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14/11/2016

A TU QUERIDA MEMORIA


Hay una zona, hay un sitio no de moda.

En la sierra de Madrid, subiendo hacia el Puerto de Navacerrada, pasada la Residencia del Hispano, a la izquierda está el Ventorrillo. Por un camino ancho, tras una valla, se llega a la casa de las Mariposas, y a otras casas forestales. Es terreno de jara, víboras y pinos. Existe otro camino, un poquito más estrecho, algo retirado de la entrada. Esa vereda baja hacia el valle...

Hay una zona, hay un sitio no de moda.

El sendero discurre más o menos entre pinos, en sombra. Pero al llegar a una curva se despeja; y crece, en la margen derecha, un árbol enorme encadenado. De los eslabones cuelga la frase "A TU QUERIDA MEMORIA". Poco importa la historia real; la que yo tengo, es la de una pareja de caminantes. Un matrimonio que hacía el camino con frecuencia y al llegar a ese punto se sentaba a contemplar el valle, al sol. Él o ella faltaron un día y ella o él encadenaron el recuerdo en el pino centenario, dejando holgura para su crecimiento. Se volvieron a sentar en el mismo punto, cada vez que recorrieron el camino, solos. Y allí se homenajearon con el recuerdo.

Hay una zona, hay un sitio no de moda, no hay gente alrededor, ¡solo sus huellas!

He tenido la suerte de ser hija tuya, padre. No creo haber estado nunca a la altura. Y eso me duele ahora, que ya no tengo la oportunidad de remediarlo y que tu lo veas. Que tu lo disfrutes. Que te sientas orgulloso. Nunca presumiría. Veo tus huellas en todos los objetos. Cada gesto, cada color, las palabras, todo me recuerda a ti. No te he echado de menos porque siempre has estado. Quizá a una distancia en kilómetros, pero no me hacía falta verte, ni hablar contigo. El teléfono no ha sido un gran amigo tuyo, el último adulto sin móvil murió el 10 de noviembre pasado. Sabía que estabas ahí, sin llamar, sin ir. Sin verte.

Me has enseñado todo lo que soy y sin embargo siento que no he sido capaz de agradecértelo, que no te lo he dicho bastante. Que no te he achuchado lo suficiente. Que nunca te he hecho saber lo mucho que te quiero, lo generoso que has sido conmigo siempre. Tu respeto a mis decisiones, tantas veces erradas. Tu silencio. Tu apoyo incondicional. Aunque no estuvieras de acuerdo. Aunque supieras que estaba cometiendo un error. Tu ayuda. Tu rigor. Tu exigencia. Tu paciencia. Tu bondad. Tu capacidad para tolerar a los demás, para escuchar, para hablar sin criticar. No tenías envidia.

Tengo la sensación de no haber aprovechado lo bastante tu regalo de haber cumplido 82 años siendo mi padre durante 51. No todo el mundo tiene tanta suerte. Tú me dirías 'Cuida de vuestra madre'. 'Cuida de tu marido y de tu hija'. “Cuida de él”, fue tu despedida. Lo hice. No has sabido lo que era la pereza. Tú nunca has necesitado nada. O no lo has pedido. Y no hemos sabido colmarte con todo lo que mereces, que merecías. Dice alguien que te quiere que 'eras diesel'. Es verdad. Lleno de detalles para los demás, pensando en el otro, pero sin necesidades para ti. Y no ha sido por falta de gusto, por no identificar entre lo bueno lo mejor. Porque tu sensibilidad y buen gusto eran evidentes, tus modales impecables. Nos pediste perdón antes de irte. Fuiste, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Ojalá haya un Cielo de verdad, porque ése será tu sitio. Donde puedas volver a pasear, a tomarte un gin tonic al atardecer, donde puedas charlar de tus cosas con los amigos, contar historias a niños y a adultos. Ojalá haya un Cielo porque te deben estar esperando. No perdono a la muerte enamorada, no perdono a la vida desatenta. Padre, cuánto siento tu muerte. Estás en todas partes. El monte me recuerda a ti, los olores, el café. Los gestos cotidianos me recuerdan a ti. Ojalá haya un Cielo, porque estarás allí. Desde que tu corazón, ya terciopelo ajado, dejó de latir, empecé a echarte de menos. Ahora nos queda un vacío que no se va a poder llenar de ninguna forma. Tengo muchas más palabras, pero todas se juntan en una: Gracias.

(la foto de las flores es en Segovia, claro, donde quisiste quedarte)



17 comentarios:

  1. Hola Maria, soy Ana Lupe, lo siento mucho,te entiendo perfectamente, un beso

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  2. Joder (perdón). Qué suerte saber expresarlo, qué pena tener que escribirlo.

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  3. María, eres digna hija de tu padre. Lo que sientes y expresas de él, lo sentimos tus amigos por tí. Tú has sabido siempre transmitir lo especial que era tu padre, y si lo he sentido yo, ¡claro que lo ha sentido él!. Seguro que le diste mucho amor, cariño y compañía y seguirás teniéndolo muy presente y haciendo que toda la familia lo tenga. Y Marta seguirá hablando de él el resto de su vida. Mucha fuerza, amiga.

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  4. Precioso Maria, le hubiera encantado. Todos los que le conocimos de niños sentimos a "padre" un poco nuestro también.Ojalá hubiera muchos como èl. Le echaremos de menos.

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  5. Gracias Matilde, contándolo se entiende mejor :)

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  6. No sé si yo le conocía o si le estoy conociendo ahora a través de ti. ... pero esa duda se resuelve sola. Creo que ambas cosas me ocurrían. Era fácil, conociéndote, qimaginar a tu padre sin haberle frecuentado. Yo le vi alguna vez siendo crías, pero en este momento tengo la sensación de haber sido amiga suya.
    Gracias por acercarnos tan hondamente a él y compartir tus sentimientos. El, obviamente, sigue aquí y no hay más que leerte o verte para darse cuenta. De otra forma menos visual y táctil. Pero está en ti como siempre lo ha estado aunque tú creyeras a veces que estabais lejos...
    Si que era cierto.
    Abrazo enorme, María.

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    1. Perdona, no sé quién eres. Gracias por tus palabras

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  7. Soy de tu clase del cole
    Quién soy? (Espero que Google me deje responderte)

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  8. Vaya, no sabías quién era. ...

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