El otro día, en Mercadona, estaba yo esperando para pagar y mientras tanto, la señora que iba delante de mí, charla que te charla con el cajero. Antes me hubiera inquietado. Ahora pienso: ¿Quién tiene prisa? ¿Qué otra cosa mejor puedo hacer que esperar en la cola para pagar en el súper? Que si qué tal el verano, que "muy bien", que todo lo bueno se acaba. Así la veo a usted, que ya tocaba. Que "qué buen día hace, a pesar de la lluvia", que ya hacía falta. "Sí, hijo, que el campo está reseco, lleno de terrones". ¡A mí me lo va a decir!, que he ayudado en casa con las bestias, ni agua quedaba en la alberca. "¿A dónde va a llegar así el precio de la fruta? Sólo he cogido unas paraguayas, a ver si están ricas." Pruebe usted las nectarinas, que salen muy dulces. "Mañana vengo, y me las llevo, así charlamos". Eso. "Que no tengo monedas hijo", que no importa. "Da recuerdos en casa. A lo mejor luego bajo otra vez, algo se me habrá pasado. Tengo la cabeza ya llena de tórtolos". Se vuelve la buena mujer y me dice "yo es que vengo a Mercadona porque son muy majos, y él, más. Si me toca otro en la caja, le espero, y no es que los otros no sean majos, pero él es especial". Que nadie piense que el cajero se puso colorado. Colorada yo, sin saber dónde meterme, aunque en la cara se me dibujo la mejor de mis sonrisas. "¿a qué sí?" Siiiii. Y el cajero: qué cosas dices guapísima. (A ella) ¡Qué buena manera de hacer la compra. Digo!
Hay mucha gente sola, sin conversación. No sé si en Mercadona, UNIDE, u otro. Porque al día siguiente, una señora empeñó sus diez minutos o más con uno de los empleados porque no llevaba mas que un billete de 50 euros. Eran las 9:00 en punto, recién abierto "¿Os hago un estropicio si os pago con el billete?. Total, solo he cogido cuatro cosas, lo mismo no tenéis cambio". No señora. "De verdad, que no me cuesta nada, vengo luego, déjamelo apartado, eso sí, que ya que he hecho, no vaya a ser que luego me de cuenta que se me ha olvidado algo" No se preocupe, que tengo cambio. "Ya, pero lo mismo te hago polvo y te dejo sin monedas, que luego viene otro y te la hace igual y tienes que ir al banco. Mira, si yo desayuno todos los días una tostada con aceite en el bar de arriba" De verdad, que no se preocupe, pague ahora o luego. La señora en cuestión se ayuda con un paraguas para el paseo, aunque no hay previsión de lluvia, coqueta, que ella bastón no usa, aunque haya cumplido los 95. Apunta lo que le falta, pero de casi todo se acuerda sin mirar el papel. ¡Para lo que le sirve sin las gafas!. Si fuera por mi hija no iría sola ni al portal. Menos mal que se ha ido a vivir fuera, que si no, ya me había quedado paralítica, pero no por nada, de no moverme. Que todo me lo quiere hacer ella. Mamá esto mamá lo otro, no cojas peso. Sabré yo si no debo coger peso, para eso tengo el carrito. y si me canso me siento. Las cosas de mi hija. "Como te digo, Manuel es un chico muy majo, me pone una tostada de un pan blandito, que no estoy yo para crujientes, con su mijita de jamón y un buen chorreón de aceite. Antes lo embadurnaba de ajo, pero no tengo yo aguanta mi estómago ese envite. Paso luego una mañana muy mala. Un café con leche y un vaso de agua. Que así me obligo a salir. Podía tomármelo en casa, no te digo yo que no, pero me pierde Manolo de clienta. ¿No ves que él tiene gente desde las seis que abre?. ¿Pues no almuerzan allí los de la obra? Que como es oriundo de Burgos, les hace unas tortillas rellenas, que solo pasan con orujo. Salen con fuerza los del mono." Si quiere venir luego, venga, señora. Aquí le dejo la compra. "¿Lo ves? sabía yo que te hacía un trastorno. Son majos estos chicos. Otra vez, y dale.
Mañana tengo que ir a la farmacia. Miedo me da. Leo que en Nueva York, un vecino ha creado 'estaciones de conversación', unos bancos para que los transeúntes se sienten... y hablen. ¿Que no tienen Mercadona en la manzana?