Pues bien, esto se aprende desde la cuna. He visto canchas de un deporte x practicado por niños, protegidas por cristales de seguridad para que ellos no oigan los insultos que propinan los amantes padres al equipo contrario, al entrenador, árbitro o a quien corresponda. He visto niños decirles a sus padres "papá, mamá, no os metáis que nos descalifican". Ese padre con la vena del cuello latiendo que grita con su chándal de lujo y bebiéndose una tras otra latas de cerveza, a su hijo que corre en el barro intentando no esnafrarse para darle satisfacción. Solo para eso. Estamos educando a monstruos. Yo quiero que vuelva el rugby
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29/11/2016
DEPORTES DE CABALLEROS
Pues bien, esto se aprende desde la cuna. He visto canchas de un deporte x practicado por niños, protegidas por cristales de seguridad para que ellos no oigan los insultos que propinan los amantes padres al equipo contrario, al entrenador, árbitro o a quien corresponda. He visto niños decirles a sus padres "papá, mamá, no os metáis que nos descalifican". Ese padre con la vena del cuello latiendo que grita con su chándal de lujo y bebiéndose una tras otra latas de cerveza, a su hijo que corre en el barro intentando no esnafrarse para darle satisfacción. Solo para eso. Estamos educando a monstruos. Yo quiero que vuelva el rugby
YO EN LONDRES SOY UN PIVON
Muchos hombres sabios estudiaron los problemas que más agravan la convivencia, el atocinamiento que pensar que más allá de las fronteras de tu pueblo no hay nada es casi más severo que el dramático hecho de ser analfabeto. Lo último tiene solución, a base de esfuerzo y trabajo. Ser un paleto mental, un lerdo, no tiene arreglo. Bueno, lo tiene: Viajar. Pero hay que dar ese salto.
Es imposible ser un cateto si viajas. Aliméntate de culturas y sabores distintos. Solo así serás capaz de tolerar, y entender. Es parecido a madurar. Y aquí vuelve el padre, que tuvo siempre esa capacidad, de escuchar a cualquiera, se ser libre, viajar y aprender hasta el último segundo que le quedó para respirar.
QUE COSA FUERA CORAZON, QUE COSA FUERA
Ante tamaña confesión
yo me doy cuenta de que mi debilidad son los jerséis. Destapo la caja de
Pandora de mi debilidad. Recuerdo el libro de Senda. ¿o qué será? Salen los
vientos representados en cintas de colores. No sé en qué acabará esto. En
especial me privan los jerséis color crudo o blanco. Me vuelven loca
completamente. Es ver un jersey crudo y sentir inmediatamente que lo necesito.
Me llama, uno porque tiene ochos. El otro, el cuello cerradito que queda genial
con una camisa debajo. Y aquél abierto sin botones, es justo el que va con los
vaqueros. Me pondría como broche esa enorme de flor que tengo. Suena la alarma.
No compres jerséis. ¡No más pulóveres blancos! Es mi armario que protesta. No
puede con el monocromo. El albero inunda mis cajones.
Yo me burlaba de mi
hermana cuando llegaba exhausta y emocionada tras una tarde de compras con su
falda nueva: negra. “¿Te gusta?” La sonrisa pintada carmín en su rostro,
iluminándolo. Me sentía incapaz de apreciar la diferencia entre esa falda negra
y las otras mil que colgaban de sus perchas. Ella se molestaba mucho. ¡No tiene
nada que ver! Esta tiene una abertura lateral y, además, queda por debajo justo
de la rodilla. Ésta es de sport, ésta de lana, esa de tubo. ¡No tienes ni idea!
En efecto, hay tantas faldas negras como jerséis crudos o trencas.
Cada uno tiene su
trenca. Mi madre la tiene con los anillos gigantes. Le cubren la falange
entera, con algunos no puede doblar bien el dedo pues casi le cubren el
nudillo. Quedan genial si fumas, con sus reflejos, brillos, sus colores, perlas
variadas, dorados y platas. Debería hacer una exposición. Imagino una enorme
tabla de madera con sus joyas ordenadas en un perfecto desorden. Un cuadro de
luces. Al menos los anillos son pequeños en comparación con las trencas o los
jerséis blancos. Con una caja se resuelve el problema de almacenamiento. Los anillos,
además, los hay de todos los precios. Ahora que están las tiendas de los chinos,
esta es una pasión más o menos económica. Falsas perlas y diamantes se regalan
por un par de euros. Total, son casi de usar y tirar. Peor son los amantes de
los zapatos y si tienen un pie grande ¡para qué contar!
