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11/08/2018

HACERTE BIEN


 
El amor. El amor, que el alma llena.



Querer a alguien es hacerle manar lo mejor que tiene. Al querer de verdad y mucho a alguien se desarrollan una especie de rayos x que detectan todo lo que nadie ve. Que hacen que cuando el otro tiene un mal gesto, tú ves cansancio. No le excusas.  Lo ves. Cuando se le tuerce la cara, no ves antipatía, sino que sientes su dolor. Se instala en ti el traductor simultaneo de emociones. Y cuando sonríe, cuando gana batallas, cuando es feliz, tu alma se llena. Te contienes para que no te estalle de alegría el corazón. ¿Qué mejor? ¿Qué puede haber que supere la felicidad del ser querido? Cuando tiene éxito, tú lo tienes también. Cuando sonríe, te notas pleno. Cuando disfruta, en el centro de gravedad de tu alma se coloca una sonrisa llena. Como la luna entera.


Otra cosa que ocurre es que solo quieres cosas buenas para él. Querer a alguien y quererle bien es lo mejor que hay, porque te sientes libre. Y eres mejor. Mejor persona. Como decía GMM, te elevas al tender la ropa. Y esto es reversible, cuando te quieren bien, te vuelves guapo, grande, alto. No solo a ojos del amado, es una consecuencia real, efecto secundario del amor.


Cuando le conocí hablé de él con mi padre. Hecho insólito en un alma segoviana.  Como la suya. Como la mía. La confesión de emociones. Mi padre me dijo que paseara con él.  Que gastara suelas.  Era lo que yo quería.  Pasear. Hablar. Él se empeñaba en darme siempre lo mejor de lo mejor. Yo me sentía agasajada con sus palabras. No necesitaba más.  Y sigue sin hacerme falta otra cosa. Que escucharle y me escuche. Me sentía enorme y feliz. Solo con eso. Con su voz, con su silencio y sus ojos. Y sus manos en mi cintura.


Así entiendo yo el amor. De la mano. Escuchar y querer que el otro crezca y sea feliz.  No hay egoísmo en el amor.  Hay un paso adelante, cortito, después de muchos tropezones. No hay nada mejor que querer. La generosidad que mana del amor es mágica. La comprensión que fluye queriendo es una vaselina para cualquier dificultad. No todo el mundo es capaz de querer. No todo el mundo tiene la fortuna de enraizar en su alma el amor profundo. Como en "Seda", como "cada nueve de noviembre", donde desaparece todo para dejar la esencia.

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