Seguidores

13/01/2025

PAVIMENTOS

El premio al pavimento deslizante por naturaleza se lo lleva ese arquitecto e ingeniero ("arquitecto e ingeniero, artesano, carpintero, albañil y armador. Creo en Vos, constructor del pensamiento, de la música y del viento, de la paz y del amor"), de origen suizo español de cuyo nombre no quiero acordarme. Esa pasarela peatonal de piso transparente en la ciudad de Bilbao, donde los días de lluvia aun abundan.  Tienen, digamos, alta probabilidad de ocurrencia. Incluso en época estival. Es bonito ver la ría al atravesarla.  Sí.  Por otras causas tuvieron que tapar las transparencias con bandas de neopreno después de que medio Bilbao se esnafrara y el otro medio se rompiera algo. Eso en laureada pasarela peatonal en Bilbo. 

La envidiosa capital ha pavimentado medio Madrid y sus aceras, con grandes losas cuyo coeficiente de Manning es bajo o muy bajo. Más bien querrán facilitar con ello la limpieza de las hojas a la llegada del otoño. Lo que otrora se ejecutaba con inmediatez, prontitud y yo diría que eficacia. Ese trabajo se pospone hoy a la acumulación de hojas en el pavimento para mejorar los rendimientos de la maquinaria y minimizar en coste. Eso sí, aumentan los ingresos hospitalarios por galletas a media mañana. Pero en fin, el pavimento es uniforme y liso en casi toda la capital.  A excepción de la proximidad a los cruces, donde el suelo de burbuja advierte al ciego de la llegada inmediata a un semáforo o paso de cebra. ¿Para qué? Se ha caído tres manzanas más atrás. Lo marca la ley.

Pues el puente de Juan Bravo igual. No podía ser menos. ¿Qué dirían Calzón y Ordoñez. Martínez y Fernández respectivamente si resurgieran de sus cenizas? Con una barandilla ortodoxa y unas aceras dignas  de una pista de hielo.

Los porteros de las casas señoriales usan viento artificial para alejar la  hojarasca de sus vetustos portales. Lanzan con magníficas sopladoras las hojas a la calzada. Pero las hojas vuelven, que del asfalto no las retira nadie. Acompañan a la aventura de caminar la pátina de hielo que la escasa porosidad ha favorecido. Y, en el caso de cruzar a Castellana sin perder cita, caerse desde el puente de Juan Bravo tiene eventuales daños colaterales, a pesar de que la barandilla ya entre en normativa. Si bien las hojas caídas son en sí un recurso natural rico en materia orgánica, en minerales extraídos del subsuelo por las raíces de los árboles, y en microorganismos que en su proceso de descomposición contribuyen a enriquecer el suelo….cuando el suelo es la calzada, esta bonita aseveración carece de valor. Es una muestra más de que no todo vale, que no hay verdades absolutas. En cuanto te sales de contexto, patinas.

5 comentarios:

  1. Me gusta lo que cuentas...un beso

    ResponderEliminar
  2. Muy bien,María,que razón tienes en tu artículo,con tanta hoja sin recoger y los pavimentos deslizantes,los traumatólogos no dan a basto.

    ResponderEliminar