Hoy llenaríamos el frasco de las lágrimas. Hoy lo necesito más que nunca. Hoy quiero que Me hagas reír cuando lo saques de su escondite. Que pares el sofocón que llevo. Porque ya no puedo más.
Nadie me dijo cuánto me iba a doler. Me siento estafada. Es como si fuera la primera huérfana de la tierra. Porque alguien tenía que haberme advertido de lo que se siente. De este desaliento que no tiene fin. Es una ausencia que se palpa. En la ropa. En las palabras. En las noticias. En los olores. En el monte. En todos los árboles y paisajes. En todos los segundos, en todas las visiones. Ojalá Hay algo de ti por todos lados. ¿Lo sabías? ¿Como no me lo dijiste?
Siento como Pulgarcito que voy dejando miguitas para poder volver. Aunque, como a él le ocurrió, temo que el rastro desaparecerá. Mis migas son las lágrimas que llenarían el frasco. En el camino se evaporan o se hacen río que a lo mejor me arrastra y no permite que vuelva. Tengo que volver. Los pajaritos se comieron las migas del camino y se beberán mi agua salada. No puedo con esto. No sé donde está la llave que me abra la puerta para curarme. Porque el dolor es de estar malito. Enferma de pena.
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