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26/12/2018

HACERSE PEQUEÑO




Cuando uno se hace pequeño, uno tiene culpa. Sí.  Aunque uno crea que ése es el momento en que más tienen que cuidarle los demás.  No. Una cosa es lo que uno haría si el que tiene al lado se hace pequeño.  O lo que uno cree que haría. No se es mejor o peor persona por lo que se haga. La vida está llena de variables que hacen que las cosas sucedan y en ocasiones no hay margen de maniobra. No se trata de dejarse llevar, pero no siempre somos dueños de lo que ocurre, solo de nuestras decisiones, o de cómo nos tomamos lo que nos ocurre.

Los que se hacen pequeños a veces son insoportables.  Generan rechazo. Son un petardo.  Sí.  Es así. No hay quién aguante a alguien que se pasa el día llorando. Que no razona. Que solo se mira el ombligo. No hay quien lo aguante. Por mucho amor. Por mucho enamor. No hay manera de convivir con esa pena que mana de alguien que se hace pequeño.  Deja costras de sal por los rincones. Se alimenta de detalles y boza miseria. Cuanto más engulle más pequeño se torna.  Cada vez más difícil de ver. Se difumina. Se escabulle en el paisaje. Desparece. Desaparece. Desaparece. Se hace diminuto, minúsculo, feo, insecto. Tan fácil de ignorar. Tan sencillo de olvidar.  Todo alimenta su enanismo y lo fortalece.

Es horrible tener al lado a alguien que deja rastro de llanto en las sábanas. Los más cercanos se sienten tan culpables que tienen que alejarse. No son pusilánimes. Es que no estamos acostumbrados a soportar el dolor. Porque recuerda los dolores propios. Porque en estos días, en esta vida, lo que hay que hacer es ser súper feliz. Encontrarse a uno mismo. Tener éxito en el trabajo, ser empático. Simpático. Vestir como los demás. Ser como los demás. Un poquito original también mola. Pero hay que realizarse, buscar la felicidad. Es un mundo rápido y ególatra. De hombres y mujeres solos. No hay sitio para aguantar la pena de otro. No es por maldad. Es que no se sabe qué hacer. Si insistir para que salga, animarle a la alegría. Si sentirse uno mismo culpable de su dolor. Y es que no hay manera…”no puedo vivir sin ti, no hay manera” Eso dice Coque. Nadie es culpable del dolor de nadie. Sobre todo, nadie es responsable de cómo se lo monte o como se lo tome el otro. A la postre, la vida es la integral entre las decisiones y las oportunidades. Y es nuestra responsabilidad asignar a cada acontecimiento la categoría de oportunidad o desgracia. Voto por la oportunidad. Asignarle otra etiqueta sólo puede hacer daño. Para un lado, para otro.

No hay manera más que agarrarse la barriga y seguir hacia delante. Tienes que crecer solo y sonreír. Serás tu propio campeón. No hay sanación milagrosa. No vendrá Axtérix de su aldea para darte un poco de su pócima. La fortaleza nace de las peores situaciones, las más dolorosas. Plop. Como palomitas se tornan las lágrimas en sonrisas. La alegría hace más sencilla la vida.

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