¿Qué puedo decir de Charo? La tía Charo. Ayer por la
mañana estuve hablando con ella, haciendo planes para el verano. Y estaba como
siempre. "Mándame un mensaje diciendo cuando quieres venir". No sé
para qué, porque el WhatsApp lo miraba cuando le daba la gana. O sea, casi
nunca . De hecho a mí me bloqueó una época. No a propósito. Lo sé. Ella no
sabía que eso era posible. No tenía ni idea de lo que le estaba hablando. Una nieta lo solucionó y punto.
Ayer estaba negra por no poderse ir a Jávea. Por
haberse perdido el viaje a San Leonardo.
Tanta prueba y los médicos no tienen ni idea de lo que me pasa. ¡Que
bobada! "Estoy harta" Había que ponerse en el lugar del médico. Me la
imagino "a mí no me pasa nada" ante la bata blanca. Con la pinta
estupenda que lucía cualquiera pensaba que estaba mal.
Salió a hacer la compra, incluido el encargo de un
jamón que tomaremos a su salud. Le daba vueltas a todo lo que tenía que hacer
en la casa, desde la tele por cable a las flores, los famosos hibiscus, que ya
no funcionaban bien, con el calor y el aire salado. Habría que cambiar de
flores, como se cambiaron los geranios. Quizá eso implicaría pintar la casa de
otro color, como ocurrió cuando compró la alacena del patio. Pensaba en las
judías del final del verano, las cenas, los aperitivos con amigos. Los paseos mañaneros y el baño en el mar.
Charo no tenía planes de morirse. Pero de verdad.
Charo se veía a sí misma de otro planeta. Y sinceramente yo creo que lo era.
Era un ser imbatible, superó un cáncer y luego otro. Vistió peluca cuando hizo
falta. Se rompió los dos codos, con lo que se ganó el apodo de cruasán. También
se quebró la cadera, le cambiaron las dos rodillas. Siempre adelante.
Con la muerte de Antonio le desapareció el poco filtro
que él conseguía hacer para tamizar el torrente que era Madame Herrero.
Incombustible hasta el final.
Charo siempre estaba en movimiento. Le han quitado
todos los puntos del carnet por hablar por teléfono con alguna amiga para
decirle que estaba llegando. Cuando, literalmente estaba llegando. El mismo
policía, la misma rotonda.
Han cubierto tu ataúd de rosas blancas. Parecía que
estaba en el campo. Le hubiera gustado la elección. Charo era exquisita en el
gusto pero jamás ostentosa. Presumida, combativa, valiente y muy, muy generosa.
En casa de Charo y Antonio siempre hay sitio. Siempre. Desde siempre. Esa
virtud tenía de agasajarte sin mostrar esfuerzo. Con la marcha de Charo despido
un poco a mi madre otra vez, porque ella se lleva algo de su esencia.
Me parece muy acertada la semblanza de tu tía. Era la Rodríguez de lujo. Muchas gracias , María.
ResponderEliminarGRACIAS!
EliminarEmocionante
ResponderEliminarGracias prima
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