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19/10/2022

ESTÁ FLOJA HOY MAMÁ

Hoy está floja mamá. No sé qué tiene. Encorva un poco el gesto, como si le pesara algo. Se le marcan arrugas que nunca están. Como ausente, diría el poeta, despistada parece. Se nota que lleva un disgusto dentro, muy hondo, en uno de los escondites de su corazón, donde es difícil llegar. No es que hable fuerte, que no. No es que llore o se quede callada. No. No deambula ni se pierde. No es eso. Es que está floja, como si un aire extraño hubiera entrado en ella, como un poquito lejos. Baja las revoluciones. Se estará acordando de papá. A lo mejor.

Hoy está flojita mamá. Seguro que todo empezó por algo menor, una cosita de nada. Seguro. Que se descolgó un cuadro. Se le quemó la cebolla. Los melocotones, que tan bien olían, resultaron pochos y negros por dentro. Un malentendido por una minucia. Y el mundo se le vino encima. Así, sin avisar. Esa gota que de pronto colma el vaso. Se estará acordando de papá, seguro. Le añora. Le quiere.

 

Hoy está floja mamá. Cuando me he levantado, aun con los ojos a medio abrir, ya lo he sentido en el aire. La casa estaba fresca, ventilada.  Su cuarto impecable lleno de la luz del amanecer, la cama hecha, el cobertor echado, la manta doblada a los pies. La descalzadora en su sitio, a 45 grados de la pared. Las flores de los balcones turgentes. La música manando suave como el agua llena mi bañera. Todo limpio, acogedor, mullido el ambiente, lleno de amor cada rincón. Mi café esperándome recién hecho, como si me hubiera escuchado desperezarme; la tostada ha saltado calentita. La mantequilla ni muy fría, ni derretida. La cantidad justa de mermelada en unos cuencos blancos con su cuchara cada uno.  A elegir, naranja amarga y fresas silvestres. Mis favoritas. Servilleta de tela y zumo recién exprimido con naranjas de la nevera. ¿Qué tendrá mamá que sabe cosas que no se pueden saber? Trajina por la casa como un alma en pena, sin despegarse de la sonrisa, de los cariños hacia mí en cuanto me ve. No me atosiga.  Me achucha y me deja respirar a la vez. Pero está floja mamá, se estará acordando de papá. Le añora, le quiso.

 

Hoy mamá está flojita, como vulnerable, se le transparentan las venas a través de su piel. Como si fuera mayor sin serlo. Porque mamá es siempre ella. Parece que va a caerse, o tropezar. Siento su fragilidad. La sangre, aunque roja, se ve azul latiéndole. Deja lo que está haciendo, desatiende su labor para tomarse ese café conmigo. Que es mi regalo, me dice. Poder desayunar contigo. Y charlar. Prepararnos para el día. Sonríe y la noto lejos, escuchando mi historia sin perder comba, pero echando tanto de menos a papá.

 

Y es que está floja hoy mamá; la edad y la pena se hacen grandes y la consumen a veces. Como si no quedara cera en el candelabro. Pero es fuerte mamá y siempre se recompone. Saca fuerza de sus ángeles de la guarda.  Mamá es siempre ella. Tiene herramientas secretas e ingredientes que cambian el rumbo. No se cansa, guarda respuestas para mis dudas más profundas. Son solo estos días en los que la melancolía quiere arrastrarla, en los que casi no sé qué decir. Si hacerla reír o llorar, si que sepa que sé o hacer que no entiendo, que no veo. Pero sé que ella sabe que sé. Porque esas son las cosas que le pasan a mamá, que sabe lo que no se puede saber. Se acordará de papá ahora, como otras veces. Y le falta, como si le faltara una parte de ella misma. Más. Un regalo que le quitan a uno.

 

Y sí, está floja mamá. Parece que le falta aire, su cara se llena de sombras, y sé que hay que esperar un poco, porque mamá siempre sabe sonreír, incluso cuando echa de menos a papá. Nos abrazamos fuerte y se le pasa un poco, un poquito.  Echa de menos a papá. Le añora.


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