El duelo no se puede medicar, hay q pasarlo. Te tiene que atravesar. El dolor del alma no tiene antídoto. Es. Si se medica, vuelve. No hablo de enfermedades que convierten al hombre en piltrafa de llanto y agonía. Hablo del duelo, de la pérdida.
Tras una pérdida hay un dolor inmenso. Y si ese dolor se tapa con paliativos, sin más, sin sentirlo, sin hablarlo, sin que te atraviese, sin llorar, a base de fármacos, vuelve. Y vuelve empoderado, vuelve con ese conocimiento profundo de la autoridad que le ha dado el que se ha escondido. Vuelve y se sabe fuerte porque es temido. Vuelve y no hay donde esconderse, hay que enfrentarlo. Hay que salir a la calle, mirarlo de frente y a los ojos aunque las lágrimas no dejen ver.
Hay pérdidas que parecen imposibles de superar. Cada uno tiene las suyas. Para según quien, resulta imposible imaginar a otro anclado en la nostalgia, muerto de dolor después de un tiempo. Pero es que no existen reglas estrictas, no se puede aplicar la matemática ni los logaritmos al corazón. Como dijo Pascal "El corazón tiene razones que la razón no entiende" y lo dijo en mil seiscientos y pico. Y eso que él era de ciencias.
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