Una amiga mía dice que en las bingo wings está la sabiduría. Sí, ¡ya te veo! El que no se consuela es el que porque no quiere. En las bingo wings se juntan los besos que dimos, el amor que sentimos un día, el recorrido propio de los tesoros que no caben en el corazón. Las bingo wings son nuestra mochila de vida, las risas y los vinos, cervezas al sol y el frío. Es donde se junta la arena de los atardeceres mientras el sol se esconde en la mar salada. Las bingo wings son las alas que con polvo de primavera nos hacen volar.
El caso es que por mucho que una acepte los años y la vida que le toque, las bingo wings se enrocan y se hacen fuertes a pesar de su aparente flacidez. Por mucho que se luche por minimizar el impacto y mejorar en lo posible ese contorno en el que no nos reconocemos, los años se cumplen, las líneas de vida marcan sonrisas y lágrimas. Tatuado en oro queda el recuerdo, se vuelve bello el resultado, que no viejo. Cambias y creces, y lo mismo hacen las bingo wings, que se relajan ante la perniciosa atracción gravitatoria. Las circunstancias son las que son, y en lo que no depende de uno, nada se puede hacer. Por mucho que se pidan milagros a la lámpara. No hay ofrenda que valga, ni el manto de la Milagrosa es capaz que cambiar lo que el destino decide. Ordeno y mando. Lo que es, es. O en andaluz, que se entiende mejor: "lo que é, é". Un consejo que me han dado para mantener la dignidad es nunca echar sal si vas con el hombro al aire. Y es que no vale ni la cirugía.
Eso sí, estar estupenda, a pesar del reloj (que inexorable marca las horas), de los genes y el apetito desordenado; es cuestión de esfuerzo y actitud. No hay otra. ¿Que hay a quien no le cuesta estar flaca?, también. A las asquerosas. Allá les parta un rayo con su mal gusto. Que nada les apetece nunca. No gracias, dicen muy finas y avinagradas. Les saldrán arrugas en el desprecio. Que se les quita el hambre con cualquier tontería. ¡Ay, es que se me ha cerrado el estomago!. Vaya por Dios. Pues a mí se me abre cada vez que me pasa algo. ¿Que me quedo sin curro? Me entra el hambre. ¿Que me sobra el trabajo? Más hambre todavía. ¿Que no llegan los niños? Se me desata el apetito. ¿Que llegan? ¡A celebrarlo! ¿Que dejan de fumar? Adelgazan, se estilizan más todavía. En fin, ¡que vivan las bingo wings y la madre que las parió! Brindo por ello.
Es una lucha encarnizada...en las que tenemos todas las de perder... pero me niego a aceptarlo... todavía voy a deporte y sólo digo: quiero hacer el saludo de la Reina sin que se muevan esas carnes...las que llamas Bingo Wings
ResponderEliminarJaajaja. Es verdad prima, a por ello
ResponderEliminarPues no me gustan los brazos tan musculados yo
ResponderEliminarmanga larga, los puños doblados y...a correr