Esto que voy a contar no es una burla a los problemas de anorexia. Dicho esto, voy a hablar de un problema que creo que afecta a la población a partir de los ... 35 años...aproximadamente. Estimo con subjetividad, dada mi condición, que esa afección es de más envergadura en el mundo femenino que en el masculino. Pero tanto hombres como mujeres sufren esta dolencia.
El síntoma evidente de
la falsa anorexia es comprarse un pantalón de la talla xx sin probártelo.
Verlo, enamorarte inmediatamente de él y a ojo decidir que esa, que ha sido tu
talla siempre (cuando tenías 20 años), sigue siéndolo. Luego llegas a casa y el
pantalón no es que no te abroche, es que no te sube más arriba de las rodillas.
Suena un ohhhh en el fondo de tu
estima, tienes a tu marido esperando en el salón dispuesto a piropearte
incondicionalmente. Él sabe que estas gordita. Lo que no sabe es cómo
decírtelo. Tú, que has entrado feliz en el vestidor, emocionada, pensando en
enamorarle con esos vaqueros perfectos, las botas que te regaló y una camisa
azulona un poco más abierta de lo que sería ortodoxo, dada tu edad y condición.
Tu cara es un poema que se enrolla sobre sí mismo, como ese pantalón que hace
un burruño en tus rodillas. De paso que te miras en el espejo da la casualidad
de que te has visto la piel arrugada de naranja en tus muslos y ya que miras, te
ves la cara: Parece la corteza de un pino. Y el pelo, no recuerdas cuando te
pusiste las ultimas mechas. Se ve blanco por capas o fases. Te prometes ir a la
peluquería en cuanto cobres.
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