No me extraña que fuera una manzana la culpable de todo. La expulsión del Paraíso es imperdonable. Mira la cola que ha traído. No entiendo que tal fruta siga vendiéndose en el mercado como si tal cosa. No me cabe en la cabeza que siga vigente su uso y si abuso, diría. Que se regodeen nutricionistas, doctores y las redes difundiendo sus bondades. Que no me olvido. No me olvido. Son cortinas de humo consensuadas para tapar pecados imperdonables, a mi no me engañan. Brillan inocentes en los lineales y llenan cajones con ese brillo que sale solo con frotarlas un poco. Lustro y orgullo inmerecido. Los actos tienen sus consecuencias, así debe ser, y las manzanas se merecen estar postradas, de rodillas, avergonzadas de su pasado. Encadenadas a una bola de hierro y picando piedra, por lo que nos hicieron. Lo bien que hubiéramos estado sin ellas. No pueden compensar sus actos con esta bondad que está maldita de origen. Y la serpiente, ya, es cierto que jugó su papel. Pero ¡nadie quiere a las serpientes!, son bichas, malas, con veneno. Su sola mención se asocia con la perversidad. Por eso se arrastran, ellas tuvieron su castigo. Hasta Voldemort se conecta, en su maldad con el malísimo animal. No fueron unas uvas, de la ira, no, no fueron los melocotones, "malacatanas", ni siquiera los melones, con perdón, ni las inocentes sandías. La mandarina que deja un aroma y un color en la piel que ni el jabón lagarto, de profunda influencia y afección, logra eliminar. La mandarina y su olor, para unos desagradable, para otros poético, y hasta romántico, ese momento en el que, al tomar las manos de la amada, y besarlas, rememora el aroma y sabe que sus dedos, largos y fríos han pelado en el hogar una mandarina, al arrullo del piano, la tenue iluminación de las velas, del amor de la lumbre. Los rusos, que eran unos románticos. No son las aburridas peras, solo tolerables al vino, no fueron los plátanos, las moras ni los arándanos, las naranjas ni los albaricoques; ni las chirimoyas o los kiwis, que mira que son feos, ¿a quién se les ocurriría comérselos?. La una con piel de apariencia escamosa, el otro de ratón. Fue la manzana.
No hay fruta canalla como la manzana. Por variedades que no se diga. Pero al cabo, son lo mismo. De colores, tal cual se visten los campos en la primavera, los pajarillos que vemos afuera; del verde al amarillo, variedades de encarnado. Por beneficios que no quede, que no les falta de nada a las "asquerosas". Resulta que comerse una manzana es mano de Santo. No me extraña. Será la compensación al tedio. Será premio al sacrificio. El proverbio, refrán o como lo quieran llamar, en español no tiene buena traducción, porque la rima es forzada. An apple a day keeps the doctor away. Contundente. Sin embargo: Una manzana cada día, de médico te ahorraría. ¿te ahorraría? No es lo mismo. Vamos, que en español, yo no lo he oído en mi vida y menos: Una manzana al día mantiene al doctor en la lejanía. ¿¡ En la lejanía!? Imagino a un bata blanca en el horizonte, atravesando un erial para venir a verte con su maletín. Resulta forzada la importación, parece un plagio, mala traducción, a pesar de que quizá sea igual de genuina. Sin embargo, los ingleses, además de estar al otro lado de esa niebla que atora el estrecho y deja aislado al continente, son listos, orgullosos hijos de su isla. Mírenlos, con su libra; su idioma, haciendo caja y con su reina, que se viste como le da la gana y no le chista nadie. Que la quieren. Que se la quiere. Y nosotros, con nuestros complejos, nuestras pesetas enterradas y un rey allende los mares. Nosotros, a punto de pasar del interiorismo forzado al voluntario, a punto de volver al mercado del trueque. ¡Exilios de democracia! Complejos inherentes a un país cuyos ocupantes poco más tienen en común que lo que les diferencia y esa queja permanente, solo saciado en el exilio, que nos vuelve españoles de orgullo mayúsculo. ¿Quién nos lo iba a decir? En fin. Recuerdo con lagrimilla las liras y los francos franceses, pequeños tesoros de los viajes. porque ahora ¿Qué nos queda? Viajes sin frontera, pasaporte sin huella. Nostalgia de tiempos que no van a volver. Los pecios del viaje, esas monedas olvidadas, que quedaban para el siguiente, ya no están. Todos iguales. Bendita desigualdad. Bendita personalidad. Bendita defensa de costumbres. Bendito vanagloria de orígenes y condición. Usted no sabe con quién está hablando.
Para hacer régimen, para adelgazar estampa y ganar cintura, nada como una manzana. Que no sé si engorda o no. Pero después del ejercicio de ingerir una, y no digamos dos si la ansiedad te desborda, el estómago y la boca misma se te cierran en banda, o en falso, cual sentimental herida. Dicen que es buena para los dientes, para la tripa, tengas el dificultad que tengas, ya sea de autonomía e incontinencia o lo contrario. Además, las sinvergüenzas tienen recursos para todo. Las manzana asadas, que además, son tan fáciles de hacer. Es encender el horno, quitar los corazones. (¿Lo ves? ¿Quién es bueno sin su corazón? Solo quien lo tiene envenenado. Ya lo decía yo) Cambiarle el corazón por azuquitar. ¡Azúcar! (Abunda en mi teoría, me cargo de razones). Punto. Postre de lujo. Tarta de manzana, acompañamiento de comidas saladas, que sí, que sirven para todo. Hasta fritas quieren cambiarse por las crujientes patatas, objeto de mi debilidad, con un par de huevos fritos, ¿cómo quieres los huevos? Con ese.
Es tan aburrido comerse una manzana que, acabada una, se terminaron las ganas del picoteo. Como mucho re jincas un gin tonic para pasar el trago. A pesar de tener tamaño discreto, su ingesta se hace eterna y soporífera. Ese el motivo de su alabanza, imagino. Como si te recomiendan Beluga, que por presupuesto lo tienes chungo, pues las reinetas te matan de hastío. Famosísimo doctor, experto en alimentación, allá por la Mezquita, díjole a un paciente que le preguntó si le estaba permitido el marisco en su estricta dieta. "Para las que te puedes comer, no te voy a poner límite en eso" Interpreta sus palabras. Eso sí, una manzana al día, para la diabetes, para la dentadura, para la limpieza intestinal es imprescindible. Es diurética, tiene potasio, K, bueno para los calambres nocturnos, alto contenido en vitamina E, bien conocida por sus propiedades antioxidantes, anti-cancerígenas; o lo que es hoy aspiración de mínimo común múltiplo: evitar el envejecimiento.
¿Qué iba a ofrecer la bruja a Blanca Nieves? Pues claro, ese cesto de manzanas recién recogidas del árbol del bien y del mal. ¿Qué se puso Newton en todo lo alto? Por otro lado, menudo símbolo eligió Steve para su marca, con el bocado y todo. Esa mezcla de tentación y bondad hace del fruto prohibido un objeto inquietante cuando menos. Leo que el manzano pertenece a la familia de la rosa y, como la bella flor, su fragancia dulce embriaga y enamora. Todo cuadra ahora ¿Quién rellena la Wikipedia? Y hablando de cuadras, concluyo con la ciudad donde todo se puede hacer realidad. Esa gran manzana, Nueva York. La de "I 💗". La. gran Manzana. Y más.