A partir de cierta edad y condición, la ropa esta hecha para quitársela. Para que te la quite. ¿O no? Cuando una mujer se engalana siempre piensa en como le desnudará él. Si será fácil desabrochar esa cremallera o si los botones son pocos o muchos. ¿En que otra cosa puede pensar? Igual que el hombre, cuando ve atravesar a su 'hembra' la alfombra roja solo fantasea en lo que tardará en bajar esa cremallera.
Cuando una mujer se viste siempre piensa en el día de su boda. Con ese vestido de espalda imposible, tan larga la linea de botones diminutos, tan juntitos unos a otros, tan pegados a la tela que parece un milagro que todos abrochen. Y la cucharilla con redondilla va a tener que hacer tu chico para desabotonarlos. No sabe aun que cuando llegue al final del día no va a dar pie con bola. Pero eso es lo más importante. Cómo se las va a apañar.
Sin embargo la mujer tiene absorbida la moral y el criterio por diseñadores que se empeñan en que nos vistamos del modo más antifemenino posible. Somos rivales. Nos ponen feas, feísimas. Hay dos estilos: cómoda o incómoda, para resumir. Ambos son la antilujuria.
Nos hacen pensar que lo bonito es la extrema delgadez, lucir demacradas, pálidas, sin curvas. Vestidos embutidos hasta resaltar las costillas o anchos como sacos de patatas. Esa flaca infinita con falda hasta los tobillos, camisa gigante (la fantasía es que es de él, la realidad: Se la compró enorme. Si fuera de él todavía podía encerrar algo de glamour, sensualidad). Encima un montón collares, chaqueta de lana gorda que suple la grasa que no tiene. Porque frío no hace. En plan Simone de Beauvoir. Meras imitaciones de la elegante Simone. O nos visten de farolas y nos prometen, cómplices, que os vamos a cautivar. O en plan chándal, comodísima, haciéndote creer que así eres libre. O medio desnudas, con vestidos llenos de encaje transparentes que más bien recuerdan a camisones o hacen creer que te olvidaste poner lo que iba encima porque parece una combinación. Sexi: susurra la marca en tu oído. Mentira. Quieren excluirnos del corazón masculino. No quieren que nos quieran quitar la ropa. Nada se intuye bajo el saco y si vas en ropa interior por la calle, entonces, ¿para que desnudarte.? Están matando el deseo.
Somos prisioneras del estilismo marcado por diseñadores que no enfocan la moda femenina para que la mujer esté guapa. ¿Como nos hemos creído que podíamos resultar físicamente atractivas de ese porte a los hombres? ¿Por parecer desvalidas o enfermas?
Volvamos a elegir, mujer. Reivindica tu feminidad. Ponte lo que te de la gana. No hagas ni caso.
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