Lo de esconderse detrás del sofá, llenar el salón de globos y cuando entra el recién estrenado en la adolescencia, lleno de granos, hormonas y confusas emociones... que cree que sus padres se han ido a esquiar y ha aprovechado para llevarse a su churri a casa, abre con cautela y en medio del primer beso casto y torpe se encienden todas las luces y un foco de colores discoteca ilumina el rostro aturdido de la chica y los mofletes encarnados de el. No, ahora las fiestas sorpresa son mas sofisticadas. No hay sofá para esconderse. F engaña a P y le lleva a tomar una caña mientras 40 elegantes maniquíes llenan su salón. O D va a su casa de la sierra enfadado con su chica que esta de viaje de trabajo y allí se encuentra con amigos de los que le cuesta recordar el nombre y su chica que desde hace tres días hace como que le llama desde una convención aburridísima cuando en realidad estaba negociando el evento mas complicado de su vida.
Las mezclas de épocas y vivencias siempre hacen de una de estas fiestas un verdadero reto. Hay fiestas sorpresa mas y menos trabajadas. Ahora se estila mucho grabar un video, unas palabras que alaben las maravillas del homenajeado. Ya no se trata de algo sencillo, una reunión, hay lucha de titanes en la cumbre.
Al final todas las fiestas sorpresa acaban bien. De media. Si no abusa nadie excesivamente del alcohol y no hay revivals en plan, vamos a darnos ese beso que no nos dimos hace 35 años, ahora que somos maduros... Son ejemplos sencillos de lo que comúnmente se conoce como acabar como el rosario de la Aurora.
Si siempre acaban bien no se que nos pasa a los que no nos gustan las fiestas sorpresa, no será que estamos secretamente deseando que nos la organicen? Creo que no. Yo personalmente sufro cuando le hacen hablar, motrarse sorprendido por los regalos, por los amigos que han venido...a los que si no ha llamado en años, por algo será. Pero, nunca se sabe. Quizá la próxima decena.