Seguidores

29/11/2016

QUE COSA FUERA CORAZON, QUE COSA FUERA

Mi amiga confiesa que ella es de trencas. Que le encantan las trencas. Que se compraría trencas cada invierno si no racionalizara cada solsticio al llegar el frío y parara su instinto al mirar en su armario, en el que cuelga la que se compró el año anterior, con su etiqueta. No llegó a usarla. Y es que le gustan de todos tipos y colores, calentitas, con borrego, sin borrego, con huesos como botones, con botones enormes de madera. Siempre con capucha. ¿Qué sería de una trenca sin capucha? ¿Qué cosa fuera la maza sin cantera? ¿Qué cosa fuera corazón, que cosa fuera?

Ante tamaña confesión yo me doy cuenta de que mi debilidad son los jerséis. Destapo la caja de Pandora de mi debilidad. Recuerdo el libro de Senda. ¿o qué será? Salen los vientos representados en cintas de colores. No sé en qué acabará esto. En especial me privan los jerséis color crudo o blanco. Me vuelven loca completamente. Es ver un jersey crudo y sentir inmediatamente que lo necesito. Me llama, uno porque tiene ochos. El otro, el cuello cerradito que queda genial con una camisa debajo. Y aquél abierto sin botones, es justo el que va con los vaqueros. Me pondría como broche esa enorme de flor que tengo. Suena la alarma. No compres jerséis. ¡No más pulóveres blancos! Es mi armario que protesta. No puede con el monocromo. El albero inunda mis cajones.

Yo me burlaba de mi hermana cuando llegaba exhausta y emocionada tras una tarde de compras con su falda nueva: negra. “¿Te gusta?” La sonrisa pintada carmín en su rostro, iluminándolo. Me sentía incapaz de apreciar la diferencia entre esa falda negra y las otras mil que colgaban de sus perchas. Ella se molestaba mucho. ¡No tiene nada que ver! Esta tiene una abertura lateral y, además, queda por debajo justo de la rodilla. Ésta es de sport, ésta de lana, esa de tubo. ¡No tienes ni idea! En efecto, hay tantas faldas negras como jerséis crudos o trencas.

Cada uno tiene su trenca. Mi madre la tiene con los anillos gigantes. Le cubren la falange entera, con algunos no puede doblar bien el dedo pues casi le cubren el nudillo. Quedan genial si fumas, con sus reflejos, brillos, sus colores, perlas variadas, dorados y platas. Debería hacer una exposición. Imagino una enorme tabla de madera con sus joyas ordenadas en un perfecto desorden. Un cuadro de luces. Al menos los anillos son pequeños en comparación con las trencas o los jerséis blancos. Con una caja se resuelve el problema de almacenamiento. Los anillos, además, los hay de todos los precios. Ahora que están las tiendas de los chinos, esta es una pasión más o menos económica. Falsas perlas y diamantes se regalan por un par de euros. Total, son casi de usar y tirar. Peor son los amantes de los zapatos y si tienen un pie grande ¡para qué contar!

En fin. Las pasiones son intransferibles. Incomprensibles. Llámalo manía. Si fueras especialista seguro que sacabas punta al asunto y me decías algo interesante o absurdo respecto a mi personalidad, un trastorno leve debido a una pasión escondida. Yo sé que me gustan los jerséis crudos porque me recuerdan a la arena de la playa. Me imagino la tarde cayendo y que empieza a soplar la brisa marina del atardecer. El cielo cambiando de color y juntándose con el agua en el horizonte. Cualquier jersey crudo combina con la ropa del mar. Un vestido de flores que asoma bajo la cintura. Es puro romanticismo. Abro mi armario y ya puedo oler a sal. Me veo paseando por la arena fría. Noto el calor en la espalda porque me quedé dormida leyendo al sol. Se mezcla mi color tostado con las ronchas de sal. Sin vacaciones, ¿qué menos que la arena en mi armario? ¿Qué cosa fuera? ¿Qué cosa fuera la maza sin cantera?


No hay comentarios:

Publicar un comentario