-
“Bienvenido
al servicio de información de telefónica, le atiende Conchi Martínez, ¿en qué
puedo ayudarle?”
- “Quiero el número de teléfono de La
Cervecería Chamberí”- contesta uno, el ingenuo demandante.
-
“¿En
qué localidad?”- demanda a su vez Conchi. Es posible que Conchi, que a lo mejor
es de Ávila, ¡gran ciudad! sitiada por históricas murallas. Es posible que
Conchi, claro, desconozca la fama del conocido barrio madrileño, casi tan
conocido como el cocido, las chulapas, la Almudena, no sé. La vasta tradición
del susodicho barrio. Es una posibilidad.
-
“En Madrid” – El
demandante aún no ha perdido la paciencia, quiere reservar mesa para cenar. Se
ha enterado de que tienen un jamón espectacular, y unas costillitas que sólo de
pensarlo se le está haciendo la boca agua.
-
“Chamberí, Chamberí... No. Pues con ese nombre no me
viene nada”
-
“¡Vaya!, Podría buscarlo por Restaurante quizá, o Bar.
...”
-
“¡Ahhh!” – Contesta Conchi sorprendida de tu ocurrencia,
muchos sinónimos tiene a mano el que quiere cenar por ahí. “Un momentito por
favor...”
-
... (silencio)
-
“Pues no, no me viene nada ¿No sabe la calle?” - Conchi
empieza a pedir demasiado.
-
“Me parece que está en la esquina de Covarrubias con
Luchana” – Contesta, lleno de recursos el que tiene ya el apetito desordenado.
Que está viendo el jamoncito, el queso, pan con tomate, en fin. Que tiene un
hambre que no ve.
-
“En Luchana no me viene nada, y en Covarrubias tampoco,
¿no sabe el número?” – Conchi no tiene pudor al preguntar, que barbaridad.
¡Puñetas! Si supiera tantas cosas no estaría llamando a información.
-
“¿El nombre del dueño no lo sabe?
-
“Pues no, señorita, no sé el nombre del dueño” – Hace
rato que has perdido la paciencia, estás a punto de perder algo más: el decoro,
la buena educación, las buenas maneras.
-
“Por Chamberí, como cervecería, no me viene nada. Viene
Chamberí - Bailes de Salón, Chamberí - chatos, Chamberí - chispas... Mire, me
viene Cha, cha, cha discos de ocasión, Champanería la burbuja alegre, Chapatas
y Baguettes, Chapó Disco - Pub, Charcutería Luis, Charo complementos, Chatines
ropa de cero a dos años...” - Conchita, Concepción, María de la Concepción,
¡cállate!, puñetas, estás pensando, pero te lo callas. A punto de reventar.
Finalmente, tras mucho ruido de teclado y unas cuantas monedas
en la cabina, en medio de la lluvia madrileña, Conchi te dice alegremente:
- “Tome
nota por favor”
Y te enchufa a una máquina que deletrea amablemente el
número solicitado. A pesar de que el número tiene siete dígitos y el prefijo es
correcto, por desgracia corresponde a un fax anónimo, a una carnicería, o te
contesta Manolo diciendo que eso no es ningún restaurante, que ya está bien de
llamar, ¡coño!
Y te
has gastado unas 200 pts (o el equivalente en euros multiplicado por el
coeficiente que le corresponde) y te has cogido un catarro y no tiene mesa para
cenar con tus amigos que han venido a Madrid y quieres agasajarles. Total ¿por
qué tengo yo que pagar con mi dinero, mi tiempo, mi salud (por el catarro, y
también por el mosqueo), la incompetencia del servicio de información más caro
que existe? Porque no es servicio y mucho menos de información.
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