Seguidores

16/07/2024

EL BALNEARIO DE LA HERRERO

¿Qué puedo decir de Charo? La tía Charo. Ayer por la mañana estuve hablando con ella, haciendo planes para el verano. Y estaba como siempre. "Mándame un mensaje diciendo cuando quieres venir". No sé para qué, porque el WhatsApp lo miraba cuando le daba la gana. O sea, casi nunca . De hecho a mí me bloqueó una época. No a propósito. Lo sé. Ella no sabía que eso era posible. No tenía ni idea de lo que le estaba hablando.  Una nieta lo solucionó y punto.

Ayer estaba negra por no poderse ir a Jávea. Por haberse perdido el viaje a San Leonardo.   Tanta prueba y los médicos no tienen ni idea de lo que me pasa. ¡Que bobada! "Estoy harta" Había que ponerse en el lugar del médico. Me la imagino "a mí no me pasa nada" ante la bata blanca. Con la pinta estupenda que lucía cualquiera pensaba que estaba mal.

Salió a hacer la compra, incluido el encargo de un jamón que tomaremos a su salud. Le daba vueltas a todo lo que tenía que hacer en la casa, desde la tele por cable a las flores, los famosos hibiscus, que ya no funcionaban bien, con el calor y el aire salado. Habría que cambiar de flores, como se cambiaron los geranios. Quizá eso implicaría pintar la casa de otro color, como ocurrió cuando compró la alacena del patio. Pensaba en las judías del final del verano, las cenas, los aperitivos con amigos.  Los paseos mañaneros y el baño en el mar.

Charo no tenía planes de morirse. Pero de verdad. Charo se veía a sí misma de otro planeta. Y sinceramente yo creo que lo era. Era un ser imbatible, superó un cáncer y luego otro. Vistió peluca cuando hizo falta. Se rompió los dos codos, con lo que se ganó el apodo de cruasán. También se quebró la cadera, le cambiaron las dos rodillas. Siempre adelante.

Con la muerte de Antonio le desapareció el poco filtro que él conseguía hacer para tamizar el torrente que era Madame Herrero. Incombustible hasta el final.

Charo siempre estaba en movimiento. Le han quitado todos los puntos del carnet por hablar por teléfono con alguna amiga para decirle que estaba llegando. Cuando, literalmente estaba llegando. El mismo policía, la misma rotonda.

Han cubierto tu ataúd de rosas blancas. Parecía que estaba en el campo. Le hubiera gustado la elección. Charo era exquisita en el gusto pero jamás ostentosa. Presumida, combativa, valiente y muy, muy generosa. En casa de Charo y Antonio siempre hay sitio. Siempre. Desde siempre. Esa virtud tenía de agasajarte sin mostrar esfuerzo. Con la marcha de Charo despido un poco a mi madre otra vez, porque ella se lleva algo de su esencia.


4 comentarios:

  1. Me parece muy acertada la semblanza de tu tía. Era la Rodríguez de lujo. Muchas gracias , María.

    ResponderEliminar
  2. Marta Riaño8/8/24, 11:13

    Emocionante

    ResponderEliminar