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14/09/2023

VERGÜENZA AJENA


He oído que la vergüenza ajena solo existe en España. No será tanto. ¿No? Busco en mis apuntes de inglés y me sale que los ellos se "embarrasan" o sienten "shame for others"; en los de italiano...si vergogna degli altri, o se siente imbarazzato. Y ya, en San Google, que el franchute Embarrassé, alemanes Verlegen, los noruegos "andres skam" me sopla un conocido. A lo mejor no es lo mismo. Ni idea. Me inquieta las raices comunes entre sentir vergüenza y estar preñada, por decirlo si tapujos. Similitudes que también existen en español. ¿Quién, que se precie, no ha sentido embarazo alguna vez?

Es la vergüenza ajena un sentimiento respuesta a lo que dicen o hacen otros, ese bochorno por el comportamiento ajeno. Realmente lo provoca, como muchas otras cosas, algo que puedes controlar ni cambiar, porque no depende de ti. Eso sí, uno elige sentirla o no. Bueno, elegir es relativo. Hay veces que no te queda más remedio. Hay en el abochornado ajenamente un batiburrillo entre el ataque de risa y las lágrimas y el pudor y me voy a esconder donde nadie me encuentre.

¿Cuándo la sientes? normalmente cuando piensas que otro debería estar pasando vergüenza y tiene toda la pinta de que no es así. Y quien pasa vergüenza eres tú. Por ejemplo, cuando alguien que baila fatal, se lanza a la pista sin complejos, a darlo todo; o ese amigo tuyo que desafina y tiene orejas pero no oído, y es el que canta más alto sin que el director del coro sea capaz de amainar su entusiasmo; al ver llegar a un ser querido a un evento del tipo que sea y con el atuendo inadecuado, bien por demasiado elegante o demasiado poco, tanto da, él, tan pancho con su poncho siendo el smoking la etiqueta, traje largo para ellas, pamela; si tu amigo, tu hermano, tu padre, dice bobada o se equivoca en lo evidente, cuenta un chiste y nadie se ríe. Hay miles de situaciones. Distinto es cuando tu compañero de clase, con 15 años cumplidos, es estrujado a base de besos en la puerta del colegio a la vista del curso entero y se une a la fila con restos de carmín en los mofletes. Él está avergonzado, ¿que le compadeces? te identificas, temes el momento en que no puedas zafarte del mimo con tu madre excusándote en la prisa que solo le permite un ósculo al aire. Y tú sales pitando.


Hay miles de situaciones, discursos públicos, caídas, torpezas varias; en realidad hay mucha empatía con el protagonista que a uno le hace sentir vergüenza ajena. Hay un cariño enorme. Es un vínculo invisible. La sensación está a mitad de camino de la risa y el llanto. Quieres sacarle de ahí, que nadie le haya visto intentar subir torpemente al tren y darse un trastazo impresionante. Que no hayan escuchado el acento inapropiado, el gallo que le ha salido. Pero si él está bien, ¿por qué preocuparnos? Hay un tierra trágame que hace que el suelo literalmente se abra bajo tus pies, lo visualizas, llegando al centro mismo de la tierra, donde el magma lo funde todo.



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