene el éxito de Paco, el Abeto, El Rumba, este aún después del atrevimiento de quitar las matrículas, eso sí, dejaron el cordón en umbilical del nombre y una silla para que se sentara la abuela a ver pasar al personal. Como se le ocurra a alguien rehabilitar Angelines y no hacer referencia a Liber, la mismísima Angelines, o su gran retoño, mal destino auguro. Félix el churrero, que no tiene placa en el Portillon, no Cándida y Tomás en la plaza, con la de alegrías que nos dieron. ¡Hombre!

¿Porque no llamar a la heladería Maliciosa, el Jueves, la tienda de periódicos de antaño, que vete tú a saber por qué que se llamaba así. Recuerdo que echaba lejía en los escalones para que no nos sentáramos al salir del Pajar, hoy el reloj. La calle de o Farmacia será la que sube por Jorge, se llame como se llame. Y así suma y sigue, igual que Valpurgis es Valpurgis aunque ya no esté el Hospital de tuberculosos si no una espléndida explanada donde pastan las vacas; el Sanatorio será el sanatorio aunque lo demuelan. Sirva este escrito de hilo, que me he olvidado de mucho y seguro que hay parte moldeada por mi propia realidad o falta de memoria.

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