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13/10/2019

NEED A HUG

A veces, cuando dices lo que sientes en otro idioma, te atreves más a ir directo al grano. A veces, cuando usas palabras con las que no estás del todo cómodo, por falta de fluidez, usas los términos con más prudencia y acuracía. No eres nivel avanzado por mucho que diga tu CV. Y mucho menos bilingüe. El bilingüe sin darse cuenta elige la mejor manera de expresarse y va cambiando como si tuviera un interruptor, o transforma vocablos de una a otra lengua. La tiene incrustada en su disco duro. Casi como A. D. N. Por eso, digo yo que es difícil pedir un abrazo. Sin embargo "I need a hug" parece otra cosa. Digo yo.
Todo va a salir bien. Dicen que sienta bien llorar. Me parto. Mejor sientan los abrazos. Eso es como cuando te rompes el dedo meñique de la mano y el traumatólogo o el cirujano te tranquiliza con un ese dedo no sirve para nada. A no ser  que seas pianista. ¡No te fastidia! No te sirve a ti, mi dedo. Pero a mí sí.  Como si yo te digo que total las canas dan igual. Que no sirve de nada tener el pelo oscuro. No sirve, pero fastidia cuando se te vuelve blanca la noble cabellera. O el que se queda calvo. Hay sombreros estupendos, boinas, gorras. No te digo. Pues eso: llora tu.
Dicen que nadie muere de amor. Bueno Miguel Bosé sí.  El se muere de amor despacio y en silencio. Y ahí anda, vivito y coleando. Tampoco.
El común de los mortales no muere de amor ni de pena. Vive sin amor. O queriendo mucho sin ser querido. Pensaba yo que eso no podía ser. La reciprocidad del amor verdadero la he tenido tan clara como la propiedad conmutativa en la multiplicación. Claro que tal propiedad no siempre aplica, mira tu las matrices. A ver quién se atreve a conmutar alguna, así, sin anestesia. Bueno. Igual que las paralelas no se cortan y ahí tienes a Serrano y a Velázquez, el infinito en pleno cogollo de Madrid. Tienes narices lo fácil que es desmontar una teoría. No digamos un mito.  Un mito se cae. Pumba. Lo tienes puesto en su sitio, el pódium, sobre el uno. Y de pronto aparece un pozo que conecta con el infierno más negro y caliente y allí acaba en una décima de segundo. Más. Vuela, va saltando de hoja en hoja. Mil millones de instantes de que hablar ...


 Y yo pienso en esa mujer que se convirtió en estatua de sal en el muelle de San Blas, mientras esperaba a su amado que había salido a navegar. Sal del mar que se enamoró de ella, sal de sus lágrimas.  Vestida como se despidieron para que la reconociera. Sí se puede morir de amor. Hacerte transparente. Desaparecer. ¿Que diferencia hay entre estar bajo tierra o enterrado en tu dolor? Los abrazos. Siempre. O la lágrimas. ¿Se puede elegir?


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