27/11/2016
CUANDO ESO OCURRE YA NADA VUELVE A SER LO MISMO
14/11/2016
A TU QUERIDA MEMORIA
Hay una zona, hay un sitio no de moda.
En la
sierra de Madrid, subiendo hacia el Puerto de Navacerrada, pasada la Residencia
del Hispano, a la izquierda está el Ventorrillo. Por un camino ancho, tras una
valla, se llega a la casa de las Mariposas, y a otras casas forestales. Es terreno
de jara, víboras y pinos. Existe otro camino, un poquito más estrecho, algo
retirado de la entrada. Esa vereda baja hacia el valle...
Hay una zona, hay un sitio no de
moda.
El sendero
discurre más o menos entre pinos, en sombra. Pero al llegar a una curva se despeja;
y crece, en la margen derecha, un árbol enorme encadenado. De los eslabones
cuelga la frase "A TU QUERIDA MEMORIA". Poco importa la historia real;
la que yo tengo, es la de una pareja de caminantes. Un matrimonio que hacía el
camino con frecuencia y al llegar a ese punto se sentaba a contemplar el valle,
al sol. Él o ella faltaron un día y ella o él encadenaron el recuerdo en el
pino centenario, dejando holgura para su crecimiento. Se volvieron a sentar en
el mismo punto, cada vez que recorrieron el camino, solos. Y allí se
homenajearon con el recuerdo.
Hay una zona, hay un sitio no de
moda, no hay gente alrededor, ¡solo sus huellas!
He
tenido la suerte de ser hija tuya, padre. No creo haber estado nunca a la
altura. Y eso me duele ahora, que ya no tengo la oportunidad de remediarlo y
que tu lo veas. Que tu lo disfrutes. Que te sientas orgulloso. Nunca
presumiría. Veo tus huellas en todos los objetos. Cada gesto, cada color, las
palabras, todo me recuerda a ti. No te he echado de menos porque siempre has
estado. Quizá a una distancia en kilómetros, pero no me hacía falta verte, ni
hablar contigo. El teléfono no ha sido un gran amigo tuyo, el último adulto sin
móvil murió el 10 de noviembre pasado. Sabía que estabas ahí, sin llamar, sin
ir. Sin verte.
Me has
enseñado todo lo que soy y sin embargo siento que no he sido capaz de
agradecértelo, que no te lo he dicho bastante. Que no te he achuchado lo
suficiente. Que nunca te he hecho saber lo mucho que te quiero, lo generoso que
has sido conmigo siempre. Tu respeto a mis decisiones, tantas veces erradas. Tu
silencio. Tu apoyo incondicional. Aunque no estuvieras de acuerdo. Aunque
supieras que estaba cometiendo un error. Tu ayuda. Tu rigor. Tu exigencia. Tu
paciencia. Tu bondad. Tu capacidad para tolerar a los demás, para escuchar,
para hablar sin criticar. No tenías envidia.
Tengo
la sensación de no haber aprovechado lo bastante tu regalo de haber cumplido 82
años siendo mi padre durante 51. No todo el mundo tiene tanta suerte. Tú me
dirías 'Cuida de vuestra madre'. 'Cuida de tu marido y de tu hija'. “Cuida de
él”, fue tu despedida. Lo hice. No has sabido lo que era la pereza. Tú nunca
has necesitado nada. O no lo has pedido. Y no hemos sabido colmarte con todo lo
que mereces, que merecías. Dice alguien que te quiere que 'eras diesel'. Es
verdad. Lleno de detalles para los demás, pensando en el otro, pero sin
necesidades para ti. Y no ha sido por falta de gusto, por no identificar entre
lo bueno lo mejor. Porque tu sensibilidad y buen gusto eran evidentes, tus
modales impecables. Nos pediste perdón antes de irte. Fuiste, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Ojalá haya un Cielo de verdad,
porque ése será tu sitio. Donde puedas volver a pasear, a tomarte un gin tonic
al atardecer, donde puedas charlar de tus cosas con los amigos, contar
historias a niños y a adultos. Ojalá haya un Cielo porque te deben estar
esperando. No perdono a la muerte
enamorada, no perdono a la vida desatenta. Padre, cuánto siento tu muerte.
Estás en todas partes. El monte me recuerda a ti, los olores, el café. Los
gestos cotidianos me recuerdan a ti. Ojalá haya un Cielo, porque estarás allí.
Desde que tu corazón, ya terciopelo ajado,
dejó de latir, empecé a echarte de menos. Ahora nos queda un vacío que no se va
a poder llenar de ninguna forma. Tengo muchas más palabras, pero todas se
juntan en una: Gracias.
(la foto de las flores es en Segovia, claro, donde quisiste quedarte)