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02/10/2022

NACHO POP


Los Nacha no eran un grupo, formaban una banda. Las canciones de Antonio no eran para bailar, eran para oírlas, escucharlas, poemas. Nacho siempre fue más bailón, alegre, buscaba el Sol del Caribe con un ritmo difícil de seguir, atropellando las palabras,  a velocidad de quitarte el hipo, sin respirar (sin respirar ni oír, sin voz, sin solución....¿Sueñas o no? .... y yo ¡GRITE UNA NOCHE!). No podría elegir una favorita, me acompañan muchas de sus frases, de sus versos, viajan conmigo. Yo soy más de Antonio. Con perdón.

Año 2022, concierto de Nacha Pop al aire libre, cuatro lustros después de la movida. Nacho Pop, sin Antonio, sin Carlos Brooking al bajo, ni Ñete a la batería. Otros amigos, otros bajos, otras guitarras, pero Nacha al fin y al cabo. Que porqué se llaman Nacha, porque sí, motes del cole, amigos, primos. 

Año 2022, Nacho, bailón, salta por el escenario como lo hacía en otras épocas, en plazas de toros, teatros, en todas partes, haciendo el cabra. Como si tuviera 18 años, embutido en cuero. En una de esas, se inclina demasiado hacia atrás, en un movimiento imposible. Parecía una gracia, que se emocionaba. Pero no. Se para la música. Pensábamos por un momento que se acababa en concierto. Salieron los extras, ayudantes, amigos, gente que apoya en la sombra, detrás del escenario. No se acabó. Le trajeron una silla de tijera, y Nacho, guitarra en mano, dolorido, como si fuera el mismísimo José Feliciano, anunció valiente un ¡qué siga el espectáculo!

¿Cuál fue su reacción, 
cuando esa mirada encontró?
Y le hipnotizó,
congelando su expresión?

Se empeñaba Nacho en saludar a los de Chamartín, con cierta lógica, dada la ubicación del evento, en pleno Parque de Berlín. Norias de colores iluminando el respaldo de la noche. Sin embargo, parece que es territorio comanche, y el guitarra, sensible al problema de fronteras, apostillaba cada vez un viva la Prospe. Con gran acogida por parte de un sector del público.

Ella es como un imán,
que le quita todo el metal.
Tal es su ambición,
que él no da un paso atrás.

Como espectadores, llenaban la arena los felices chavales de la movida madrileña, de los 80, caracterizados con sus bigotes, su pelo blanco, sus barrigas o su delgadez, sus arrugas y sus achaques. Algunas marcas de melancolía huella de ajadas emociones. Disfrazados de mayores, como decía el ínclito Marías. No nos sabemos todas las canciones, porque son nuevas y alguna es un dudoso color verde, quizá solo atrevida. Las que conocemos, las cantamos más alto que Nacho, nos las sabemos mejor que él. 

Él es la ingenuidad,
ella el saber estar

Cambio de tercio, mini descanso; sacan en parihuelas a Nacho para que por fin se tome un nolotil. Aparece con chaqueta nueva, entallada y llamativa. Llega de vuelta a la sillita de la reina que nunca se peina. Y sigue el concierto, recital, la noche no puede parar, él encaramado a un taburete. Dando un traguito de vez en cuando a una mísera botella de agua mineral. 

Él sueña con hallar
la interacción genial,
poderla repeler
a distancia un poco prudencial

En medio del público, una chavala morena, que no se tiñe, que es morena de verdad destaca porque no se cansa de bailar y sonreír. Ha ido con sus padres. Luce una insultante juventud y energía. Salta en medio de una masa canosa o de frentes despejadas. El campo lleno de consejeros delegados, cincuentañeros en paro, presidentes de grandes y pequeñas empresas y jubilados. Antiguos habituales del Penta. Todos cabíamos en el PENTA. No sé cómo.

Tal vez sea mejor
no entenderse entre los dos
para conservar
cada uno su razón

Se acaba el concierto nada más empezar. No hay bis, ¡menos mal!, porque los padres del público se han ido, no están para esos trotes. Un pequeño intento de ¡otra, otra!, sin éxito.  ¡Gracias! Hasta siempre. ¡Hasta siempre Antonio! VENGA,  ¡tú solo!, con TU VOZ, Tu voz, entre otras mil.

Se encuentran al azar,
hiperrealismo sensual
e imaginación
se enfrentan sin hablar
Difícil elección
o filosofía o amor.
O lo funcional,
o a la escuela emocional



Le gustaría hablar
de algo que no es real
antes que escuchar,
lo que conoce ya. 

...y sigue, en bucle, vuelta a empezar.  ¡Yo solo!

(Antonio Vega Tallés)


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