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01/01/2024

EMBOZO AQUÍ, EMBOZO ALLÁ. MAQUÍLLATE, MAQUÍLLATE

 

Tengo una amiga que dice que si no fuera médico, se podría ganar la vida haciendo camas para un NH. Lo dice sin presumir, porque igual podía hacerlas para el Palace, Ritz, Cuatro Estaciones, o cualquier cadena pija que mide el lujo más allá de las constelaciones. De la importancia de hacerse la cama y su relación con la inteligencia y la felicidad, ya se ha escrito mucho.

Pero es que el edredón ha hecho mucho daño. Cualquiera, sin una abuela que le haya perseguido para ventilar y perfeccionar el embozo, sabe hacer una cama. Se ha simplificado la perfección hasta resumirla en un sucedáneo. Que ya no teníamos bastante con que a la sábana bajera se le incorporaran unas gomillas como para que la sábana de arriba se convierta en otra funda más.  Con un bordado de pacotilla que imita el doblado perfecto de la sábana para que la manta no irrite la piel durante el descanso. Cierto que se ha ganado en comodidad. Porque cuando las sábanas de abajo no eran ajustables, amanecías sin ella una noche sí y otra también, hecha un burruño en los pies. Eso se sumaba a que la sábana de arriba que había que extenderla del revés, sí, para recuperar la belleza del envés una vez finalizada la meticulosa tarea. El gesto de levantar el colchón por la esquina y con la otra mano hacer el pliegue perfecto, pico de acá, pico de allá, un toque de alisado y comprobación con la palma certificaba la usencia de arrugas y se dejaba caer lentamente el colchón sobre el somier; ese gesto que requería fuerza, firmeza y pericia en coctel, se ha perdido. Y a por la sábana de arriba. Extendido perfecto, colocado de las mantas que fuera menester, geometría calculada. Embozo medido. Extendido de colcha de piqué, doblado, colocación de almohadas ahuecadas previamente, remetido de colcha y cubrición hasta el cabecero. Un arte en sí mismo. Manta de lana a los pies. Algún almohadón decorativo. Bendita educación que me permitió ser testigo del oreo. Yo hubiera querido ser princesa del guisante.

La falta de necesidad de atizar esos colchones cuya lana se apelmazaba, esas almohadas que se muellen solas y recuperan la forma como si llevaran pilas...ha hecho mucho daño. Hemos perdido los valores de lo que de verdad importa, del significado de las cosas valiosas, las más pequeñas y las más sagradas.

Esa cama perfecta, con su manta gorda, cinta de raso marcando el perímetro. Otra más fina, la de por si acaso, y por supuesto una colcha que con paciencia se dobla y deja a un lado en la descalzadora, antes de abrir la cama en triángulo. Ese peso de las mantas de invierno, el olor a limpio y al aire de la azotea que aún queda en las sábanas...no lo tiene el edredón ni lo suple ningún suavizante. Se ponga como se ponga.

Y si es en la sierra, o en Segovia, donde se duerme, llega la madre con la plancha, antes de acostarte y la pasa con mimo por la cama recién abierta. ¡Qué lujo!

¡Que es muy fácil hacer la cama! Y tanto. Tan fácil como abrir una lata de Litoral. Pero nada que ver con las judías de casa. Siempre iguales, siempre diferentes. Diferencia entre un brik de salmorejo y ese que hacía la madre con un chorreón de aceite. Signifique lo que signifique chorreón y que lo acote quien pueda. Que el campo no tiene puertas ni mi madre recetas.

Pasar del edredón o funda nórdica a no hacerse la cama es una línea muy fina que cualquiera puede traspasar sin darse cuenta. Porque total, es estirar la cama, ¡zas!. Porque total, ¿para qué te vas a hacer la cama si luego vas a dormir en ella? Porque, total, ¿Para qué lavar la taza si mañana también voy a tomar café? ¿Y qué me dices de la cafetera? ¿Qué necesidad? ¿Para qué recoger la mesa si mañana vas a trabajar o comer? Porque, total, ¿para qué tapar el gel si mañana me ducho otra vez? El mistol, lo mismo, la pasta de dientes ¿para qué poner el tapón?. Siempre hay razones, ocultas, tal vez, complejas al entendimiento. Que se seca la pasta de dientes, que si se cae el bote de gel, mistol, colonia, se vierte todo el líquido y tenemos un problema. Que si a partir de las diez, un suponer, que ya me alargo, la cama no está hecha, no es casa decente. ¡Ay!. No digamos llegar de noche y que la cama sea un guiñapo. La distancia es corta y la entropía no hace sino aumentar. Así que, volvamos al embozo, ¡que nos perdemos! ¡Es el fin de la civilización tal como la conocemos! ¡Se amenaza el corazón de occidente!


5 comentarios:

  1. Gracias María, totalmente de acuerdo. La cama es para deshacerla en la noche, mejor si es en buena compañía, y adecentarla, tras previa ventilación, en la mañana

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  2. Anónimo5/1/24, 8:48

    Genial! Como siempre!!

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  3. No puedo agradecer Los comentarios

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