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01/02/2024

QUE SE VAYAN A FRANCIA

Esta reflexión ya la hizo Dani Rovira con mucha más gracia. No solo por su acento si no por su labia. El malagueño de ojos juntos, como él mismo dice, es un artista. No hablo del idioma, que de eso ya lo dijo todo Eugenio, "que al pan le llamen pain, vale; que al vino le llamen vin, vale; pero que al queso, que se ve claramente que es queso, le llamen fromage". Va este post por mis queridos liceanos, urbanitas, elegantes, que saben que los quiero.


Hablaba en un monólogo el malacitano de que en España sobra gente y no por manía a los franchutes, si no por estrategia sugería un traslado al pais vecino. Dado su tamaño y densidad poblacional, siguiendo una lógica aplastante, los debíamos mandar para allá, a los que sobran aquí. Que se las apañen allí. Cojo el testigo.



Quizá por la presión del directo o el público, se dejó a algunos individuos que son claramente prescindibles, y que estarían genial en Francia. O no. Por ejemplo, esa gente que no respeta la distancia social. Por decirlo suavemente. El vagón de metro está vacío, el autobús, lugares públicos sin asignación de asiento. En el caso del metro, con poca gente, vacío, vacío, raro. Entras y te sientas, con elección libre de ubicación. El colega que entra detrás de ti, se pone a tu lado, pero a tu lado, literal, no en la misma ristra de asientos, no, se sienta encima de tu abrigo, y si has dejado el bolso a tu vera te pide que lo cojas, que se va a sentar ahí. ¿Por? En el autobús eliges tu sitio favorito, pasillo, primera fila, al lado de la salida, inmediatamente detrás. Te pide pasar para ponerse en la ventana ¿por? Que le gusta ir en la ventana, sí, pero hay diez asientos más con ventana, y otro en primera fila. Le da susto ir solo. Quizá. Sigo en el transporte, me da igual ahora que sea tren o avión, asiento asignado. Ese tipo que ha elegido ventanilla, porque le gusta mirar el paisaje. El trayecto no supera una hora. El individuo en cuestión padece de incontinencia urinaria. O le da nervio el viaje. Otra explicación no encuentro. La cosa es que, antes de despegar, en el caso del aéreo, o de arrancar, en el del tren, ya se ha levantado al menos una vez para ir al baño. "Disculpe" Había una leyenda urbana, herencia de algo cierto, seguramente, que decía que nunca se debía ir al servicio con el tren parado, jamás en estación; por extensión tal mito afecta al avión. Leyenda es, pero ¿qué necesidad? Si hace dos minutos que nos hemos subido, haber ido antes. Pues no, tiene que ser cuando tú ya te has instalado, has pedido pasillo, que no te caben las piernas, te has abrochado el cinturón, preparado para una siesta tras el madrugón o repasar las notas de la conferencia, leer un rato o verte una serie en el ordenador. "Perdón, le voy a molestar" Vaya por Dios. Esto aplica a la playa, piscina, espacios públicos en general. Llegas con tu toalla a la Antilla, a una de sus extensiones infinitas de arena clara, no hay nadie, es mayo, un mes para ir al mar. Un mes para ir al mar enamorado. Te instalas, tiendes la toalla y te vas al agua. Solo o en compañía de otros, pero enamorado. A la vuelta del chapuzón te encuentras una toalla que literalmente solapa con la tuya. No es un amiguete. No. Es una familia, que ha clavado la sombrilla y extendido sus 17 toallas, una por pariente; colocado su nevera azul a la sombra y el altavoz cantando por peteneras. ¿Por qué? ¿por qué ahí? No es una cala, literalmente se trata de tres kilómetros de playa, por no hablar de la distancia al mar, que lleva un rato mojarte los pies. Será el mejor sitio. Será. O seré yo una antipática.
Otro tipo de persona a la que es posible que le hagan hueco en Francia, o no, que los franceses son muy suyos; es esa que interrumpe conversaciones interesantes o divertidas para no decir nada. Es decir, ellos no están escuchando, les importa un bledo el asunto que se está tratando, ellos están pensando en sus cosas, sin atender a bromas o argumentos. En medio de las risas o el calor de la discusión, sueltan, al que tienen al lado, a ti, cogiéndole del brazo, reclamando su atención. “¡Qué casa más bonita tienes!”. “¡Ay como son de monos los mellizos!, tres añitos ya, ¡cómo pasa el tiempo!”. ¿Perdón? No esperan respuesta. Igual que se quedan, podrían dar media vuelta y marcharse. Tienen un monólogo preparado, como los del club de la comedia, como Dani Rovira, pero este discurso no tiene gracia. Han comido cuerda y al llevar toda la tarde sin hablar, es complicado meter baza, que tampoco quieres. Lo que estás deseando es saber por qué se ríen tus amigos, qué ha dicho ahora tu cuñado, con qué ha salido tu primo, ¡las cosas que se le ocurren!, el chascarrillo de siempre, que te sigue haciendo gracia. Pero el aspirante a francés se te ha metido en el canal auditivo, lo notas lleno, afectando ya al tímpano y a todas esas láminas y delicados elementos que forman tu dispositivo sonoro, que si pudieras cerrarías. Tu educación, de la que el futuro francés adolece, te impide salir de la situación como te gustaría. Incapaz de hacer gestos a tu pandilla que les inviten a rescatarte, asientes y sonríes. Después te preguntarán: "¿Qué te contaba Fulano que estabas tan interesado” Y tu “cabrones”. A Francia, o a Rusia, que es más grande, y ellos sí que están holgados. Si no les queda sitio allí deberíamos aprender una palabra de rescate para esas situaciones. “Cheeseburger”. 

Que se vayan a Francia los que se cuelan en la cola del súper, ¡ay, no me había dado cuenta!. "Sí que la carne de cerdo es transparente para los ojos de burro". Los que te pisan los esquís, que se vayan a Francia. Que se vayan a Francia los que dicen que les ha salido fatal el examen y luego sacan un diez, los que dicen que no han estudiado y es mentira. Que se vayan a Francia los de la falsa modestia. Hala, directos a Francia, que hay cola. Que se vayan a Francia. Que se vayan todos los que empiezan una conversación diciendo "no es asunto mio, pero...". "Yo no quiero decir nada, pero..." y lo que sale luego por esa boquita.  Que se vayan a Francia los que tiran petardos y se ríen del susto que te has dado.
En la categoría de primer aviso quedan los que empiezan una conferencia con un "no me voy a enrollar" o " seré breve" y luego no hay moderador que les cierre el pico ni el micrófono. Al tercer aviso: a Francia.

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