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28/05/2022

YOUR ATTENTION PLEASE

 

Viajar tiene sus cositas. No les llamemos misterios, son cuitas, anécdotas, caprichos que el destino depara y que hacen al viajero un poco menos paleto. Porque no viajar aísla más que el silencio. No sé si era Unamuno quien decía que el problema de los vascos era que les hacia falta viajar. A los vascos, a los suecos, a los americanos. ¡A ver si por ser de Arkansas uno no puede ser paleto! . "U más" 

Está sobrevalorado lo de ser extranjero. Y según qué extranjero, más todavía. No es lo mismo ser de Murcia que keniata o de L. A. Porque yo siempre quise ir a L. A, dejar un día está ciudad... Hay formas y formas de viajar, se juntan sus voces en el pasillo de entrada a la puerta del avión. En ese pequeño embotellamiento que siempre ocurre. Está el que viaja con la pulsera verdiblanca, acompañada de algún cuero. Le cuenta al pariente: "Ozú que no me llama nadie en to'el día y me llaman cuando estoy en el el aeropuerto. Cucha. Que no tenían otro momento. La oreja planchá me l'an dejado. Que la tenía de dumbito con esto de la mascarilla. Me he ahorrado la cirugía". El inevitable argentino, que relata lo que tu mismo estás viviendo y te parece estar en otra escena. ¡Qué lujo de drama!. ¡Qué derroche en el verbo!. Lleva cazadora de piloto y gafas de Top Gun. No le importa que la predicción sean 40 º C en este mayo que no sé yo si va a ser florido y hermoso. Caluroso. Sí. El inevitable argentino no se quita la cazadora aunque se derrita y se venga abajo. Tanto le da. Con ella oculta lorzas de las que se  avergüenza y que coronan su vaquero. Viajan también Jaime y Bea, que llevan un año casados y han estado en Madrid visitando a la familia y en bodas de parientes y amigos. Son estupendos. Ella duerme, con antifaz propio, él no. A ninguno le gusta el avión. Viaja una pareja dominicana, con su bebé. Ella lleva a la niña, él los trastos. Ella entretiene a la niña, él mira una serie en su móvil, los cascos puestos. Desde el aeropuerto y durante todo el viaje es así. El mira a sus féminas como si no las conociera, como si no se tratara de la novia que fue. Como si la niña no fuera sangre de su sangre. La niña solo se calma en la teta de la madre. Llora y patalea. Normal. Vamos a cruzar el océano, ha dicho el piloto que sobrevolaremos Islandia nada menos, luego Groenlandia y entraremos en EEUU por Canadá. No me extraña que llore. Es la única sensata de esta tribu que se trasporta desafiando la cordura. A cambio mi compañero de asiento debe tener la vejiga de un elefante, quiero decir grande,  a lo mejor no es el caso. No se levanta al baño en todo el viaje. Y tampoco deja de dormir, jugar al Candy Crass y ver series. Perfectamente podía ser un asesino en serie, sobretodo por lo de no hacer pis en 14 horas. O lleva pañales. Porque beber,  bebe, se aprieta unas cuantas cervecitas, sus cafés, su vino acompañando la pasta del menú después de zamparse un bocata tamaño baguette que traía en la mochila. No pierde ripio. 

Ahora ir a EEUU es una carrera de obstáculos. Y lo de menos es el vuelo en sí. Fuera aparte de los nerviosa que me pone a mi viajar. Nervios que no se aplacan por la frecuencia. Me vienen siempre. Es como salir de la bolsa de mamá canguro. Abandonar el nido, mis perros, las hortensias. Son cosas que me pasan. Y que no sé si puedo evitar. Y no se si quiero gastar energías en eso. Sin ser yo una experta rellenadora de formularios, nada más lejos, me veo con entendimiento para hacerlo, aunque no me guste. Es como llegar tarde, que me pone nerviosa y lo sigo haciendo. El caso: que no creo que sea yo sola  a quien le cueste cumplir con el protocolo todo que hay que seguir. O lo gente hace trampas y soy de las pringadas que hacen lo que se les dice o está mal pensado el asunto. Y de ahí las colas y las esperas. Porque si el viaje dura 14 horas, entre esperas, pasillos y colas, pueden sumarse fácil cuatro más tres. Siete. Que ya vale. Con lo largo que es el viaje, el papeleo lo podíamos ir haciendo en el camino, en vez de tanta peli. 

De entre los documentos está el que pide la compañía, "COMBINED PASSENGER DISCLOSURE AND ATTESTATION TO THE UNITED STATES OF AMERICA" El disclouser, le llaman los agentes que lo exigen. Por supuesto tienes que justificar que estás sano respecto al bicho. Test de antígenos y certificado de vacunación completa. Debes haber rellenado el ESTA, documento de confesión, donde debes decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Debes declarar las redes sociales en las que estas dado de alta, desnudarte. No te piden la marca y talla de tu ropa interior, eso sería más sencillo. La verdad es importante en el mundo anglosajón. Ellos no copian en los exámenes. No sé si me dejo algo, pero además hay que llegar con dos horas de antelación a la puerta de embarque. Y sacar la tarjeta de embarque en el aeropuerto, para que una amable azafata te pregunte, no ya si vas  a matar al Presidente, sino si llevas explosivos en tu equipaje, o algún tipo de producto en polvo,  como te o café. He confesado que porto mi maquillaje de terracota, que de tantos aprietos me salva. Aunque son polvos compactos, polvos son. Y ya se sabe, en polvo nos convertiremos. Ella me ha tranquilizado. Si la cantidad es inferior a 300gr no hay problema. No se qué haría yo con 300gr de Garlein. Tampoco le ha preocupado mi gloss, rosa palo.

No sé a donde van todos estos orientales en un avión a California. Nos enseñan su poder de concentración quedándose fritos antes de despegar, y su manera de evitar problemas circulatorios practicando el Taichi en los pasillos y salidas de emergencia. 

Tras una peripecia de casi un día entre viaje y papeleo, finalmente se llega a suelo americano, no antes de haber salido, pero has ganado horas. El hecho de disponer de pasaporte Europeo te condena  a una cola para que te tomen las huellas, te hagan una foto y te repitan las preguntas que has contestado por escrito. 

Por fin al aire. Para coger un taxi hay que coger un autobús. Dato importante. No fui la única que recorrí terminales y plantas diferentes buscando los amarillos. Por fin en el taxi. El conductor es armenio y habla inglés peor que yo, que ya es decir. No entiende las indicaciones del navegador. No sé dónde pasaré la noche. Es importante viajar y desdramatizar. No soy objeto de secuestro, ni por edad, aspecto o capacidad económica. Nadie pagaría mi rescate. El armenio se para en medio de una carretera aislada después de 100 millas de viaje. Restroom. Vuelve al rato. Que es diabético. Lo visualizo. Le da una bajada de azúcar y le tengo que pinchar. Cualquier cosa. Es importante viajar. Y quitarnos el polvo de la era. Y desmitificar a los americanos. Eso sí, recibámoslos con alegría. Ole tu madre y Ole tu tía.  

La idea que de un hotel decente tiene un yanqui, nada que ver con la de un asiático. Bastan una tele y una cama ambas king size. Puede ser un motel de gasolinera. Eso es lo que hay. En medio de ninguna parte, desayuno de báguel y mantequilla de cacahuete y café a tutiplén. Y no hemos hablado del grupo selecto de individuos que entienden el lenguaje de los altavoces de los aeropuertos. Your attention please.


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