Hay una zona, hay un sitio no de moda.
En la
sierra de Madrid, subiendo hacia el Puerto de Navacerrada, pasada la Residencia
del Hispano, a la izquierda está el Ventorrillo. Por un camino ancho, tras una
valla, se llega a la casa de las Mariposas, y a otras casas forestales. Es terreno
de jara, víboras y pinos. Existe otro camino, un poquito más estrecho, algo
retirado de la entrada. Esa vereda baja hacia el valle...
Hay una zona, hay un sitio no de
moda.
El sendero
discurre más o menos entre pinos, en sombra. Pero al llegar a una curva se despeja;
y crece, en la margen derecha, un árbol enorme encadenado. De los eslabones
cuelga la frase "A TU QUERIDA MEMORIA". Poco importa la historia real;
la que yo tengo, es la de una pareja de caminantes. Un matrimonio que hacía el
camino con frecuencia y al llegar a ese punto se sentaba a contemplar el valle,
al sol. Él o ella faltaron un día y ella o él encadenaron el recuerdo en el
pino centenario, dejando holgura para su crecimiento. Se volvieron a sentar en
el mismo punto, cada vez que recorrieron el camino, solos. Y allí se
homenajearon con el recuerdo.
Hay una zona, hay un sitio no de
moda, no hay gente alrededor, ¡solo sus huellas!
He
tenido la suerte de ser hija tuya, padre. No creo haber estado nunca a la
altura. Y eso me duele ahora, que ya no tengo la oportunidad de remediarlo y
que tu lo veas. Que tu lo disfrutes. Que te sientas orgulloso. Nunca
presumiría. Veo tus huellas en todos los objetos. Cada gesto, cada color, las
palabras, todo me recuerda a ti. No te he echado de menos porque siempre has
estado. Quizá a una distancia en kilómetros, pero no me hacía falta verte, ni
hablar contigo. El teléfono no ha sido un gran amigo tuyo, el último adulto sin
móvil murió el 10 de noviembre pasado. Sabía que estabas ahí, sin llamar, sin
ir. Sin verte.
Me has
enseñado todo lo que soy y sin embargo siento que no he sido capaz de
agradecértelo, que no te lo he dicho bastante. Que no te he achuchado lo
suficiente. Que nunca te he hecho saber lo mucho que te quiero, lo generoso que
has sido conmigo siempre. Tu respeto a mis decisiones, tantas veces erradas. Tu
silencio. Tu apoyo incondicional. Aunque no estuvieras de acuerdo. Aunque
supieras que estaba cometiendo un error. Tu ayuda. Tu rigor. Tu exigencia. Tu
paciencia. Tu bondad. Tu capacidad para tolerar a los demás, para escuchar,
para hablar sin criticar. No tenías envidia.
Tengo
la sensación de no haber aprovechado lo bastante tu regalo de haber cumplido 82
años siendo mi padre durante 51. No todo el mundo tiene tanta suerte. Tú me
dirías 'Cuida de vuestra madre'. 'Cuida de tu marido y de tu hija'. “Cuida de
él”, fue tu despedida. Lo hice. No has sabido lo que era la pereza. Tú nunca
has necesitado nada. O no lo has pedido. Y no hemos sabido colmarte con todo lo
que mereces, que merecías. Dice alguien que te quiere que 'eras diesel'. Es
verdad. Lleno de detalles para los demás, pensando en el otro, pero sin
necesidades para ti. Y no ha sido por falta de gusto, por no identificar entre
lo bueno lo mejor. Porque tu sensibilidad y buen gusto eran evidentes, tus
modales impecables. Nos pediste perdón antes de irte. Fuiste, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Ojalá haya un Cielo de verdad,
porque ése será tu sitio. Donde puedas volver a pasear, a tomarte un gin tonic
al atardecer, donde puedas charlar de tus cosas con los amigos, contar
historias a niños y a adultos. Ojalá haya un Cielo porque te deben estar
esperando. No perdono a la muerte
enamorada, no perdono a la vida desatenta. Padre, cuánto siento tu muerte.
Estás en todas partes. El monte me recuerda a ti, los olores, el café. Los
gestos cotidianos me recuerdan a ti. Ojalá haya un Cielo, porque estarás allí.
Desde que tu corazón, ya terciopelo ajado,
dejó de latir, empecé a echarte de menos. Ahora nos queda un vacío que no se va
a poder llenar de ninguna forma. Tengo muchas más palabras, pero todas se
juntan en una: Gracias.
(la foto de las flores es en Segovia, claro, donde quisiste quedarte)
Monti, eres genial. Como él.
ResponderEliminar:)
EliminarPrima !!!
ResponderEliminarSMUAK
EliminarHola Maria, soy Ana Lupe, lo siento mucho,te entiendo perfectamente, un beso
ResponderEliminarGracias Ana, sé muy bien quien eres :)
EliminarJoder (perdón). Qué suerte saber expresarlo, qué pena tener que escribirlo.
ResponderEliminarGracias. Tienes razón
EliminarMaría, eres digna hija de tu padre. Lo que sientes y expresas de él, lo sentimos tus amigos por tí. Tú has sabido siempre transmitir lo especial que era tu padre, y si lo he sentido yo, ¡claro que lo ha sentido él!. Seguro que le diste mucho amor, cariño y compañía y seguirás teniéndolo muy presente y haciendo que toda la familia lo tenga. Y Marta seguirá hablando de él el resto de su vida. Mucha fuerza, amiga.
ResponderEliminarGracias Victoria
EliminarPrecioso Maria, le hubiera encantado. Todos los que le conocimos de niños sentimos a "padre" un poco nuestro también.Ojalá hubiera muchos como èl. Le echaremos de menos.
ResponderEliminarGracias Matilde, contándolo se entiende mejor :)
ResponderEliminarNo sé si yo le conocía o si le estoy conociendo ahora a través de ti. ... pero esa duda se resuelve sola. Creo que ambas cosas me ocurrían. Era fácil, conociéndote, qimaginar a tu padre sin haberle frecuentado. Yo le vi alguna vez siendo crías, pero en este momento tengo la sensación de haber sido amiga suya.
ResponderEliminarGracias por acercarnos tan hondamente a él y compartir tus sentimientos. El, obviamente, sigue aquí y no hay más que leerte o verte para darse cuenta. De otra forma menos visual y táctil. Pero está en ti como siempre lo ha estado aunque tú creyeras a veces que estabais lejos...
Si que era cierto.
Abrazo enorme, María.
Perdona, no sé quién eres. Gracias por tus palabras
EliminarSoy de tu clase del cole
ResponderEliminarQuién soy? (Espero que Google me deje responderte)
Vaya, no sabías quién era. ...
ResponderEliminarBesos
ResponderEliminar