En mi casa no hay día que no ponga dos lavadoras, y
muchos: tres. Literal. Se incluyen sábados y domingos y fiestas de
guardar. Si me descuido, algún espontáneo a media tarde o media mañana, pone
otra. Con una sola prenda o trapo a veces, que rota en soledad dándose golpes
en el tambor. A la par, a mi se me da la vuelta la cabeza. ¿Qué más había sucio? Que he lavado
las sábanas, zapatillas de deporte, las toallas, la ropa de ayer-que la de antes de ayer está ya en su sitio colocada y oliendo a Ariel; cortinas, los
trapos de cocina, mandiles. A las seis de la mañana empieza el baile, que la comunidad me va a
poner una queja. Y es que lo quiero tener apañado todo antes de las 8 que
empieza la jornada laboral y de estudio. Y no quiero excusas. Una cosa es el
teletrabajo y otra que tenga que silenciar mi ordenador por el folclore de mi
hogar. Que yo trabajo desde la cocina, sí, en la encimera es donde hay mejor conexión ¿pasa algo?. Pues siempre falta un detalle. Y si no, ya se
encargará el horno de traicionarme pitando a media reunión, delatando que estoy
haciendo el cochinillo. Que para algo
soy de Segovia.
Yo me empeño en unir la ropa por colores, blanca, oscura y de según. Uso detergentes especiales, el suavizante justo- lo he visto en una recomendación de Miele y en tropecientos reels de Instagram, que no es bueno pasarse; un poquito de magia para manchas resistentes. Mistol aplicado in situ, un KH7 aquí te pillo aquí te mato que se cayó el vino en el mantel. Alguien probó la teoría de que con vino blanco se quita la mancha de tinto (yo me la sabía con las moras, y tampoco funcionaba) y me organizó un estropicio. Las toallas con las toallas. Intento aprovechar lavadoras. Discrimino la lana y el tergal. Nada, no funciona. Cuando uno piensa que ya está todo relimpio. Pues no. Hay un hijo que dice "Está sucia mi camisa azul" Y tú te preguntas de cuál de las diecisiete camisas azules está hablando el chaval. De cuál de las tres que se probó ayer indistinguibles al ojo humano, para el del niño totalmente diferentes, y que estuvieron en contacto con su inmaculada piel un escaso nanosegundo. No le iba bien con el pantalón. Por lo que sea. Después de los tanteos, unas camisas acabaron en el suelo y otras en la percha. Según. Quizá ayer le dio por colocarlas en su sitio. Quizá volvió a colgar la que se había quitado porque desayunando había manchado la pechera de cola cao. Pero en momentos de crisis prefieres aplazar la réplica y no poner puntos e ies que solo encolerizan más y no llevan a ninguna parte. Por no hablar de una hija. Que se ha puesto cuatro conjuntos, sin pereza, incluyendo cambio de medias a juego. El "luego lo ordeno" lo tiene escrito en la frente cuando entras en su cuarto y no preguntas. El luego no se sabe exactamente cuándo va a llegar, pero siempre es después de que tu pierdas la paciencia y no regañes a nadie, simplemente haces de aspiradora eficaz, recoges esa ropa limpia que huele a plancha, del suelo y la echas a lavar porque ya no distingues lo sucio de lo menos sucio. Y así se llenan las lavadoras. Todos los días.
Todo el día la lavadora puesta. Hasta la coronilla. De tanto ruido. Que se van los plomos y me pierdo media reunión. Que estoy en zoom, teams... A más a más, con estas mini casas en las que no hay donde tender, la secadora marca su propio ritmo y completa la casa sonora. Cuando desde mi terraza se veía el mar de Madrid, al menos tenía la suerte de orear las sábanas al sol, dejarlas que se blanquearan con el sol del invierno, del verano. Me encuentro todo tipo de prendas colgadas de radiadores, el tendedero en medio del salón o un dormitorio. Así no hay quien reciba en casa.
Me pregunto qué hacían todos estos Erasmus en Bruselas, París, Roma, Praga, Budapest, Bolonia y otras destinos que se han puesto de moda entre los mozalbetes. Trato de hacerme idea de cada cuánto lavaban las toallas, la pasta que se dejaban en las lavanderías. Porque si echaban a lavar con la mitad de la frecuencia que aquí, no hay que preocuparse por dónde andarían, o sí. porque se han ido de Erasmus para quedarse encerrados. Una pasta en lavadoras industriales, se han tenido que dejar. Ni botellones ni discotecas, ni dinero para asíntotas. Para lavar la ropa.
Yo no sé si me viene de la pandemia. Que trajo mucho malo. Mis amigas dicen que hay miércoles, que a las dos de la tarde se dan cuenta de que están en pijama. Un pijama monísimo, eso sí. A mí me ha quedado la rémora de que todo lo lavo. Puede ser. Cada vez me parece necesario lavar las cosas con más frecuencia. De la ropa, toda. Pijamas, camisones. Con toallas y sábanas, tengo mi cadencia, pero cada vez la acorto más. Dentro de poco me quitan mis cinco estrellas en casa y paso a ser competencia de Four Seasons, Rosewood o Mandarin. De lo relimpio que huele y lo tengo todo.
Leo que todos los expertos recomiendan que lavemos cada dos días las toallas. El uso de un programa con agua caliente y el producto más desinfectante que encontremos para eliminar las bacterias definitivamente. Madre mía del amor hermoso. Ya estás tardando en poner otra lavadora. Esto es un sinvivir. ¿Y las sábanas?
No solo me pregunto cómo hacen en las familias no monoparentales y numerosas por cuantía de hijos. Que no me quiero imaginar. Esa gente que tanto sale en Instagram que tiene seis, siete hijos. No me hago idea. Creo que tienen cuartos especiales (hangares) donde unos seres fantásticos clasifican ropa interior y camisetas, camisas por colores, los calcetines entiendo que son de usar y tirar. Por no hablar de las prendas delicadas y del día de cambio de sábanas o toallas, que viene el ejército a socorrerles. Pero ¿Cómo se hacía antes?. Sin lavadoras ni secadoras. Lavanderas en el Manzanares, frota que te frota. ¿Lavaban nuestras abuelas esta ingente cantidad de ropa, ellas o quien les ayudara, si es que las ayudaban? Recuerdo que la mía tendía, extendía, la ropa de cama en el tejado, sobre las tejas. No había que hacer cursos de riesgos laborales para trabajos del hogar entonces. Yo creo que eran más de "no es limpio el que mucho se lava si no el que poco se ensucia."
El Ariel no hay que usarlo,que son independentistas catalanes
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